Temir Porras: Los anuncios económicos me indignan y preocupan
Tenir Porras|
Los anuncios económicos del viernes por la noche (17/08/2018) me dejaron indignado y preocupado. Voy a explicar por qué de la manera más resumida posible:
– La devaluación oficial del bolívar a 6 millones de Bs Fuertes por dólar: Casi exactamente la cotización del día de Dólar Today. Me indigna que se invente una suerte de gymkhana matemática infantil (1 barril = 60 US$ = 1 Petro = 3600 BsS) para no decir de una vez que 60 BsS = 6.000.000 BsF = Dólar Today. Hizo falta cinco años de destrucción de la economía y de la moneda nacional, de negación que, en ausencia de una oferta oficial de dólares en condiciones de mercado, era inevitable que el mercado ilegal se convirtiera en el referente para la marcación de precios, para llegar a que la “Revolución Económica” tome como base Dólar Today. Pero eso sí, sin admitirlo.
Sobre el Petro como “unidad de cuenta” reitero lo que ya he dicho antes, y añado: decir que “un Petro es la unidad de cuenta para expresar el precio de un barril de petróleo (hoy más o menos 60 dólares)”, es como decir que una docena de huevos es la unidad de cuenta para describir 12 huevos. Sólo que “una docena” tiene el mérito de ser bastante más claro que “un Petro”. Cualquier persona sensata añadiría: ¿y si un Petro expresa el precio de un barril de petróleo, por qué no decimos simplemente… un barril? Pasa que la soberbia de los creadores del Petro (el criptoactivo, a no confundir -aunque sea difícil, y esa parece ser precisamente la intención- con la unidad de cuenta) y su empeño en decretar que un Petro “vale” -es decir tiene por sí mismo un valor de mercado- lo mismo que un barril de petróleo, puede más que la sensatez…
– No más dinero inorgánico: Me indigna también que se admita como quien admite un pecadillo, que la creación masiva (enloquecidamente masiva) de dinero inorgánico, por decisión consciente y expresa del mismo ejecutivo que hizo los anuncios del viernes, fue el combustible que permitió tanto la devaluación meteórica del Bolívar Fuerte como la hiperinflación. ¡Todo el programa de “recuperación económica” está basado sobre la premisa de que la hiperinflación tiene como origen la creación monetaria!
Muchos lo dijimos. Hace años. Y fuimos acusados de desleales, por decir lo menos, por el ejército de “intelectuales” de redes sociales que marcha sin importarle si es hacia la derecha o hacia la izquierda, siempre y cuando quien lo mande a marchar sea su jefe. Y el presidente, por primera vez, admitió taxativamente que el déficit fiscal se había “financiado” con creación monetaria, mientras que hasta el día anterior, TODOS los comentaristas económicos cercanos a la política del gobierno (desde Merentes hasta Curcio, pasando por Boza, Salas y Serrano, con la honrosa excepción de Jesús Farías) profesaban que la creación monetaria no era inflacionaria. Y la pregunta que queda sin respuesta es: ¿con qué objetivo y por qué se mantuvo esa política irracional que destruyó la economía nacional?
– Salario mínimo a 30 dólares: Me indigna, simplemente, que el gobierno haya recibido de Chávez el salario mínimo por encima de 200 dólares en 2013, y argumente en 2018 que lo está recuperando al fijarlo en 30. Sin decir por supuesto que son 30 dólares, sino “medio Petro”. Me responderán que la recuperación se refiere a los 2 dólares a los que terminó equivaliendo el salario mínimo producto de la hiperinflación, a lo cual opondré que la única razón por la cual llegó nominalmente a 2 dólares fue la ya mencionada financiación del déficit fiscal con creación descontrolada de dinero inorgánico. “Sincerar” el salario mínimo a 30 dólares y presentarlo como un logro, da cuenta de la magnitud de la destrucción económica acontecida durante los últimos 5 años.
A diferencia de la oposición de derecha y sus intelectuales, quienes no pueden ocultar su amor por las políticas de austeridad y equilibrio fiscal, evidentemente que no pienso que un sueldo mínimo de 30 dólares mensuales sea excesivo. Asumiendo que la destrucción de la economía venezolana haya sido tal que tengamos un PIB de tan solo 90 millardos de dólares al año (el nivel de 1999), nuestro ingreso promedio per capita anual se situaría en unos 3.000 dólares, casi 10 veces el nuevo sueldo mínimo anualizado. Además, en una economía donde los bienes y servicios se paguen a precios internacionales y donde el Estado mantenga una estricta disciplina fiscal para no acelerar la inflación (esto quiere decir, por si el presidente Maduro no se ha dado cuenta, que el Estado no tendrá cómo pagar subsidios a menos que incremente drásticamente la recaudación de impuestos), 30 dólares mensuales alcanzan para comerse… un cable. Para hacerse una idea, el sueldo mínimo legal en Haití es de 115 dólares.
