Scioli, a un paso
Carlos Villalba – Miradas al Sur
Desde el origen de sus días, hombres y mujeres, usaron pieles, troncos, paredes de cuevas, para inscribir símbolos que representaban animales, personas u otros objetos. Dicen que en la isla de Cerdeña encontraron los primeros vestigios de esas prácticas que llegan hasta nuestros días, tras pasar por las tablitas de arcilla de los babilonios o el Pentateuco bíblico, que cuenta con el capítulo “Números”, que incluye el censo que realizó Moisés después de la salida de Egipto.
Eran los comienzos del camino hacia el recuento, ordenación y clasificación de datos obtenidos por observaciones destinadas a comparar y sacar conclusiones, esos números resaltados que, a lo largo de meses, taparon a los argentinos y que seguirán haciéndolo durante los próximos cinco días, hasta la famosa publicación de “la última encuesta” en los diarios de circulación nacional del viernes 23, que se distribuyen antes de las 8 de la mañana pero rebotan, replican y resuenan durante todo el día y hasta el momento mismo en que la boleta del indeciso entra en la urna.
Números duros
Por encima de especulaciones y operaciones, las primarias del 9 de agosto pasado plantaron los números duros de la coyuntura electoral del país en ese momento. Daniel Scioli y el Frente para la Victoria se quedaron con 8.720.146 votos (38,67%). La suma de la Alianza Cambiemos de Mauricio Macri, quedó 1.930.000 votos atrás (30,12%) y la UNA de Massa+De la Sota quedó a más de 4 millones de distancia (20,57%).
Uno de los datos que pretenden ignorarse es que el gobernador bonaerense arrancó el tramo final de la campaña con una diferencia cercana a los 9 puntos y 2 millones de votos sobre el competidor más cercano. Por otra parte, en la sumatoria de Cambiemos entran los 756.777 votos radicales de Ernesto Sanz y Lucas Llach y los 514.009 de Elisa Carrió y Héctor Flores, cifras importantes, porque a una semana del acto electoral, Macri no ha logrado contener la totalidad de los votos de unos y otros.
El crecimiento de los Progresistas de Margarita Stolbizer, que sumó 781.457 votos en las PASO (3,47%), son un indicador de ese fenómeno.
En el laboratorio de Sergio Massa están preocupados ante la posibilidad de que suceda algo semejante, pero hacia Scioli, con parte del casi millón y medio de votos de José Manuel de la Sota, después de que el cordobesismo quedara fuera de la fórmula presidencial. Los estudios de la composición de ese 20,57% de votos acumulados por ambos sectores afirman que el 70% del mismo es peronista, es decir unas 3.250.000 personas, casi 10 puntos nacionales.
Esto determinó dos decisiones en distintas filas. En las del FpV el desembarco cordobés de una veintena de “representantes” que atienden a punteros locales interesados en “jugar a ganador”. Los propios operadores, los hay sciolistas y kirchneristas, se sorprendieron por el nivel del traspaso, muchos días antes de la esperable última semana de la estampida.
Los que cranean en territorio tigrense, por su parte, tomaron la decisión arriesgada de convencer a su jefe de jugar con la idea del “triunfo en segunda vuelta” sobre Scioli, disimulando la posibilidad de un triunfo oficialista en primera y, peor aún, su imposibilidad de ganarle a Macri, a pesar de las pérdidas provocadas por el “fuego amigo” de radicales y lilitos.
Cruzar la General Paz
Hasta comienzos de año, los encuestadores daban por descontado que si Scioli no ganaba en primera vuelta perdía en segunda
ante la conjunción de votos opositores reunidos tras alguna de las figuras del antikirchnerismo. Ya no corren esos tiempos. Desde hace varias semanas, los obsesionados con las estadísticas llegaron a la conclusión de que, ante un eventual pase a segunda vuelta, el candidato del FpV también se impondría –por más de 5 puntos–, a partir de una base de lanzamiento con diferencia favorable de 10 puntos.
Por otra parte, la caída de Macri, acentuada a partir de las denuncias de corrupción de sus candidatos, sus funcionarios y los empresarios que acompañan su obra pública, fue recortando aquel 30,12% que obtuvo en las PASO; la distancia con Scioli, que arrancó en 8 puntos y medio, ya superó la barrera de los 10.
