Trump, desde Cuba hacia el hiper realismo, a bordo del Tren de Aragua
José Garcés
Recuerdos del futuro
La historia es por todos conocida, pero vamos a recordarla para llevarla al futuro:
Para finales del siglo 19, Estados Unidos no ocultaba su interés por Cuba, que para ese momento estaba bajo dominio español. Los diarios The New York Journal, del empresario, inversor, político y editor William Randolph Hearst, y el The New York Word, de Joseph Pulitzer, inventaban, magnificaban y exageraban noticias para sus titulares.
Especialmente estaban interesados en escandalizar a los norteamericanos con las atrocidades cometidas por los españoles contra el pueblo cubano. Lo sucedido con la joven cubana Clemencia Arango les dio la oportunidad perfecta para sus fines; Clemencia fue detenida por funcionarios españoles a borde del buque estadounidense Olivette que se disponía a zarpar hacia Nueva York.
Los españoles sospechaban que Arango podía llevar escondida una carta para los líderes cubanos en USA, y fue llevada a salón privado y registrada por una agente policial femenina. Hearst en sus periódicos dijo que Clemencia había sido acosada sexualmente con un titular destinado a despertar la indignación de los estadounidenses: “Una refinada joven desnudada y registrada brutalmente por españoles bajo nuestra bandera”.
Los titulares siguieron por la línea de: “¿Protege nuestra bandera a las mujeres?”, “Indignidades practicadas por funcionarios españoles a bordo de barcos americanos”. Wikipedia Dixit: Aunque Clemencia Arango aclaró que efectivamente fue registrada por una mujer y bajo los cánones del respeto, Hearts mantuvo la línea de poner a los españoles como fieras humanas.
Así, la opinión pública de los EEUU se convenció de que era necesario “rescatar a los cubanos de los sanguinarios españoles”, quienes tal vez el mayor crimen que habrían cometido a los ojos de los gringos, no era precisamente sojuzgar al pueblo cubano, sino irrespetar la bandera de Estados Unidos.
Es conocida la frase de Hearts que dirige a Frederick Remington, el ilustrador a quien ordenó ir a Cuba a documentar los desmanes de los españoles. Cuando Remington le envía un cable a su jefe diciéndole: “Todo está tranquilo, no habrá guerra. Deseo volver”. Hearts le contesta.: “Por favor manténgase allí. Usted proporcione las imágenes y yo proporcionaré la guerra”.
En 1897 el presidente de los EUA William McKinley ofreció a España 300 millones de dólares por Cuba, que España rechazó. Como respuesta McKInley envió a la Habana el acorazado USS Maine, supuestamente para proteger los intereses de Estados Unidos en Cuba, y al mismo tiempo realizar una demostración de fuerza. El 15 de febrero de 1898 se produjo la explosión del Maine que produjo 266 marinos norteamericanos muertos y aunque los españoles siempre negaron haber sido los autores de aquel atentado, los yanquis continuaron con su guerra informativa.
Hearts publicaba un titular escalofriante: “El barco de guerra Maine fue partido en dos por un arma secreta infernal”. The New York Journal siguió publicando artículos donde explicaba el plan malévolo de España y su “Arma secreta”. Publicó también planos del ataque y un dibujo del prototipo del arma malévola usada contra el barco. A raíz de aquel suceso, en Estados Unidos se hizo común el lema: “Remember the Maine, to hell with Spain” (Recuerden al Maine, al infierno con España).
Este diario también publicaba en primera página dibujos del Tío Sam en un barco cañonero que tenía inscrito: “Free Cuba” “Remember the Maine”. Dos meses después, el presidente McKinley recibe la aprobación del congreso para declarar la guerra a España con el propósito oficial de “Poner fin al conflicto en Cuba y asegurar en la isla el establecimiento de un gobierno estable”; esta frase me resulta familiar y creo haberla escuchado recientemente.
