PDVSA, en los vértices de la OPEP

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Einstein Millán Arcia|

Oculto en medio de la necesidad de algunos, subyace al acecho el aprovechamiento y la avaricia de otros. Es así como en la base primitiva y salvaje del ser, la lucha de los más aptos siempre juega un rol fundamental en la “aniquilación y distribución” de los restos de aquellos eslabones menos competitivos. Los más aptos se unen y se asocian, mientras que los más débiles siempre terminan siendo presa fácil de aquellos.

El escenario energético se ha reducido a un concierto de tres músicos, mientras que el resto se limita a la función de simple espectador y vedette. La OPEP se ha transformado en una estructura incongruente, donde su centro de atracción gravita sobre un solo miembro; Arabia saudita. Su interés ya no está centrado en la estabilidad del barril, sino en la influencia y el control geopolítico; en una herramienta de negociación política y hasta religiosa, y donde solo los más aptos se están beneficiando, mientras el resto se somete al vaivén de las olas producidas por las decisiones de estos tres músicos. Rusia y KSA junto a los EEUU se han adueñado del escenario energético y sin lugar a dudas, esa será un realidad por al menos el mediano plazo.

El precio de la avaricia de aquellos que defendían un barril que llegó US$150 y no contento con ello, pedían que llegase a US$200, facilitó el acceso a reservas antes costosas de desarrollar y que hoy amenazan con arrebatar mercados de las manos de los miembros menos aptos tanto política como tecnológicamente de la OPEP; entre ellos Venezuela.

Las grandes corporaciones energéticas están claras de la necesidad de  acelerar la monetización de esas reservas, que subyacen entrampadas en el subsuelo lo antes posible. Los principales productores están convencidos que el umbral de transferencia entre el uso de la energía fósil y la energía renovable está no más allá de 4 a 5 lustros de “distancia” y actúan consistentemente con dicho planteamiento.

Imagen relacionadaEs por ello que cansado del “unidireccionalismo” de la OPEP, Qatar acaba de anunciar su separación para Q1’2019. Un hecho sin precedente y que marcará pauta dentro del tablero energético en el corto plazo. Quienquiera que desprecie esta decisión desconoce lo que ha hecho grande a Qatar; el patriotismo de su gente. A pesar de ser dominantemente productor de gas con alrededor de 610.000 B/D de crudo actualmente, ese país, por cierto el más rico del planeta, es un monstruo en esencia.

Desde 2007 están acometiendo el megaproyecto IPC GTL (gas-to-liquid) más grande de mundo; el proyecto “Pearl”. Se estima que estará listo para 2022 y tendrá la capacidad de elevar el potencial de ese pequeño país hacia los 5.5 @ 6.0 MMBOED. Para entonces, esa capacidad de producción, lo colocará entre los primeros 4 productores del mundo, con el aliciente de una posición de inmejorable fortaleza geográfica y financiera. Su salida de la OPEP es en consecuencia un movimiento estratégico necesario, en preparación para su nuevo rol en el entablado energético, aparte que por la naturaleza misma de su producción, no necesariamente se justifica su permanencia en dicho cartel.

Rusia y KSA poseen en conjunto la capacidad de dominar cerca del 25% del consumo mundial Resultado de imagen para rusia petroleode crudo y alrededor del 28% de las reservas totales del planeta. Venezuela por el contrario solo aporta actualmente el 1.3% de dicho volumen, a pesar de poseer por si solo alrededor del 25% de las reservas probadas del orbe. Pero ese 25% de dominio sobre la oferta que poseen Rusia y KSA, posee también el potencial irrefutable de controlar no solo el comportamiento de precios del barril, sino también de ejercer influencia sobre aquellas economías energéticamente dependientes del hidrocarburo fósil, cosa que ese 1.3% de Venezuela ni remotamente esta en capacidad de lograr, aun a pesar de sus ingentes reservas de petróleo.

