Stelling: Kitsch criollo
Maryclen Stelling|
Un reciente video protagonizado por un exdiputado y exdirigente sindical que se lanza en una piscina “a nadar en nombre de Venezuela… tierra de libertadores…de colores y sabores…”, recibió diversas críticas y burlas dirigidas al contexto, la estética, el discurso y la dramatización con un final calificado de cursi.
Sin detenernos en la calidad estética del discutible video, no hay que desmeritar su carácter provocador y una suerte de intención comunicativa, que nos coloca en el terreno de la política Kitsch y del kitsch político imperante en el país.
La política Kitsch, define un [“espacio de pura apariencia y postureo, de generar un elemento de consumo cultural político que sea lirismo puro y duro, con un contenido débil pero que haga ver que el que lo produce es alguien “culto”, “literato”, “elevado”, “un gran político”].
El kitsch político se refiere a la tendencia a “minimizar la creatividad implícita en la política democrática, limitándose a la manifestación de posiciones públicas que cumplen la condición de haber sido suficientemente probadas en su aceptación pública potencial». La ciudadanía está sometida a un conjunto de suposiciones, imágenes, palabras y modelos válidos tanto para el Kitsch político de oposición y Gobierno.
Ciudadanía devenida en consumidora de discursos, mensajes y narrativas patrióticas que pretenden responder a las necesidades político-estéticas de opositores y oficialistas. Producto de consumo especializado para los convencidos de cada lado que, además, no permite matices. Estrategia comunicacional que ratifica y fortalece un mundo bipolar de buenos y malos y, por ende, debilita o destruye cualquier análisis crítico.
En ambos casos se invocan valores superiores que apelan supuestamente a ideales elevados. Se pretende formular una crítica política descontextualizada, generando un mensaje que te limita a comprar el mensaje o bien ignorarlo; no permite matices, cuestionamientos, análisis y menos aún aporta un valor adicional. Simplemente ofrece un producto de consumo para los convencidos de cada polo generando “un mundo maniqueo”, de buenos y malos y que nos impulsa a alinearnos con los “buenos”.
Un cuestionado video ha dado inicio a una discusión profunda en torno a la política y al nivel del discurso político que tiene lugar en el país.