Según los estudios de todo pelaje, salvo alguno armado con datos previos a Niembro, Amadeo y Tagliaferro (el marido encuestador de María Eugenia Vidal), una sobrevida de Macri a segunda vuelta depende solo de que Scioli no alcance ese 40% que hoy parece rozar con la punta de los dedos. Una buena organización de la pesca residual de votos, más el develado de la máscara que encubre al voto vergonzante de quien criticó a “Cristina” pero hoy va por “Daniel”, pueden permitirle saltar el Rubicón de la General Paz, a través de alguno de los nuevos puentes de color naranja que la cruzan, romper el mito del gobernador que no llega a Presidente, e instalarse en la Casa Rosada el próximo 10 de diciembre.
Pescar puntos
Los “números duros” de las PASO constituyen el único elemento surgido de la herramienta principal de la democracia, que es la participación de las mayorías, en ese caso en el concurso electoral.
Los laboratorios de campaña, y también la militancia de las organizaciones populares que forman parte del Frente para la Victoria, diseñaron sus propios mapas de comportamiento electoral y posibilidades de mejorar el desempeño propio en las internas pasadas. Con herramientas estadísticas algo más complejas que aquellas de nuragas, babilonios o egipcios, determinaron los principales nichos para la captura o la reconquista de votos:
. Ciudadanos que no participaron de las PASO, por falta de motivación o, sobre todo en provincia de Buenos Aires, por las inundaciones y que irán a votar el domingo. Se calcula que el distrito –con 11.867.979 electores, representa el 37,01 % del padrón nacional–, podría incorporar unos 600.000 votantes y una mera repartición, proporcional a la de agosto, sumaría prácticamente un punto nacional a los guarismos del FpV.
. Votos peronistas que en la interna bonaerense no fueron a Scioli. Aunque con menor impacto que en Córdoba, el diseño mostró que, a diferencia de las PASO, en las elecciones generales el gobernador puede atrapar sufragios y el alejamiento del escenario de segunda vuelta potenció esa posibilidad. El salto del cerco massista por parte de dirigentes que le fueron incondicionales en los peores momentos es leído como un síntoma de la situación.
. Entre los peronistas cordobeses que, sin el paraguas de De la Sota en la fórmula y ante una definición con un Macri visto como el “antiperonista” por antonomasia, buscarían votar sobre seguro. Los votos mediterráneos del “Gallego” suman casi 2 puntos nacionales, una mordida en ellos sería buena ganancia y el propio Massa reconoció que el 30% de esa población ya dice que “no sabe a quién va a votar”, según las “5.000 encuestas presenciales” que dicen realizar diariamente.
. Electorado de la provincia de Santa Fe, donde el peronismo repuntó hasta sacar más votos entre los presidenciables y también entre los aspirantes a las bancas en el Senado que hoy ocupan Carlos Reutemann, Roxana Latorre y Rubén Giustiniani. Los cálculos afirman que Omar Perotti, el nuevo campeón del peronismo local, puede seguir traccionando votos en dupla con Scioli y ayudar a que se vuelquen más votos nacionales desde Cambiemos, que ya no cuenta con el empuje inicial logrado por el cómico Miguel del Sel.
. Por último, entre el voto vergonzante, un espacio imposible de medir ya conocido en la política electoral argentina, constituido por un porcentaje de ciudadanos que eligen a determinado candidato pero deciden negarlo. El famoso “yo no lo voté” que rodeó la holgada reelección de Carlos Menem en 1995, con más del 49% de los votos.
Cuando los primeros hombres y mujeres rasparon aquellos troncos en esas cavernas, además de dar los primeros pasos del recuento, creían aprisionar al sujeto que esbozaban con barro y tinturas. Muchos de los encuestadores que trabajan a destajo por estas horas, querrían que los votos que les anuncian a sus mandantes quedaran atrapados entre sus planillas y, en primera o en segunda vuelta, terminaran dándole el triunfo. Sin embargo, solo la voluntad política de cada votante tiene ese poder en sus manos, en la boleta que deposite. Es el camino elegido por argentinas y argentinos.