Trump: Al campo de concentración de Guantánamo 30 mil migrantes
Mirko C. Trudeau
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmará un decreto que ordena al Pentágono y al Departamento de Seguridad Nacional preparar una instalación en la Bahía de Guantánamo, territorio ocupado por EEUU en Cuba, para recluir ahí a 30 mil migrantes que no pueden ser enviados de vuelta a sus países de origen.
La instalación se utilizaría para “detener a los peores criminales extranjeros sin documentos que amenazan al pueblo estadounidense. “Algunos de ellos son tan malos que ni siquiera confiamos en que sus países los retengan, porque no queremos que vuelvan, así que vamos a enviarlos a Guantánamo. Esto duplicará nuestra capacidad inmediatamente, ¿verdad? Es un lugar del que es difícil salir”, agregó.
Trump formuló el anuncio en la ceremonia en la que promulgó la Ley Laken Riley, que otorga mayores poderes a las autoridades federales para deportar a migrantes irregulares y que han sido acusados de delitos.La ley lleva el nombre de Riley, estudiante de enfermería de 22 años, asesinada el año pasado por un venezolano que vivía en EEUU sin papeles. Noem llamó “sacos de basura” a los venezolanos y relacionó la decisión de revocar el programa TPS con la presencia de grupos criminales.
Horas después, la Casa Blanca envió un memorando a los secretarios Pete Hegseth, del Pentágono, y Kristi Noem, de Seguridad Interior, para ampliar el Centro de Operaciones Migratorias de la Estación Naval de la Bahía de Guantánamo a plena capacidad con el fin de proporcionar espacio de detención adicional para los extranjeros criminales de alta prioridad que se encuentren de manera irregular en Estados.
La base naval estadounidense de Guantánamo, en Cuba, ya alberga una instalación para migrantes, que incluye apenas un puñado de edificios que no tiene la capacidad para albergar a 30 mil personas, como pretende Trump, aparte de la prisión de alta seguridad para extranjeros sospechosos de terrorismo (un verdadero e inhumanitario campo de concentración donde se tortura a los supuestos responsables de los ataques del 11 de setiembre de 2001.
Tratos crueles e inhumanos, tortura, desaparición forzada, detenidos sin cargos ni juicio, uso excesivo de la fuerza y un símbolo de la impunidad de Washington, describen organizaciones no gubernamentales (ONG) y organismos de derechos humanos a la prisión de la bahía de Guantánamo, en Cuba, que desde 2001 ha sido utilizada para recluir a sospechosos de terrorismo, y que en palabras del general Michael Lehnert, encargado de inaugurar el campo de concentraciónn, fue un error y nunca debió abrir.
Las acciones y –sobre todo- las palabras de Trump presentan toda la apariencia de un despliegue propagandístico para galvanizar a su electorado en torno al miedo frente a un peligro inexistente,
Y, al mismo tiempo que desvía la atención de los problemas reales de la sociedad estadunidense, desde el desmantelamiento de la educación hasta los tiroteos masivos, pasando por la crisis de acceso a la vivienda, la esperanza de vida más baja entre las naciones ricas o las sobredosis de drogas comercializadas de modo tan legal como inescrupuloso por su industria farmacéutica.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, calificó de acto de brutalidad el proyecto de Trump de habilitar la base naval de Guantánamo como centro de detención para migrantes deportados, al tiempo que su homólogo colombiano, Gustavo Petro, reiteró su condena a las expulsiones, que equiparó con los trenes que transportaban judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras. colombianos, ecuatorianos y guatemaltecos sin papeles denunciaron malos tratos de las autoridades estadounidenses en sus traslados.
Petro volvió a cuestionar las deportaciones desde Estados Unidos en vuelos militares con los migrantes encadenados y esposados. “Cometen el mismo error de los alemanes en 1943. Acá Donald Trump me les va a decir a 42 niños colombianos que son delincuentes… eso se llama colectivizar el crimen, se lo inventó Hitler”, añadió el mandatario, al fustigar el trato al que fueron sometidos los menores deportados.
La detención de inmigrantes en Guantánamo dará pie a impugnaciones jurídicas sobre los derechos de quienes son enviados allí, tanto en virtud de la legislación estadunidense como de la internacional. La decisión se suma a los vuelos militares estadounidenses de deportación de migrantes fuera del país y al despliegue de algo más de mil 600 soldados en la frontera de Estados Unidos con México tras la declaración de emergencia de Trump sobre migración la semana pasada.
