Palestina: El congreso del Fatah, una hermosa ocasión desperdiciada/ La mujer/ Record de demoliciones

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palestina20121129Abdel Bari Atwan| Palestine Chronicle|

El séptimo Congreso del Fatah muestra hasta qué punto el movimiento ha llegado a ensombrecerse, reducido como se halla a elegir entre dos opciones tan desastrosas la una como la otra: Abbas o Dahlan.

El “presidente” palestino Mahmud Abbas tenía una excelente ocasión de impulsar algunos cambios necesarios con oportunidad del 7° Congreso del Fatah, el grupo político palestino dominante y pilar de la OLP. Pero, juzgando los resultados del congreso, la lista de delegados y los criterios con los que fueron elegidos, tanto como las discusiones paralelas o a puertas cerradas, se perdió la oportunidad.

El nuevo Comité Central del Fatah recientemente elegido ha incluido muy pocos cambios con respecto al precedente. Algunos críticos y opositores del presidente, especialmente los partidarios del antiguo jefe de la seguridad, Muhammad Dahlan, fueron borrados y reemplazados por caras nuevas. Entre ellos se encontraban Sabri Saidam, Rawhi Fatouh, Dalal Salameh (la única mujer), Samir Rifai y Ahmad Hillis, este último exenemigo feroz de Dahlan aun cuando este último era un aliado muy cercano al presidente.

Abbas creó el vacío a su alrededor

Abbas logró obtener su propia reelección con grandes aplausos como jefe del Fatah y por extensión sus otros cuatro altos cargos directivos (presidente del comité ejecutivo de la OLP, presidente de la Autoridad Palestina, presidente del Estado Palestino y comandante en jefe de las fuerzas armadas palestinas). Logró también confirmar la expulsión de Dahlan y de sus acólitos del Fatah, la principal razón por la que fue convocado este congreso.

Este 7° Congreso va a pasar seguramente a la historia como el más tibio y el más improductivo de toda la historia del Fatah.

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No hubo discusiones, ni siquiera poco significativas, y menos aún sorpresas. Y no ha emergido ninguna “estrella” salvo la del mismo Abbas. Su discurso de tres horas ampliamente difundido por los medios sociales, lleno de bromas y de acotaciones, le generó decenas de ovaciones por parte de los delegados que lo interrumpieron en varias oportunidades, gritando eslóganes con demostraciones de lealtad hacia el líder. Uno se pregunta cuánto más entusiastas hubieran sido sus aplausos si hubiera dado cumplimiento a algo que beneficiara al pueblo palestino desde la asunción de sus funciones.

Ninguna verdadera divergencia

Será el día posterior al de la dispersión de los delegados por el que Abbas y sus partidarios deberán preocuparse. Será entonces cuando comiencen los desafíos. El interés público de los palestinos por el congreso del Fatah ha sido uno de los más reducidos. La participación de representantes de otros partidos como Hamás y el Jihad Islámico antes que otorgar mayor legitimidad a la reunión y a sus resultados, corre el riesgo de socavar la legitimidad y la popularidad misma de esos dos grupos sobre todo luego de que comiencen seriamente las disputas post congreso.

Algunos creen que la mayor y más inmediata amenaza a la dirigencia del Fatah y hacia Abbas personalmente viene de Dahlan, que se supone que organiza un congreso paralelo, parecido al de El Cairo o en alguna otra capital árabe que apoyan los partidarios expulsados del Fatah y otros adversarios de Abbas. Pero esto es solo parcialmente cierto.

Abbas ha utilizado su control sobre los salarios y las propinas para asegurarse la participación y el apoyo de muchos delegados del congreso. Sus rivales “dahlanistas” son capaces de convocar una reunión aún mucho más importante si quieren utilizar los mismos medios convocantes, los grandes recursos financieros de sus patrocinadores árabes. Sin embargo aunque ambos tienen mucho dinero a su disposición, ni uno ni otro tiene un programa político o un plan de acción nacional para enfrentar la ocupación.

Fuera de sus rivalidades personales y de sus luchas por el poder, no existen entre ellos verdaderas diferencias.

Esta situación podría desembocar en la aparición de una “tercera fuerza” dirigida por jóvenes militantes descontentos –no solamente del Fatah, sino también de otras organizaciones islámicas y laicas– instalando las bases de una nueva dirección palestina apoyada por el pueblo.

