Tormenta de arena en la conferencia climática de Doha
STHEPEN LEAHY | Mientras Filipinas lidia con los efectos del supertifón Bopha, que esta semana dejó más de 300 muertos, los ánimos se caldean en la cumbre climática que tiene lugar hasta el viernes 7 en la capital de Qatar.
A los países en desarrollo les indigna que Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones industrializadas se nieguen a ampliar sus metas de reducción de emisiones contaminantes o a comprometer más dinero en la lucha contra el calentamiento global en la 18 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 18).
La parálisis en Doha es resultado de los intereses del sector de los combustibles fósiles, que incluye a los multimillonarios Charles y David Koch, alegan activistas. La riqueza de los hermanos Koch se estima en 80.000 millones de dólares.
Juntos superaron el gasto de todas las demás empresas petroleras –incluida Exxon– para liquidar la legislación climática de Estados Unidos, colocando dinero en campañas electorales, ejerciendo presión, financiando a científicos negacionistas, atacando las leyes sobre aire limpio y frenando el viraje de subsidios hacia energías más limpias, según un análisis del no gubernamental Foro Internacional sobre Globalización, con sede en Estados Unidos.
El director del Foro, Victor Menotti, llegó a decir a IPS que “Estados Unidos no hace más” en combatir el calentamiento debido a “los hermanos Koch y a otros intereses de los combustibles fósiles que atacan cualquier política climática”.
El informe “Faces Behind a Global Crisis” (Rostros detrás de una crisis mundial), documenta los intentos de los Koch de acelerar los permisos para el oleoducto desde las arenas alquitranadas de Canadá, como la infraestructura Keystone XL, además de sus ataques a la potestad de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos de regular las emisiones de carbono, y sus esfuerzos para frenar estándares más estrictos en las centrales eléctricas.
“Los Koch se llenaron los bolsillos contaminando nuestro planeta; los economistas los llamarían oportunistas. Y ahora usan su riqueza para amañar las reglas en su propio beneficio”, según el estudio.
Este reporte sigue a uno publicado en 2011, que identificaba a 50 de los individuos más ricos del mundo que ejercen una abrumadora influencia sobre la actual crisis climática mundial.
“Hay demasiado poder en muy pocas manos. Necesitamos sacar el dinero de la política”, dijo Menotti.
El presidente Barack Obama debe ignorar la vieja política y darse cuenta de que hay un vigoroso movimiento de jóvenes que luchan para que se actúe positivamente sobre el clima, sostuvo una delegación juvenil de Estados Unidos.
“Trabajé seis meses a favor de la releección de Obama. Él sabe que los jóvenes queremos acción contra el cambio climático, pero no lo hemos visto tomarla”, planteó Hannah Bristol, de Washington.
Bristol y otros cuatro jóvenes estadounidenses manifestaron en una conferencia de prensa en la COP 18 que el clima debe ser una prioridad para el gobierno de Obama.
“Los cientos de campus universitarios y comunidades que luchan para que Estados Unidos vaya más allá del carbón, del petróleo y del gas natural están logrando avances asombrosos”, dijo Ian Karra, otro de los delegados juveniles.
“Pero no podemos actuar suficientemente rápido, y no podemos actuar solos”, agregó.
Después de todo el sufrimiento y los daños que dejó el huracán Sandy a fines de octubre, los jóvenes se mostraron profundamente decepcionados de que su país no esté asumiendo un rol de liderazgo en Doha.
“Es increíblemente frustrante que haya tan poca acción en Doha”, dijo Bristol a IPS.
“La caravana de la COP está perdida en una tormenta de arena en Doha. Aquí no hay suficiente ambición”, sostuvo Ronny Jumeau, embajador de Seychelles para el cambio climático, en representación de la Alianza de Pequeños Estados Insulares.
Jumeau se refería a mayores reducciones de emisiones de gases que recalientan la atmósfera, como el dióxido de carbono derivado de la quema de combustibles fósiles, la agricultura, la deforestación y las industrias.
Aun si los países logran los recortes ya prometidos, es probable que la temperatura media del planeta aumente entre cuatro y 10 grados, según los últimos estudios científicos.
Jumeau dijo que los estados insulares y los países menos adelantados no solo quieren mayores compromisos de las naciones industrializadas, sino que esos compromisos no sean voluntarios sino obligatorios.
“No podemos llegar en pocos años a una situación en la que algunos países digan que las circunstancias económicas les impiden cumplir sus compromisos”, planteó Jumeau en una conferencia de prensa.
Yoke Ling Chee, de la Red del Tercer Mundo con sede en Malasia, apuntó que “aquí las cosas se ven extremadamente sombrías”.
Los ministros revisaron este miércoles 5 documentos que no establecen ningún nuevo compromiso de mayores reducciones de emisiones.
Sin embargo, Gran Bretaña y Alemania sí se comprometieron entregar en los próximos dos años parte de la asistencia para que los países en desarrollo puedan afrontar los impactos actuales y futuros del cambio climático.
Los países industriales prometieron aportar 100.000 millones de dólares anuales a un Fondo Verde para el Clima para 2020. Para superar la falta de fondos hasta entonces, las naciones en desarrollo reclaman que en 2015 haya 60.000 millones de dólares. A comienzos de esta semana no había dinero para el período 2013-2015.
“Estados Unidos no está obligado a aportar ningún financiamiento adicional”, dijo Jonathan Pershing, quien encabeza la delegación estadounidense. Sin embargo, agregó, su país pretende ayudar.
Tres estados estadounidenses afectados por el huracán Sandy reclaman 83.000 millones de dólares al gobierno federal para recuperarse. El tifón Bopha es el décimosexto desastre meteorológico que azota Filipinas este año, según Jumeau.
“En este contexto mundial, ¿100.000 millones de dólares es mucho dinero?”, preguntó.