Salvavida de plomo: Argentina acordó un durísimo programa por tres años con el FMI
Tomás Lukin- Página12|
El Fondo Monetario Internacional validó un crédito para Argentina por hasta 50.000 millones de dólares durante tres años. El desembolso extraordinario está condicionado a la aceleración del ajuste fiscal y la puesta en marcha de un paquete de reformas en el esquema monetario y cambiario. Un primer tramo del préstamo por 15.000 millones de dólares ingresará a las cuentas públicas dentro de dos semanas, cuando el stand-by de acceso excepcional haya sido aprobado por el directorio del organismo multilateral.
El programa no establece un cronograma para el resto de los fondos sino que, supeditados a la supervisión del FMI, los desembolsos se harán a pedido del gobierno de Mauricio Macri. A lo largo de los 36 meses de vigencia del acuerdo las autoridades argentinas se comprometen a recortar el gasto en obra pública, achicar las transferencias a las provincias, continuar con la quita de subsidios, reducir las erogaciones salariales estatales y ajustar el sistema de la seguridad social.
“Acelerar el programa de convergencia hacia el equilibrio fiscal”, fue el eufemismo elegido por el titular del Palacio de Hacienda, Nicolás Dujovne, para referirse a un ajuste equivalente a 3,7 puntos del PBI o 19.300 millones de dólares. Al tipo de cambio vigente, la suma supera los 480 mil millones de pesos. “Esto es una buena noticia”, sostuvo el funcionario.
Las medidas acordadas para acceder al préstamo del FMI incluyen profundos cambios en la política del Banco Centra (BCRA)l: una reforma de su Carta Orgánica para prohibir el financiamiento del Tesoro, medidas adicionales para limitar la emisión monetaria y un cambio en la composición de sus pasivos para minimizar el stock de Lebac. El BCRA, presidido por Federico Sturzenegger, considera finalizado el escenario de crisis cambiaria y, por lo tanto, dejará de intervenir de manera extraordinaria con sus ofertas masivas de divisas que ponían un techo a la cotización del dólar.
“Aquello que hicimos hasta la última semana nos parece que ya no es necesario. Volvemos a una operación normal”, sostuvo el funcionario que verá reforzada su autonomía al referirse a la renovada confianza oficial en la “flotación” del dólar. Frente al impacto en los precios que tuvieron la devaluación y los tarifazos, el BCRA decidió abandonar el cumplimiento de su meta de inflación del año y, además, elevó sus objetivos de precios de 10 a 17 por ciento para 2019.
“Este año vamos a esperar tener la inflación más baja posible. Pero no nos ponemos una meta”, consideró anoche el banquero central. El financiamiento proveniente de la entidad dirigida por Christine Lagarde será complementado con 5600 millones de dólares del Banco Mundial, el BID y la CAF. El paquete de financiamiento para Argentina fue celebrado ayer por el titular del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin.
El anuncio del programa de financiamiento-ajuste del Fondo fue realizado por Dujovne y Sturzenegger. El tipo de crédito otorgado permitió superar en 2,5 veces el límite previsto en un stand-by tradicional. Los 50.000 millones de dólares equivalen a 1100 por ciento de la cuota del país. Lo hicieron pasadas las 19:30 en uno de los salones del Centro Cultural Kirchner apenas finalizó en Washington una reunión de directorio del FMI. En el convite convocado fuera de agenda, las autoridades del organismo fueron informadas sobre la existencia de un acuerdo entre el staff del organismo y las autoridades argentinas. Los miembros recién tenían previsto encontrarse hoy para, entre otros puntos, aprobar el informe del Artículo IV de Liberia. Las reuniones no programadas son escasas.
La crisis griega fue uno de los episodios excepcionales cuando los directivos del organismo llegaron a ser conchabados un sábado para validar un crédito condicionado destinado al golpeado país europeo. En el caso del programa por hasta 50.000 millones de dólares para Argentina, la votación formal se realizará el miércoles 20. La aprobación está descontada y, según anticipó Dujovne, el primer desembolso llegará dentro de las siguientes dos jornadas. Los 15.000 millones son un monto levemente superior a las reservas perdidas durante la corrida cambiaria. Una porción de los recursos ingresará a las reservas del BCRA y otra al Tesoro, aunque los funcionarios no precisaron cómo serán distribuidos.
