Simulacros, suplantaciones y luchas por el conocimiento libre en el capitalismo digital
Cuando Facebook anunció su irrupción en el mundo de la moneda digital con el lanzamiento de su criptomoneda llamada ‘libra’, lo hizo en el dominio .org un espacio virtual vinculado a los entornos sin fines de lucro y a las organizaciones. Lo hizo también con el planteo de ‘promover una comunidad de código abierto’, que es un modelo de inspiración colaborativa. Más aún, en su plataforma libra.org lanzó una declaración crítica al modelo financiero vigente, a su poca adaptación a la globalidad, e hizo un llamado a ‘transformar la economía global’.
Pero, ¿será que la mega corporación de Mark Zuckerberg en asociación con otras veintisiete transnacionales, tales como Master Card, Paypal, Visa, Uber y otras, han decidido cambiar de casaca y revolucionar el mundo?
¿O será más bien que, a través de una de las mayores suplantaciones que se hayan visto, las corporaciones transnacionales, reivindicándose como parte del mundo asociativo, están moviendo sus fichas para no dejar ningún flanco descubierto en su afán de controlar el mundo, sin tener que preocuparse de políticas nacionales, gentes, fronteras o instancias de control?
A todas luces se trata de una movida de ese poder fáctico decidiendo por y para sí mismo, por fuera de cualquier consideración democrática, instancia o país; buscando réditos para la reconfiguración financiera mundial, retando a la banca y hasta poniéndole una fecha de vencimiento, pero estimulando a la vez a los bancos centrales a ofrecerle un respaldo de liquidez, especialmente en caso de una eventual corrida global[1].
Este caso, que contiene elementos para vastas reflexiones económicas, es un gran ejemplo para visualizar la magnitud de la batalla política, económica y geopolítica presente en este contexto de transición hacia un nuevo modelo de acumulación capitalista, marcado por el reordenamiento geoeconómico que resulta del influjo de la inteligencia artificial[2] y de la instauración, justamente, de un nuevo patrón financiero, materializado por el dinero virtual.
Desde una mirada sociopolítica, este ejemplo también pone en evidencia varios aspectos sobre las relaciones de poder en la globalidad, donde transnacionales como Facebook y sus veintisiete corporaciones amigas, quieren colocarse como frente con capacidad de victoria en el contexto de una “guerra fría tecnológica”, considerada como decisiva para el control del mencionado nuevo modelo de acumulación. Así, a sabiendas de la relevancia que tiene la ‘big data’ para la concreción de este nuevo modelo, es evidente que a más de la especulación y mercantilización de los datos, se busca utilizar la influencia de poseer información y contactos para colocarse en la cúspide del poder.
Tanto la inteligencia artificial como el nuevo modelo financiero dependen de los datos y para legitimar la apropiación de ellos el consorcio asociativo Libra habla de un “nosotros”, de un proyecto común con sus entornos “para empoderar a miles de millones de personas”, a través de la reinvención del dinero, sustentando que por esa vía se podrá reducir la pobreza, crear empleos, y otros.
En otras palabras, mientras la cancha de la inteligencia artificial e incluso de la industria 4.0 parecen beneficiar a China, acá se nota una apuesta por el otro pilar del nuevo modelo de acumulación: las finanzas globales digitales, que se posibilitan con la utilización de los datos de los seres humanos, cuya anuencia es cortejada con intensidad.
Derechos, conocimiento libre y disputas de poder
Ahora que se ha evidenciado que la transición hacia un nuevo momento del capitalismo global está inextricablemente vinculado a este modelo tecnológico, arrecia la disputa por el dominio del modo de producción relacionado y por la propiedad del espacio satelital, los minerales y otros bienes, como también por la hegemonía en la producción de conocimientos.
