Trump, Harris y la televisión: más teatro que debate
Mirko C. Trudeau
Millones de espectadores en Estados Unidos vieron por primera vez a Kamala Harris y Donald Trump enfrentarse en un duelo, durante un debate de 90 minutos transmitido en el martes por la noche, marcado por los ataques mutuos sobre la economía, la principal preocupación de los estadounidenses, la inmigración, la política exterior y el aborto y por las descalificaciones personales
La vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, y el republicano Donald Trump se enfrentaron este martes en su primer –y quizás único- cara a cara celebrado en Filadelfia y emitido por la cadena de televisión ABC News. El debate electoral se escenificó cuando los sondeos no anticipan un ganador claro, por lo que se esperaba que fuera clave para inclinar la balanza de los indecisos. Pero poco quedó claro.
Harris llevó adelante un objetivo claro: crispar a su contrincante, y lo logró con la misma estrategia de ataque de la que hace gala su campaña. Trump no pronunció ni una sola vez durante la noche el nombre de su contrincante. Esta estrategia demócrata y los bulos de Trump son las claves de un debate que podría ser el único antes de las elecciones del 5 de noviembre.
Si bien ambos candidatos se autoproclamaron vencedores al final de la velada, analistas políticos y medios de comunicación de Estados Unidos coincidieron en que Harris acorraló varias veces a Trump, a quien se lo vio a la defensiva y molesto, mientras que la demócrata mantuvo la calma y logró salir airosa. Según el diario New York Times, los comentaristas, incluso los republicanos, concluyeron que ella había logrado provocar a Donald Trump para que se desviara del mensaje.
Al finalizar el debate, el equipo de campaña de Harris afirmó que la candidata de 59 años «está lista para una segunda ronda» contra el republicano, quien también se proclamó ganador y dijo que este fue «su mejor debate».
El encuentro directo y en vivo acabó siendo más teatro que un gran debate sobre el futuro del país más poderoso del planeta. Pero quizás la noticia política más importante no fue en Filadelfia, sino de una observadora. Taylor Swift anunció a sus 283 millones de seguidores en Instagram: yo emitiré mi voto por Kamala.
Harris logró hacer que el debate girara más sobre Trump que sobre ella: así no tuvo que detallar sus propuestas políticas y también logró que Trump se enfadara y ofreciera un poquito de su incoherencia habitual ante el público televisivo.
El enfrentamiento tuvo un tono combativo, con un Trump irascible y agitado que vertió una multiplicidad de falsedades sobre migración, el aborto o las elecciones de 2020. La exfiscal y aún vicepresidenta Harris se mantuvo impasible y evitó entrar en los ataques personales del expresidente, quien inició, claramente frustrado, una diatriba en la que se hizo eco de un bulo sobre migrantes haitianos que «causan el caos» en Springfield (Ohio), donde afirmó que secuestraban mascotas para comérselas.
Trump trató de centrar el debate en su tema central, la migración. Así, afirmó, de nuevo sin pruebas, que algunas personas procedentes de «manicomios» están cruzando la frontera sur de Estados Unidos con México. Además, insistió en otras narrativas xenófobas, como que los migrantes están «destruyendo» el país y señalando al gobierno demócrata como el culpable.
El tema del aborto generó otro enfrentamiento entre los candidatos, con Harris comprometiéndose a proteger el derecho al aborto mediante una ley federal, mientras que Trump se limitó a apoyar excepciones en casos de violación, incesto o riesgo para la vida de la madre.
Trump lleva semanas lanzando ataques personales contra Harris que han incluido insultos racistas y sexistas. Sus asesores le habían encomendado centrarse en la migración y la economía, por lo que evitó en gran medida los insultos durante los primeros momentos del debate. Sin embargo, las miradas incrédulas no tardaron de llegar cuando ambos candidatos elevaron el tono.
Tanto Trump como Harris recurrieron a acusaciones mutuas, señalándose como un «peligro» para la democracia estadounidense. La exfiscal mencionó haber hablado con líderes militares que califican a Trump como «una desgracia», lo acusó de querer convertirse en «dictador» y se burló de los temas que aborda en sus mítines.
Por su parte, el magnate neoyorquino calificó a Harris de ser una «radical» con ideología marxista, criticándola por no tener un plan claro para el país y acusándola de querer llevar a Estados Unidos a la ruina.
La vicepresidenta aprovechó la transmisión televisada con pantalla dividida para utilizar su lenguaje corporal mientras Trump hablaba: levantaba las cejas incrédula y lanzaba miradas sarcásticas. El exmandatario, en cambio, mantuvo una postura rígida, mirando directamente a la cámara, con los hombros firmes y sin dirigir casi ninguna mirada hacia Harris.
