Trump condiciona el fin de la guerra en Ucrania a los intereses económicos de EEUU
Juan Antonio Sanz
El Donald Trump empresario despiadado se ha impuesto sobre el Trump pacificador que decía ser antes de jurar su cargo como presidente de Estados Unidos. Por eso, ahora supedita su promesa de concluir el conflicto de Ucrania, formulada antes de su llegada al poder, a la guerra comercial mundial en la que está inmerso y a la necesidad de conseguir minerales claves para asegurar la hegemonía tecnológica estadounidense, especialmente en su pugna con China.
Con el hacha de guerra comercial desenterrada con sus vecinos Canadá y México, las amenazas arancelarias vertidas sobre la Unión Europea y con un choque directo con China, que ha respondido con aranceles de hasta el 15% a los impuestos ya aplicados por EEUU, Trump mueve todas las palancas para obtener ventajas inesperadas en la guerra económica mundial que ha desatado. Esto podría retrasar, por ejemplo, el fin de la guerra de Ucrania que había propugnado antes de su toma de posesión, si con ello obtiene pingües beneficios del país cuyo control económico se disputan rusos y occidentales.
Zelenski dispuesto a ceder a EEUU el control de materias primas claves
La demanda de minerales estratégicos ucranianos como el litio, el uranio o el titanio, además de las llamadas «tierras raras» fundamentales en la alta tecnología, por no hablar del mineral de hierro, el oro o incluso el carbón, y la aparente disposición del presidente Volodímir Zelenski para suministrárselos a EEUU a cambio de dinero y armamento podrían suponer un viraje en los planes de Trump para Ucrania y abocar a una confrontación con Rusia que no entraba en sus planteamientos iniciales.
«Les estamos diciendo a los ucranianos que tienen tierras raras muy valiosas. Queremos que lo que ofrecemos (dinero y armas) se garantice de alguna manera. Queremos una garantía», insistió el lunes Trump. «Estamos buscando llegar a un acuerdo en el que ellos (los ucranianos) asegurarán lo que les estamos dando con sus tierras raras y otras cosas», aseveró, añadiendo que tenía ya la aquiescencia de Kiev.
Los ucranianos «tienen excelentes tierras raras. Quiero seguridad (de acceso estadounidense) sobre estas tierras raras y ellos están dispuestos a darla», remarcó Trump.
Las «tierras raras» (17 elementos químicos difíciles de encontrar en su forma pura, pero con excepcionales propiedades magnéticas, electroquímicas y luminiscentes) y los minerales «críticos», como el litio o el titanio, pueden emplearse como parte de circuitos electrónicos y baterías, en la fabricación de teléfonos móviles, automóviles eléctricos, catalizadores químicos, en las tecnologías limpias y en la fabricación de armamento de última generación, por ejemplo, aviones de combate.
Es decir, son la base del negocio del siglo. Más aún cuando Trump está presionando a sus aliados europeos para que gasten mucho más en defensa y en tecnologías militares, que incluyen a esos ramos de las telecomunicaciones y el transporte que requieren el uso de esos
Además, para el empresario devenido en presidente de EEUU es hora de cobrar a Ucrania los intereses de la multimillonaria ayuda entregada a Kiev por Washington, cifrada en más de 180.000 millones de dólares, de ellos cerca de 70.000 millones en armas, desde que empezó la invasión rusa hace casi tres años. Estas sumas se multiplican por dos si nos remontamos a 2014, cuando EEUU comenzó a blindar a Ucrania y a prepararse para la confrontación con Rusia.
Europa pierde sí o sí
Si llevado de estos intereses EEUU inclina sus «simpatías» hacia el lado ucraniano de cara a unas eventuales negociaciones, el resultado será el choque con Moscú. Esta situación agradaría a los aliados de Washington en Europa, aunque en los planes de Trump no entren en la ecuación de la cosecha de materias primas. Trump tiene otros planes para la Unión Europea: que se centre en aportar el dinero de la reconstrucción de Ucrania sin derecho a botín.
En medio de las amenazas globales planteadas por Trump y sus guerras de aranceles contra amigos y enemigos, el conflicto de Ucrania se puede convertir en un lastre insoportable para los aliados europeos en unos momentos en los que se ven además abocados a disparar sus gastos militares. EEUU no esta dispuesto a seguir sufragando la mayor parte de la defensa común en la OTAN, sobre todo cuando el dinero debe dedicarse a afrontar posibles reveses en la guerra comercial lanzada por Trump contra el resto del planeta.
La eventual restricción de las aportaciones de Washington a Kiev si el Gobierno ucraniano no atiende a sus demandas de recursos naturales estratégicos y si Trump vuelve de nuevo su sonrisa hacia el Kremlin también seria un revés para los intereses europeos, incapaces de aguantar el peso económico de construir mayores ejércitos en Europa y a la vez soportar el coste de la guerra de Ucrania.