Asimismo, ahora que ya es inocultable que la lógica de expansión digital es coincidente con el afianzamiento del nuevo modelo de acumulación y que los datos tienen un carácter estratégico, luego de haberlo soslayado por años, está abierta la puja por el control y el precio de los datos: “…los datos de los usuarios son mercaderías que tienen un precio”[3], ha llegado ha sugerir el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, a la vez que comienzan a hacerse públicas aplicaciones para que los usuarios de Facebook puedan vender o mercantilizar datos[4].
En ese escenario, se vuelve prácticamente inobjetable la aseveración de Julian Assange de que en esas dinámicas de captación y mercantilización de los datos y bajo ese modo de manejo tecnológico en el mercado, “las gentes que usan Google son ellas mismas el producto”[5].
De modo que, para seguir siendo humanos y no producto, se levantan voces en defensa de la privacidad de los datos, se evidencian presiones para que se adopten políticas para su protección y, en un contexto altamente dependiente de la expansión digital, hay también quienes procuran desarrollar modelos tecnológicos confiables, en función de la humanidad y las personas, no contra ellas.
Está por demás decir que esta nueva generación de defensores/as de los derechos, reivindican el derecho humano de las personas a no ser mercantilizadas, traficadas ni vendidas. Son posturas éticas, que apuestan por la integridad del ser humano, por el respeto al libre albedrío, la libertad de pensamiento, las opciones personales, la sociabilidad y otros aspectos intrínsecos a la humanidad que no pueden ser vistos como un simple negocio.
Esta diferencia de miradas entre quienes postulan la mercantilización de los datos de los humanos versus quienes defienden el respeto de su dignidad e integridad, es uno de los aspectos clave para entender los “motivos” de la arremetida contra estos últimos, pues quienes defienden el derecho a la privacidad y a la no mercantilización de los datos personales son catalogados como peligrosos entes antisistema.
Ni hablar de la batalla de aquellos ‘nativos digitales’[6] que, luego de haber nacido y crecido dentro de este modelo tecnológico, identifican a este recurso como territorio propio para expresar sus avenencias y desavenencias, ya no con ‘likes’ sino buscando revertir los algoritmos en función de la gente y no de la rentabilidad. Es una disputa por el derecho a desarrollar conocimientos y tecnologías para la vida en sociedad y no contra ella, como se plantea en las iniciativas de conocimiento libre o de software libre.
Y siendo un asunto de poder entre gente común queriendo vivir y los poderes fácticos globales bregando por el control del mundo, a través de la mercantilización de todo, ya hay muchos caídos y perseguidos.
Uno de los casos de persecución más sonados en el mundo, lo protagoniza Ecuador, por la entrega de Julian Assange, periodista australiano – ecuatoriano, galardonado internacionalmente por sus iniciativas sobre transparencia en la información, además de pionero en el entendimiento del papel que juega la ‘big data’ para este nuevo modelo de acumulación y, por ende, defensor de los derechos de la privacidad en internet.
Assange fue entregado por su país de adopción al gobierno británico, a sabiendas del peligro humanitario de su inminente extradición a Estados Unidos, donde arriesga la pena de muerte por haber liberado información sobre crímenes de guerra cometidos por ese país y similares.
Pero la entrega de Assange representa también un acatamiento al orden corporativo sobre el negocio de los datos, pues en un mundo dominado por el mercado nadie puede evitar la venta de informaciones personales, necesarias para la rentabilidad del capital, menos aún con argumentos de ‘derecho a la privacidad’ y otros derechos humanos. Según Assange “…nuestra desgracia no es la ‘tecnología’ o la vigilancia estatal por sí sola. Nos estamos dirigiendo hacia un mundo en red de ‘vigilancia total’ marcado por el manejo de datos y la voluntad de control conjunto de los grandes gobiernos y las grandes corporaciones. [7]
Paradójicamente, Assange que es acusado de espionaje, opera en sentido contrario, pues uno de los puntos centrales de su enfoque es visibilizar cómo Internet se ha convertido ‘en una monumental máquina de espionaje al servicio del poder’, y aboga por convertirla en un motor de transparencia para el público y no sólo para los poderosos.
