Stedile considera que la COP30 en Belém “no será más que un teatro”
Caroline Oliveira – Brasil de Fato
El líder nacional del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), João Pedro Stedile, expresó este sábado (1) que la COP30 “no será más que un teatro”. “Al final, ya hubo otras 29 conferencias y ¿qué cambió? Nada. Incluso cuando se llegaron a acuerdos, como los de París y Copenhague, nada cambió”, afirmó Stedile durante un encuentro con movimientos populares en torno a la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP30).
El Acuerdo de París, firmado en 2015, tiene como objetivo mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C y aspirar a limitarlo a 1,5°C. Anteriormente, el Acuerdo de Copenhague de 2009 ya había fijado la meta de restringir el aumento de temperatura a 2°C, además de prever mecanismos de revisión periódica.
En la misma línea, Klécia Massi, ingeniera forestal de la Universidad Estatal Paulista (Unesp), advierte que la COP se ha transformado en un “balcón de negocios” entre el sector público y el privado. “La COP es un espacio para anunciar grandes proyectos y financiamientos, no solo del gobierno brasileño sino de otros países, y es importante que los movimientos sociales lo ocupen para debatir. Pero también es un balcón de negocios”, señala la especialista. “Allí estarán grandes empresas como Bunge, queriendo financiar proyectos para limpiar su imagen. En una conferencia anterior, el presidente de la mayor petrolera de Emiratos Árabes Unidos presidía el evento. Es evidente el mensaje”, añade.
El escepticismo de los dirigentes populares se basa en las propuestas hechas por sectores económicos para adaptar los sistemas productivos y frenar el cambio climático. Stedile cita la postura de Rossano de Angelis Junior, vicepresidente de Bunge Brasil —una de las mayores compañías agroindustriales del mundo— quien considera que la COP será clave para desterrar el mito de que el sector es responsable de la deforestación. “El agronegocio brasileño creció como ningún otro en el mundo en las últimas décadas. Nuestro desafío es erradicar la idea de que el agronegocio es sinónimo de deforestación”, declaró el empresario a Estadão.
Stedile no comparte esa visión. Asegura que no existen soluciones medioambientales dentro del sistema agroindustrial, señalando el monocultivo como la principal causa de desequilibrio ambiental. “Lo que antes eran territorios ricos en formas de vida, ahora solo reciben veneno y quedan convertidos en soja, pastos, caña o algodón. Es una agresión gravísima”, advierte.
Además del monocultivo vegetal, Stedile subraya los impactos de la ganadería intensiva. “El agronegocio también nos deja el monocultivo de ganado bovino. Tenemos 280 millones de cabezas de vaca. Pronto vamos a elegir a una vaca como presidenta de Brasil”, ironiza.
El dirigente también criticó al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (PT) por no presentar soluciones efectivas al problema. “Nunca vi un gobierno tan pobre de ideas como el actual, fruto de una composición de clase ajena a la nuestra. Fue importante para derrotar al fascismo, pero insuficiente para los problemas del pueblo. Esa es la verdad”, dijo. Y añadió: “Espero que en el Lula 4 se pueda superar la correlación de fuerzas actual y realmente abordar proyectos estratégicos para la población”.
Crítica al “capitalismo verde”
El acto denominado “Asamblea Popular de la Naturaleza” fue organizado por el MST junto al Movimiento de Trabajadores por Derechos (MTD) y la Central de Trabajadores de Brasil (CTB) como alternativa a las propuestas ambientales que se presentarán en la COP30, prevista entre el 10 y el 21 de noviembre en Belém (Pará). Las organizaciones denuncian que el evento internacional promueve “falsas soluciones de capitalismo verde” que “se propagan en el debate público”. En la convocatoria, advierten: “Es fundamental profundizar el debate y promover las propuestas de los pueblos y movimientos sociales en este momento de emergencia climática. Solo con organización y lucha podremos evitar que el capital destruya las condiciones de vida digna en el planeta”.
Una de las soluciones propuestas por gobiernos y empresas en la COP es el mercado de créditos de carbono, que actúa como mecanismo de compensación de emisiones de gases de efecto invernadero. Países y empresas que no logran reducir sus emisiones adquieren créditos de proyectos que protejan bosques, capturen carbono o desarrollen energías renovables. El incentivo financiero busca reducir globalmente las emisiones, pero los críticos afirman que el modelo permite a los grandes emisores seguir contaminando y tercerizar la responsabilidad hacia países menos ricos.
Stedile expone: “El crédito de carbono calcula cuánto oxígeno libera una zona, supuestamente ayuda a combatir los gases de efecto invernadero. Los capitalistas convierten ese estudio en un documento, lo registran y lo venden. Le pusieron precio al oxígeno. El crédito de carbono es simplemente una transacción comercial por un bien natural. Seguirán emitiendo gases. Solo el capital ficticio entre ellos puede cambiar de nombre; los capitalistas nunca dejarán de deforestar. Forma parte de su lógica”.
Paralelamente a la COP30 se celebrará la “Cumbre de los Pueblos”, del 12 al 16 de noviembre en el campus de la Universidad Federal de Pará. Unos 400 movimientos populares y organizaciones civiles denunciarán fallos en la lucha contra la crisis climática y presentarán demandas populares.
Para Massi, la Cumbre de los Pueblos ofrece “provocación e intencionalidad de los movimientos sociales” sobre tres ejes: el derecho a la tierra, sistemas alimentarios centrados en la soberanía alimentaria y el reconocimiento de la naturaleza como sujeto de derechos.