River y Boca jugarán la final de la Copa “Conquistadores” de América en Madrid
Rubén Armendáriz
Bussines is bussines, y todos aquellos que creímos que el fútbol era un deporte, un espectáculo, fuimos avisados nuevamente de que sólo se trata de un negocio, de derechos de transmisión televisiva, presiones de los patrocinantes de equipos y jugadores, vidriera para que dirigentes convertidos en traficantes de personas (los llaman futbolistas) muestren sus productos a los mejores postores.
El 9 de diciembre, la final de la Copa Libertadores de América, entre dos equipos argentinos, Boca Juniors y River Plate, se jugará en el estadio Bernabeu, del Real Madrid, en España, por decisión de la Confederación Sudamericana de Fútbol. La Libetadores en la capital del imperio conquistador y genocida de Latinoamérica.
Quedó atrás el escándalo de la enorme corrupción de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) y del Mundial en Brasil y los medios hegemónicos han hecho todo lo posible para desaparecerlo del imaginario colectivo mundial: muchos de los implicados tienen poder en el mundo trasnacional de los negocios y/o detentan funciones de gobierno.
Hoy, jeques árabes que hambrean y someten a sus pueblos a costa de las riquezas petroleras de sus naciones, o magnates del este europeo que pocos saben de dónde sacaron sus riquezas, son dueños de equipos e instituciones en Occidente (Italia, España, Inglaterra…) y principales traficantes de jóvenes futbolistas.
No vamos a hablar del amateurismo (cuando el deporte era aficionado y no profesional) porque sería remontarse demasiado en el tiempo. Tampoco de la influencia de los patrocinantes de equipos y de jugadores que prestan su prestigio deportivo para facilitar los negocios de las megaempresas y sus magnates. Antes uno podía identificar a los jugadores por su nombre en la camiseta: hoy uno no sabe si se llama Qatar Airlines o Adidas.
En coincidencia no casual con la instauración de la dictadura cívico-militar y el modelo económico neoliberal (1976), el deporte argentino empezó a declinar. Empresarios, políticos, militares, dirigentes deportivos, líderes barriales mafiosos, medios de comunicación, agencias de publicidad, fueron echando mano a la masa colosal de recursos proveniente del futbol.
Mientras en las tribunas, las barras bravas desplazaban a las pintorescas hinchadas de otras épocas. Asistir a los partidos empezó a ser perturbador, y hoy conviene tener actualizado el seguro de vida, a más de reportarse con la familia vía wasap, cada 10 minutos, señala José Steinslegger.
No tiene caso sumar más comentarios sobre la bochornosa suspensión del superclásico Boca-River, por la Copa Libertadores. El blindaje mediático impuesto por el gobierno de Mauricio Macri puede conjeturar cualquier cosa, pero la suspensión se dio ante las graves fallas de los organismos de seguridad que permitieron que el ómnibus que conducía a los jugadores de Boca fuera agredido por gente con camisetas de River, -sorpresivamente no identificados como ácratas o libaneses por los servicios de inteligencia-, que también podrían ser fanáticos de ese club,
Nadie duda que la bomba de gas lacrimógeno que impactó en el ómnibus fue lanzado por las tropas (Gendarmería y Prefectura comandadas por la ministra de Seguridad Patria Bullrich; policía de Buenos Aires por el ministro porteño Martín Ocampo, que fue el único que renunció). Nadie duda de connivencia de barra bravas, policía, dirigentes de fútbol, jueces y altos funcionarios del gobierno.
Así pues, durante casi una semana, la gran incógnita giraba en torno a si el histórico encuentro tendría lugar en Asunción del Paraguay, Qatar o… en la Franja de Gaza: muchos aseguran que hay más seguridad que en Buenos Aires.
En Culiacán, México, Diego Armando Maradona dijo: “Lo de mi país es lamentable, está todo desorientado. En Argentina hoy es un terror salir a la calle. No hay seguridad, hay robos, la gente no come. El Presidente prometió –a mí no porque yo no lo voté ni lo votaría jamás– y engañó a mucha gente que iba a cambiar esto y lo otro, y hoy estamos peor que en mucho tiempo. La presidencia que está haciendo Macri es la peor de todos los tiempos. Los argentinos merecemos lo que tenemos porque nosotros lo votamos”.
