Panorama Económico Latinoamericano – del 10 al 17 de enero de 2024

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Economía argentina a la deriva: Castas ganadoras y mayorías perdedoras

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Jorge Marchini*

Ocurre habitualmente en todo el mundo. Especialistas, columnistas y hasta astrólogos se animan a lanzar pronósticos sobre la perspectiva de las economías de sus países para todo el año, aunque la realidad luego no coincida con las previsiones sino en forma aproximada. En la Argentina todo es más incierto: nadie se anima a hacer previsiones siquiera para las próximas semanas. En pocos días de gobierno, la gestión “a todo o nada” de Javier Milei se ha basado en un desenfreno fanático del proclamado anarco-capitalismo para desestructurar el Estado y la sociedad.

Lo ha llevado adelante en paralelo con muestras de incapacidad, improvisación e incoherencia que han comenzado rápidamente a provocar más incertidumbre y desconcierto, aun a sus propios votantes. Se diluye la supuesta luna de miel de los primeros 100 días de un nuevo gobierno, pero también la excusa siempre repetida de la herencia recibida para justificar estar peor y desequilibrar más aún la economía.

Los dislates de los mamotretos del decreto de necesidad y urgencia y el proyecto de Ley Ómnibus no ocultan el propósito de desarticulación social y de beneficiar a sectores específicos.

Las medidas puestas en marcha y las planteadas al Congreso benefician desembozadamente intereses financieros (bancos, evasores impositivos), grandes exportadores (comercializadoras de granos, mineras, petroleras, pesqueras), empresas monopólicas (servicios públicos), grupos con posición dominante (cadenas de supermercados), empresas prebendarias (Techint, armadoras de Tierra del Fuego) y proveedores e inversores del exterior (anulación de la Ley de Compre Argentino, liberalización de venta de campos a extranjeros y menciones desembozadas para favorecer a empresas del súper-millonario Elon Musk ). En tanto, dan un duro golpe a las condiciones de vida de la mayor parte de la población y a actividades que dependen del mercado interno. Hay castas ganadoras y una mayoría del país perdedor.

Aspiración a empeorar

Con la excusa del “ajuste fiscal necesario” se ha provocado una devaluación inflacionaria gigantesca e injustificada del peso, el aumento de tarifas, la caída abrupta de salarios, jubilaciones y partidas sociales por congelamiento; todo esto conllevando el propósito proclamado de un shock inflacionario y recesivo profundo de largo plazo para “ser como Irlanda dentro de 45 años”. Milei hace mérito del sacrificio social y la ortodoxia ideológica, pero al mismo tiempo muerde la cola con sus propias medidas:

  • Ahonda el desequilibrio fiscal inmediato y en perspectiva al hacer mucho más oneroso el pago de la deuda pública al provocar una mega devaluación sobredimensionada (over-shooting). Los compromisos financieros llevan a descomponer más las cuentas públicas, al estar el endeudamiento nominado en su mayor parte en moneda extranjera (264.200 millones de dólares, que representan el 62% del total de la deuda pública a fines de noviembre de 2022) y la recaudación del Estado en pesos en un marco recesivo provocado que generará menos ingresos impositivos, pese al aumento de tributos internos al consumo y al comercio exterior. El mayor gasto financiero no podrá ser compensado con los recortes del gasto público corriente y de obras públicas.
  • Prevé sumar más endeudamiento dolarizado con emisión de nuevos títulos por decenas de miles de millones de dólares, por el endoso de la deuda del Banco Central en pesos con bancos al Tesoro Nacional y pagos de deudas por importaciones en muchos casos sospechadas de maniobras ilegales (sobrefacturación, precios de transferencia).
  • Anuncia que libera el comercio exterior y elimina licencias previas a las importaciones (SIRA) por un sistema de información simple (SEDI), pero al mismo tiempo no dispone el Banco Central de divisas para pagos a cambio oficial. Ante la escasez de reservas no establece prioridades explícitas ni un sistema transparente para su acceso, lo cual genera mayor incertidumbre y da lugar a la arbitrariedad en su concesión.
  • Por infantilismo ideológico, se ha renunciado a la membresía del país al grupo de los BRICS, que incluye mayores compradores de exportaciones argentinas, “ya que muchos ejes de la política exterior actual difieren de la anterior”. La decisión ha derivado en la suspensión por parte de China del refuerzo equivalente a 6.500 millones de dólaresdel crédito recíproco (swap) negociado en octubre pasado, luego de haberse utilizado su primer tramo para pagos de importaciones y financieros.
  • Compró la ilusión de un apoyo financiero multimillonario externo que vendría de la mano de mostrar al mundo su compromiso de ajustes económicos y una vocación capitalista pro-occidental incondicional. El nombramiento del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, se vinculó a que conseguiría créditos inmediatos por decenas de miles de millones de dólares, lo que no ha ocurrido. En tanto, el mayor acreedor del país, el FMI, avala en forma general las medidas antipopulares de Milei-Caputo, pero el carácter de la misión en estos días pone en evidencia la desconfianza en la viabilidad de sustentabilidad del gobierno y en la nula disposición a brindar más “fondos frescos” a la Argentina, pese a reconocer que el acuerdo vigente “está caído”.

La sociedad no es pelele

Por vía de provocar una fuertísima inflación y caída de la actividad económica (su referencia a la estanflación), Milei apunta a ahondar la caída de los ingresos de quienes viven en pesos, aspirando a que, a falta de argumentos e ilusiones de mejoramientos inmediatos, el mayor desempleo y por ende el temor particular a perder el trabajo actúe como elemento disciplinador. Aspira a seguir adelante con su estrategia de estabilización fiscal y monetaria con un reordenamiento legislativo y social salvaje.

El juego de “todo o nada” puede quedar empantanado por sus propias medidas en un círculo vicioso de mayor endeudamiento, inflación, devaluación, cierre de fuentes de trabajo y crecimiento de la marginalidad, como repetidamente ha ocurrido en la Argentina, pero sobre todo por la oposición de la sociedad a tanto disparate y decadencia.

El comienzo de la reacción de la sociedad ante la magnitud de la agresión inflacionaria y recesiva provocada e incentivada por el gobierno libertario ha comenzado más rápidamente y con mayor dignidad que lo que esperaba la actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, al anunciar el protocolo contra las manifestaciones de la oposición.

Paradójicamente –ironías de la historia–, sí parece cumplirse su anticipo de octubre pasado, cuando Bullrich se presentaba como candidata presidencial de Juntos por el Cambio, aparentemente opositora a Milei. Afirmaba entonces en redes sociales que la “inestabilidad emocional” con que Milei “había diseñado su programa y sus propuestas” conllevaba “la idea de prometer reformas profundas sin tener poder político, sin tener legisladores ni gobernadores”.