Por eso Trump trata de reeditar lo que hicieron con Cuba ahora con Venezuela de manera de tener esos “recuerdos del futuro”. En fin, “Poner fin al conflicto” “Establecer un gobierno estable” son frases que los gringos repiten una y otra vez; no importa que sea la Cuba de 1898 o la Venezuela de 2025.
La guerra hispano-estadounidense duro apenas tres meses y medio, en agosto cesaron los combates y el 10 de diciembre de 1898 España y Estados Unidos firmaron el Tratado de París, por el cual España renuncia a todos sus derechos sobre Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la Isla de Guam. Vemos que los gringos lograron una gran ganancia con una pobre apuesta.
La prensa manipula psicológicamente a la población
Este hecho se ha analizado mucho y en muchos estudios se pone como ejemplo de la utilización de los medios de comunicación para preparar a la población para aceptar la guerra. Se trata de uno de los muchos casos de Operaciones Psicológicas en los que la gran nación del norte usa la prensa como punta lanza para sus planes militares y sus fines expansionistas.
Como vemos, este caso de la Guerra de EUA contra España en 1898, el metamensaje que subyace a los titulares es el de algo perverso y diabólico. Las ideas que rondaron las mentes de los lectores de los titulares de The New York Journal y The New York Word, estaban cercanas a la noción de “infernal”, “malévolo”, del algo “que hace daño”. Se trata de producir la sensación de “Algo indignante y que hace daño”. Esta metodología, aunque tiene más de cien años, no está muy lejos de nosotros.
Recordemos que Trump inició su campaña para ser presidente con algo a lo que no se le dio mucha importancia y cayó en el terreno de lo “Folklórico”, pero sus intenciones eran mucho más oscuras de lo que podíamos pensar en aquel momento y esas ideas quedaron en el imaginario del pueblo norteamericano y en gran parte del mundo entero.
Recordemos que el actual presidente, emprendió una campaña para proteger a las mascotas estadounidenses de los malévolos migrantes. Para septiembre de 2024 Trump advertía: “En Springfield, [los migrantes] se están comiendo a los perros, la gente que ha llegado, se está comiendo a los gatos, se está comiendo a las mascotas de la gente que vive allí”, y aunque se ha desmentido la especie, Trump continuó con su campaña, tal como lo hizo William Randolph Hearst hace más de cien años.
BBC dixit: “Funcionarios de la ciudad le dijeron a BBC Verify que “no ha habido informes creíbles ni afirmaciones específicas sobre mascotas que hayan sido dañadas, heridas o maltratadas por individuos dentro de la comunidad migrante”.
Esto último nunca lo refirió Trump, ni se disculpó por dar información falsa, como tampoco lo hizo The New York Journal en el caso de Clemencia Arango, quien había desmentido públicamente las noticias propagadas por Hearts. La idea es poner a correr el miedo, y si los hechos contradicen los titulares, ¡pues peor para los hechos!
Como vemos las tácticas del imperialismo han variado muy poco desde la guerra hispano-estadounidense. Simplemente se propaga una información, la mayoría de las veces falsa, como las famosas “armas de destrucción masiva” de Saddam Hussein (que nunca se consiguieron). Una vez que se ha logrado impactar a la población desde el punto de vista emocional, se implanta la idea que el imperio necesita que la gente crea y la mesa está servida para los planes imperialistas de EEUU.
Este suscrito ha estudiado las tácticas de Guerra Cognitiva y refiero al lector a la lectura del libro “Dimensiones de la Guerra Cognitiva” de mi autoría y editado por LAUICOM, en donde se explican los mecanismos que usan para manipular las mentes y de los que no nos vamos a ocupar en este ensayo.
El diabólico Tren de Aragua
En la actualidad, lo perverso, lo demoníaco, lo infernal, lo malévolo, aquello indignante que hace daño, lo están estructurando en las mentes de los habitantes del planeta entero a través del “Tren de Aragua”.
