Noches de furia en Estocolmo

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Cinco noches de disturbios en la periferia pobre de Estocolmo a manos de jóvenes de barrios desheredados de mayoría inmigrante han echado por tierra la imagen de una Suecia pacífica e igualitaria. Los incidentes, que comenzaron el domingo por la noche tras la muerte de un habitante de la barriada de Husby, ultimado por la policía, que alegó legítima defensa, se fueron extendiendo a unos 15 barrios de la capital.suecia autos incendiadosEl jueves por la noche, una comisaría de policía fue atacada con piedras en el barrio de Kista y otros dos en el sur de la capital. Aunque durante estos incidentes no hubo que lamentar muchos daños personales –una persona herida en la cabeza por una pedrada en una manifestación en Husby el jueves, un policía herido el miércoles por la noche–, los daños materiales se multiplicaron.

Los bomberos dieron cuenta de 90 incendios de coches y en edificios, uno de los cuales arrasó un restaurante el barrio de Huddinge, en el sur de la capital. Estos actos de violencia provocaron un debate en Suecia sobre la integración de los inmigrantes, que representan cerca del 15 por ciento de la población y se concentran en los barrios pobres de las grandes ciudades del país, que sufren una tasa de desempleo mayor que la media del resto de la población.

Según responsables de asociaciones locales citados por la prensa, los autores de los incidentes alegan que las fuerzas del orden son racistas y acusaron a los policías de proferir insultos como “mendigos”, “monos” o “sucio negro”. La policía llamó a las eventuales víctimas a denunciar e intentaba minimizar la gravedad de los hechos. “Cualquier caso de personas heridas es una tragedia, todo coche quemado es un fracaso de la sociedad (…) pero Estocolmo no está ardiendo”, subrayó un responsable de la policía de la capital, Ulf Johansson.

Los sociólogos subrayaban que la cólera tiene raíces profundas. “Ser joven y vivir en estos lugares de segregación puede ser muy difícil, no tienen prácticamente ningún contacto con otros suecos y a menudo no entienden bien a la sociedad sueca”, estima Aje Carlbom, antropólogo social de la universidad de Malmö.

Los barrios donde estallaron los incidentes son conocidos por los habitantes de Estocolmo por su concentración de problemas sociales tales como el desempleo, fracaso escolar y la ociosidad de los jóvenes. Suecia se ha convertido en un destino muy buscado por los inmigrantes en Europa. En la última década ha recibido a cientos de miles de personas de Irak, Afganistán, Somalia, los Balcanes y recientemente Siria.

El primer ministro sueco, el conservador Fredrik Reinfeldt, ferviente partidario de recibir a inmigrantes, ha querido dar la imagen de un país unido en el Parlamento. “Querer describir a Suecia como una capital separada de sus barrios periféricos es peligroso, no creo que sea verdad”, afirmó, y se refirió a los autores de los disturbios como “un pequeño grupo de alborotadores”.

El ministro para la Integración, Erik Ullenhag, atribuyó los disturbios a un desempleo elevado –del 8,8 por ciento en Husby en 2012 frente al 3,6 por ciento en Estocolmo–, y a otras formas de exclusión de los barrios en los que la población inmigrante es mayoritaria. “Sabemos que hay una discriminación en estos lugares, y estos acontecimientos no mejoran la imagen de estos barrios, donde hay muchas cosas positivas que se producen, pero que están completamente eclipsadas actualmente”, lamentó.

Los incidentes fueron ampliamente consignados por la prensa internacional, que los comparó con países que ya han sufrido episodios violentos en las periferias de sus grandes ciudades como Francia y Reino Unido. Según Carlbom, “Suecia sufre una fuerte segregación, pero estos barrios pueden ser mucho más duros en otros países”.