Un banquero europeo me dijo una vez que “lo bueno” de la crisis y la brutal cura de austeridad en Grecia, era que las expectativas de la gente estaban por el piso, y ahora se conformaban con cualquier cosa. Supongo que alguno de los genios que diseñó el plan de “recuperación económica” habrá dicho: entre nada y 30 dólares, la gente tomará los 30 dólares como una buena noticia (no muy lejos, por cierto, del razonamiento de Henri Falcón durante la campaña).
– Déficit fiscal “cero”: Sólo dos tipos de persona en el planeta consideran el déficit fiscal cero como un objetivo en sí: la derecha germánica, austera y amargada de Angela Merkel, Wolfgang Schaüble y Jean-Claude Junker; o, más cerca de nosotros, la izquierda de ceño fruncido a la Jorge Giordani, para quien el dinero es algo que sirve únicamente para comprarle chucherías a los nietos.
Pero sólo alguien que no tiene ni la menor idea de lo que está haciendo puede un día, (i) ante una caída de los ingresos petroleros, no tener ninguna estrategia macroeconómica (ii) dejar que durante 5 años el déficit fiscal se amplifique al no reformar el sistema cambiario y al mantener la moneda sobrevaluada (iii) financiar el déficit con la emisión irracional de cantidades abismales de dinero inorgánico, generando hiperinflación… y al día siguiente declararse adepto del déficit fiscal cero.
Desde que el neoliberalismo se impuso como doctrina oficial de gobierno económico a finales de la década de los 70, el progresismo económico (sí, progresismo no es una mala palabra) ha luchado por demostrar que se puede gobernar y ser más eficiente, sin premisas socialmente regresivas como el “déficit fiscal cero”.
Tener déficit fiscal no es malo en sí, siempre que sea controlado, y sobre todo mientras sirva para impulsar la actividad económica y productiva, generando ingresos fiscales futuros para compensar el déficit creado. Y si el déficit genera algo de deuda, tampoco es malo en sí, siempre que el servicio de la deuda se mantenga dentro de ciertos límites y no se convierta en un fardo. La crisis financiera del 2008 terminó de arbitrar ese debate a favor de los progresistas, pues todos los gobiernos neoliberales del planeta se vieron obligados a incurrir en déficit fiscal para evitar el colapso de sus economías.
Lo terrible con los 5 años y poco que separan las elecciones del 14 abril de 2013 de los anuncios del 17 de agosto de 2018, es el daño que se le ha hecho a la idea que un gobierno socialmente progresista pueda ser responsable y eficiente en la conducción de la economía. Al abusar burda e irresponsablemente de herramientas de política económica como el déficit fiscal y la emisión monetaria se creó un marco favorable a la destrucción de la moneda y la economía nacionales, oprobio con el cual tendrá que cargar a partir de ahora cualquier venezolano que no se adhiera al dogma de la ortodoxia neoliberal. Si, además, el mismo gobierno que se autodenomina revolucionario se declara adepto del dogma del déficit fiscal cero, da crédito a todas las críticas de derecha que, desde un inicio, postularon que el proyecto bolivariano sería un fracaso.
– La preocupación: el gobierno está queriendo convencer al capital de que se enserió de la noche a la mañana. Sin abundar en lo aproximativo y confuso de la alocución presidencial del viernes, me permito recordar que el gobierno de Macri en Argentina, repleto de banqueros y con todo a favor en el imaginario del capitalismo global, tiene dos años haciendo lo mismo, sin éxito. Así que buena suerte…
Si los dos objetivos (contradictorios) de este plan de ajuste son: parar la inflación y recuperar la senda del crecimiento económico, no veo cómo lograr ni lo uno ni lo otro a corto plazo, como de hecho lo admite el propio gobierno al pedir hasta dos años para mostrar resultados… Y tiendo a pensar que, en vista de la caótica y volátil situación en la que está sumida la sociedad venezolana, los plazos no dan para tanto. Yo quedé, sinceramente, preocupado.