Un declive inexorable

palestina muroAbbas no mantiene buenas relaciones con los cuatro países árabes más influyentes que constituyen el llamado “Cuarteto árabe” Dos de ellos, Egipto y Jordania, tienen una importancia crucial para los palestinos como vías de acceso exclusivas del exterior para la Franja de Gaza y Cisjordania. Los otros dos, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, disponen del dinero sin el que Abbas no podría permanecer en su cargo y podría ser usado igualmente para fortalecer a sus adversarios.

Abbas y su nuevo Comité Central no están capacitados para resistir a estos cuatro pesos pesados ni política, ni financiera ni geográficamente mientras continúen apoyando las actuales políticas como la coordinación represivacon el ocupante y la búsqueda a cualquier precio de una vuelta a las negociaciones fútiles y humillantes, pasando por los lamentos por la muerte de Shimon Peres como si se hubiese tratado de un pariente inmediato… No podrían resistir todas esas presiones a menos que pudieran reunir al pueblo palestino detrás de una política de resistencia por todos los medios posibles haciendo que la ocupación se convierta en algo demasiado costoso. Pero no existen signos de un cambio semejante.

La posición de Abbas hubiera podido “fortalecerse” en el sentido más preciso del término con oportunidad del congreso del Fatah. Sus partidarios y sus idólatras lo han visto como un triunfo suyo. Pero la realidad, algo que muy pocas personas podrían negar, es que ha perdido mucho de lo que le queda de poder y de legitimidad, como también el apoyo árabe e internacional a su liderazgo y a la causa palestina en su conjunto. Así lo testimonia la débil cobertura informativa del congreso en los medios.

Tanto el Fatah, otrora líder, como sus miembros, se hallan en una situación extremadamente grave. Se han visto obligados a elegir entre dos opciones igualmente desastrosas: Abbas o su rival Dahlan. No se podría ilustrar mejor el trágico estado del movimiento que enarboló durante medio siglo la bandera de la causa nacional palestina afirmando la identidad nacional palestina y entregando miles de mártires a dicha causa.

El Fatah parece dirigirse inexorablemente hacia su declive y desintegración. Ya no es hoy el Fatah que todos los palestinos de cualquier convicción política, de toda creencia y origen social, habían abrazado y conformado.

 *Abdel Bari Atwan es el Jefe de redacción del diario Rai al-Yaoum-Fuente: http://chroniquepalestine.com/congres-fatah-occasion-manquee/

Anexo 1

“La mujer palestina sufre la violencia de la ocupación y el patriarcado” mujeres-palestinas

Enric Llopis| ¿Cómo afectará la elección de Donald Trump al pueblo palestino? Después de las elecciones celebradas el pasado ocho de noviembre, el Canal 2 de la Televisión Israelí anunció que se ultima la construcción de 500 casas en la colonia de Ramat Shlomo, en los territorios ocupados de Jerusalén Este.

“No hay diferencia entre Republicanos y Demócratas, sólo que estos se manifiestan con un lenguaje menos duro”, responde Hanan Blaidi Salman, directora del Palestinian Women Developing Center. La activista ha participado en las jornadas de solidaridad internacionalista organizadas por el BDS-País Valencià, en el Centro Social Okupado y Anarquista L’Horta de Benimaclet (Valencia). Según Naciones Unidas, entre enero y noviembre de 2016 al menos un centenar de palestinos, entre ellos una veintena de niños, murieron en Cisjordania y Gaza a manos de las fuerzas de seguridad israelíes. El número de heridos superaría los 3.200.

La ONG Palestinian Women Developing Center tiene su sede en la ciudad de Tulkarem (Cisjordania), cerca de Nablus y Yenín. Trabaja por la emancipación de las mujeres palestinas en dos frentes: contra la violencia machista y patriarcal; y respondiendo a la ocupación y los procesos de colonización perpetrados por el Estado de Israel. La ONG comenzó su actividad en 2002, cuando por orden del primer Ministro, Ariel Sharon, se inició la construcción del llamado Muro del “apartheid”. “Se talaron olivos centenarios y milenarios”, cuenta Hanan Blaidi Salman, quien ha coordinado desde los años 90 diferentes organizaciones. palestina genocidio

El primer objetivo fue apoyar a las mujeres que vivían en los pueblos afectados por la construcción del Muro, construido “para robar las tierras del pueblo palestino, no para la seguridad del Estado de Israel”. La consecuencia fue que para visitar a los hijos que residían en otro municipio, las familias tenían que dar una vuelta mucho más larga o atravesar puestos de control que se abrían y cerraban a determinadas horas. “Llegaron colectivos de solidaridad internacionalista, pero todo eso a Israel le da igual”.