Empiezan a percibirse rápidamente las consecuencias del descalabro en la realidad. Buena parte de la sociedad puede haber estado confundida a la hora de votar a quien prometía “combatir a la mafia política” y ahora, ya en el gobierno, la avala y sobredimensiona. Pero el pueblo argentino no es tonto: aprende, sabe y puede responder. Es que siempre las conductas y las experiencias enseñan mucho más rápidamente que lo que suponen quienes engañan por intención o perversión.

* Profesor Titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Coordinador para América Latina del Observatorio Internacional de la Deuda, investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

Los precios mundiales de los alimentos cayeron un 13,7% en 2023, según la FAO

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Los precios mundiales de los alimentos bajaron un 13,7% en 2023 respecto al año anterior, con una marcada caída de los aceites vegetales y los granos, informó el viernes la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El índice de precios de los alimentos de la FAO, que mide la variación de los precios internacionales de una canasta de productos básicos, disminuyó un 15,4% en el año para los granos “a raíz del buen abastecimiento de los mercados mundiales”, contrastando con la subida de precios de 2022 vinculada a la guerra en Ucrania.

Sin embargo, los precios del arroz registraron un aumento anual del 21% en 2023, debido en gran parte a la preocupación del efecto del fenómeno meteorológico El Niño y a las consecuencias de las restricciones a la exportación impuestas por India.

La mayor caída correspondió a los aceites vegetales, cuyo índice de precios disminuyó un 32,7% en el año respecto a 2022.

Este descenso continuó en diciembre, especialmente por la caída de los precios del aceite de soja “a consecuencia de la desaceleración de la demanda del sector del biodiésel, así como de la mejora de las condiciones meteorológicas en algunas partes de las principales regiones productoras del Brasil”, precisó la FAO.

El azúcar fue el único producto que escapó al descenso anual general con un aumento del 26,7% en el año, aunque ha empezado a disminuir: en diciembre, el índice bajó un 16,6% respecto a noviembre, alcanzando su “nivel más bajo de los últimos nueve meses”.

El desplome de los precios del azúcar “obedeció principalmente al ritmo dinámico de la producción en el Brasil” y a “la decisión del gobierno de la India de limitar el uso de caña de azúcar para la producción de etanol”, añadió la FAO.

 

Bolivia avanza en la sustitución de importaciones

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Con la industrialización de los recursos naturales y materias primas, Bolivia avanza en la sustitución de importaciones y ya arroja “resultados claros y concretos”, según el Viceministerio de Comercio Exterior e Integración.

El viceministro de esa cartera de Estado, Benjamín Blanco, reveló que, de enero a octubre de 2023, respecto al mismo periodo de 2022, el volumen de las importaciones de alimentos y bebidas redujo un 4%, es decir que se compró del mercado externo 18.695 toneladas (t) menos.

Se trata de “un resultado concreto de sustituir las importaciones con producción local”. Al décimo mes del año, por ejemplo, redujeron las compras externas de harina de trigo, pastas, arroz y manzanas, entre otros alimentos, explicó.

La industrialización con sustitución de importaciones es uno de los 10 ejes del Plan de Desarrollo Económico y Social (PDES) 2021 – 2025. Esta política tiene el fin de “impulsar nuevas industrias de productos estratégicos orientadas a la sustitución de importaciones, que permitan reducir la dependencia de la producción externa”.

Baja importación en 200 tipos de productos

De acuerdo con Blanco, en 2022, Bolivia redujo importaciones en más de 658.000 toneladas en unos 200 productos de rubros como alimentos y bebidas, resultado de la política de industrialización con sustitución de importaciones y el fortalecimiento de la producción.

Los datos revelan que en 2022 disminuyeron las importaciones de harina de trigo en más de 300.000 toneladas; de grano de trigo en casi 100.000 toneladas; de papa en 16.000 toneladas; de arroz en 15.000 toneladas; de jugos de frutas en 12.000 toneladas; y de productos con base en cereales, en 5.000 toneladas.

Además “hemos dejado de importar unas 10.000 toneladas de productos lácteos”, resaltó.

“Los avances, los resultados, son bastante claros, se ha tenido sectores estratégicos en lo que es la sustitución de importaciones (…). Bolivia tiene la capacidad de producir, además, con importantes inversiones a nivel estatal”, remarcó.

Según la autoridad, con la industrialización y las medidas de apoyo a la producción nacional, el Gobierno proyecta que Bolivia sustituya importaciones de al menos un millón de toneladas de alimentos y bebidas al 2025.

Producción propia de fertilizantes

Pero el país no sólo sustituye importaciones de alimentos y bebidas, sino también de fertilizantes, como la urea, cloruro de potasio y NPK. Este tercero, gracias a la puesta en marcha, en octubre, de su planta instalada en Cochabamba.

La planta NPK, de producción de fertilizantes granulados, tiene una capacidad de producción de unas 60.000 toneladas por año y garantiza cubrir el 100% de la demanda interna de este tipo de fertilizante.

A la producción de esta factoría se suma la urea, fabricada en la planta de Bulo Bulo, también en Cochabamba.

Los datos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) dan cuenta de que el 99% del total de la urea consumida en Bolivia es de producción de esta factoría, lo que significa que la importación del fertilizante se sustituye casi en su totalidad en el país.

Por otro lado, está el cloruro de potasio, otro agrofertilizante que Bolivia produce actualmente en su planta industrial, instalada en Potosí, a cargo de la empresa Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB).

Además de fertilizantes, el país también sustituye importaciones de envases de vidrio mediante la planta industrial ubicada en Chuquisaca, de la empresa estatal Envases de Vidrio de Bolivia (Envibol).

Sólo hasta mayo de este año, esta industria logró sustituir importaciones por $us 19,4 millones.

El analista económico Martín Moreira explicó a la ABI que, con sus plantas estratégicas, Bolivia ahora es soberana en producción de fertilizantes, pues además de abastecerse puede exportar a países de la región.

Ahora “Bolivia está potencializándose (…). Estamos empezando a dar valor agregado a nuestras materias primas y eso es lo importante (…). Estamos implementando la industrialización una vez que se termine esta fase vamos a saltar al tema tecnológico y servicio”, auguró.

Aplauden la puesta en marcha de la planta NKP

Con la puesta en marcha de la planta NPK y mediante un convenio sellado durante diciembre, el municipio de El Puente podrá adquirir el agrofertilizante para mejorar la producción de sus cultivos de cebolla, ajo, papa y otros.

