Pandemia y elecciones: un gobierno argentino con muchos errores, pero más ventajas

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Juan Guahán |

Es sabido que las elecciones, aún las no presidenciales, constituyen, en el actual sistema, la sangre que lo alimenta. Cuando unos comicios se aproximan, una extraña emoción recorre los cuerpos de los políticos. Pero pocas veces, como en estas circunstancias, tienen que controlar esos sentimientos. La actual crisis y pandemia le quitan a las elecciones el protagonismo que suelen tener. Bajo estas condiciones, la dirigencia política habla poco del tema electoral, aunque mucho influya en las decisiones que se toman.

En el gobierno saben que la situación económica es crítica. Con las actuales y futuras restricciones circulatorias, difícilmente se pueda llegar a la recuperación esperada (del 6%). De todos modos, aún con ese nivel de crecimiento se queda bastante lejos de lo perdido el año pasado (9,9%).

Cuando en marzo del año pasado el gobierno tomó conciencia del significado de la pandemia, adoptó un par de medidas importantes. Las duras cuarentenas fueron una de ellas; estuvieron acompañadas por el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), para quienes no tenían otra protección; los Programas de Recuperación Económica (REPRO) y el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), para evitar el quiebre de las empresas.

El IFE demostró la cruda realidad social existente. El gobierno había imaginado pagarlo a unos cuatro o cinco millones de personas, las inscripciones superaron los 11 millones y más de nueve millones fueron beneficiados, con tres pagos de diez mil pesos (unos 100 dólares al cambio oficial) cada uno. La mayor parte de los fondos fueron producto de emisiones de moneda destinadas a ese fin.

La extensión de las duras cuarentena trajo en el gobierno una sensación de éxito en el combate al virus y en los apoyos recibidos. Enamorados de esa situación la continuaron más allá de lo conveniente y de los múltiples avisos recibidos. La economía quedó deshecha y el hartazgo se desparramó por la sociedad.

El Presidente Alberto Fernández informó que sus pasos son guiados por lo que viene pasando en Europa, lo que le permite saber las características de una segunda oleada y preparar a la sociedad para su llegada. Sin embargo al momento de discutirse el presupuesto no hubo previsiones de recursos, ni inversiones, para la misma. Los pagos, políticas y negociaciones con el FMI no dejaban lugar para ellas.

Ante ese panorama, las expectativas oficiales para el año en curso eran más que modestas. Se conformaban con que la situación económica y social no estallara. Con más asistencialismo y mayores subsidios, imaginaron e imaginan contener las presiones sociales y demandas por más trabajo.

Martín Guzmán, quien se presentó con pergaminos y avales internacionales para ser un gran Ministro de Economía y se había revelado como un eficaz goleador en los partidos de fútbol en la presidencial Quinta de Olivos, quedó relegado al rol Ministro de la Deuda, un arquero, un mero atajador de las presiones del FMI y el Club de París.

Segunda oleada de la pandemia: limitaciones y errores

Hoy los padecimientos económicos de la población elevan el nivel de críticas al gobierno. No hay mayores indicios que esa tendencia pueda ser modificada desde la evolución de la economía. Las esperanzas oficiales, en ese sentido, no son muy halagüeñas. Ante esa perspectiva el gobierno apuesta sus mayores fichas a lo que pase con el coronavirus y las vacunas.

Esa confianza no parte de un punto muy alto dados los límites impuestos por la presión de los acreedores del país, manifestada en las imprevisiones presupuestarias. Esto hizo que hoy l país esté en peores condiciones que cuando se inició la primera oleada, y tumban las devaluadas palabras presidenciales.

En estos días ante la necesidad de nuevas restricciones, existen dificultades para disponer de los recursos para otros IFE, para el adecuado funcionamiento de las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) y el imprescindible y escaso oxígeno, sin hablar del agotamiento de los médicos y del resto personal de salud afectado a esta problemática.

Los números de fallecimientos por millón de habitantes registran un fuerte crecimiento en las últimas semanas en el país. Argentina, con más de 1.600 fallecidos por cada millón de habitantes tiene mejores indicadores que Colombia, Perú y Brasil que ronda los 2.100 fallecidos por millón de habitantes.

Si se pone en comparación estos datos con los de Europa y otros países del hemisferio Norte, donde están culminando el tránsito de la segunda oleada, las cifras indican que los números locales todavía son mejores que los de Francia, México, España, EEUU, Reino Unido, Italia, Bélgica, República Checa y Hungría, que tienen un número de fallecidos que supera los tres mil por millón de habitantes.

En materia de vacunación, Argentina está entre los 20 países que más han vacunado a su población.  En este sentido hubo errores, algunos de ellos reconocidos por el propio Jefe de Gabinete. Hubo una cierta ingenuidad sobre el peso de las razones geopolítico vinculadas al tema.

Se hicieron  acuerdos, se pagaron por ellos y hubo fuertes incumplimientos. Por ejemplo, el acuerdo con Astra Zeneca Oxford, donde se contrataron 22,5 millones de vacunas, buena parte pagada por adelantado. La presencia de un gestor y dueño de un laboratorio –Hugo Sigman y su hijo-, vinculados al riñón del cristinismo parece que nos hizo olvidar que esta vacuna es británica, país con el que tenemos un entredicho histórico.

Con dos meses de atraso esta semana vino el primer vuelo con esa vacuna. En el mismo sentido giran los confusos episodios con Pfizer que, después de que Argentina aportó población para las pruebas y el Hospital Militar para sus investigaciones, nunca terminan de aclararse y dejaron secuelas.

