Pesados nubarrones en el futuro del gobierno de Lula
Juraima Almeida
A 45 días de completar la primera mitad de su tercer mandato presidencial, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva debe dar respuestas a una serie de problemas internos, tras el mal desempeño de la centroizquierda en las elecciones municipales, que presagian pesados nubarrones para el futuro próximo, con el envalentonamiento de la ujltra derecha vernácula tras el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos.
El gobierno del Partido de los Trabajadores trata de contener los gastos sin provocar cortes drásticos en el presupuesto, mientras debe resolver el grave problema que dejaron lluvias intensas y peligrosas y la tempestad oceánica, en medio de una ríspida relación con un Congreso pleno de derechistas y de parlamentarios habituados a “alquilar” sus votos.
El domingo, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva criticó la presión del mercado financiero por los recortes del gasto y defendió un enfoque que prioriza el crecimiento económico con la distribución de ingresos; “Veo que el mercado habla de tonterías todos los días, no lo creas, ya les he vencido [el mercado financiero] y voy a ganar de nuevo”. El discurso se produce en medio de un período de intensas negociaciones sobre un paquete de revisión del gasto, preparado por el equipo económico oficial.
Lula destacó que la responsabilidad del ajuste fiscal debe ser compartida entre los poderes: mencionó que tanto el Congreso como el Poder Judicial deben dedicarse a recortes excesivos en el gasto. “Quiero saber si están dispuestos a recortar el gasto en lo que es excesivo y si el Congreso está dispuesto a hacer un recorte en los gastos [de ellos], porque hay una asociación y una complicidad para el bien”, dijo.
En un tono combativo, Lula reafirmó que la economía brasileña no puede retroceder y que cualquier deuda contraída por el gobierno debe tener como objetivo la creación de activos que contribuyan al desarrollo del país. Sólo el crecimiento económico con la distribución adecuada hace crecer al país. El crecimiento tiene que ser distribuido, no para concentrarse en la mano de media docena, dijo.
Mientras, la decisión de Folha de Sao.Paulo de publicar un artículo de Jair Bolsonaro, expresidente asociado al intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023, generó una ola de indignación en redes sociales.Bolsonaro, que está a punto de ser denunciado por la Fiscalía General como el líder de este ataque a las instituciones democráticas, utilizó el espacio para promocionarse como defensor de la democracia, generando una reacción abrumadora entre intelectuales, periodistas y creadores de opinión.
La publicación fue ampliamente criticada por permitir que Bolsonaro, el protagonista de uno de los momentos más oscuros de la historia política brasileña reciente, reexistiera sus ideas bajo la justificación de la libertad de expresión. Dar voz a un político acusado de conspirar contra el orden democrático representa un peligroso precedente para la normalización de los discursos antidemocráticos y fascistas
Las elecciones municipales
Las elecciones municipales dejaron en claro que no ha ocurrido renovación de liderazgo en la izquierda brasileña, donde desde hace cuatro décadas Lula es el principal referente del campo progresista en Brasil, en un país lleno de jóvenes donde el gobierno no ha comprendido qué significa la transición generacional.
De las alcaldías de las capitales de los estados, el lulismo y sus aliados conquistó solamente una: Fortaleza, en la región nordeste, dejando en claro que la palabra juventud no traduce la diversidad de variables que hay alrededor de las generaciones jóvenes. Hablar de ellos como un grupo constituido, que posee intereses comunes, y referir estos intereses a una edad definida biológicamente, sin tener en cuenta la perspectiva de clase, es una evidente manipulación.
La izquierda brasileña ha ignorado dicha realidad, principalmente en los casos en que ella es hegemonizada por el identitarismo, señala el escritor y analista Eric Nepomuceno. Tampoco ha tenido en cuenta la dimensión integral del concepto de generaciones, es decir, al modo de Karl Mannheim, considerando las categorías posición generacional, conexión generacional y unidad generacional. Por consiguiente, se equivoca en aspectos fundamentales de la disputa política. Por ejemplo, la posición generacional no puede equipararse con la conexión generacional.
No hay relevo generacional en la izquiera. Quizá valga la pena recordar las palabras del expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica, ya en silla de ruedas, ante los militantes del Frente Amplio: “Cuando mis brazos se vayan, habrá miles de brazos sustituyendo la lucha, y toda mi vida dije que los mejores dirigentes son los que dejan una barra que lo supera con ventaja”.
La diferenciación de clase implica en medios distintos de acceso al capital cultural: no es lo mismo para un joven burgués –que generalmente solo estudia- que para uno trabajador. Por supuesto, la comparación entre las condiciones de vida -incluyendo el tiempo disponible- de los jóvenes que ya trabajan y de jóvenes de la misma edad que apenas estudian revela situaciones muy diferentes.
Ni el ultraderechista exporesidente jair Bolsonaro esperaba que la victoria de Donald Trump sobre Kamala Harris fuese tan contundente; además de la presidencia, logró la mayoría en el Congreso y la mayoría de gobernadores. La Corte Suprema ya estaba controlada por conservadores, gracias a los nombramientos del mismo Trump en su mandato anterior. La sensación que se vive en Brasil hoy es que nadie sabe qué vendrá, y por ende es muy difícil prepararse para adaptarse a los nuevos tiempos sin sucumbir.
Sorprendentemente, pocos días antes de las elecciones Lula mandó un mensaje a Harris diciendo que esperaba una victoria suya, lo que provocó críticas dentro del mismo PT de Lula. Y apenas se confirmó la victoria de Trumo, fue de los primeros mandatarios en enviarle un mensaje de felicitaciones, agregando que esperaba una etapa de diálogo.
Está en vilo el comercio entre los dos países, luego que Trump anunciara que recortará importaciones. Y todos se preguntan que sucederá con la relación con Venezuela y qué es lo que Trmup le exigirá al Brasil de Lula, luego de que vetara el ingreso venezolano a los BRICS.
Pero hay otros temas en discusión en la agenda bilateral Brasil-EEUU, como la cuestión ambiental, en medio de la idolatría que el libertario mandatario argentino Javier Milei le dedica a Trump, interviniendo en las relaciones entre ambos países, que son las dos mayores economías sudamericanas.
La conexión generacional es más determinante que la mera posición generacional, de la misma forma que la mera situación de clase no puede equipararse a una clase que se autoconstituye. La posición sólo contiene posibilidades potenciales que pueden hacerse valer, ser reprimidas, o bien modificarse en su realización al resultar incluidas en otras fuerzas socialmente efectivas. La mera contemporaneidad biológica no basta para constituir una posición generacional afín.
Si el mal desempeño de la izquierda brasileña en las elecciones municipales de 2024 genera un debate sobre la necesidad de su renovación y de comprensión de las dinámicas de las juventudes en el país, el fracaso electoral le brindará, al menos, una oportunidad para aprender y cambiar perspectivas.
Pero, si esto no sucede, vale recomendar a sus actuales dirigentes reflexionar sobre las palabras de Pepe Mujica pronunciadas en un reciente y conmovedor discurso ante los militantes del Frente Amplio: “Cuando mis brazos se vayan, habrá miles de brazos sustituyendo la lucha, y toda mi vida dije que los mejores dirigentes son los que dejan una barra que lo supera con ventaja”.
*Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la