La alcaldesa de El Puente, Sara Armella, resaltó que, con la nueva factoría estatal, los agricultores del municipio acceden “con más facilidad” a NPK para mejorar sus cultivos y de ese modo garantizar la seguridad alimentaria.

“Nuestro municipio es netamente rural, productivo, y para el cual va a ser importante el tema de estos abonos, porque van a permitir mejorar el tema de la producción agrícola”, destacó la burgomaestre.

Por su lado, la Asociación de Horticultores y Fruticultores de Santa Cruz (Asohfrut) proyecta incrementar su producción de hortalizas y frutas con los abonos (urea de liberación controlada y fertilizantes compuestos) producidos por esta nueva planta cochabambina.

 

Pagos de deuda de países del Sur alcanzan cifras récord

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El año pasado los pagos de capital e intereses por las acreencias alcanzaron cifras récord en los países en desarrollo, lo que afecta su disponibilidad de recursos para inversiones y compromisos sociales como educación, salud y vivienda.

Los países en desarrollo destinaron en 2022 una cifra récord al pago de su deuda externa pública o con garantía pública, 443 500 millones de dólares, debido al mayor aumento de las tasas de interés en cuatro décadas, señaló el último informe sobre la materia del Banco Mundial. Indermit Gill, economista jefe y vicepresidente sénior del Grupo Banco Mundial, dijo que “los niveles de deuda sin precedentes y las altas tasas de interés han llevado a que muchos países hoy se encaminen hacia un escenario de crisis en el futuro”.

“Cada trimestre que las tasas de interés se mantienen altas, más países en desarrollo se ven afectados y se enfrentan a la difícil decisión de elegir entre pagar la deuda pública o invertir en salud pública, educación e infraestructura”, observó Gill.

En su opinión, los gobiernos deudores, los acreedores privados y oficiales, y las instituciones financieras multilaterales requieren “mayor transparencia, mejores herramientas para la sostenibilidad de la deuda y mecanismos de reestructuración más ágiles”, pues “la alternativa es otra década perdida”.

El Informe sobre la Deuda Internacional comienza por señalar que el volumen de la deuda externa de los países de ingresos bajos y medianos alcanzó en 2022 los nueve  billones (millones de millones) de dólares, un leve descenso desde los 9,3 billones que adeudaban en 2021.

La disminución se debió a flujos de deuda negativos (desembolsos menos reembolsos de principal o capital de la deuda), y a la apreciación del dólar estadounidense frente a otras monedas importantes en las que está denominada la deuda externa de los países de ingresos bajos y medianos.

Ese volumen de deuda en los países de ingresos bajos y medianos representa 89 % de sus ingresos por exportaciones y 24 % de su producto interno bruto (PIB).

“Cada trimestre que las tasas de interés se mantienen altas, más países en desarrollo se ven afectados y se enfrentan a la difícil decisión de elegir entre pagar la deuda pública o invertir en salud pública, educación e infraestructura”: Indermit Gill.

En el caso de América Latina y el Caribe, el inventario total de su deuda externa suma casi dos billones (1989 000 millones) de dólares, equivalentes a 132 % de sus ingresos por exportaciones y 40 % de su PIB.

En el conjunto mundial de países de ingresos medianos y bajos, el año pasado los pagos del servicio de la deuda –amortización de capital e intereses- aumentaron cinco por ciento respecto de 2021 en todos los países en desarrollo.

En 2022, los 75 países que pueden recibir financiamiento de la Asociación Internacional de Fomento (AIF, institución del Banco Mundial que brinda apoyo a los países más pobres) pagaron un monto sin precedentes de 88 900 millones de dólares en concepto de costos del servicio de la deuda.

En la última década, los pagos de intereses realizados por estos países se cuadruplicaron hasta alcanzar un récord de 23 600 millones de dólares en 2022.

Y según el informe, se espera que en 2023 y 2024 los costos generales del servicio de la deuda de los 24 países más pobres aumenten considerablemente en hasta 39 %.

El banco considera que aumento de las tasas de interés ha intensificado las vulnerabilidades derivadas de la deuda en todos los países en desarrollo.

Tan solo en los últimos tres años se han producido 18 casos de cesación de pago en 10 países en desarrollo, lo que supera la cifra registrada en las dos décadas anteriores.

En la actualidad, alrededor de 60 % de los países de ingreso bajo muestran un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya se encuentran en esa situación.

El pago de intereses consume una parte cada vez mayor de las exportaciones de los países de ingreso bajo, y más de un tercio de su deuda externa incluye tasas de interés variables, que podrían subir repentinamente.

Muchos de estos países enfrentan una carga adicional: el capital, los intereses y las comisiones que se acumularon a cambio del privilegio de suspender el servicio de la deuda en el marco de la Iniciativa de Suspensión del Grupo de los 20 (G20, las mayores economías industrializadas y emergentes).

La apreciación del dólar estadounidense agrava las dificultades y hace que a los países les resulte aún más costoso realizar los pagos. En estas circunstancias, un nuevo aumento de las tasas de interés o una fuerte caída en los ingresos de exportación podrían llevarlos al límite, según el análisis del banco

Y a medida que los costos del servicio de la deuda han aumentado, han disminuido las nuevas opciones de financiamiento para los países en desarrollo.

Así, en 2022 los nuevos compromisos de préstamos externos con entidades públicas y con garantía pública de estos países se redujeron 23 %, hasta alcanzar los 371 000 millones de dólares, el nivel más bajo en una década.

Los acreedores privados se abstuvieron en gran medida de otorgar crédito a los países en desarrollo y recibieron 185 000 millones de dólares más en reembolsos de capital que lo que desembolsaron en préstamos.

Esa fue la primera vez desde 2015 que los acreedores privados recibieron más fondos que los que destinaron a los países en desarrollo.

Entre 2021 y 2022, los nuevos bonos emitidos por todos los países en desarrollo en los mercados internacionales se redujeron más de la mitad y las emisiones de los países de ingreso bajo cayeron más de 75 %.

La nueva emisión de bonos que realizaron los países habilitados para recibir fondos de la AIF se redujo más de 75 %, a 3100 millones de dólares.

El informe reivindica que las entidades multilaterales contribuyeron en 2022 a cerrar la brecha, proporcionando 115 000 millones de dólares en nuevo financiamiento de bajo costo para los países en desarrollo, de los cuales casi la mitad provino del Banco Mundial.

 

Chile, financiamiento 2024: cerca de 90% de emisiones serían en moneda local

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Verónica Reyes

El Ministerio de Hacienda informó que, durante 2024, colocará bonos de Tesorería por un monto máximo equivalente a US$16.500 millones, lo que incluye recursos para amortizar deudas contraídas anteriormente por aproximadamente US$3.800 millones. De esta manera, el endeudamiento neto rondaría los US$12.700 millones.

