Sin electricidad no habrá recuperación, crecimiento ni prosperidad

15 y Último|

El lunes 15 de octubre, se llevó a cabo un acto denominado Venezuela Potencia Productiva, que reunió al Ejecutivo Nacional con los gobernadores y alcaldes del país. Según se dijo, la finalidad era consolidar un plan estratégico de desarrollo por regiones. Entre los anuncios destacados, estuvo la creación de un fondo rotatorio en 20 millones de Petros para el financiamiento de proyectos.

La iniciativa es plausible, sobre todo porque procura sistematizar cosas que ya se han hecho –o al menos anunciado- de manera aislada. Dicha sistematización –dentro del marco general del Plan de recuperación, crecimiento y prosperidad- es lo novedoso. Eso y claro lo de los petros, si bien estos todavía no entran en circulación.

Sin embargo, en paralelo, buena parte del país no pudo ni enterarse del acto pues se encontraba en medio de un nuevo apagón eléctrico. Ya resulta casi imposible llevar la cuenta de la ocurrencia de este tipo de eventos, pues si bien los de gran magnitud no son cosa de todos los día, sí son cada vez más frecuentes.

El que Caracas todavía escape (aunque cada vez menos) de la recurrencia de los mismos, no los hace menos grave. Existen zonas donde ya lo excepcional es que pase un día sin que se vaya la luz. El caso más conocido es el del estado Zulia. Pero también ocurre en Bolívar, lo que no deja de ser paradójico pues justo allí se encuentra El Güri. Ahora, sin ir tan lejos, ciudades como Los Teques, Guarenas y Guatire, e incluso en los propios alrededores de la ciudad capital como Mariches o Baruta en sus zonas altas, las interrupciones del servicio eléctrico (que suelen incluir el telefónico), son todos los días.

Tan complejo es el problema que, aunque ha pasado más o menos desapercibido, la liga profesional de béisbol acordó cambiar los horarios de los juegos de la temporada que recién comienza. Así pues, se da el caso de juegos que arrancan a las dos de la tarde, previendo que de irse la luz en los estadios los juegos puedan continuar aprovechando el sol.

Pero ¿que tiene que ver esta problemática con el acto mencionado, con la idea de convertir a nuestro país en una potencia productiva y con el plan de recuperación, crecimiento y estabilidad que adelanta el Ejecutivo Nacional? Pues mucho.

Desarrollo económico = mayor consumo eléctrico

Para decirlo de manera rápida, cuando de desarrollo y crecimiento económico se trata, hay que tomar en cuenta la existencia de una restricción que no es económica stricto sensu, pero sin la cual la economía literalmente “no prende”: la eléctrica. Y es que incluso si fuese el caso que se resuelvan todas las restricciones económicas convencionales actuales existente y problemas ídem (se estabiliza el tipo de cambio, llueven las inversiones, cesa el bloqueo, etc.), de no resolverse el problema eléctrico no se podrá avanzar.

Resultado de imagen para venezuela electricidadA lo que vamos: el problema eléctrico debe dejar de verse exclusivamente como un problema de malestar social, lo que ya es bastante qué decir, para comenzar  a verse también como un problema económico. Y es que a nuestro entender, es la eléctrica una de las dos restricciones más grandes que sufrimos en la actualidad, no digamos para el crecimiento, que ya es mucho qué decir, sino para la “simple” estabilización del hecho productivo interno.

Pues  así como pasa que mientras no se reactive PDVSA y recupere la producción petrolera todo lo demás corre el riesgo inminente de naufragar en el corto plazo por falta de financiamiento, también pasa que mientras no se recupere el sistema eléctrico nacional no será posible crecer, ni desarrollarse ni prosperar.

