Qué hacer: Propuesta para el debate de un conjunto de medidas políticas

390

Miguel Ángel Contreras Natera|

La respuesta a una interrogante tan acuciante pasa por presentar un conjunto de observaciones apremiantes de forma rigurosa para iluminar los tópicos fundamentales a los que nos confrontamos. La creciente demanda de pensamiento crítico susceptible de configurar las inquietudes difusas, plurales y conflictivas proporcionando instrumentos mínimos de inteligibilidad con capacidad de orientar las acciones sociales y políticas dentro de un renovado principio de esperanza es uno de los retos centrales del debate político-cultural. Es una lucha teórico política cuyos fundamentos socio-económicos se encuentran en transformación constante.

A fin de cuentas, las condiciones socio-históricas y los medios socio-tecnológicos se transforman ininterrumpidamente como condición sine qua nom del capitalismo histórico, tal como lo presentaron Marx y Engels en El Manifiesto. Atender la guerra político-epistemológica pasa por enfrentar dos tópicos complementarios entre sí. Por un lado, el neodarwinismo económico de la socialdemocracia de mercado con su apelación a la libertad de la crítica como paso previo de la clausura transformativa. Y por el otro, la anatomía de la adulación que funciona como una eucaristía de conjura de la nomenclatura corporativa contra los potenciales disruptivos de cambio revolucionario. Significa elegir entre dos soluciones igualmente insatisfactorias para el proceso revolucionario venezolano. La armonización de las contradicciones de la socialdemocracia y la mediatización clientelar del corporativismo político-económico.

La sobrevivencia de la revolución supone una actuación concreta en la totalidad socio-histórica actual. En esta dirección, la historicidad se encuentra indisolublemente ligada a la crítica en la medida que se constituye en instrumento de desnaturalización de lo social en circunstancias socio-históricas donde las cosas que se deciden definen los espacios de esperanza y transformación. El dictum debemos historizarlo todo sigue significando un potencial de crítica revolucionaria. Significa enfrentar las decisiones acuciantes en los ámbitos nacional, regional y global explorando las soluciones parciales a las que nos confrontamos atendiendo la dialéctica entre la globalidad del capital y la particularidad nacional. Inicialmente, pasa por definir un horizonte político de mediano y largo plazo que permita consolidar una idea-fuerza de resistencia, contra-hegemonía y transformación. Que tenga como condición estratégica, normativa y vivencial la capacidad de rearticular un nuevo sentido común epocal en los términos de Antonio Gramsci.

En este horizonte es necesario inscribir el conjunto de decisiones coyunturales y estructurales con un seguimiento estricto de los tiempos, las escalas y los alcances de los objetivos de corto y mediano plazo. Pasa por el reconocimiento que el atractor fundamental de la corriente histórica que se inicio en 1989 se ha desplazado después de la muerte del presidente Chávez. Inaugurando, los perfiles de un nuevo modelo de gestión político. La capacidad de interpelación simbólica del chavismo como forma de subjetivación política se está modificando radicalmente. Nos confrontamos con un deslizamiento político-espiritual que supone un ejercicio interpretativo riguroso e igualmente la recuperación de prácticas políticas populares de resistencia y emancipación. Estamos ante fuerzas económicas y políticas (en ese orden) internas y externas que apuntan a destruir los anclajes sociales, políticos y culturales alcanzados. Borrando cualquier forma de subjetivación política emancipatoria. Por lo tanto, es necesario recuperar en clave socialista las conexiones profundas entre la deuda social e histórica con la corriente transformadora que emergió como acontecimiento-verdad en febrero de 1989.

No estamos ante el fin de un ciclo como diagnostica superfluamente Raúl Zibechi con su inspiración metafórica en Kondrátiev. La identidad entre gobiernos progresistas y modelo de explotación de recursos naturales (extractivismo) utiliza un formato des-historizado. Primero, el giro hacia la izquierda de los gobiernos progresistas se nutre de un conjunto plural de movimientos populares que lograron construir una cadena de equivalencias alrededor de acontecimientos y movilizaciones contrarias a la lógica neoliberal durante las dos últimas décadas del siglo XX. Los cambios en los repertorios de protestas y las extensas movilizaciones en la década de los noventa lograron cimentar un nuevo espíritu de época. En esta dirección el liderazgo del presidente Chávez fue fundamental para consolidar este giro político-cultural. En términos taxativos los gobiernos progresistas forman parte de una corriente histórica que los subsume y engloba. Segundo, desde la conquista de América el rasgo fundamental del modelo de gestión económica es la acumulación por desposesión. Es decir, la conquista, colonización y expansión capitalista implicó la instalación de un logos colonial-moderno que funciona como dispositivo de regulación y control de la plusvalía absoluta y relativa en la región.