Según detalló la Oficina de Manejo de la Deuda Pública del Ministerio de Hacienda, el plan considera modificar la composición de moneda de la deuda disminuyendo gradualmente la participación de la denominada en moneda extranjera, la cual aumentó durante los años de pandemia, incrementando la sensibilidad del stock de deuda a la volatilidad cambiaria.

“Por ello, alrededor de un 90% de las nuevas emisiones estarán expresadas en moneda local. Se espera terminar 2024 con un stock de deuda compuesto en un 66% de moneda local y un 34% de moneda extranjera. Al cierre de 2023, la proporción era 64,3% y 35,7%, respectivamente”, indicó Hacienda en un comunicado.

Para las operaciones en moneda local, el programa contempla emisiones de Letras por alrededor de US$2.500 millones, las cuales ocupan margen de endeudamiento.

“Cabe recordar que, en base a la autorización contenida en la Ley de Presupuestos, las obligaciones emitidas en 2024 y que sean amortizadas en el mismo ejercicio presupuestario, no ocupan margen de endeudamiento. De esta forma, adicionalmente, podrían emitirse Letras con vencimiento en el mismo ejercicio”, añadió Hacienda.

Del resto de endeudamiento local, aproximadamente un 52% se emitiría en pesos y un 48% en UF. Una porción de este monto sería emitida en formato book-building (construcción de libro de órdenes) que permite que los extranjeros puedan participar de manera más directa, en fechas que se informarán antes de su ejecución.

En su comunicado, Hacienda afirmó que el programa de emisiones 2024 “procurará, tal como se ha hecho en los últimos años, reforzar puntos específicos de las curvas en pesos y UF, con el objetivo de definir bonos benchmark (de referencia) permitiendo al mercado local contar con mejores referencias y así fomentar la liquidez en ambas monedas”.

Endeudamiento con características de sostenibilidad

Ante el compromiso con las temáticas Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG por sus siglas en inglés), el fisco continuará reforzando sus emisiones “con características verdes, sociales y sostenibles en formato de Use of Proceeds pudiendo también incluir emisiones vinculadas a Sostenibilidad (SLB, en inglés), con indicadores de desempeño, como se hizo en 2022 y 2023”.

Se espera que la participación de instrumentos ESG se ubique en torno al 38% del stock en 2024 respecto del 36,1% del cierre de 2023.

Operaciones de Intercambio y recompra

En 2024, mencionó Hacienda, se contempla “continuar las operaciones de intercambio y recompra en el mercado local, tanto mediante operaciones de intercambio, así como a través de recompras contra caja y emisiones subsecuentes”.

En línea con la estrategia seguida durante el último trimestre de 2023, este programa buscará ofrecer instrumentos financieros de referencia para apoyar la liquidez y profundidad del mercado, a cambio de instrumentos que han dejado de ser referencia; administrar los vencimientos cercanos mediante su refinanciamiento y aumentar la duración promedio del stock de deuda pública, reduciendo los riesgos asociados al refinanciamiento.

En 2023, estas operaciones totalizaron recompras por US$1.710 millones equivalentes, fundamentalmente centradas en instrumentos cuyos vencimientos ocurrían en los años 2025 (US$287 millones) y 2026 (US$1.065 millones).

Asimismo, en estas operaciones se emitieron reaperturas de los bonos de referencia denominados en pesos y en UF, con vencimientos sobre los diez años, lo que permitió además extender la duración promedio de la deuda.

“Estas operaciones no ocupan margen de endeudamiento”, comentó el Ministerio de Hacienda.

Por último, la repartición de Gobierno sostuvo que todas estas operaciones están sujetas a los trámites y autorizaciones legales respectivos. “Asimismo, podrían estar sujetos a modificaciones en caso de que hubiese cambios en las condiciones de mercado y/o en las necesidades de financiamiento del gobierno, todo lo cual se informará oportunamente”, puntualizó.

 

Pemex: rescate histórico

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Editorial de La Jornada

El presidente Andrés Manuel López Obrador y el director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), Octavio Romero Oropeza, presentaron los avances en la recuperación de la empresa del Estado y en las perspectivas de alcanzar la soberanía energética. Romero informó que el procesamiento y refinación de hidrocarburos ha aumentado a más del doble de lo que se registraba al inicio del sexenio, al pasar de 519 mil barriles en noviembre de 2018 a un millón 764 mil en 2023. Por su parte, la producción de gasolinas ha pasado de 300 mil barriles diarios en noviembre de 2018 a 655 mil barriles en 2023, y se espera que en 2024 aumente a un millón 46 mil barriles, con lo que se estará muy cerca de la autonomía en este rubro estratégico.

El mandatario enfatizó la importancia de rehabilitar las refinerías que fueron dejadas en completo abandono por las administraciones anteriores, de haber adquirido la planta de Deer Park, Texas, y de la construcción de la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco, la primera instalación de este tipo erigida en el país en cuatro décadas. Como señaló, de haberse proseguido la política entreguista de vender materias primas e importar combustibles procesados, la población tendría que pagar gasolinas a entre 28 y 35 pesos y no a los 22 a 24 que cuesta el litro de la regular. Es una obviedad, pero la desinformación propagada por muchos medios obliga a recordar que las alzas en las gasolinas no sólo afectan a los dueños de automóviles, sino también a quienes usan transporte público y a todos los habitantes, puesto que el precio de los combustibles impacta en el costo del transporte y, por ende, en todas las mercancías.

La recuperación de la empresa más grande del país es significativa en sí misma, por lo que representa para la soberanía nacional, por sus beneficios para las finanzas públicas y, como se mencionó, por mantener el bolsillo de los consumidores relativamente a salvo de los vaivenes en el mercado mundial, pese a la regresiva contrarreforma aprobada por dos de los partidos que hoy integran la coalición denominada Fuerza y Corazón por México. Lo más destacable de este rescate es que se haya logrado pese a la pesada carga de la deuda heredada por los gobernantes neoliberales: como dio a conocer la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), 13.4 de cada 100 pesos que ingresa el gobierno federal se tienen que destinar al pago de intereses de la deuda pública, lo cual supone un lastre a las finanzas del Estado y a su capacidad de desplegar políticas que favorezcan a la población. Debe remarcarse que se trata de un mal con el que el gobierno de López Obrador debe lidiar sin haberlo causado: en lo que va del actual sexenio la deuda pública como porcentaje del PIB ha crecido 3 por ciento, mientras en los primeros cinco años del calderonato se disparó en 78 por ciento, y en el mismo periodo del peñato subió 44 por ciento.