Veamos algunos números para ver el asunto en mejor perspectiva:

  1. En 2014, cuando se publicó el último Proyecto de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PDSEN), entre los datos que se ofrecieron, se encontraba el siguiente: el Tiempo Total de Interrupciones (TTI), que es tanto como el número de horas que pasa una persona sin electricidad al término de un año por causas imputables a los prestadores del servicio, es de 7 horas en promedio regional. Sin embargo, para el caso nuestro, ese número era de 24,96 horas. Es decir, ya para 2013 –el año al que corresponden los números de PDSEN- los venezolanos y venezolanas sufríamos 3,5 veces más horas sin servicio eléctrico que nuestros pares regionales.Resultado de imagen para venezuela electricidad
  2. En el mismo PDSEN se explican las causas: para 2013, la demanda total de energía era de 18.689 MW. Mientras que la capacidad instalada de generación del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) 27.496 MW. No obstante, buena parte de esta capacidad instalada representaba una oferta nominal, pues por problemas dentro del parque de generación la oferta real era de 18.715 MW. Si a esto se le suman los problemas a nivel de la distribución, daba como resultado un sistema ya bastante frágil, en el que cualquier alteración leve comprometía la prestación del servicio en algún punto.
  3. En razón de este diagnóstico, el PDSEN se planteó como meta acometer hasta 2018 un período de adecuación y ampliación de la oferta del SEN, tanto para cubrir de manera óptima la demanda existente en aquel momento como la proyectada. En virtud de esto último, en el PDSEN se estimaba en los escenarios más conservadores, un aumento de la demanda en consumo eléctrico nacional a 24 mil MW para 2018, lo que implicaba recuperar la capacidad de generación inhabilitada por diversas razones, al tiempo de mejorar la distribución y acometer inversiones para la diversificación de las fuentes de generación, de modo de reducir la dependencia de las fuentes hídricas.

Ahora, ¿cuál es la realidad actual? Dado que no existen datos oficiales publicados, es imposible saber a ciencia cierta cuál es la realidad actual del SEN. Sin embargo, parece obvio que no es mejor que la de aquel entonces: no solo no se cumplieron las metas del PDSEN, sino que además hemos retrocedido en el cuadro (el TTI actual por ejemplo puede ser perfectamente el doble de 2013).

En una investigación realizada consultando fuentes ligadas al sector (trabajadores y técnicos), obtuvimos los datos que a continuación presentamos. No son datos oficiales, pero dada la inexistencia pública de estos, es a lo más que podemos aspirar para llamar la atención sobre la necesidad de abocarse de manera pronta a la solución del tema, no ya viéndolo -como dijimos- como un problema social, sino como condición de posibilidad (o de imposibilidad) de los planes que en materia económica productiva adelanta el Ejecutivo Nacional.