La ONG continúa hoy ayudando a cubrir las necesidades de las mujeres en los pueblos y campos de refugiados. Trabaja además con otras organizaciones femeninas en el norte de Cisjordania. La Oficina Central Palestina de Estadística señala que si bien las mujeres representan en torno al 50% de la población de los territorios ocupados, sólo participan en el 19% de la fuerza de trabajo. En 2005 dedicaron muchas energías a fomentar la participación femenina en las segundas elecciones presidenciales, poco después de la muerte de Arafat, en las que Mahmoud Abbas, de Fatah, venció con el 62,5% de los votos. “Se trata de que todas las mujeres conozcan sus derechos”, afirma Hanan Blaidi Salman.

También se dedican a la tarea de denuncia, por ejemplo sobre las muertes en los checkpoint israelíes. A primeros de junio Ansar Hussam Harasha, de 25 años y madre de dos hijos, fue asesinada a tiros en un puesto de control militar al este de Tulkarem, cerca de la aldea de Anabta. Veinte días después, una joven palestina de 18 años murió por los disparos del ejército israelí después que su vehículo chocara contra otro automóvil, que se hallaba estacionado. Los hechos se produjeron cerca del asentamiento de Kiryat Arba, en Hebrón. La Agencia Ma’an da cuenta de una ristra de casos, entre otros, el de una mujer palestina liquidada por un policía de fronteras cerca del puesto de control militar de Ras Biddu (norte de Jerusalén Este) el 23 de mayo. Las fuentes oficiales de Israel alegan que la policía y el ejército responden a ataques previos.

“Los militares israelíes llegan y arrancan las tiendas en los campamentos de refugiados”, señala Hanan Blaidi Salman. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) informa que entre septiembre y octubre de 2016 las autoridades israelíes confiscaron, demolieron o forzaron a la población palestina a destruir 155 estructuras en Cisjordania, lo que supuso el desplazamiento de 240 personas (la mitad de ellos niños).

El número de estructuras atacadas entre enero y noviembre de 2016, según OCHA, fue un 80% superior al del año anterior. Además, la tasa de demoliciones de 2016 es la más elevada desde que la agencia de la ONU inició los registros, en 2009. Las organizaciones feministas coinciden en que el patriarcado y la violencia machista son una realidad en Oriente Medio, también en Palestina. “Normalmente el hombre tiene todas las posibilidades, mientras la mujer se queda en casa”, critica la activista. A esto se añade el caso de las jóvenes menores de 16 años obligadas a casarse, para que permanezcan en el hogar. La cuota de mujeres parlamentarias se establece actualmente en el 20%, y el objetivo es aumentarla hasta el 30%. “Pero muchas veces incluso hay que reforzar la formación de las parlamentarias electas”, destaca Hanan Blaidi Salman.

En el día a día, el Palestinian Women Developing Center se centra en los pequeños proyectos para el sostenimiento de las familias, la formación profesional, trabajos de comercio, administración “y cualquier cosa con la que se puedan sacar un poco de dinero”. Se forma a las mujeres para que rompan con los esquemas patriarcales. Hay numerosos ejemplos. Cuando el dinero escasea, destaca Hanan Blaidi Salman, “se prefiere que sea el hombre quien curse estudios superiores, pues la mujer seguramente acabará en la cocina; o si una mujer queda encinta, se prefiere que el hijo sea un varón”. Palestinian farmers harvest wheat on a farm in Khan Younis

El resumen final ofrece oscuros y algunos claros: “el hombre no realiza tareas en casa; en algunos pueblos a la mujer ni si siquiera se le llama por su nombre, pero la situación en general ha mejorado; hemos llegado al parlamento y a tener ministras, aunque en la primera línea de la política siempre haya hombres”. Otro punto que se denuncia es la situación en la que quedan muchas mujeres tras un divorcio; o las posibilidades que tiene el hijo varón, ante el reparto de una herencia, de señalar a su hermana -por cualquier motivo- para quedarse con todo el legado. Además, “en Palestina hay movimientos islamistas que todavía quieren empeorar la situación”.