El recorrido del tijeretazo fiscal se conocerá a lo largo de las próximas semanas cuando se difunda la Carta de Intención presentada por Argentina, las evaluaciones realizadas por los técnicos de FMI y, fundamentalmente, el Proyecto de Presupuesto que será enviado al Congreso a mediados de septiembre. Hasta ahora se conoce que un programa de índole fiscal sin ninguna referencia a la raíz estructural del problema: el déficit de divisas. Las pautas informadas ayer contemplan un “esfuerzo fiscal” equivalente a 3,7 puntos del PBI a lo largo de los próximos tres años. El ajuste fiscal busca garantizar la disponibilidad de fondos para el repago a los acreedores.
El componente del gasto más expuesto a los recortes será la inversión pública, que experimentará hasta 2020 una caída del 81 por ciento en términos reales o un ajuste igual a 1,6 puntos porcentuales del producto. Los programas de participación pública privada buscan compensar esa merma financiando las iniciativas con deuda. El segundo ítem en relevancia será la quita en los subsidios a la energía y el transporte. Las estimaciones del Palacio de Hacienda muestran una caída del 48 por ciento en términos reales que representa 1,1 puntos del PBI. Por su parte, las transferencias a las provincias experimentarán un retroceso acumulado del 74 por ciento que representa 0,7 puntos del PBI.
Las erogaciones salariales del Estado también registrarán la “aceleración en el ritmo de reducción del déficit fiscal”. Lagarde consideró que el programa acordado con las autoridades argentinas permitirá “restablecer la confianza de los mercados”. El objetivo oficial es alcanzar el déficit cero en 2020. En la Casa Rosada no están convencidos que lograrán ejecutar el ajuste en tiempo y forma sino que aseguran que el acuerdo con el FMI no pone en riesgo una victoria en las próximas elecciones presidenciales.
“Producto de la turbulencia financiera que tuvimos estos días vamos a crecer menos y tener un poco más de inflación de la que esperábamos a comienzos de año. Acudimos al FMI en forma preventiva para evitar una crisis. Actuamos con muchísima premura. Las crisis generaron pobreza y destrucción de contratos. Estamos empeñados en la construcción de un país normal”, explicó Dujovne acompañado por los funcionarios que negociaron en Washington el acuerdo a lo largo de las últimas semanas. También dijo presente el vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui. Las autoridades argentinas destacaron que “por primera vez en la historia de un programa con el FMI, incluye una salvaguarda que permite incrementar el gasto social si el gobierno argentino lo considera necesario”.
El Palacio de Hacienda explicó que “si la economía no creciera como esperábamos, podrán realizarse ampliaciones de gasto focalizadas en la AUH”. El margen de maniobra previsto es de hasta 30 mil millones de pesos anuales o 0,2 puntos del PBI.
El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional apunta a estabilizar el mercado cambiario pero tendrá consecuencias sobre la “economía real”, es decir, sobre el nivel de actividad, consumo e inversión, salarios, jubilaciones y empleo. PáginaI12 consultó a cuatro economistas de diferente raigambre ideológica para dilucidar las consecuencias del stand-by.
Hay coincidencia en relación al impacto negativo del acuerdo sobre el nivel de actividad a partir del redoblado ajuste fiscal, caída que sería mayor si además continúa la devaluación del peso. El consumo será el principal perjudicado y el Programa de Participación Público-Privada aparece como una de las esperanzas del Gobierno ante la previsible reducción de la obra pública.