En suma, cabe congratularse por el rescate de la compañía que más ha aportado a México en toda su historia, así como reconocer que un avance de semejante relevancia se haya producido pese a las adversidades legadas del periodo neoliberal y a circunstancias fuera del control de las autoridades, como la pandemia de covid-19 y la consecuente crisis global. Sólo queda desear que el siguiente gobierno refuerce y profundice los logros alcanzados, usándolos como impulsores del desarrollo nacional.

Panorama internacional

 

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Pronóstico para 2024: estancamiento, elecciones e IA

Michael Roberts

El año 2023 terminó con el mercado bursátil estadounidense alcanzado un máximo histórico.

Los mercados financieros y los economistas ortodoxos respiraron aliviados al comprobar que la economía de EE UU no hubiera entrado en recesión; es decir que la producción nacional no encadenó dos trimestres consecutivos de contracción. Sin embargo, a pesar de que la Reserva Federal incrementase su tipo de interés al nivel más alto en los últimos quince años (el crecimiento real de política monetaria a un máximo de 15 años) el PIB real de EE UU aumentó entre un 2,0 y 2,5 %, ligeramente superior al de 2022. Al mismo tiempo, la tasa de inflación para el consumidor cayó del 8 % en 2022 al 4,3 % en 2023, con la última cifra en sólo un 3,1 %. El desempleo se situó en el 3,6 %, similar al de 2022, aunque existen señales de que aumentó en los últimos meses.

Índice S&P 500- EE UU

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Así pues, el consenso de las previsiones económicas al inicio de 2023 se ha demostrado erróneo. Como escribí en mi pronóstico para 2023 titulado La caída inminente: “parece que la mayoría de las previsiones más importantes están de acuerdo: se avecina una recesión para el 2023, si bien las mismas no muestran su profundidad y las regiones a las que afectará”.

Pero como escribí en artículos previos, la referencia del PIB resulta un tanto atípica si se toma en cuenta la actividad económica basada en la renta nacional bruta. Ya que no se ha dado ningún crecimiento en el ingreso nacional real (es decir, las ganancias más los salarios). Si tomamos en cuenta estas dos tasas, el crecimiento económico de EEUU ha sido, aproximadamente, la mitad de la tasa del PIB y considerablemente más bajo que en 2022.

Promedio del PIB y de la Renta Nacional (Porcentaje de crecimiento anual)

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¿Por qué esa diferencia tan significativa en 2023? La principal razón es que el crecimiento del PIB no se ha traducido en un incremento de las ventas y los ingresos al mismo tiempo, sino que se ha dado una acumulación de los bienes producidos. De hecho, la industria manufacturera estadounidense está sumida en la más larga recesión de estas dos últimas décadas. La actividad en el sector manufacturero se ha venido debilitando a lo largo de 13 meses consecutivos; la racha más larga desde 2002 según las encuestas realizadas a los directores de compras por el Instituto de Gerencia y Abastecimiento.

Índice de gestores de compra (PMI) en EE UU  (por debajo de 50 =, contracción)

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De hecho, si se tiene en cuenta la inflación de los precios de los productos en las tiendas y en internet, el volumen de ventas minoristas en EE UU es inferior al de 2022.

Volumen de ventas minoristas en EE UU (Porcentaje de variación anual)

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Y la producción manufacturera también está cayendo.

Caída de empresas (Producción manufacturera, variación en relación al año anterior)

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En EE UU, sólo el gran sector de los llamados servicios ha conocido una expansión. Y en este sector, el más rápido crecimiento se ha dado en la sanidad, la educación y, obviamente, en la tecnología. La tecnología se disparó en 2023 a medida que se multiplicaban las subvenciones gubernamentales para la industria tecnológica. La Ley de reducción de la inflación (The Inflation Reduction Act) ofrecía incentivos fiscales para los fabricantes de equipos de energía renovable y la compra de vehículos eléctricos. La ley de Chips [semiconductores] y Ciencia, incluía 39 000 millones de dólares en subsidios para los fabricantes de semiconductores.

El giro radical de las grandes tecnológicas en 2023
Valor de mercado conjunto de Alphabet, Amazon, Apple, Meta & Microsoft

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El gasto en la construcción manufacturera (sobre todo en la Tecnología de Información) aumentó casi un 40 % en 2022 y ha aumentado otro 72 % en los 10 primeros meses de 2023 en relación al mismo período del año anterior.

Auge de las fábricas
Gasto mensual en la construcción de fábricas

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“Tenemos estos impulsores acíclicos que están impulsando la inversión en este sector manufacturero, pero el conjunto del sector sigue en la pelea” dijo Bernard Yaros, renombrado economista estadounidense de la Oxford Economics. La inversión en las factorías se ha dado en la franja más tecnológica del sector, mientras que otras industrias se enfrentan a un exceso de almacenamiento inducido por la pandemia y tasas de interés más altas.

Según el Departamento de Comercio, y tras realizar los ajustes por la inflación, la demanda comercial de bienes de capital, excluyendo aviones y material militar, ha estado cayendo los dos últimos años.

Pedidos de bienes de equipo excluyendo la defensa y la aviación en relación a 2019 (en %)

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Así pues, si bien el sector tecnológico crece y es rentable, el resto de las empresas estadounidenses no marcha tan bien. En lo que va de año, los beneficios de las empresas no financieras sólo han crecido un 3 % en relación al año anterior y ahora mismo están cayendo.

Beneficio interanual del sector corporativo no financiero en EE UU

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Y todo esto, en Estados Unidos, que es la economía más fuerte del G7 desde el fin de la pandemia.

La economía estadounidense ha superados a muchas economías europeas

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Pero hay que tener en cuenta que incluso en EEUU, la tendencia del crecimiento es menor que antes de la Gran Recesión de 2008-2009 y no es mayor que la del promedio del decenio de 2010. Europa apenas levanta cabeza desde la Gran Recesión y la situación ha empeorado desde el final de la pandemia. En 2023, Europa, Suecia, Holanda y Alemania entraron en recesión, con el Reino Unido, Italia y Francia siguiéndoles muy de cerca. Canadá está en recesión y a Japón no le falta mucho para estarlo.

Pero ¿qué pasará en 2024? De cara al 2024, la opinión generalizada es que no habrá recesión en EEUU ni en todo el mundo. Douglas Porter, economista jefe de BMO Capital Markets Economics, resume esta opinión general: “Espero que la mayoría de las principales economías crezcan más lentamente en 2024 que en 2023, pero la reducción de los tipos de interés, el enfriamiento de los precios de la energía y los alimentos y la normalización de las cadenas de suministros evitarán una recesión mundial”.