Las riquezas ucranianas ayudarían a aguantar el tirón chino
Para EEUU, un acuerdo con Zelenski sobre los metales preciosos añadiría una fuente de riqueza adicional a los pingües beneficios obtenidos en los tres años de guerra por la venta de armas a los países europeos para que éstos después las donaran a Ucrania, por no hablar de las ganancias por el gas licuado estadounidense suministrado a Europa para sustituir al vetado gas natural ruso.
La oportunidad de obtener esos recursos minerales estratégicos, imprescindibles para la industria tecnológica estadounidense, permitiría a EEUU situarse mejor en la confrontación económica con China, actualmente el principal productor mundial de esas tierras raras y de otros recursos minerales críticos para su tecnología de las telecomunicaciones y sus gigantescas fábricas de coches eléctricos.
Extorsión y egoísmo estadounidenses
El parón de la ayuda económica y humanitaria estadounidense en todo el mundo y en concreto en Ucrania, la más importante que ofrece Washington, supone otra pinza de la extorsión puesta en marcha por Trump para sacar el mayor partido de los ucranianos y además presionar sobre sus aliados europeos, a fin de que se alineen sin fisuras con las nuevas reglas económicas que está imponiendo la Casa Blanca en el panorama internacional.
El primero en criticar la exigencia de Trump fue el canciller alemán, Olaf Scholz. La utilización de los recuerdos ucranianos para financiar su defensa y la guerra contra Rusia sería «muy egoísta, muy egocéntrico», afirmó Scholz, quien apostó por que esos metales de tierras raras se utilicen en la reconstrucción de Ucrania una vez firmada la paz con Rusia.
La paz aún lejos, diga lo que diga Trump
Sin embargo, con estos golpes de timón de Trump, no parece sencillo que se vaya a alcanzar pronto un principio de acuerdo para iniciar negociaciones entre Ucrania y Rusia, y menos aún entre Moscú y Washington, como había prometido Trump.
Este lunes, Trump insistió en que ya hay contactos para poner fin al conflicto. «Hemos hecho mucho progreso con Rusia y Ucrania», y «vamos a parar esta guerra ridícula», explicó. Zelenski reconoció este martes que su Gobierno ya ha hablado con el enviado de Washington a Ucrania, Keith Kellogg, y con su asesor de Seguridad Nacional, Michael Waltz,
Pero aunque haya contactos, ni rusos ni ucranianos han confirmado avances significativos. El fin de la contienda está lejos: Los combates se han intensificado en el este, donde el Kremlin tiene la iniciativa, mientras el ejército ucraniano lanza oleada tras oleada de drones para destruir objetivos militares y energéticos en el corazón de Rusia.
Los ucranianos confían en que la codicia de Trump ayude a su causa
Un funcionario cercano a la cúpula de poder de Kiev indicó al diario Financial Times que este cambio de rumbo de Trump parece alinearse con el llamado Plan de la Victoria que Zelenski le presentó en septiembre pasado. En esa hoja de ruta, a cambio del respaldo de EEUU, Zelenski prometía a los estadounidenses un trato especial en el acceso a los recursos clave ucranianos, bajo el pretexto de que sería la mejor forma de protegerlos de Rusia e Irán.
«Claro que estamos dispuestos a trabajar con Estados Unidos», aseguró el contacto ucraniano del Financial Times. Recordó que el Plan presentado por Zelenski en otoño, además de prometer los recursos naturales críticos a Washington y sus más cercanos aliados, junto con la potestad de vigilar las inversiones en Ucrania y bloquear los intereses chinos, proponía reemplazar las fuerzas estadounidenses desplegadas en Europa por efectivos ucranianos.
Aunque el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no verían mal la presencia por toda Europa de tropas ucranianas armadas por la propia UE, no parece probable que todos los países de la Unión vayan a permitir tales contingencias.
La identificación de la lucha de Ucrania contra Rusia con los centenarios ideales europeos de defensa de los derechos humanos y la democracia ha sido un pretexto para justificar la implicación indirecta europea en Ucrania. Un argumente endeble dado el altísimo nivel de corrupción de este país antes de la guerra, solo superado por Rusia en el continente europeo.
Temor a que Rusia se apodere de los yacimientos
Que Trump se interese justo ahora por los minerales críticos ucranianas no es casualidad. El lento, pero imparable avance ruso en el este de Ucrania podría poner en breve bajo la bota del Kremlin ingentes yacimientos naturales, además de los que ya controla.
En Ucrania hay cerca de 500.000 toneladas de litio sin extraer (la mayor parte en el disputado Donbás) con un valor estimado en decenas de billones de dólares. Ante la posibilidad de que se firme pronto un armisticio, se comprende la carrera contrarreloj por estas riquezas.
Por eso se está movilizando Trump, con Zelenski dispuesto a entregar buena parte de la riqueza mineral de su país si con ello garantiza su propia permanencia en el poder, la independencia de la mayor parte de Ucrania y la preeminencia de Kiev en Europa, con su influencia garantizada por las armas estadounidenses pagadas por los socios europeos.
*Periodista y analista para Público en temas internacionales. Es especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar.