Syriza y algunas lecciones para la izquierda (europea)
Pedro Chaves
Las cifras sobre los efectos devastadores de las políticas de austeridad siguen golpeándonos cada semana y cada día. Conocer que en España casi el 26% de la población está en riesgo de exclusión es demoledor. Y saber, a continuación, que más del 12% de los pobres son gente que trabaja, evidencia la americanización de nuestras vidas para lo peor. Una precarización que acaba con la esperanza y destruye la convivencia.
Lo más increíble de la obstinación de las clases dominantes en mantener esta política de sufrimiento sin límites es suponer que las poblaciones iban a aceptar, pasivamente, el discurso de “no hay alternativa” enunciado por Thatcher a comienzos de la década de los 80.
La idea de que “esto son lentejas” ha sido aceptada mientras que el sistema ofrecía espacios de promoción y/o de mantenimiento del statu quo. Las políticas de austeridad han mostrado a las claras la voluntad de los de arriba de reconstruir el contrato social eliminando derechos a destajo y haciéndonos vulnerables, precarios y desesperanzados. En estas condiciones la sociedad se ha puesto a escuchar a quienes ofrecen esperanza.
Syriza es una de las expresiones de esa voluntad de cambio. Y es evidente que no han vendido humo ni sueños imposibles. Han reclamado dignidad y la sociedad griega se lo reconoce. Una encuesta recién publicada en Grecia y realizada después de la presentación del programa de gobierno de Tsipras, la reunión del Ecofin o la reunión del Consejo Europeo informal de Bruselas, habla de niveles de apoyo a la gestión cercanos al 80% y completamente transversales en términos políticos.
Pero las reflexiones sobre Syriza, por si alguna nos puede servir, tienen que ver con la articulación de su estrategia de alianzas sociales y políticas. Syriza ha leído muy bien, a mi juicio, el desplazamiento de la política hacia lo social y la quiebra de legitimidad del espacio político tradicional. Eso, y la irrupción política de una generación que no se reconocía en los modos, métodos y maneras en los que se ha gestionado la política hasta ahora.
Y, claro está, haber encontrado un elemento alrededor del cual generar una identidad transversal y mayoritaria: en su caso la impugnación de la deuda y la confrontación con la troika. Una buena enseñanza sobre las lógicas que construyen opciones ganadoras en el espacio político: una propuesta que galvanice los deseos de cambio y la capacidad para haber señalado un enemigo cuya derrota cambiará nuestra vida.
El riesgo de esa estrategia es la enorme movilidad y la fragmentación del espacio social. Lo que probablemente ocurra será una reconfiguración del espacio político especialmente en el ámbito de la izquierda y, a partir de esa posibilidad, la emergencia de una nueva lógica de alianzas y coaliciones socio-políticas. Pero eso está por ver. Y el riesgo es haber creado una coalición política negativa muy potente que desestabilice las prácticas del nuevo gobierno. Más allá de otras consideraciones, que merecerían un comentario, entre los votos negativos frente al programa de gobierno de Syriza estaban los del KKE, que se sumó a todo el resto de la oposición.
En España, la corrupción ha precipitado una ruptura mayúscula entre la ciudadanía y las élites políticas y económicas. El tema no es la corrupción sino la desconfianza y el enemigo es la casta, las élites, los de siempre, vamos.
Al mismo tiempo, otros indicadores muestran la condición proactiva del cambio. Todos los indicadores dicen que el interés por la política en España se ha elevado una media de diez puntos y, además, esa politización ha consolidado prácticas de ocio, consumo y relación que impugnan el modelo capitalista y/o buscan otros caminos; tales como el ecoconsumo, los grupos de consumo, la consolidación de experiencias cooperativas de trabajo alternativo, colaboración con ONG’s, etc.
Por último, esta politización es más intensa entre los nativos digitales, es decir, los que están entre los 18 y 24 años. Justo aquellos que han abandonado al PSOE y al PP. La intención de voto del PP en esta cohorte no llega al 5%. Por último un dato nada inocente, citado por Belén Barreiro en un reciente artículo, según un estudio del Pew Research Center, España se habría convertido en uno de los países más anticapitalistas de nuestro entorno.
Todos estos datos ayudan a entender la emergencia de Podemos, su consolidación y sus expectativas. Al mismo tiempo, coexisten en el espacio de la izquierda alternativa opciones sin cuya existencia nada de lo que está pasando habría ocurrido. IU ha sido una garantía de resistencia frente a las políticas de la destrucción de derechos. Y sus prácticas de gestión pública dicen, con sus errores, de su condición de preocupación por las mayorías y de intentar contener, al menos, las aristas más antisociales de las políticas neoliberales.
La partida para las elecciones locales y autonómicas está prácticamente jugada, habrá competencia entre Podemos e IU en casi todos los lugares. Este es el momento para señalar la necesidad de que la lógica electoral no se convierta en una carrera para ver quien dinamita, primero, todos los puentes; la competencia y las lógicas de posicionamiento del otro deberían evitar convertir Podemos en una variante postmoderna de los partidos reformistas tradicionales y a IU en una caricatura del KKE en España.
El día después las miradas de la ciudadanía estarán puestas en observar cuanto cambian, de verdad, la vida de las gentes. Y en esto, el programa de gobierno de Syriza también tiene mucho que enseñar.
Si evitamos que la fractura política en la representación del espacio socio-político de la izquierda alternativa se convierta en una confrontación, habremos dado un paso hacia una perspectiva de cambio real en nuestro país. El futuro no está escrito.
*Profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid; investigador y activista en temas de participación democrática y Unión Europea. Miembro de EconoNuestra.