  1. Según las fuentes consultadas, la demanda eléctrica nacional actual retrocedió con respecto a 2012, situándose en 14.000 MW. Esto es consistente con la caída del PIB en un 35% desde 2012 hasta 2017 y proyectada en 50% para finales de 2018.
  2. Esta caída de la demanda tiene múltiples dimensiones: se estima que 3.000 MW corresponden a la contracción de la actividad industrial, comercial y de servicios. Y más o menos 1.500 MW a disminución en el consumo de hogares.
  3. En cuanto a la oferta, todos los consultados afirman que se ha ampliado, sobre todo por la vía de la incorporación de plantas térmicas. No obstante, aquí se presenta un problema, pues si bien al parecer la capacidad de generación actual se ubica en torno a 30.000 MW (dos veces la demanda), en realidad, de ellos solo 13.800 MW están disponibles dados diversos inconvenientes operativos.
  4. Lo que esto significa en términos prácticos, es que aunque la demanda se redujo significativamente, el sistema no alcanzó niveles óptimos de funcionamiento, pues el deterioro del parque de generación avanzó en paralelo, lo mismo que en el sistema de distribución.
  5. Sumados ambos factores, se da el caso entonces que cualquier eventualidad sobrecarga el sistema y lo tumba, lo que por lo demás facilita su sabotaResultado de imagen para venezuela electricidadje.
  6. Sin embargo, el tema más amplio a plantearse es el siguiente: si como se anunció, en un término de dos años se espera recuperar la actividad económica y por tanto el bienestar de los venezolanos, eso supone recuperar el aparato productivo y comercial, lo que necesariamente se traduce en un aumento del consumo de hogares. Y eso exigirá inevitablemente más consumo eléctrico.
  7. Si tomamos como base el año 2013, que es el último año de crecimiento del PIB antes de la debacle actual, eso supone que la demanda eléctrica debería pasar de los 14 mil MW actuales a los 18 mil MW de entonces, lo que implica que la generación debe subir también en el mismo lapso de tiempo al menos 4 mil MW, lo que mantendría el sistema frágil pero operando. En cualquier caso, sea cual sea la estimación que se tenga, lo cierto es que al mismo ritmo que se pretenda se recupere y crezca la economía debe crecer obligatoriamente el SEN. No hay forma de que, en su estado actual, éste soporte un proceso de recuperación y crecimiento menos aún apalancado en producción local.
  8. A propósito de esto último, tómese como ejemplo el siguiente dato: en razón de su importante nivel de concentración poblacional e industrial, una de las zonas del país que tradicionalmente más demanda tiene de energía eléctrica es el eje Aragua-Carabobo, que en los actuales momentos se sitúa en unos 2.300 MW. Y a su vez, después de Guayana, es la que más capacidad instalada de generación tiene: 5.900 MW. No obstante, de esos 5.900 MW, solo se encuentra disponible el 30%, por lo que una parte importante de la mencionada demanda se debe cubrir con energía “importada” de otras zonas. Se estima que dada la contracción del sector industrial que hace vida en dicha región, la demanda se ha reducido en más o menos unos 1.000 MW. El caso es que para reactivarse dicha actividad industrial, habría que reactivar primero la capacidad de generación de al menos esos 1.000 MW, pues si no, se dará el caso que para que funcionen las industrias deberá dejarse sin luz a los hogares. Se estima que nada más para recuperar el parque de generación ya instalado pero inoperativo se pueden necesitar unos 5 mil millones de dólares.Resultado de imagen para venezuela electricidad
  9. En el caso de la promoción que se está haciendo de la minería de criptomonedas, hay que tomar en cuenta que esta implica un consumo adicional de energía eléctrica que pone aún más cuesta arriba las cosas. Desconocemos el número de maquinas de cripto-minado existentes en el país. En informaciones de prensa se habla de que en el registro convocado por el gobierno nacional se inscribieron unas 50 mil personas. Seguramente no todos esos inscritos están minando ni tienen máquinas, pero también seguramente no todos los que están minando y tienen máquinas se inscribieron. En una entrevista realizada a el ex superintendente de criptomonedas Carlos Vargas en enero de este año, habla de diez mil máquinas registradas. Suponiendo sea esta la cifra –que deben ser más- estamos hablando de unos 2.000 MW  de demanda solo por ese concepto, buena parte de la cual se recarga al SEN (otra parte funciona con plantas de auto-generación) no solo porque es más práctico para quienes minan, sino porque incluso se ha promovido la mineria utilizando como incentivo el bajo costo del servicio eléctrico en el país, como de hecho lo dice Vargas en aquella entrevista.
  10.  Pero en esa misma entrevista,  el entonces superintendente de criptomonedas, ante la pregunta de si en la promoción de granjas de minado habían considerado la demanda exponencial de energía eléctrica que eso implica, alcanzó a responder que sí, por lo que en conversaciones con CORPOELEC habían decidido colocar las granjas en zonas donde la caída de la actividad económica permitía un “excedente” de electricidad. Esperemos que de enero a la fecha la respuesta de las autoridades ante este dilema haya evolucionado, pues promover el cripto minado usufructuando el debilitado SEN y aprovechando la contracción de la actividad económica es cuanto menos discutible como plan y obviamente contradictorio con los procesos de industrialización que se han anunciado.