Paraguay, sin solución a los problemas sociales

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HEDELBERTO LÓPEZ BLANCH | Las elecciones presidenciales efectuadas en Paraguay el pasado 21 de abril, en los que solo tuvieron facilidades para participar las fuerzas de derecha, enraizadas en ese país desde hace casi un siglo, lejos de resolver los graves problemas sociales y económicos que sufre la población, los incrementarán.

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Como era de esperar, salió ganador Horacio Cartes, candidato por la Asociación Nacional Republicana (ANR) del tradicional Partido Colorado que llevó más de 60 años en el poder dirigido por Alfredo Stroessner.

Cartes es el tercer hombre más rico de Paraguay, dueño de 26 empresas donde están prohibidas las organizaciones sindicales mientras medios de comunicación lo acusan de irregularidades relacionadas con lavado de dinero. Para llevar adelante su campaña, escogió como asesor a Francisco Cuadra, ex portavoz y ministro del dictador chileno Augusto Pinochet.

En discursos de pre campaña, el nuevo presidente paraguayo defendió el “orden y progreso” que llevó a esa nación la dictadura de Stroessner (1954-1989).

Se le considera como el arquitecto del golpe de Estado parlamentario que derrocó en junio del pasado año al presidente Fernando Lugo que había sido elegido democráticamente el 20 de abril de 2008.

Las elecciones fueron convocadas por las mismas fuerzas que provocaron el golpe contra el presidente constitucional Fernando Lugo. Se denunció una constante corrupción durante toda la campaña electoral por los dos principales partidos, el Colorado y el Liberal cuyos dirigentes confiesan haber invertido millones de dólares sobre todo en la compra de votos.

Paraguay clasifica como una de las naciones con más desigualdad en América Latina y según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) 10 % de las familias más ricas acaparan 60 % del Producto Interno Bruto (PIB).

Datos de la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censo, informó que más de la mitad de la población está sumida en la pobreza (fuentes nacionales independientes aseguran que es el 80 %) y el 25 % en extrema indigencia.

La distribución de la tierra tiene visos inauditos pues el Censo Agrícola efectuado en 2008, antes de que Lugo llegara a la presidencia, mostraba que 3 % de la población concentra 88 % de todas las tierras del país.

Por tanto la población no tiene los medios necesarios para lograr un nivel de consumo mínimo que le permita resolver sus necesidades básicas.
Con una población de alrededor de 6 500 000 habitantes, la nación sudamericana tiene una tasa de desempleo de 18 % y cerca de 25 % solo encuentran trabajos ocasionales por pocas horas al día.

Uno de los mayores reclamos de las organizaciones campesinas es que se realice una mejor distribución de las tierras pues 350 000 familias carecen de estas, mientras 351 latifundistas poseen 9,7 millones de hectáreas.

Muchos campesinos han sido reprimidos y encarcelados por solo realizar esos reclamos como sucedió el 15 de junio de 2012 cuando murieron 11 campesinos y seis policías, hecho que desencadenó la injustificada destitución del presidente constitucional.

En los cuatro años de gobierno de Lugo, la economía creció como en 2010 y 2011 que llegaron a 14,5 %, con expansión en los sectores comercial, industrial y de la construcción.

Durante su período de mandato los programas sociales de atención a las familias en situación de extrema pobreza aumentaron de 14 000 a 120 000 núcleos.

Resultó especial en ese período que todos los ciudadanos, sin exclusión social, se beneficiaran de la atención gratuita de la salud que incluían consultas ambulatorias, medicamentos y hasta intervenciones de alta complejidad en hospitales públicos.

Se inició la educación pública con la distribución de computadoras portátiles a los estudiantes de primaria, se incluyó la merienda y la entrega de un equipo completo escolar por primera vez en la historia paraguaya.

En la continuación de las mejoras sociales, miles de ciudadanos recibieron ayudas económicas y alimentarias mediante el plan Tekopora.

Esos logros no eran bien visto por la potente oligarquía que durante decenios se enraizó en el país y que controla no solo abundantes extensiones de tierra, sino también los principales industrias y comercios, respaldados por un engrasado y amplio mecanismo político.

Tras la destitución de Lugo y la inmediata asunción al poder del entonces vicepresidente Federico Franco, pasaron a planos inferiores las agendas públicas para abrir paso a las demandas de la minoría criolla que controla el poder político y económico.

Se impulsaron las privatizaciones, la expansión de los feudos agropecuarios y la utilización de semillas genéticamente modificadas como modelo de desarrollo rural lo cual fue apoyado por las grandes transnacionales agropecuarias para la exportación de sus dos principales productos: soya y carne.

Ahora con la llegada de Horacio Cartes al poder, Paraguay podrá abrirse un poco más al mundo que le había cerrado las puertas tras el golpe de Estado parlamentario, pero seguirá lejos de los vientos de soberanía e independencia económica que recorren a la América Latina.

Para muchos analistas, los paraguayos tendrán más de lo mismo: neoliberalismo, privatizaciones y reducción de programas sociales al estilo de lo que hoy ocurre en los países de la Unión Europea.