Conmebol y la Libertadores
La Copa Libertadores de América, llamada oficialmente Copa Conmebol Libertadores, es un torneo anual internacional oficial de fútbol organizado desde 1960 por la Confederación Sudamericana de Fútbol, hoy dirigida por otra paraguayo (sucesor del corrupto Nicolás Leoz), el empresario Alejandro Domínguez, donde participan los mejores equipos de los diez países de la subregión.
Domíguez Wilson-Smith, empresario de medios de comunicación y exmiembro de la Sociedad Interamericana de Prensa, es hijo de Osvaldo Domínguez Dibb, quien fuera presidente del Club Olimpia y vicepresidente (y presidente interino) de la Asociación Paraguaya de Fúbol (APF)tras el arresto de Juan Ángel Napout.
En 1965 el torneo adoptó el nombre Libertadores en honor a los líderes de las guerras de independencia iberoamericanas de América del Sur. Los Libertadores de América fueron los hombres que lucharon por conquistar la independencia, a los que hoy día se los considera “Padres de la patria”: Simón Bolívar, José de San Martín, José Gervasio Artigas, Bernardo O´Higgins, Antonio José de Sucre, entre tantos otros.
La Copa Libertadores produce mucha repercusión, por ser uno de los torneos confederativos de clubes más importante del mundo, junto con la Liga de Campeones de la UEFA. A nivel internacional, la competición es retransmitida por Fox Deportes en Estados Unidos, beIN Sports en España y Sport TV en Portugal.
Se acusa a Domínguez Wilson-Smith de mantener operativas en Conmebol a las mismas empresas de marketing y televisión acusadas de trampolines de la mafia en el caso de corrupción de la FIFA de 2015 y de recibir 1,5 millones de dólares por el cobro de una coima asociado al mismo caso, recibidos cuando era presidente de la APF y que no aparecen aclarados.
Fox Sports posee los derechos de retransmisión del campeonato continental en Centroamérica y Sudamérica hasta 2018. En 2015, la empresa Tenfield de Uruguay, propiedad del empresario Francisco Casal, volvió a ofertar para obtener los derechos. Según medios de prensa, la suma ofrecida asciende a la suma de 300 millones de dólares anuales por la televisación de la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana (segundo torneo en importancia) en un contrato por diez temporadas, sumando un total de tres mil millones de dólares.
La suma que paga T&T Sports (firma conformada por las empresas Torneos y Competencias –del Grupo Clarín- de Argentina y Traffic de Brasil) por dichos derechos, es de 70 millones de dólares por año por ambas competencias, los cuales son revendidos a Fox Sports. La TV Pública también retransmitió algunos partidos de la competición en Argentina hasta 2016, cuando asumió la presidencia el neoliberal Mauricio Macri, casualmente expresidente del club Boca Juniors.
Luego del escándalo de corrupción de la FIFA en el 2015, los 10 miembros de la Confederación Sudamericana de Fútbol (en la FIFA es la que tiene menor cantidad de asociados), más conocida como Conmebol o CSF, decidió firmar el contrato de TV directamente con la cadena Fox hasta 2019, sin intermediarios.
El presidente que duró por más tiempo en el cargo, seis períodos, fue el paraguayo Nicolás Leoz, entre el 1 de mayo de 1986 y el 30 de abril de 2013. Debió renunciar luego de comprobarse su involucración en un amplio caso de corrupción que incluye sobornos fraude y lavado de dinero. El nuevo rumbo fue tomado por Eugenio Figueredo (2013-2014) y Juan Ángel Napout (2014-2015), pero también fueron envueltos por hechos de corrupción.
Colofón
Los argentinos se quedaron sin su gran final. La podrán ver por televisión (si es que pagaron el abono especial). Hasta su superclásico ha sido trasnacionalizado, privatizado, entregado a capitales extranjeros.
El periódico inglés The Sun ha calificado este superclásico, como la experiencia deportiva más intensa del mundo y The Observer de Londres lo ha ubicado en el primer puesto, entre los 50 espectáculos deportivos que hay que ver antes de morir.
En plena cumbre del G-20, el diálogo de Macri con el jefe del gobierno español Pedro Sánchez se basó en la organización de la final de la Copa Libertadores entre Boca y River, que finalmente se jugará en Madrid el 9 de diciembre. ¿Quién ganará la primera Copa Conquistadores de América?
* Periodista y politólogo, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)