Veamos. Para empezar, la opinión general es que el crecimiento mundial será inferior al de 2023. Esto es lo que afirmaba en 2023 el FMI: “El pronóstico de referencia es que el crecimiento global caerá del 3,5 % al 3 % en 2023 y al 2,9 % en 2024, muy por debajo del promedio histórico de 2000-2019, del 3,8 %. Se espera que las economías avanzadas se desaceleren del 2,6 % de 2022 al 1,5 % en 2023 y al 1,4 % en 2024 a medida que el endurecimiento de la política monetaria comience a hacer mella. Se prevé que las economías emergentes y en desarrollo experimenten una modesta disminución del crecimiento del 4,1 % en 2022 al  4 % en 2023 y 2024″.

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Lo que no tiene nada que ver con un crecimiento para 2024 en EEUU y en todo el mundo.

Pero parece que los tipos de interés oficiales de los bancos centrales han alcanzado el punto más alto. Por lo tanto, ahora los mercados financieros esperan que a partir de 2024 se produzcan reducciones significativas de los tipos. Las tasas de inflación están cayendo en las principales economías, y el desempleo no aumenta, como ya lo he señalado antes. De hecho, el llamado índice de la miseria (la suma de la inflación con la tasa de desempleo) en Estados Unidos y otras economías importantes se ha reducido a la mitad en 18 meses.

Índice de miseria en EE UU (adición de la tasa inflación y desempleo) en %

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Lo que desconcierta a mucha gente es que, aparentemente, la economía estadounidense está logrando un aterrizaje suave de la pandemia, con una inflación a la baja, un bajo desempleo y los ingresos medios reales comenzando a subir y que, al mismo tiempo, la opinión pública estadounidense muestre signos de depresión e inseguridad de cara al futuro.

Índice de confianza del consumidor en EE UU

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El problema es que la inflación sólo se ha reducido a la mitad y aún se mantiene muy por encima del período pre-pandémico, por debajo del 2 %. Y esta reducción se debe casi en su totalidad al fin del bloqueo de los suministros provocado por la pandemia y, eventualmente, a la caída del precio de los productos energéticos y alimentarios. Como lo han explicado muchos esto tiene poco que ver con la política monetaria de los bancos centrales.

Puede que el índice de miseria haya bajado, pero en Estados Unidos, Japón y Europa muchos hogares siguen sufriendo las secuelas de la caída de la pandemia. Los precios en Europa y EEUU son un 17-20 % superiores en relación al fin de la pandemia. El empleo puede que sea abundante, pero en general está mal pagado y es a tiempo parcial o temporal. Además, según el índice de la Fed de Nueva York, la guerra en Ucrania y ahora la horrible aniquilación de Gaza podría provocar un aumento de la presión sobre la cadena de suministro internacional.

Índice de presión de la cadena de suministro global

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Y lo que está ausente en todos los pronósticos optimistas es la situación de las llamadas economías emergentes o en desarrollo del Sur Global. Si se excluye a China, India e Indonesia de la ecuación, el resto de esas economías, particularmente las más pobres y a menudo las más pobladas, se enfrentan a una grave crisis de la deuda que ha provocado el incremento de los impagos de la deuda por parte de los gobiernos y las empresas de los países pobres.

He abordado este tema en muchas otras publicaciones y, aunque las tasas de interés puedan eventualmente descender a lo largo del 2024, su impacto de cara a la capacidad de muchos países para cumplir con sus obligaciones con los fondos de inversión y los bancos de los países ricos y con las agencias internacionales será más débil este año que el anterior.

Todo esto sugiere que aunque la economía estadounidense evitó técnicamente la caída en 2023, que podría haber desencadenado una contracción global, el consenso optimista que se oye este año se podría volver a mostrar erróneo; esta vez en sentido contrario al del año pasado.

Todo ello en lo que respecta a la economía en 2024. Pero también hay que tener en cuenta la política. El año 2024 es el año de las elecciones. Hay 40 procesos electorales programados, que afectarán al 41 % de la población mundial en países que representan el 42 % del PIB mundial.

La más importante de ellas tendrá lugar en Estados Unidos en noviembre, cuyo resultado tiene el potencial para desestabilizar todas las economías y mercados financieros. Donald Trump dice que el mercado bursátil y la economía sólo se mantienen fuertes porque todo el mundo espera que gane en noviembre. Si no lo hace, “entonces asistiremos a una nueva Gran Depresión”. Bueno, este pronóstico no parece probable; incluso podría ocurrir todo lo contrario. Pero no está claro quién ganará; si Biden volverá a presentarse o si Trump o Biden cumplirán otro mandato completo.

Rusia también tiene elecciones presidenciales, pero ahí el resultado no ofrece ninguna duda, no solo porque los medios de comunicación, la comisión electoral y el control estatal están totalmente bajo las manos de Putin y se reprime cualquier oposición, sino también porque la invasión rusa de Ucrania ha aumentado su apoyo popular. Por otra parte, la economía rusa ha evitado la recesión y, de hecho, ha crecido en el último año impulsada por el gasto militar.

En Europa, se tendrán las elecciones al Parlamento europeo en junio, en las que se espera un significativo aumento de los partidos de derecha contrarios a la inmigración y a la integración europea, al mismo tiempo que se oponen a la ayuda de la UE a Ucrania. Pero, probablemente, los actuales partidos de centro derecha pro-israelís y a favor de Ucrania mantendrán la mayoría. Portugal, por otro lado, celebrará elecciones en las que, casi con toda seguridad, los socialistas serán derrotados, arrastrados por los escándalos de corrupción.

Y en el Reino Unido, también habrá elecciones generales este año. El Partido laborista, en la oposición y controlado ahora por una facción de derecha proempresarial, parece dispuesto a ganar a un gobierno conservador incompetente y corrupto que ya ni siquiera cuenta con el apoyo de los miembros del partido, cada vez más enloquecidos y envejecidos. Pero ese gobierno laborista se limitará a continuar como siempre, tanto en la política económica interna como en el apoyo acrítico a la hegemonía global de Estados Unidos.

La otra gran elección se celebrará en India, donde de nuevo el actual presidente exfascista Modi, en el poder desde 2014, parece que saldrá airoso en las elecciones, dado el fuerte crecimiento económico de la India y el descalabro de los partidos de la oposición. Al otro lado de la frontera, en Pakistán, la situación es más tensa ya que el actual gobierno de derechas, respaldado por los militares, pretende derrotar al exprimer ministro Imran Khan, que se enemistó con los militares. En la vecina Bangladesh el actual gobierno autocrático ganará, ya que la oposición está dispuesta a boicotear las elecciones.