Trump también revocó la extensión del amparo migratorio para los venezolanos que aplicó Joe Biden antes de dejar el cargo, que permitía a unas 600 mil personas vivir y trabajar en el país por 18 meses más, a través del programa de Estatus de Protección Temporal (TPS), abriendo la posibilidad de que las protecciones expiren a finales de este año, confirmó Noem a Fox News.
En 2023, la relatora especial de la Organización de Naciones Unidas sobre la promoción y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo, Ní Aoláin, presentó un informe sobre la situación que viven los detenidos que quedan en Guantánamo, donde permanecen 15 presos. El informe detalla la profundidad, gravedad y naturaleza evidente de los daños físicos y sicológicos que sufren los reclusos, con daños constantes derivados de prácticas sistemáticas de tortura.
La infraestructura del campo de concentración permite una vigilancia casi constante, extracciones forzadas de las celdas, uso indebido de restricciones y otros procedimientos arbitrarios que no respetan los derechos humanos y que se deben a una formación inadecuada de las autoridades, y deficiencias graves en la atención sanitaria.
Tras las conclusiones del documento, que analiza más de 21 años de detención indefinida para 780 hombres y menores de edad musulmanes, Amnistía Internacional (AI) exigió a la administración de Biden en ese mismo año que cerrara el centro de detención y pusiera fin a la detención ilegítima e indefinida sin cargos ni juicio.
AI también publicó un informe en 2021 en el cual detalla las violaciones a los derechos humanos de las 40 personas que aún estaban recluidas y los crímenes de derecho internacional cometidos en 19 años tras la decisión de enmarcar la respuesta estadunidense a los atentados del 11-S en una guerra global contra el terror.
La académica estadounidense Amy Kaplan señaló en diversos artículos que la prisión es un espacio ambiguo dentro y fuera de las fronteras nacionales y jurídicas que refuerza un duro régimen punitivista.
El uso del territorio cubano ocupado ilegalmente por Washington para encerrar, también al margen de la ley, a los migrantes indocumentados es une acto más del espectáculo de violencia de Estado montado por Trump para complacer a sus seguidores. Desde el 20 de enero, cundo asumió. ha deportado a centenares de personas encadenadas de modos que no casualmente recuerdan a las chain gangs (cuerdas de prisioneros), hoy universalmente condenadas como contrarias a los derechos humanos.
Asiumismo, ha empleado tácticas extremadamente inhumanas como las cacerías de personas dentro de escuelas, templos religiosos y albergues; ha enviado militares a la frontera y ha machacado con el bulo de que los migrantes son delincuentes, por lo que su expulsión sería un asunto de seguridad pública y nacional.
La mendacidad de esta afirmación es exhibida por los datos: por tomar el caso de los mexicanos en EEUU sin los documentos necesarios, sólo 7% ha sido señalados de algún delito (faltas de tránsito como conducir sin un faro, estacionar en un lugar prohibido u otras infracciones que no constituyen estigma para las personas blancas), pero son usadas para negar el voto a latinos o afrodescendientes, así como para alimentar el discurso de odio contra los buscadores de asilo.
Trump ya deportó a centenares de personas encadenadas que recuerdan a las chain gangs (cuerdas de prisioneros), hoy universalmente condenadas como contrarias a los derechos humanos; empleó tácticas extremadamente inhumanas como las cacerías de personas dentro de escuelas, templos religiosos y albergues; envió militares a la frontera y sigue machacado con la mentira de que los migrantes son delincuentes, por lo que su expulsión sería un asunto de seguridad pública y nacional.
Lo cierto es que pese a la criminalización y la puesta en escena de persecuciones implacables, el número y el ritmo de las deportaciones se han mantenido similares a los que prevalecían antes de su regreso al poder. Durante su primer periodo presidencial deportó a menos personas que sus homólogos demócratas Joe Biden, Barack Obama y Bill Clinton.
Sólo en el marco de este sadismo institucionalizado se entiende la decisión de enviar a 30 mil migrantes a un campo de concentración y tortura creado para recluir a personas acusadas –en su mayoría, falsamente– de involucramiento en actividades y grupos terroristas, señala un editorial del diario mexicano La Jornada.
Agrega que la reapertura de un símbolo internacional de violación de los derechos humanos es un guiño a los trumpistas que consideran a los trabajadores del Sur global merecedores del mismo castigo infligido a supuestos miembros de Al Qaeda o el Estado Islámico y la medida, además de suponer un costo astronómico para los contribuyentes por la logística de transportar y mantener a semejante número de personas a un enclave aislado, azuza a grupos ya radicalizados en el racismo y la xenofobia.
* Economista, politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).