Al machismo doméstico se le superpone la violencia estructural, la generada por la ocupación. Se da la circunstancia de mujeres que se ven obligadas a parir en los Checkpoint israelíes, pues no se les concede el permiso para asistir a los hospitales. Según el Ministerio de Salud palestino, entre 2000 y 2007 el 10% de las mujeres tuvieron que dar a luz en un puesto de control. Al menos 35 bebés y cinco mujeres palestinas murieron en este periodo. El pasado 27 de abril una mujer embarazada, Maram Abu Ismail, de 23 años y su hermano Ibrahim, de 16, fallecieron por los disparos de un oficial de seguridad privada israelí en el checkpoint de Qalandiya, cerca de Ramallah.

Cada vez más hay más mujeres que pierden el miedo a hablar de la discriminación en las familias y las agresiones domésticas (de padres a hijos o de hermanos a hermanas). “Esto se percibe en los talleres de la asociación”, subraya Hanan Blaidi Salman. “Al principio muchas se negaban a venir”. Perseveran en las reuniones con jóvenes de la Universidad porque es más fácil un cambio (de ideas) en ellas que en sus madres, también trabajan en las escuelas y con niñas muy pequeñas. La labor formativa se extiende a los pueblos y los campos de refugiados, para que las mujeres conozcan sus derechos y denuncien la violencia machista. Aunque “para Israel no hay diferencias entre un hombre, una mujer y una niña”, apunta Hanan Blaidi Salman.

“A un bebé palestino lo consideran un enemigo”. También a los voluntarios internacionalistas, como la estadounidense Rachel Corrie, arrasada por un buldócer militar israelí en marzo de 2003, cuando se oponía a la demolición de viviendas en Rafah (Gaza). En marzo de 2015 el Tribunal Supremo de Israel exoneró al ejército de responsabilidades en esta muerte.

El informe de 2016 de la asociación de derechos humanos Adameer (“Vidas ocupadas: encarcelamiento de mujeres y niñas palestinas”) señala que, desde el inicio de la ocupación en 1967, las fuerzas israelíes han detenido y arrestado más de 10.000 mujeres palestinas, sobre todo en las calles, puestos de control militar o durante redadas nocturnas (106 mujeres y niñas detenidas en 2015, un 60% más que en 2014). Actualmente hay unas 60 mujeres presas en cárceles y centros de detención, según el informe. El encierro afecta seriamente a la salud mental de las detenidas, por lo que asociaciones como Palestinian Women Developing Center les facilitan apoyo y formación. Hanan Blaidi Salman pone el ejemplo de una muchacha de 13 años, que ha pasado seis meses presa en las cárceles del Estado de Israel y a la que han prestado ayuda.

“Hay gente en la cárcel sin cargos y detenida sin una denuncia previa, también se han producido huelgas de hambre; en ocasiones los presos salen tan mal de la cárcel, que se mueren…”. Otro frente es el jurídico, ya que el peso de las leyes israelíes cae con toda su fuerza. En julio de 2015 el Knéset (parlamento) aprobó una ley por la que se establecen penas entre 10 y 20 años de cárcel para quienes arrojen piedras a las fuerzas de seguridad israelíes, o participen en altercados. Y actualmente se halla en la palestra otra ley, que restringe las llamadas a la oración desde las mezquitas de los territorios ocupados.

Anexo2

Récord de demoliciones israelíes contra propiedades palestinas en 2016

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La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por su sigla en inglés), sustituyó en 1998 al Departamento de Asuntos Humanitarios y es el brazo de la Secretaría de Naciones Unidas para movilizar y coordinar la ayuda humanitaria ante una emergencia. Desde 2009 viene llevando un registro de las “estructuras” (casas, galpones, escuelas, hospitales, etc.) palestinas que son demolidas por Israel, directamente a través de las fuerzas armadas u obligando a los moradores palestinos a hacerlo con sus propias manos.

El informe dado a conocer el 11 de noviembre, confirma que la tasa de demoliciones de 2016 es las más alta desde que la OCHA lleva registro. Durante septiembre y octubre de 2016 las autoridades israelíes confiscaron, demolieron o forzaron a palestinos a demoler 155 estructuras en Cisjordania, desplazando a 240 personas (la mitad de ellos niños) y afectando a más de 350 personas. Excepto en dos casos, el resto de los incidentes se justificaron por la no emisión de permisos de construcción por parte de Israel, permisos que son casi imposibles de obtener para un ciudadano palestino.