Trump lanzó una vez más distintos bulos, algunos de ellos, en su línea habitual, completamente delirantes. Así, acusó a los migrantes que llegan a Estados Unidos de comerse los perros y los gatos de los ciudadanos que viven en las ciudades fronterizas, ante una atónita Harris.
«Muchas ciudades no quieren hablar de ello porque les da vergüenza. En Springfield se están comiendo a los perros la gente que vino, se están comiendo a los gatos, se están comiendo a las mascotas de la gente que vive allí y esto es lo que está pasando en nuestro país y es una vergüenza», apuntó el expresidente haciéndose eco de una retórica racista.
Avanzó con una de sus habituales falsedades: que los abortos se producen en el noveno mes de embarazo, algo que desmienten los datos. Menos del 1% se practican después de las 21 semanas y suelen deberse a casos clínicos. Trump también lanzó que los abortos tienen lugar después del nacimiento. Eso sería, en resumen, un infanticidio.
Trump, además, trató de desvincularse del asalto al Capitolio. «No tuve nada que ver con el 6 de enero», dijo. Sin embargo, aunque aún no hay condenas contra él —hay juicios en marcha— contribuyó en efecto a inflamar el día con diversos mensajes y distribuyendo bulos. También llamó a un mitin en Washington y arengó a la multitud a hacerse oír en el Capitolio.
Para Trump, si Harris se hace con la Presidencia se convertirá en «Venezuela con esteroides»: «Está destrozando el país», dijo, reforzando sus críticas a los migrantes sin documentación y a la gestión de la frontera.El exmandatario acusa habitualmente a la Administración de Joe Biden de abrir la frontera a los inmigrantes ilegales y de permitir que países como Venezuela hayan conseguido reducir su nivel de criminalidad al «deshacerse» de esas personas.
Curiosamente, México –más allá de su frontera– apareció una sola vez, cuando Trump afirmó que China está construyendo grandes plantas automotrices en el país vecino, pero que él no permitirá que esos vehículos sean vendidos en Estados Unidos.
Según la observadora política Caitlin Johnstone, la democracia estadounidense significa que te dan la opción entre el genocidio con un gorro MAGA (del movimiento de Trump) y el genocidio ondeando una bandera arcoíris.
La piel y las armas de Harris
Trump había puesto en duda en el pasado el origen de su rival demócrata. «¿Es india o negra?», se había preguntado. Este martes dijo: «No me puede importar menos lo que sea. Lo que ella quiera ser me parece bien», dijo justificando sus ataques anteriores en el hecho de haber leído que no era negra. Harris, de madre india y padre jamaicano, calificó de «tragedia» que un candidato a la Casa Blanca utilice la raza, en su opinión, «para dividir» a los estadounidenses.
Harris aprovechó para dejar claro que tanto ella como su compañero de fórmula, Tim Walz, poseen armas de fuego. Esta declaración podría atraer a votantes independientes que temen que los demócratas restrinjan la posesión de armas, un derecho protegido por la Constitución de EEUU.
Cuando Trump la acusó de querer confiscar las armas a los estadounidenses, Harris respondió: «Tim Walz y yo somos propietarios de armas; no vamos a quitarle las armas a nadie, así que basta de mentir continuamente sobre este tema». En 2019, durante su campaña para la nominación presidencial demócrata, Harris ya había mencionado que poseía un arma para su seguridad personal.
Es la economía
El debate tuvo también sus momentos económicos. Trump lanzó la idea de que la inflación es la más alta de la historia de EEUU, lo cual no es cierto: tras la Segunda Guerra Mundial y la crisis del petróleo fue superior a la de este tiempo. Trump además dijo que Harris era «una marxista. Todo el mundo sabe que es una marxista.
Trump le echó en cara en su parlamento final que prometiera cosas que no había podido llevar a cabo en ese tiempo como vicepresidenta y Harris le recordó que la persona a la que se enfrenta en las elecciones es ella, y no Biden.
“No soy Joe Biden, y, desde luego, no soy Donald Trump. Represento a una nueva generación, otra forma de hacer política”, dijo Harris, dejando patente que batir a Biden, un presidente impopular y un candidato octogenario, era para Trump una tarea más fácil que la de vencer a quien aspira a ser la primera mujer en ocupar la Casa Blanca.
Según observó CNN, Trump habló más que Harris durante el debate y terminó cinco minutos por delante: 42 minutos y 52 segundos, contra durante 37 minutos y 36 segundos
* Economista, politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).