Para envenenar el alma no se ofrecen mayores informaciones del fenómeno en sí, simplemente se deja a la imaginación para que cada habitante del planeta construya un demonio particular con un título en común. Si le fuera dado a Trump escribir en nuestra época el Malleus Maleficarum, simplemente lo titularía “El Tren de Aragua” (o para seguir con el estilo medieval, el “Agmen vehiculorum araguensis”).
Si en la edad media, “El martillo de las brujas”, se constituyó en una guía un para perseguir, torturar y quemar vivas a mujeres a quienes acusaron de bruja, en nuestro tiempo se utilizaría el “Agmen vehiculorum araguensis” para perseguir, torturar y enviar al CECOT a los acusados de pertenecer al Tren de Aragua. Recordemos que en la edad media no se necesitaban pruebas, sino la acusación de una persona para activar los mecanismos de la inquisición; pues, en la actualidad solo se necesita una ley anacrónica como lo es la “Ley del enemigo extranjero”.
Ya no hará falta fórmula de juicio; si en el medioevo una mujer tenía un lunar, eso era prueba suficiente de que había tenido pacto con el demonio; hoy, si un apersona tiene un tatuaje, es signo inequívoco e inapelable de pertenecer al Agmen vehiculorum araguensis conducido por el mismísimo Lucifer. La LEY DEL ENEMIGO EXTRANJERO de 1798, cuando se trae al presente, tiene como metamensaje que el ENEMIGO es el EXTRANJERO.
El hiper-realismo
En una conferencia dictada por el Profesor Carlos Ron escuche por primera vez el término. El portal “Tricontinental” del 23 de enero de 2024 alerta: “El imperialismo ha iniciado su transformación hacia una nueva etapa: el Hiper-imperialismo”. Dice Tricontinental: Se trata de un imperialismo ejercido de forma exagerada y agitada, pero a la vez sujeto a las limitaciones que el imperio en declive se ha impuesto a sí mismo.
Continúa explicando Tricontinental: “Las tácticas del hiperimperialismo están moldeadas en parte por la modernización de la guerra híbrida, que incluye lawfare, hipersanciones, incautación de reservas y activos nacionales y otras formas de guerra no militar. Las nuevas herramientas tecnológicas de vigilancia y comunicación selectiva que caracterizan la era digital se despliegan para librar el control imperialista de la batalla de ideas”
(ver https://thetricontinental.org/es/estudios-sobre-dilemas-contemporaneos-4-hiper-imperialismo/)
Para 1972 ya Michael Hudson definía el “Super-imperialismo” como la estrategia económica del imperio estadounidense, que, tras abandonar el patrón oro, establecía un sistema económico global donde los bonos del Tesoro estadounidense se convertían en la base de las reservas mundiales. Este sistema obligó a los bancos centrales extranjeros a comprar bonos del tesoro y consecuentemente a financiar el déficit presupuestario de EEUU, incluyendo sus gastos militares.
Hudson argumenta que este mecanismo permitió a Estados Unidos mantener su hegemonía económica y política, al tiempo que restringió el desarrollo económico de otros países, particularmente en el Tercer Mundo, al imponer políticas de libre comercio que solo beneficiaban a EE. UU.
El hiper-imperialismo constituiría entonces, una fase más avanzada del super-imperialismo, donde el dominio se ejerce a escala planetaria sin ningún tipo de contrapeso. El concepto mismo de Hiper-imperialismo merece revisión ya que creemos que está lejos de constituirse en categoría, pero no deja de ser interesante y a la vez ilustrativo de los planes de EEUU.
Como habíamos sugerido en el aparte anterior, la tesis que manejaría Trump es que el enemigo es el extranjero, por eso no discrimina entre tradicionales aliados y emergentes adversarios, y entonces trata con la misma crudeza a Canadá, que ha sido un aliado incondicional, que a Corea del Norte. Por eso comenzó la campaña diciendo que los migrantes (extranjeros) se comían a las mascotas de los pulcros norteamericanos.