Probablemente, las elecciones en Indonesia y Corea del Sur conducirán al status quo de los gobiernos procapitalistas. Es probable que el l Congreso Nacional Africano resista en África del Sur en las elecciones que se celebrarán en mayo, ya que la oposición está dividida, pero el ANC podría caer por debajo del 50 % de los votos por primera vez desde el final del apartheid.

Claudia Sheinbaum, la candidata preferida del actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se sitúa en cabeza de las encuestas con un amplio margen. Otra elección clave es la de Venezuela. A través del acuerdo alcanzado con Estados Unidos, se han flexibilizado las sanciones a cambio de la celebración de elecciones generales. El objetivo de Estados Unidos es lograr acabar con el gobierno de Maduro a través del voto popular.

Sólo faltan quince días para las elecciones generales en Taiwán donde el partido gobernante independentista parece que va a retener la presidencia sobre el partido más pro-chino. Esto podría aumentar las tensiones entre Estados Unidos y China.

2024 también podría ser el año en el que el impacto en la productividad y el empleo en auge de la Inteligencia Artificial (IA) sea más evidente. Los tecno-optimistas como Goldman Sachs están babeando ante la perspectiva de fuertes aumentos en el crecimiento de la productividad de Estados Unidos durante el resto de la década actual, que se lograrían, fundamentalmente, a través de reducciones masivas de empleo en muchos sectores de servicios.

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En 2024, el gasto en IA aumentará a poco más de 20 000 millones de dólares; es decir, el 0,5 % del gasto total mundial en IA, como afirma John David Lovelock, pronosticador jefe de la firma de investigación en tecnologías de la información (IT) de Gartner. En comparación, los compradores de tecnologías de la información gastarán cinco veces más en seguridad, añade. Sin embargo, Goldman Sachs estima que la inversión en IA aumentará en la última parte de esta década hasta situarse por encima del 2,5% del PIB en 2032.

Incluso si sucede esto, es posible que no se traduzca en un aumento generalizado de la productividad. La gran revolución de internet a finales de la década de 1990 produjo un auge, una burbuja y una caída del mercado de valores, pero apenas supuso un crecimiento de la productividad del trabajo en los años 2000. Como comentó en su momento el recientemente fallecido Robert Slow, sobre el impacto de la tecnología en la productividad: “La era informática está presente en todas partes, salvo en las estadísticas de la productividad”. El crecimiento de la productividad se ha desacelerado a nivel mundial a lo largo de las dos primeras décadas de este siglo.

La esperanza de los más optimistas es que la Inteligencia Artificial (IA) y los LLM [lenguajes de modelo de gran tamaño] den el pistoletazo de salida de una “década de los 20 rugiente”, similar a la vivida en Estados Unidos tras la finalización de la epidemia de gripe española de 1918-1920 y la posterior recesión de 1920-1921. Pero hoy en día no estamos en la misma situación. En 1921 contaban con una potencia manufacturera en rápido ascenso, superando a una Europa devastada por la guerra y una Gran Bretaña en declive. En estos momentos, la economía estadounidense padece un declive relativo, la manufactura se está estancando y EE UU se enfrenta a la amenaza del ascenso de China, lo que le obliga a llevar a cabo guerras por procuración para preservar su hegemonía.

Lo más probable es que 2024 sea un año más de lo que se viene llamando la Larga Depresión que comenzó con la Gran Recesión de 2008-2009, similar a la depresión de finales del siglo XIX (1873-1895) en la mayoría de las principales economías de entonces. A menos que la productividad media aumente rápidamente, el crecimiento de la inversión empresarial general seguirá átono, aun cuando la IA aumente la productividad en algunos sectores. Para lograr un cambio radical en la rentabilidad global del capital se requeriría una limpieza importante (recesión) para eliminar a las empresas débiles (zombis) y aumentar el desempleo en los sectores de bajo valor. Hasta el presente, semejante política de liquidación o de destrucción creativa no ha ganado apoyos en los círculos convencionales o en los políticos oficiales. Es mejor continuar saliendo al paso.

En resumen, 2024 parece presentarse como un año de desaceleración del crecimiento económico para la mayoría de los países y, probablemente, con una caída más aguda en Europa, América Latina y Asía. La crisis de la deuda se acentuará en los países del llamado Sur Global que no cuentan con fuentes energéticas ni minerales para vender. Por lo tanto, incluso si Estados Unidos evita una caída total este año, la mayoría de la gente en el mundo no lo percibirá como un aterrizaje suave.

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La incidencia de la Nueva Ruta de la Seda china en América Latina

Lucía Suárez Galli

En esta última década, China aparece en el sistema internacional como una potencia que incide de manera directa en los ejes geopolíticos y económicos del mundo y genera una amplia red de tratados con diversos Estados. A su vez, este país asiático demuestra que es importante desarrollar y solidificar su economía para llevar a cabo relaciones diplomáticas y comerciales con los demás actores del orden mundial.

La República Popular de China (en adelante RPC), desde 2013, con la dirección de Xi Jinping, establece la necesidad de construir una arquitectura panasiática que permita la interdependencia con las economías de su entorno para promover una vinculación entre prosperidad y seguridad. Para ello, propone que se acelere la conectividad de sus infraestructuras, que se establezcan zonas de libre comercio, que se amplíe la cooperación en comercio e inversiones y que se construya un nuevo modelo de integración económica regional.

La iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda forma parte de dos rutas, una marítima y una terrestre. El Cinturón Económico Ruta de la Seda (ruta terrestre) conecta China con Europa pasando por Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia, Alemania, Bélgica, Francia, España y Gran Bretaña. A su vez, la ruta terrestre sur conecta Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, Pakistán, Irán, Siria y Turquía. La Ruta Marítima del Siglo XXI se compone de varios trayectos que unen por mar distintos puertos alrededor de Asia, África y Europa. América Latina y el Caribe, por su parte, fueron considerados por el gobierno chino como una extensión natural de la Ruta de la Seda Marítima (Schulz, 2021).

La Ruta de la Seda fue una red de rutas comerciales extendidas por el continente asiático, que transitaron los mercaderes desde el siglo I a. C. Las rutas comerciales conectaron China con Asia Central, India, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África. Su nombre se originó por ser la seda el producto estrella que se exportaba desde China (Palomo, 2020). Esta red comercial fue clave para que la China Imperial se desarrollara en el ámbito económico, social, político, cultural, tecnológico, y pudiera adquirir prestigio en el orden internacional del momento. Asimismo, esta Ruta de la Seda provocó que se propagara una nueva cultura, ideas y religión que ayudaron a que China llevara adelante sus intercambios comerciales con otros reinos e imperios.

