Relaciones Venezuela-EEUU bajo un nuevo enfoque
Leopoldo Puchi |
Recientemente, el presidente de Chevron, Michael Wirth, declaró que la producción en Venezuela podría seguir siendo limitada por la incertidumbre sobre las futuras decisiones que el gobierno de Estados Unidos pudiera tomar respecto a Venezuela. El cambio en la política estadounidense es relativamente reciente y no está claro si esta nueva postura se mantendrá a largo plazo. Se han cambiado algunas tácticas, pero no parece que se hayan modificado los objetivos generales.
Ucrania
El gobierno de Joe Biden ha utilizado un enfoque más diplomático hacia Venezuela debido a la crisis energética mundial, por lo que se han abierto canales de comunicación y se ha disminuido la intensidad de la presión.
En el contexto de la guerra de Ucrania, la Casa Blanca ha contemplado la posibilidad de utilizar a Venezuela como una fuente importante de petróleo, en la perspectiva de un conflicto con Rusia que se prolongaría por varios años. Después de todo, Venezuela es la primera reserva mundial de petróleo, tiene el sexto lugar en reservas probadas de gas y la distancia con los puertos estadounidenses no es mayor de 1.300 millas náuticas.
Campo Boscán
Por estas razones, la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos ha permitido a Chevron firmar contratos con Pdvsa y ha dado una licencia a Trinidad y Tobago para trabajar con Venezuela en la explotación conjunta del yacimiento de gas Dragón.
Chevron se ha asegurado para los próximos años la explotación del campo Boscán, que cuenta con reservas probadas de alrededor de 5.800 millones de barriles, sin contar las reservas probables y posibles. Esto significa que Chevron puede acceder a más de un millón de barriles por día durante diez años.
El petróleo pesado que se produce en campo Boscán es considerado como especialmente valioso debido a su baja cantidad de impurezas. Se utiliza para la producción del diésel, las gasolinas de avión, lubricantes y asfalto.
El objetivo
Sin embargo, la Casa Blanca continúa sin definir el alcance de su nueva política hacia Venezuela. Hace unos meses, se llegó a un acuerdo para desbloquear 3.000 millones de dólares a través de la ONU, pero ese dinero aún no se ha liberado. Además, la Casa Blanca declaró recientemente que la orden ejecutiva que designa a Venezuela como un amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de Estados Unidos seguirá en vigor sin cambios.
El problema radica en que Washington busca que Venezuela vuelva a formar parte de su esfera de poder geopolítico. Pero el gobierno de Venezuela no se ha mostrado dispuesto a variar su posición sobre este punto, aunque ha expresado su voluntad de impulsar acuerdos petroleros y comerciales así como normalizar los lazos diplomáticos.
Cambio de gobierno
Por este motivo la Casa Blanca sigue manteniendo su política de cambio de gobierno, pero esta vez por medio de una estrategia distinta a la utilizada por la administración Trump. En esta oportunidad, buscaría impulsar un triunfo electoral de factores políticos partidarios del retorno de Venezuela a la esfera de influencia estadounidense y presionar para crear condiciones que garanticen su éxito.
Ahora bien, para alcanzar ese objetivo, se están utilizando varios vectores de presión que tienen un efecto contrario y provocan una respuesta distinta a la esperada. Este es el caso de las sanciones y el bloqueo de fondos. Hay sectores en Washington partidarios de algunos alivios, pero la resistencia es fuerte.
Los funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional buscan construir un consenso bipartidista, pero los senadores más reacios exigen condiciones que aseguren un cambio de gobierno en 2024.
Cooperación
Es posible que las gestiones de mediación que se vienen realizando den algunos resultados de cierto alcance inmediato. Pero es necesario adoptar un enfoque renovado si se aspira a una verdadera normalización de las relaciones. El objetivo de la Casa Blanca de reincorporar a Venezuela en su dispositivo geopolítico no puede seguir siendo la prioridad si se quiere un entendimiento sostenible.
En su lugar de eso, se debe trabajar en un convenio de cooperación de largo plazo entre ambos países. Este acuerdo debe ser previo al proceso electoral y estar diseñado para que sea perdurable y beneficie a las dos partes.
Con este fin, a Venezuela le correspondería reafirmar sus compromisos como país no alineado y a Estados Unidos dar garantías de respeto a la soberanía y a la política internacional de Venezuela. No es sencillo, pero es necesario.