Este tipo de pensamiento de Trump resulta incongruente con las avanzadas propuestas intelectuales actuales. Esto no debería sorprendernos ya que como ha dicho Brito García “El fascismo es anti-intelectual”. Nótese que aunque el Presidente Xi Jinping ha hecho una sabia y madura tesis acerca de la construcción de una comunidad de naciones de “Futuro compartido”, EEUU porfía en su infantil sueño del dominio del mundo.
Desde estas líneas creemos que el Hiper-imperialismo se trata del control del planeta entero a través de una sola forma de negociación basada en el miedo y la intimidación. Por eso Trump le ladra a Mulino sin ningún miramiento; amenaza con hacerse de Groenlandia para garantizar la ruta ártica; regaña públicamente a Zelensky, quien fue su servicial golem durante años; y se ríe despectivamente de Europa diciendo que EEUU no los va a rescatar otra vez, en clara alusión al Plan Marshall, ya que el Vicepresidente Vance habría dicho “Odio rescatar a Europa otra vez” (https://actualidad.rt.com/actualidad/544059-filtran-chat-vance-rubio-funcionarios-estadounidenses).
El endurecimiento de las sanciones contra Venezuela, la guerra comercial emprendida contra México y Canadá, los aranceles contra China y la lucha a pulso que libra contra Rusia, son muestras de que Trump quiere ser el primer presidente de los EEUU que ponga sobre sus hombros la égida del hiper-imperialismo y se adueñe del planeta entero, cosa que por otro lado cuadra perfectamente con su Trastorno de Personalidad Narcisista y su estilo, soberbio, intimidatorio y rayano en el inequívoco estilo del patán. Solamente alguien que se cree superior a los demás puede albergar la fantasía de que puede controlar al mundo entero.
Esta es una fantasía muy común en el narcisismo que esconde un carácter inmaduro, y que lo hace creer que el mundo debe girar en torno a él.
Corolario
Cada cierto tiempo la historia reedita nefastos, maníacos y perversos personajes que quieren ejercer un dominio planetario. Macron todavía sueña con lograr lo que Napoleón no logró y cada noche Cerebro le dice a Pinky que va a tratar de conquistar el mundo.
El carácter titánico de tal empresa (el dominio global) solo puede tener como consecuencia lo que ha sido descrito en lo el arquetipo del “Titán”. Recordemos que los titanes se creyeron superiores a todo y declararon la guerra a los mismísimos dioses, y perdieron esa guerra horriblemente. En la psicología junguiana se describe el fenómeno psicológico: a cada Hybris (pecado de orgullo) le sigue irremediablemente su Némesis (caída estrepitosa).
Quevedo había dicho de la soberbia: “La soberbia nunca baja de donde subió porque siempre cae de donde trepó”. El Tren de Aragua conducido por un narcisista sin control, irremediablemente se desbarrancará. Trump haría bien en preguntarle a dos de los que abrazaron el mismo sueño, como lo fueron Napoleón o Calígula, qué les pasó.
Y como avizorando la caída, una ia nos da el siguiente dato: “El nombre “Donald John Trump” tiene sus raíces en la historia familiar de este empresario y político estadounidense. Donald es un nombre de origen escocés que significa “líder mundial” o “gobernante del mundo”, mientras que John es un nombre de origen hebreo que significa “Dios es misericordioso”.
Ambos nombres fueron elegidos por sus padres, Fred Trump y Mary Anne MacLeod, quienes eran de ascendencia alemana y escocesa, respectivamente”. De manera que, parece que es cierta la frase usada por el Comité Internacional de la Cruz Roja “Todos somos migrantes”.
Recordemos que Hitler también quería conquistar el mundo y también tenía una ascendencia étnica que aborrecía. Por otra parte, tener ascendencia alemana y escocesa, y emprenderla contra los migrantes, también nos conecta con un dicho absolutamente cierto y conocido por todos los jugadores de dominó: “El que le pega a su familia se arruina”.
José Garcés es vicerrector de Investigación de la Universidad Internacional de las Comunicaciones (UICOM)