En las últimas décadas del siglo XX la ofensiva neoliberal logró consolidar los procesos de desindustrialización y reprimarización de la economía mediante el recetario del Consenso de Washington. La conjunción de ambos procesos funciona como facticidad económica de los gobiernos de la región independientemente de su signo. La identidad entre gobiernos progresistas y extractivismo disimula, desplaza y conjura la simultaneidad entre el conflicto de clases y el conflicto cultural. Consolidando una estructura de sentimientos que obnubila el debate político-espiritual de fondo. La pluralización de los conflictos sociales no coincide con los ciclos administrativos de las elecciones. De hecho, los resultados electorales obedecen a la administración histórica de los conflictos sociales y políticos. A la instalación de un imaginario pactista inspirado en el logos colonial-moderno. La conocida melodía de la consumación de una época que llega a su fin proporciona una narrativa teológica y escatológica que ofrece un refugio local de renuncia a la transformación social y política.

El capitalismo histórico

Entretanto es necesario constatar la facticidad del funcionamiento de capitalismo histórico en su doble condición: En primer lugar, como geoeconomía donde los actores económicos actúan en tanto competidores en los distintos frentes del mercado mundial. En la actualidad la globalización es un proceso de integración económica mediante la desregulación de los mercados financieros, la liberalización del comercio mundial, la desposesión y privatización de los bienes comunes. La política de la globalización neoliberal es esencialmente la protección de la política de la desregulación financiera, la precarización laboral y la desposesión. Segundo, como geopolítica a través de la apropiación de la plusvalía (absoluta y relativa) producida mundialmente mediante la instrumentación de una estrategia política-militar de liberalización y financiarización de los mercados y los territorios. La guerra contra el terrorismo implica una extensión de la lógica y los medios militares para controlar y balcanizar territorios y países mediante la estrategia de la secesión y fragmentación de sus limites y fronteras. El capitalismo no puede subsistir sin un espacio exterior. Debe, por el contrario, transformar lo exterior en interior. Es una lógica inmanente al proceso global del capital. La naturalización del intercambio desigual, la amplificación de prácticas caníbales, depredadoras y fraudulentas organizan los regímenes legales transnacionales de la globalización neoliberal. Por ejemplo, el desmantelamiento de tarifas aduaneras, la unificación de normas industriales, la promoción de políticas liberales de propiedad intelectual, los estándares de calificación de la deuda y el establecimiento de normas jurídicas de obligatorio cumplimiento conforman el régimen legal transnacional.

La crisis global del 2008 conjuntamente con sus respuestas político-institucionales han permitido la emergencia del neoliberalismo como retorica global de los mercados financieros mundiales. El fracaso se convierte en el horizonte de la globalización financiera (el futuro se encuentra en el pasado que fracaso). Las disputas geopolíticas y geoeconómicas entre Estados Unidos, Rusia y China conjuntamente con el desplazamiento del comercio global hacia el sudeste asiático están configurando los perfiles de la confrontación global. La caducidad de los repartos pacíficos libera de forma pasajera los compromisos, arreglos y pactos en las zonas de interés conduciendo a conflictos que sólo pueden resolverse con violencia, con guerra. Sobre esta base, es inevitable establecer una ruta crítica para enfrentar las lógicas destructivas de la geoeconomía y la geopolítica del capitalismo histórico. Principalmente, en tanto los efectos de la especulación financiera (comercio de derivados, mercados de futuro y mercados de menudeo) sobre los precios del petróleo en los mercados mundiales afectan el valor de cambio del mismo como recurso en nuestro caso particular.

Proposiciones para el debate

En este contexto, la reorientación hacia un modelo auto-centrado de desarrollo es esencial para contener las destructivas efectuaciones sistémicas. Por tanto, la reestructuración global del modelo vigente pasa por establecer prioridades en los campos de la producción nacional y el sostenimiento de una demanda agregada vía misiones sociales. ¿Qué mantener? El horizonte de la deuda social histórica reestructurando sus alcances sobre la base de la progresividad de los derechos sociales consagrados constitucionalmente. La gradualidad de esta política es fundamental en cuanto supone una reestructuración del modelo de gestión vigente (red clientelar-política). Desplazar la seguridad alimentaria por la soberanía alimentaria es un cambio radical que tendría como fundamento el fortalecimiento de la producción nacional ¿Qué sectores económicos? En términos tácticos, es necesario una alianza fundada en una comunidad positiva de intereses. Para ello, es central la construcción de una ruta basada en el diseño de mecanismos transparentes para la construcción de confianza con sectores productivos. En este punto, los tiempos, los alcances y la escala de los cambios es fundamental.

