Política para barras

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Jesús Puerta

Leí hace poco, en un texto del sociólogo Jon Elster sobre las emociones sociales, que la reacción espontánea que se produce cuando se siente la culpa, es la de tratar de reparar las cosas, deshacer el mal que se ha causado. Por otra parte, haciendo una distinción que me parece muy interesante, al sentir vergüenza, la primera tendencia del comportamiento, es esconderse, achicarse, huir. Pero si el avergonzado siente que quien le hace ver lo mal que ha hecho, busca justamente avergonzarlo, la reacción más natural es la ira y la agresión. Es una forma agresiva de escapar del dolor que causa la vergüenza.

La tendencia de los políticos en este período histórico (que llamo “chavecismo”), se ha caracterizado por esa agresividad frente a la vergüenza que provoca percatarse de que se ha tenido una estupidez. Es posible que los golpes, los fracasos, políticos, como los de la vida, tengan un primer efecto inhibidor de la percepción y de la inteligencia. O sea, el golpeado queda literalmente atontado, aturdido, con la cabeza dando vueltas, sin atinar en nada, movimientos ni palabras, mucho menos pensamientos coherentes.

Estoy hablando de los dirigentes de lado y lado. Pongamos como primer ejemplo, la oposición. Después del craso error del golpe de estado del 11 de abril de 2002, una conspiración mal hecha, mal concebida y peor ejecutada; la oposición salió al frente de las críticas a sus obvias pretensiones antidemocráticas, lanzándose un paro nacional y luego un sabotaje petrolero. Cuando esto también falló, insistieron en el referéndum revocatorio de 2004. Después de derrotados, se retiraron de las elecciones parlamentarias de 2005. Y así. Las derrotas provocan otras derrotas, cuando la reacción ante la humillación que ellas implican, es la agresividad.

Todos aplaudimos al presidente Maduro cuando, en un ejercicio de liderazgo muy “chavista”, aceptó la derrota electoral del pasado 6 de diciembre. Luego, cuando le pidió la renuncia a su gabinete y a la plana mayor del PSUV, también le aprobamos. Esos gestos parecían marchar en el camino de asumir la culpa en el sentido de reaccionar adecuadamente a ella: buscando la reparación del error. Parecía que íbamos a un auténtico 3R.

Pero las acciones siguientes nos hacen pensar que está ocurriendo otra cosa muy diferente. Se instaló el llamado un “parlamento comunal” que no está en ley alguna en una sala vecina a la que se usaría para la instalación de la Asamblea Nacional; se continuó y aceleró el nombramiento por parte de la AN saliente de nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia; pasan los días y nada del nuevo gabinete;  se ataca públicamente a los economistas chavistas convocados a un evento del Partido para analizar “descarnadamente” la situación económica, que no creen en la frase “guerra económica”, sino en la crisis económica, que no es lo mismo, , etc. Se nota que no se está tratando de reparar nada, sino que se está haciendo política para las barras.

¿Qué quiero decir con “hacer política para las barras”? Pues, eso. Que se busca reanimar la barra, la que siempre nos ha aclamado y aplaudido, y que tal vez por eso, no nos permitió percibir ese malestar que trajo estos resultados. Hacer que la barra vuelva a gritar consignas y hurras, que sigan los aplausos para mantenernos en nuestra burbuja. Es una variante de lo que llamo “política de mantenimiento”. La política práctica es una competición, una lucha, por eso hay que mantener cierto ánimo guerrero siempre, hasta en los peores momentos. Entonces, es importante “hacer mantenimiento”, reafirmar con frases vibrantes, heroicas, afirmativas, la propia identidad, que se mantendrá hasta la muerte, infaltable en esas retóricas. Mantener la barra haciendo bulla.

Capriles al intentar “cobrar” la victoria electoral, no encuentra otra que atacar “la Salida” liderada por su rival Leopoldo López. Esta jugada la cobra Ramos Allup, claro (la vieja astucia adeca), ganando el apoyo de Voluntad Popular para la presidencia de la AN. Igual que cobrará la política de barra del chavismo, que estimuló con sus provocaciones acerca de ANTV y Corpoelec. Oí por ahí que algunos están recomendándole a Maduro acelerar la convocatoria del Revocatorio o de una Asamblea Constituyente, coincidiendo con María Corina. Mira tú.

De verdad que el espectáculo parece el de la lucha libre postiza de “Catch as Catch can”, con máscaras, fanaticadas y todo. Pregúntenle a sus abuelitos. En todo caso, la política está en peligro de convertirse únicamente en un espectáculo de barras, chillidos, aplausos y “bulla”. Mientras tanto, los precios para arriba, las cosas no se consiguen y se acercan los terroríficos pagos de la deuda externa, en medio de la continuada y horrorosa caída del precio del petróleo. O sea, sigue la crisis económica o, si prefieren, la “guerra económica” (según el marxismo siempre ha habido lucha de clases, no sólo desde que murió Chávez o Maduro es presidente) que sufrimos los que gritamos o aplaudimos solamente porque llega el producto regulado al supermercado donde hacemos cola.