Tras el adiós a Edmundo, ¿llegará la normalización?
Álvaro Verzi Rangel
La salida del excandidato opositor venezolano Edmundo González Urrutia con rumbo al exilio en España marca el deplorable injerencismo del gobierno que encabeza Pedro Sánchez (describió a González como “héroe”), así como los de Estados Unidos y el Reino Unido.
Quizá no sea del agrado de la prensa hegemónica ni de países occidentales y menos a los opositores antichavistas en Venezuela –pero sobre todo en el exterior- ni a sus patrocinantes y financistas: el gobierno de Nicolás Maduro está en pleno control del país, fortalecido por la ausencia de su rival en los comicios de julio pasado. González Urrutia eligió sumarse a las conspiraciones de la comunidad de disidentes venezolanos en Madrid.
González tiene orden captura por los delitos de usurpación de funciones, forjamiento de documentos públicos, instigación a la desobediencia de las leyes, delitos informáticos, conspiración y asociación para delinquir; también lo señalan como responsable de la muerte de más de 20 personas durante las protestas callejeras después de los comicios.
Algunos analistas señalan que la salida del septuagenario excandidato podría marcar el inicio de la distensión y la normalización del crispado escenario político que quedó en Venezuela a raíz del intento de la derecha local, apoyada por Washington y por otros gobiernos europeos y latinoamericanos, de convertir los comicios del pasado 28 de julio en el colapso del régimen bolivariano y de la presidencia de Nicolás Maduro, señala un editorial del diario mexicano La Jornada.
Un vacío de información por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE) fue aprovechado por los opositores para difundir desde un sitio web privado falsa información sobre los resultados comiciales para dar la impresión de que González había ganado la Presidencia y para denunciar un supuesto fraude electoral.
Ese operativo de desinformación contribuyó a azuzar una serie de violentas protestas que dejaron muertos, heridos y detenidos, y sirvió de pretexto a varios gobiernos extranjeros y a la Organización de Estados Americanos (OEA) para desconocer la institucionalidad venezolana.
Pese a este pertinaz injerencismo y la campaña de la prensa hegemónica internacional, ningún estado lo reconoció como presidente, como sí lo hicieran en 2019 con el títere Juan Guaidó en un intento anterior de desalojar al gobierno elegido en las urnas. Menos aún lograron construir en torno a su figura una suerte de gobierno paralelo o en el exilio: el archipiélago de “dirigentes” antichavistas es muy amplio y cada uno tiene su proyecto y sus financistas.
Otoño en España
El septuagenario político –no conocido precisamente por sus opiniones o proyectos-, está ahora asilado en España tras ser acusado de suplantar las funciones del CNE y de instigar a la rebelión, entre otros delitos, tras no lograr refugio en las embajadas holandesa y española en Caracas. Tras obtener un salvoconducto de las autoridades venezolanas, viajó a Madrid a bordo de un avión militar enviado por España.
Y González Urrutia se fue, dejando (¿como prófuga de la justicia?) a la autocalificada principal dirigente del antichavismo, María Corina Machado, quien tardó varias horas en fijar posición sobre la retirada de González, abriendo especulaciones sobre si estaba enterada o no de la medida, o se enteró -como todo el mundo- con el anuncio oficial de la vicepresidenta Delcy Rodríguez, la noche del sábado.
Después, Machado aseguró que la salida fue necesaria para preservar la libertad y la vida de su colega, en medio de una dizque brutal ola de represión. “Hemos llegado a un punto en el que necesitamos avanzar, como dije, y este es un momento en que Edmundo González debe ser reconocido como presidente electo de Venezuela”, añadió en un mensaje.
Mientras, el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, afirmó el domingo que la partida hacia territorio español González fue acordada con la diplomacia de España y que su salida del país representa el final de una comedia. Confirmó en cadena nacional que los gobiernos de España y Venezuela acordaron darle el salvoconducto, en contradicción con lo que sostuvo el canciller español, Manuel Albares, quien negó haber negociado con Caracas.
En tono irónico, aseguró que con la salida de González “finaliza la breve temporada de una obra humorística, de un género que podría decir de comedia, de teatro bufo que empezó este 2024 y que se denominó de manera fatídica hasta el final”.
España negocia
La vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez señaló en su redes que la falsedad no es buena consejera: amplias conversaciones y contactos tuvieron lugar para concretar la partida del opositor González Urrutia del país con las plenas garantías que ofrece un salvoconducto, producto del acuerdo entre ambos gobiernos.
El canciller holandés, Caspar Veldkamp, precisó en una carta al Parlamento que González solicitó refugio en su embajada en Caracas el día después de las elecciones. El canciller venezolano Yván Gil, comentó esa carta en redes sociales y remarcó que así se demuestra una vez más que el plan opositor nunca fue electoral: el mismo día posterior al comicio González Urrutia ya estaba en una embajada, la de Paises Bajos.
Gil Pinto anunció además que Venezuela presentará una nota de protesta a Países Bajos por ocultar al excandidato opositor, Edmundo González Urrutia, en su embajada en Caracas sin comunicarlo a las autoridades, “según los protocolos internacionales”.
Cambio de residencia
A principios de septiembre, el opositor subrayó que quería irse y continuar su lucha desde España, agregó. Funcionarios españoles, incluido el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, participaron en las negociaciones con las autoridades venezolanas para que González abandone el país, confirmaron agencias internacionales de noticias. Así fue como el ex candidato caminó unos pocos metros por la bucólica calle El Valle en el exclusivo sector del Country Club, en Caracas, y cambió de residencia a la de España, donde alguna vez supo estar protegido el prófugo opositor Leopoldo López, otro de los que terminó precisamente en Madrid.
Como era de esperarse, el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, manifestó su malestar por el exilio forzado de González, a quien calificó de “indudable ganador de los comicios”, mientras el secretario ejecutivo de la Alianza Boliviariana para los Pueblos de Nuestra América, Jorge Arreaza, calificó de decadente la posición de Almagro, a quien tachó de figura servil y entregada a las órdenes y designios de Washington.
El secretario de Estado estadunidense, Antony Blinken, señaló en la red social X que el líder opositor sigue siendo la mejor esperanza para la democracia en el país sudamericano y que su salida es el resultado directo de las medidas antidemocráticas que Nicolás Maduro ha desatado sobre el pueblo venezolano.
Todo esto ocurre mientras a lo interno de Venezuela prima la tranquilidad. Si en Madrid, a las afueras de la base militar donde aterrizó González el domingo, al menos había una pareja de manifestantes para recibirlo (no se mostró, salió por otro portón) en Caracas no se registró ni una expresión callejera en torno a González y su exilio.
*Sociólogo y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)