La reestructuración global del modelo de desarrollo pasa por desmitificar algunos automatismos psíquicos que funcionan como dispositivos de aniquilación y destrucción del orden sensible actual. El miedo a la desaparición se convierte en un obstáculo para la toma de decisiones. Desde esta perspectiva el tiempo histórico está asociado a lo que Maquiavelo llama la fortuna. Precisamente la contingencia del mundo nos confronta con la conservación de un orden político, social y cultural. Evitando su posible disolución. Sobre todo, en cuanto las fuerzas político-militares del imperialismo estadounidense y el capitalismo histórico apuntan a la implosión del proceso venezolano. Por consiguiente, el modelo de desarrollo supone un Estado con capacidad soberana, financiera y política de definir sus objetivos políticos-económicos alineando a los actores económicos nacionales en una visión de corto plazo conteniendo los efectos destructivos de la globalización neoliberal. En esta dirección, 1) es necesario enfrentar la actual guerra de divisas (dólar, euro, yen, yuan, entre las principales monedas) con sus concomitantes efectos en la región. La apreciación del dólar (aumento en 0,25 de la tasa de interés por la FED) implica la instalación de un mecanismo de desposesión y depreciación que debe ser confrontado con una política regional que apunte a cuestionar la ortodoxia de la economía política del neoliberalismo. En sentido estricto la construcción de un nuevo sentido común en materia de política económica.

En corto plazo se debe definir una política de unificación cambiaria que permita desarrollar políticas sectoriales. Atendiendo así el problema de los precios relativos que ocasionó los tipos de cambios múltiples. Pero, sobre todo, enfrentar los efectos del capitalismo rentístico de la burguesía comercial (con sus alianzas burocráticas) y la corrupción instalada en las instituciones de asignación de divisas preferenciales. En correspondencia con una política integral contra la corrupción resulta esencial iniciar conversaciones con autoridades bancarias, diplomáticas y políticas al más alto nivel para repatriar los recursos financieros de la fuga de divisas. Las cifras oscilan entre 172 mil millones de dólares a 300 mil millones de dólares; 2) en virtud del casillero vacío de la política industrial es menester instrumentar una política selectiva dirigida hacia sectores estratégicos: la petroquímica, la química, la industria de auto partes conjuntamente con políticas de I&D dirigidas a mejorar los rendimientos relativos en estos sectores (se cuenta con masa crítica formada en estos ámbitos). El aspecto central a considerar en este punto es la alianza política-económica con China en tanto industrialmente nuestro aliado tiene la capacidad de ofertar a costos extremadamente bajos productos manufacturados haciendo inviable soluciones pragmáticas de corto plazo. La ruta de una industrialización selectiva pasa por desarrollar una política de innovación vinculada a una ventana de oportunidades regionales.

La selectividad de la política pasa por mesas de negociación, seguimiento y evaluación con los sectores industriales a fortalecer. Y principalmente, con los inventarios tecnológicos, de infraestructura y de masa crítica de las industrias conexas para el fortalecimiento de la pequeña industria. Previendo la capacidad de la burguesía rentista de incubar estrategias especulativas. Los distritos industriales localizados en La Victoria, Maracay, Valencia, Maracaibo, San Cristóbal y Puerto Ordaz cuentan con experiencia técnica, interacción sectorial, infraestructura de servicios, entre otros aspectos. Es decir, una capacidad instalada para incubar políticas industriales selectivas. En todo caso, deben desarrollarse políticas de educación técnica, infraestructura, servicio, transporte para las zonas industriales. Es decir, un plan interministerial de respuesta integral a la situación del país; 3) vinculado con una política selectiva de fortalecimiento industrial (como política de fomento del empleo) es fundamental el desarrollo de la economía social como ámbito de reconstrucción de los tejidos axiológicos y culturales de la región. La integración de los procesos de producción, distribución y consumo de la economía social en áreas como turismo, gastronomía, agricultura, artesanía, pesca y servicios supone un plan de actores regionales que logre levantar e inventariar la abundante información de las formas de economía social existentes con sus necesidades de financiamiento, servicio e infraestructura. Pasa por confrontar el modelo de consumo transnacional.

La reconstrucción de los plexos de vida del tejido económico, identitario y social tiene implicaciones en dos sentidos complementarios entre sí. Por un lado, contiene los efectos destructivos en términos de segregación urbana y ecológica de la política industrial-urbana de los últimos 60 años. Por el otro, se convertiría en el suplemento cultural de otra forma de desarrollo. Las zonas de Guárico, Lara, Trujillo, Portuguesa, Cojedes, Barinas, Mérida y Apure representan un potencial para convertir este eje de economía social en una plataforma de proyectos sustentables. Igualmente, la zona costera con su potencial turístico, gastronómico e identitario supone un frente diferenciado de economía social. La idea central es fortalecer los ecosistemas económicos y culturales desconcentrando las instancias gubernamentales para enfrentar la lógica mercantilista del capital global. El objeto fundamental de un Plan de Desarrollo es diferenciar las potencialidades territoriales y sus posibles respuestas a la actual coyuntura nacional. En términos de política comunicacional supone el anudamiento entre la política de desarrollo como política estratégica.