Puerto Rico, una colonia en quiebra
Richard Canan
Estados Unidos ha querido comprar con dádivas la fidelidad de los puertorriqueños, tanto para mantener el estatus quo de Estado Libre Asociado o en el pretendido intento de convertir a Puerto Rico en su estado número 51. Sin embargo la realidad es otra, la grave situación económica y social ha ocasionado que más de la mitad de los puertorriqueños vivan fuera de su país.
Puerto Rico es una Colonia de los Estados Unidos. Sin embargo, desde 1952 la jerga oficial asigna a Puerto Rico el estatus de Estado Libre Asociado. Es decir, es un “territorio no incorporado” al país norteamericano con un autogobierno limitado (se le permitió la redacción de una constitución para el manejo de sus asuntos internos), pero que está sujeta y subordinada de rodillas a los poderes del Congreso estadounidense mediante la aplicación de la “Cláusula Territorial”.
Esto significa que su soberanía la ejerce el Congreso de los Estados Unidos, el cual decide todo lo relacionado a su moneda (el dólar), su sistema financiero, la defensa, las relaciones exteriores, la inmigración y el comercio (no puede hacer tratados comerciales con ningún país, no puede recibir en sus puertos barcos con banderas diferentes a las de Estados Unidos y tampoco controla ni decide sobre sus importaciones). Puerto Rico está atada de manos y pies en el patio trasero del imperio norteamericano.
Como parte del extraño estatus legal de este Estado Libre Asociado, el Jefe de Estado de los puertorriqueños es el mismísimo Barack Obama, aunque con el pequeño detalle de que los residentes de Puerto Rico no pueden votar en ninguna elección presidencial norteamericana, a menos que tengan una residencia legal en Estados Unidos.
El Gobierno Federal de Estados Unidos “aporta” a Puerto Rico más de 20 mil millones de dólares anuales, lo que no ha repercutido en los altos índices de desempleo, pobreza y criminalidad. Por el contrario, casi el 40 por ciento de la población se ve forzada a recibir algún tipo de ayuda gubernamental, como el Plan de Asistencia Nutricional (cupones para alimentos), el Programa de la Sección 8 (vales para el alquiler de viviendas), el Medicaid (subsidio para el pago de los gastos médicos de personas con bajos recursos), el Programa da Subsidio de Energía para Hogares de Bajos Ingresos y hasta subsidios para la telefonía celular y la televisión por cable.
Estados Unidos ha querido comprar con dádivas la fidelidad de los puertorriqueños, tanto para mantener el estatus quo de Estado Libre Asociado o en el pretendido intento de convertir a Puerto Rico en su estado número 51. Sin embargo la realidad es otra, la grave situación económica y social ha ocasionado que más de la mitad de los puertorriqueños vivan fuera de su país. Es decir, en Puerto Rico viven 3.725.789 ciudadanos (Censo 2010), pero en territorio norteamericano viven 4.623.716 puertorriqueños. Todo un éxodo masivo que no refleja ni el supuesto paraíso, ni los beneficios que implica ser una colonia norteamericana y estar bajo la tutela del imperio más poderoso y rico de la tierra.
Es importante destacar que desde la guerra hispano-estadounidense de 1898, Estados Unidos tomó por asalto el territorio puertorriqueño, sin embargo en esos 117 años los gringos no han podido suprimir la cultura caribeña, el idioma español y la idiosincrasia latinoamericana que corre vibrante por las venas de todos los puertorriqueños.
La quiebra del Estado Libre Asociado
Pese a todos los supuestos beneficios de ser una colonia norteamericana, el Estado Libre Asociado acaba de ser noticia por las sorprendentes declaraciones de su gobernador Alejandro García Padilla, quien señaló que la deuda de la isla es “impagable”. Soltando, sin rubor alguno, que las finanzas públicas del Estado Libre Asociado del imperio norteamericano están al mero borde del default, en la quiebra financiera, la bancarrota total. Ésta lamentable noticia coincidió en la prensa mundial con la vorágine provocada por la rapiña y el bloqueo financiero que la llamada Troika Europea (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) pretende imponer contra el pueblo griego. El capital financiero no tiene misericordia con los pueblos del mundo.