De manera similar, en 2012 Xi Jinping es elegido como el nuevo presidente de la RPC y con él aparecen nuevas ideas de cómo insertar a China en el sistema internacional. La Nueva Ruta de la Seda es anunciada por el mandatario en 2014 con el objetivo de crear y fortalecer aquellos lazos que tenía la antigua Ruta de la Seda, incluyendo a los países por los que se extendía. La iniciativa de la franja de la Ruta de la Seda tiene el propósito de crear un cinturón económico para poder afianzar los lazos que posee China con Asia Central. A modo de ejemplo, en 2013 Xi Jinping expresó su intención de retomar la antigua ruta de la seda en el ámbito de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. En consecuencia, en 2015 el gobierno chino publicó el documento “Visión y acciones para la construcción conjunta del cinturón de la ruta de la seda”, con la finalidad de promover la cooperación pragmática, obtener beneficios y poder crear una comunidad de intereses.

No obstante, las relaciones diplomáticas entre China y América Latina son un evento de carácter reciente, dado que hasta la década del 70 todos los Estados de la región, a excepción de Cuba, mantenían relaciones diplomáticas con Taiwán. En 1979, Estados Unidos y la RPC emiten un comunicado de que establecieron relaciones diplomáticas, que conlleva a que la mayoría de los países latinoamericanos empezaran a negociar para establecer relaciones diplomáticas con el país asiático. En la actualidad, nueve países de la región todavía reconocen a Taiwán como Estado y no mantienen relaciones diplomáticas con China. A principios del siglo XXI, el vínculo entre América Latina y China fue aumentando de manera gradual, generando que los presidentes de China (Hu Jintao y Xi Jinping) visitaran la región, mientras que los jefes de Estado latinoamericanos comenzaran a hacer visitas oficiales a China.

A su vez, la RPC ha mostrado interés en formar parte de los diversos mecanismos internacionales que América Latina posee. En 2008, China se une al Banco Interamericano de Desarrollo y desde 2004 es observador en la Organización de los Estados Americanos. El creciente interés de China con respecto a la región se debe a que esta potencia asiática necesita poder garantizar la seguridad alimentaria y energética de su población y América Latina posee dichos recursos para abastecerlo. Por su parte, en este último tiempo la región ha mantenido un fuerte intercambio comercial y económico con China, dado que le exporta una amplia gama de productos primarios, lo que generó el aumento de los precios y el surgimiento del ciclo de los commodities.

En este escenario, la Nueva Ruta de la Seda incluye a América Latina para poder consolidar su posición en la región, con especial foco en los países de la Alianza Pacífico, puesto que estos poseen una muy buena ubicación estratégica en la región que podría unir las economías de Asia y el Pacífico. Si apelamos a un ejemplo, la futura creación del ferrocarril transcontinental que unirá el Atlántico con el Pacífico va a facilitar el comercio de materias primas de Brasil con China (Mundo Marítimo, 2011). Por su parte, Chile y China impulsaron un proyecto de cooperación que tiene la finalidad de crear un cable submarino de fibra óptica. De manera análoga, Perú es visto por China como un Estado estratégico por su salida al océano Pacífico, a través del cual China puede comercializar con los países sudamericanos.

En este último tiempo, la RPC ha publicado dos tomos denominados “libros blancos”, que refieren a la política que va a implementar en América Latina y el Caribe. En estos documentos se establecen los lineamientos de su política exterior hacia la región, en donde se destaca, en primer lugar, la decisión de considerar a América Latina y el Caribe como un espacio de cooperación integrado (aunque es necesario aclarar que China impulsa asimismo relaciones bilaterales con la mayoría de los países, más aún luego de la desaceleración de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), así como también la centralidad que le otorga China a la relación con la región (Schulz, 2021).

En el segundo libro blanco, denominado Documento sobre la política de China hacia América Latina y el Caribe, el gobierno chino señaló que la amistad y cooperación entre China y América Latina y el Caribe corresponden a los intereses fundamentales del pueblo chino con los países latinoamericanos.

Con el arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2017, el gobierno de Xi Jinping decidió aprovechar los espacios geoeconómicos disponibles tras el retiro de aquel país del Tratado de Asociación Transpacífico y darle un alcance más global a la iniciativa de La Franja y La Ruta, incluyendo a América Latina en este proceso (Oviedo, 2018). China ve a América Latina como parte de la extensión natural de la Ruta Marítima de la Seda, ya que esta forma parte de su estrategia global; La Franja y La Ruta representan una oportunidad para desarrollar la infraestructura de la región, incrementar el comercio y atraer inversiones, sin que necesariamente elimine los desequilibrios estructurales de las relaciones económicas entre China y el subcontinente.

En este sentido, la Ruta de la Seda es esencialmente un proyecto productivo industrial, que implica la construcción de vías ferroviarias, carreteras terrestres, rutas aéreas y marítimas, proyectos energéticos, parques industriales y puertos para el desarrollo soberano de los países involucrados. La Nueva Ruta de la Seda se configura como un proyecto para motorizar el comercio y la producción en el mundo, pero también como un proyecto geopolítico de gran envergadura, enfrentado a los proyectos financieros de las potencias centrales basados en la especulación financiera (Dierckxsens y Formento, 2015). En este ámbito, América Latina mantiene un lazo de amistad y cooperación con China que le va a permitir desarrollarse en los ámbitos económicos y de cooperación.

Para China, el continente americano es parte de la extensión natural de su ruta de la seda, dado que con este continente puede acrecentar su poder global. De la misma forma, los Estados de la región se benefician de la ruta de la seda puesto que pueden acceder a los recursos financieros y el comercio de este país asiático. China considera importante a la región pues es su principal proveedora de materias primas que ayuda a mantener estable su seguridad alimentaria y su población. No obstante, algunos gobiernos de América Latina han visto la expansión de las relaciones con China como una forma de aumentar el espacio político, haciéndolos menos vulnerables a las condicionalidades del Consenso de Washington y dándoles un mayor margen para buscar políticas económicas alternativas libres de presiones externas (Kaplan, 2016).

Esta afirmación previamente expuesta sucede con algunos países de América Latina, pero la gran mayoría de ellos opta por estrechar vínculos con China ya que pueden expandir sus relaciones económicas. Además, en este último tiempo este país asiático experimentó un gran crecimiento de su economía y se transformó en un mercado atractivo para las exportaciones de los países de América Latina. El comercio sigue siendo el vínculo más fuerte e importante que une a China con América Latina, pero con la Nueva Ruta de la Seda, China pretende ampliar la agenda que tiene e incluir los temas de ecología (con la Ruta de la Seda Verde), salud (con la Ruta de la Seda Sanitaria) e incluir los aspectos de la tecnología.

*Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de la República (Udelar) y Técnica Asesora de Comercio Internacional. Publica en La Diaria