Otros hechos como el “vacunatorio VIP” y cierta politización en su distribución, fueron manejos que posiblemente no hayan tenido mayor incidencia en los grandes números, pero generan desconfianzas que fueron explotadas por la oposición y debilitaron las campañas sanitarias.

Tomando la globalidad de los datos y todo el tiempo que abarca esta pandemia, podemos decir que Argentina arrancó bastante bien. Pero exagerando la continuidad de las medidas iniciales se provocó un daño demasiado grande en el aparato económico, generando un cansancio y pérdida de credibilidad de la población, que debilitaron la eficacia de todas las campañas posteriores.

Recién ahora, con el fuerte crecimiento de contagios y fallecimientos, hay avances en el cuidado colectivo. Si el oficialismo cometió estos errores, no son menores las responsabilidades de la oposición cuya política -casi exclusiva- es oponerse a las medidas dictadas por el gobierno nacional. En estas difíciles condiciones la carta fundamental del gobierno es una masiva vacunación.

Vacunas: remedio para coronavirus y clave electoral

El gobierno teme que la crisis económica afecte su futuro electoral. Sabe que desde ese sector no encontrará medidas superadoras y es por ello que apela a políticas que le permitan abordar, con mejores posibilidades, los desafíos de esta realidad. Espera que las vacunas logren compensar las angustias económicas. Como consecuencia de las dificultades para conseguir las vacunas suficientes para darle esa masividad que necesitan, ponen todo el esfuerzo en resolver tales topes.

Al mismo tiempo procuran, con relativo éxito  postergar los procesos electorales. Esto último ya lo consiguió. De ese modo espera transitar el invierno, que se supone será el peor momento de la pandemia, al unísono esperan contar con el tiempo necesario para garantizar las dosis que le permitan llegar a una vacunación masiva. Juega toda su suerte electoral al logro de esos objetivos.

En la última semana se han conocido diversas encuestas. Salvo una de ella, vinculada a sectores de la kirchnerista La Cámpora, que plantea que los liderazgos del gobernador bonaerense Axel Kicillof y del diputado Máximo Kirchner (hijo de dos explresidentes) tienen adhesiones que se acercan al 50%, las demás no proporcionan información que alegre al oficialismo.

El resto de las mediciones, sin perder de vista los intereses vinculados a sectores de la oposición que hay detrás de cada una de ellas, muestran evoluciones comparativas de la situación del gobierno que son preocupantes. Allí se destaca que un desusado porcentaje de los menores de 25 años votarían, como un inédito acto de rebeldía, por candidatos de la derecha liberal.

Resulta más que interesante los datos que aparecen sobre los efectos de la vacunación y su incidencia en el voto. Dentro de los votantes opositores no hay mayores diferencias de opinión entre vacunados y no vacunados. Pero en quienes votaron al oficialismo en 2019 los cambios son sustanciales.  Entre los vacunados el apoyo continúa cerca del 40%, pero esa cifra baja al 25% cuando se le pregunta a quienes votaron al oficialismo y no están vacunados.

Es decir que la vacuna aparece como la mejor garantía para mantener la fidelidad del votante oficialista. De todos modos, hoy se puede vislumbrar que para el oficialista Frente de Todos, con mantener la unidad le alcanza para ganar aunque no sea suficiente para su aspiración de tener quórum propio en las dos Cámaraslegislativas.

Deuda, FMI y Club de París… y la interna del gobierno

No es nuevo el tema de la lucha interna del gobierno. Sus propios protagonistas han dado diversas señales sobre su existencia. La última  semana ofreció una novedad, con la aparición de un eje de tal controversia.

Artistas, políticos, dirigentes gremiales y de organizaciones sociales y empresariales; curas y periodistas, en fin, diversas expresiones de la sociedad, todas ellas muy cercanas al discurso cristinista, se pronunciaron sobre un tema clave: La negociación de la deuda, el FMI y el Club de París, en medio de esta pandemia que estamos atravesando. Se lo conoció como “Proclama del 25 de Mayo” y se lo hizo de un modo coincidente con esa fecha patria.

Estuvo acompañado de algunas ideas que no forman parte de la agenda del gobierno. Ellas están planteadas a continuación de la definición central del documento: “La inmediata suspensión del pago de la deuda externa”.

Luego se enuncian algunas de esas propuestas: Renegociar la disminución de intereses, cargos y comisiones; utilizar los fondos que nos debe transferir el FMI (unos 4300 millones de dólares) para fortalecer las reservas y no para pagar deudas; apoyar la querella del Estado contra funcionarios del gobierno anterior que firmaron la deuda; investigar los destinos de esos fondos; exigir que el FMI brinde apoyo para tal investigación.

En síntesis son un conjunto de pautas para regular las negociaciones en marcha que marcan algunas diferencias con los acuerdos del Presidente en su reciente gira por Europa y su conversación telefónica con la primer ministra alemana Angela Merkel.

Esta proclama, fogoneada desde las cercanías a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, refleja sus posiciones ante estas negociaciones. Su objetivo de investigar se limita al nefasto acuerdo realizado con Mauricio Macri, pero nada dice sobre los acuerdos precedentes y su incidencia en esta situación.

Tampoco hace referencia al siniestro rol de estos organismos financieros internacionales. Mucho menos aún plantea una ruptura con los mismos.

Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)