Repercusiones: Los dólares se siguen yendo
Mariano De Miguel, docente de la UMET, explicó que “las consecuencias van a ser negativas porque el Fondo siempre pide el ajuste fiscal para que la economía pueda ahorrar los dólares para el repago de la deuda. Quizás la economía este año termine creciendo 1 o 1,5 por ciento, pero el dato del tercer y cuarto trimestre va a ser malo porque el ajuste fiscal se multiplica hacia el resto de la economía”. “Pero no sólo está la cuestión fiscal. Hay una segunda palanca recesiva que es la devaluación, que afecta a la inflación y a los salarios. El FMI espera que la devaluación corrija las cuentas externas a través de la caída de los ingresos, es decir, que no sea solamente una devaluación nominal sino en términos reales. Si el Fondo tiene éxito en este punto, será otra fuerza recesiva. Y si no tiene éxito, la situación se puede volver un espiral de inflación-salarios-devaluación. Yo creo que la economía argentina no va a volver a crecer hasta fin del año que viene. El Gobierno no va a poder estimular la economía como en 2017. El mejor escenario es de estabilidad macroeconómica y recesión”, agregó.
Martin Vauthier, director de la consultora Eco Go, explicó que “el Gobierno recurre al Fondo porque el mercado dejó de financiar el déficit de cuenta corriente que fue record en 2017, de 4,8 del PIB, del orden de los 31 mil millones de dólares a partir de los gastos de turismo, suba de importaciones por la tracción proveniente de la inversión y de la compra de bienes de consumo durable. Se supone que el ajuste con el crédito del Fondo va a ser más leve que si el Gobierno tuviera que seguir su programa financiero con el mercado. Pero el ajuste va a estar”.
“Hacia adelante, la economía no tiene margen de crecer, más bien todo lo contrario. El consumo reaccionó en 2017 pero no va a seguir creciendo, no será motor este año ni tampoco en 2019. La necesidad de profundizar el ajuste fiscal define que el Gobierno siga con su plan de baja de subsidios y recorte la obra pública financiada por el Tesoro. Además, las altas tasas de interés impactan muy fuerte sobre empresas y la sequía del agro también es un factor negativo. El escenario más virtuoso consiste en que el ajuste más los dólares que provengan del Fondo y de otros organismos den confianza a los mercados, mejoren las condiciones financieras y baje el riesgo país. Así, se reduciría el costos de financiamiento del Gobierno y de las empresas. La gran apuesta del Gobierno para impulsar la actividad el año que viene son los PPP, especialmente en obras viales, que tienen impacto sobre el nivel de empleo y no demandan tantos dólares”.
Mariano Lamothe, de la consultora Abeceb, consideró que “el mercado no financia más la gradualidad del Gobierno. El mundo no nos esperó. Esto nos va a dejar una economía con niveles más altos de inflación, menos actividad y mucha conflictividad social. En términos fiscales, el sector público va a consumir menos, seguirá pisando el gasto. Para 2019 empieza a haber menos partidas para cortar”. “Claramente los sectores más perjudicados son el consumo masivo, motos y otros durables, por el efecto de la devaluación y la suba de tasas. Por contrario, posiblemente también haya inversiones en sectores muy específicos beneficiados por el nuevo tipo de cambio como economías regionales, agro, minería y energía. Para 2018 vemos un crecimiento de entre el 1 y el 1,5 por ciento y 2019 es una gran incógnita. Pueden ser factores positivos los contratos PPP y hay que ver si logran reeditar el efecto de 2017 en el mercado hipotecario”.
Santiago Fraschina, director de la carrera de economía de la Universidad de Avellaneda, dijo a este diario que “si el acuerdo viene de la mano con la finalización de las intervenciones del BCRA para dar estabilidad al dólar y se impone una desregulación total, es posible que el tipo de cambio siga subiendo, con lo cual el primer canal de impacto negativo sobre la actividad económica se da a través de la devaluación, los precios y la caída del consumo. Si la condicionalidad no tiene que ver con la desregulación del mercado cambiario, todavía queda el canal fiscal como fuente de caída de la actividad. El FMI establece un programa fiscal muy exigente que derivará en un menor consumo interno, menor actividad industrial, inversión de pequeña y mediana escala y empleo”.