En corto tiempo, Ecuador volvió a nombrarse internacionalmente con el encarcelamiento arbitrario de Ola Bini, un programador y desarrollador de software que trabaja en temas de privacidad, seguridad y criptografía, quien luego de haber sido acusado de ser amigo de Assange y de ser un hacker comprometido con supuestas acciones de desestabilización del país, ha sido liberado, pero se prosigue una causa judicial en su contra a pesar de no existir acusación formal alguna.
Localmente, estos hechos emblemáticos se constituyen en precedentes intimidatorios para quienes defienden el conocimiento libre, en un país agobiado por la destrucción que el gobierno desató contra las iniciativas previas de soberanía comunicacional, tecnológica y digital, y por la distorsión del sentido de las instituciones de control del poder del mercado y de las telecomunicaciones, cuyas instancias se mantienen pero para defender su antítesis: los intereses del mundo corporativo.
Las disputas por los contenidos del cambio en la globalidad digitalizada
El ejemplo del consorcio de transnacionales libra.org que ha incursionado en el espacio asociativo, con líneas argumentales seudo humanísticas y de inclusión económica, muestra un afán por simular una comunidad de intereses con sus usuarios, para ampliar y afianzar su protagonismo en el poder global.
Las corporaciones están quebrantando su apariencia de despolitización para incursionar, abiertamente, en la disputa por los contenidos del ‘cambio’ en este contexto de transición hacia un nuevo modelo de acumulación capitalista, utilizando las aspiraciones recopiladas en sus bases de datos para disputar simpatías y adhesiones.
Así, escenarizando los planteos de libra.org podemos figurar a los consumidores, perdón! a los amigos de Facebook y de las veintisiete transnacionales asociadas en el proyecto Libra, haciendo eco a las supuestas expresiones de rebeldía frente a la política, la burocracia o el mundo empresarial convencional a las que convoca. Podemos imaginarlos levantando sus puños en señal de empoderamiento y pulsando muchos ‘likes’ de respaldo al anuncio del nacimiento de Libra, la nueva moneda nativa del entorno digital, respaldada por sus propias fórmulas matemáticas.
Como experiencia previa, distintos países del mundo ya conocieron cómo la segmentación de datos personales, su manipulación publicitaria y su mercantilización para fines electorales, ha conducido a resultados contrarios a las expectativas populares. ¿Qué será cuando hasta las más íntimas informaciones que la gente ha depositado en las redes se maneje para nebulosos fines desde un único espacio virtual, que será a la vez red, institución financiera, espacio cultural, organizador de comportamientos y vendedor de todo esto?. Alerta nativos digitales, cyborgs y conectados de todos los tiempos, el capitalismo digital es un caballo de Troya.
[2]Sally Burch, Geopolítica de la inteligencia artificial e integración digital, América Latina en Movimiento No 534, 07/2018 https://www.alainet.org/es/articulo/194455
[3]Evgeny Morozov, ‘Facebook va-t-il casser la finance?’, Le Monde Diplomatique, 2 juillet 2019 https://blog.mondediplo.net/facebook-va-t-il-casser-la-finance
[4]Kari Paul, ‘Facebook launches app that will pay users for their data’, The Guardian, Wed 12 Jun 2019, https://www.theguardian.com/technology/2019/jun/11/facebook-user-data-app-privacy-study
[5]James Camp, Julian Assange: ‘When you post to facebook you’re being a rat’, The Guardian, 25 sept. 2014 https://www.theguardian.com/books/2014/sep/25/julian-assange-eric-schmidt-google-wikileaks
[6] Refiere a quienes han nacido en la era digital.
[7] The Conversation, Julian Assange on Google, surveillance and predatory capitalism, July 5 2015, https://theconversation.com/julian-assange-on-google-surveillance-and-predatory-capitalism-43176