A pesar de que el número de estructuras atacadas durante septiembre y octubre es un 25% más bajo que el promedio mensual entre enero y agosto, el acumulado en lo que va de 2016 es un 80% más alto que el de 2015 y, por una importante diferencia, el más alto registrado por la OCHA, dando cuenta no sólo de una política sostenida de ataque contra la población palestina sino de una intensificación de la violencia en este año. Y todavía faltan los registros de noviembre y diciembre.

El informe señala que alrededor de un 84% de las estructuras afectadas (130) se encontraban en 21 comunidades parcial o totalmente localizadas en el Área C, la división más grande de los territorios ocupados, que comprende el 60% de de Cisjordania y se encuentra bajo total control militar israelí. Luego se detalla que las comunidades más severamente afectadas fueron tres comunidades de Beduinos Palestinos o comunidades pastoriles del norte del valle del Jordán: Khirbet ar Ras al Ahmar, Al’Aqaba y Kirbet Tell el Himma. Allí se contabilizaron 66 estructuras atacadas.

Mideast Palestinians Grumbling in Gaza“Al’Aqaba también fue expuesta a un fuego sostenido por parte de las áreas residenciales durante dos días, mientras que un ejercicio de la milicia israelí se llevaba adelante en las inmediaciones sin que mediara aviso previo alguno”, se detalla. Y agrega que también los residentes de la comunidad vecina, Humsa al Bqai’a, fueron temporalmente desplazados de sus hogares por tres días en el mes, durante varias horas al día, por entrenamientos militares de Israel. El informe concluye al respecto que “junto con las demoliciones y restricciones de acceso, estos ejercicios contribuyen a crear un ambiente coercitivo en Cisjordania que agrega presión a las comunidades para abandonar sus actuales lugares de residencia”.

Treinta estructuras fueron demolidas o confiscadas en otras cuatro comunidades beduinas atacadas durante los pasados dos meses en la periferia de Jerusalén, cercanas o vecinas al área destinada al proyecto de expansión de asentamientos E1. El informe de la OCHA confirma que “éstas se cuentan entre las 46 comunidades beduinas en la parte central de Cisjordania que se encuentran en riesgo de transferencia forzada como resultado de un ‘plan de relocalización’ anticipado por las autoridades israelíes”.

Como muestra del desprecio israelí a los derechos humanos palestinos, un tercio de las estructuras atacadas habían sido provistas como asistencia humanitaria a través de donaciones internacionales o del mismo Estado Palestino. Estos 278 ataques implican un aumento del 150% respecto del año pasado.

Finalmente, se constata que otras 23 estructuras palestinas demolidas en septiembre y octubre se ubicaban dentro de los límites definidos por Israel para la municipalidad de Jerusalén. En todos los casos excepto uno se trataba de viviendas (111 personas fueron desplazadas). Seis de estas casas fueron demolidas por sus dueños luego de recibir la orden final de demolición por parte de las autoridades israelíes.

También en Jerusalén Este la policía israelí desalojó por la fuerza a una familia palestina de ocho miembros en la Ciudad Vieja, en la que habían estado alquilando desde 1930 y se la entregaron a una organización de colonos israelíes que supuestamente la había comprado. En los subsiguientes procedimientos legales en las cortes israelíes, la familia intentó desafiar sin éxito la orden de desalojo alegando un status de “inquilino protegido”.

“Un ejercicio de mapeo realizado por OCHA indica que por lo menos 180 propietarios palestinos en Jerusalén Este tienen iniciados procesos de desalojo en su contra. La mayoría de los casos fueron iniciados por organizaciones israelíes de colonos basándose en reclamos de propiedad, así como en planteos de que los residentes ya no eran ‘inquilinos protegidos’. Como resultado, 818 palestinos, incluyendo 372 chicos, se encuentran en riesgo de desplazamiento”, concluye el informe oficial de la OCHA, confirmando un claro recrudecimiento de la ofensiva israelí contra las propiedades palestinas durante 2016.

El secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, condenó en abril de este año la política de demoliciones, denunciándolas como violatorias del derecho internacional y como generadoras de mayor violencia: “Las demoliciones punitivas son un castigo colectivo, un proceder prohibido por la ley internacional. No han probado ser disuasivas y sí alimentan las tensiones al exacerbar los sentimientos de injusticia y odio”, sostuvo.