El anuncio de Puerto Rico revela una grave crisis fiscal, con una deuda que supera los 73 mil millones de dólares, causando una enorme falta de liquidez, tras “ocho años de crecimiento económico negativo”.
Los sesudos analistas financieros corearon a los cuatro vientos los versos sagrados del ABC neoliberal: Puerto Rico debe reestructurar su deuda pública, disminuyendo la nómina estatal, reduciendo los subsidios y gastos en electricidad y transporte e inclusive recomendaron que se debe aprovechar para privatizar una que otra empresa pública. Todos recomiendan “diferir pagos mientras renegocia con sus acreedores” pero nadie espera (ni tienen la más mínima esperanza) de que el Gobierno Federal les vaya a echar una mano con un plan de “rescate” financiero que le permita la inyección de liquidez para tomar algo de oxígeno en medio de la crisis.
Al Tío Sam lo pintan con cara circunspecta, pero es un tozudo defensor del neoliberalismo. Así que el mensaje es claro para todas sus colonias, estados y ciudadanos: arréglenselas como puedan. Ya dejaron caer en la bancarrota a estados como Detroit y ciudades como San Bernardino en California o Central Falls en el estado de Rhode Island. Es claro que el capitalismo solo interviene para proteger su propia estructura financiera. Recordemos que en el año 2007 cuando se desató la crisis de la burbuja financiera (hipotecas subprime), el gobierno norteamericano prefirió rescatar y reflotar a los grandes bancos en vez de proteger a cientos de miles de hogares de las familias norteamericanas, cuyas hipotecas fueron finalmente ejecutadas. Con total desprecio la élite financiera de Wall Street llamó a estos créditos hipotecarios, los créditos tóxicos, burlándose de los sueños y esfuerzos de generaciones enteras. Así trata el capital imperial a su propio pueblo.
La lucha por la independencia
En medio de la crisis económica puertorriqueña, continúan los esfuerzos y sueños de los patriotas por lograr su independencia. Siempre recordamos que la Organización de las Naciones Unidas aprobó el 14 de diciembre de 1960 la Resolución 1514-XV, la cual señala que “la continuación del colonialismo impide el desarrollo de la cooperación económica internacional y entorpece el desarrollo social, cultural y económico de los pueblos dependientes”; igualmente, el Comité de Descolonización de la ONU ha aprobado diversas resoluciones donde exhorta a Estados Unidos a reconocer el derecho a la independencia y autodeterminación de Puerto Rico, y solicita además la liberación de todos los independentistas detenidos.
Debemos recordar una vez más la gallardía y el coraje del líder independentista Óscar López Rivera, el prisionero político más antiguo de Estados Unidos, el cual lleva 34 años detenido en cárceles norteamericanas, acusado de conspiración sediciosa y de pertenecer a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). Veterano condecorado por sus acciones en la Guerra de Vietnam, López Rivera siempre se destacó como defensor de los derechos de los puertorriqueños y ha luchado toda su vida por la independencia de su pueblo.
Desde Puerto Rico y desde todos los rincones del planeta, dirigentes políticos, movimientos sociales, religiosos, culturales y de derechos humanos han pedido reiteradamente a Estados Unidos la liberación inmediata de Óscar López Rivera. El Sistema de Justicia norteamericano ha sido implacable e inclemente, sin embargo se espera que el “presidente de los puertorriqueños”, el premio Nobel de la Paz, Barack Obama, se digne a otorgarle a López Rivera un indulto presidencial.
Es un buen momento para que Obama pague parte de las deudas que tiene Estados Unidos con el pueblo puertorriqueño.
Libertad para Óscar López Rivera!!!