El dominio de los mercados está hoy más que nunca regido por la confiabilidad, la eficiencia, la productividad y el interés individualista de masificación del control geopolítico bajo el entendido de alianzas políticas y estratégicas “rentables”. En ese andamiaje, Venezuela a pesar de sus ingentes reservas, luce muy mal parada, limitando el uso de su industria y reservas, a la permanencia de identidades en el poder y no en convertirlas en multiplicadora de riqueza para el beneficio de todo un país.

El liderazgo de PDVSA hunde cada día más su ya esquelética producción, llevándolo a tomar medidas desesperadas, con poca o ninguna posibilidad de éxito. Bajo la filosofía de manejo actual no existe esperanza para que en el corto plazo, la tendencia de producción y costos operativos se revierta sustancialmente, sino por el contrario a continuar su ruta hacia la agudización o en el mejor de los casos, hacia su estancamiento. Con el inicio del plan introducido por Quevedo de reactivar pozos mediante empresas; algunas de maletín, dispersas geográficamente, no familiarizadas con los activos y que en esencia no son dolientes, ni responden por la salud de los yacimientos, procesos e infraestructura, el escenario de costos y volumen se tornará sin lugar a dudas de mayor gravedad.

La diferencia entre Venezuela, Rusia y KSA es que estas dos últimas han aprendido que sus países e industria petrolera, no pueden correr el riesgo de depender de la renta del barril, sino de la rentabilidad y eficiencia en el manejo de sus operaciones y finanzas, cosa que el gobierno Venezolano y PDVSA están a años luz de entender y lograr. Mientras a KSA (SaudiAramco) y Rusia (Rosneft) les cuesta producir sus barriles menos de US$3 y US$10 respectivamente, a PDVSA, en el trópico, bajo una condición geográfica y climatológica incomparable, y de paso pagando salarios de hambre, producir un barril de crudo equivalente le estaría constando hoy día entre US$24 y US$26.

Las reservas hidrocarburíferas criollas son una verdadera espada de Damocles para Venezuela. PDVSA no ha sabido incorporarlas como potencial, desarrollarlas y menos sostener su crecimiento. Luego de la nacionalización el factor de reemplazo de reservas fue primordialmente negativo; es decir, se producía más de lo que se sumaba como reservas frescas, salvo algún paréntesis entre 1982-1987, cuando las reservas pasaron de unos 19 MMMBbls a 58 MMMBbls. Luego de allí, por más de una década “la PDVSA meritocratica” fue sumamente tímida en la incorporación de reservas a pesar del ingente gasto en exploración, volviendo a mostrar fundamentalmente reemplazo negativo de reservas hasta el entorno de 1996-1998 cuando topan los 76 MMMBbls.

Luego de 2004 y más allá de algunas contradicciones y tecnicismos involucrados en la determinación de las mismas, nuestras reservas de crudo por cierto hoy reconocidas por la OPEP, crecen de forma importante en exceso 300 MMMBbls. Sin embargo, luego de 2012 su evolución ha sido sumamente tímida y a menudo negativa, producto del efecto combinado de la escasa experticia, ausente tecnológica y marcada desinversión. Contradictoriamente, esa masiva incorporación de reservas lejos de haber significado una bendición para el país, se ha tornado en instrumento de su propia destrucción. No por las reservas en si, sino por las estrategias que conllevaron a la actual coyuntura que amenaza y asfixia a PDVSA.

Una PDVSA donde la producción se ha reducido a menos del 36% respecto a 2008, las importaciones de crudo y productos se han catapultado más de 10 veces desde 2005, donde el nivel de operatividad aguas abajo no supera el 33% de su capacidad total, donde la eficiencia operativa se ha derrumbado a menos del 35% desde 2008 cuando promediaba más del 90%, donde su organización yace desmoralizada y con salarios de hambre, donde su liderazgo gravita en torno a la corrupción, y donde no existe cultura corporativa alguna.

*Petróleo y Gas “Upstream”/ Estudios de Especialización a nivel de doctorado en flujo de fluido en medios porosos – The University of Oklahoma, 1991 / Master of Science Petroleum Engineering – The University of Oklahoma, 1990 / Ingeniero de Petróleo Universidad de Oriente, 1979).