National Security Strategy: América Latina no existe

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Luis Britto García

Decía Nicolás Maquiavelo que en la práctica el Príncipe podía hacer lo que le viniera en gana mientras en su discurso pareciera la moralidad y la religión encarnadas, porque la mayoría de los hombres solo pueden ver y no tocar. Ello no obstante, a partir del Discurso de Poder, por acicalado que venga, se pueden discernir los propósitos de quien lo emite.

Tomemos por caso la National Security Strategy of the United States of America (whitehouse.gov/wp-content/uploads/2025/12/2025-National-Security-Strategy). Analicémosla con el método de los Roles Actanciales, de Julien Algirdas Greimas, quien sostiene que en todo discurso, sea poético, ficcional o político, participan seis personajes o actantes: el Sujeto que desea, el Objeto deseado, el Ayudante, el Oponente, el Destinador y el Destinatario.

El sujeto deseante

El documento citado postula una visión global de Objetivos de National Security y dentro de ella aparentemente no figura América Latina y el Caribe. En el extenso documento de una treintena de páginas “Latin America” es solo nombrada explícitamente dos veces: para señalar que algunos de sus gobiernos no están alineados con países “foreign” y para indicar que ella no tiene capacidad para absorber la producción de China, ni siquiera conjuntamente con el Sureste Asiático y el Oriente Medio.

Para la National Security existen solo las siguientes “Regiones”: “A. El Hemisferio Occidental. B. Europa. C. Asia. D. El Oriente Medio. E. África”. Es una división asistemática, que define como “regiones” indistintamente hemisferios (El Occidental) Continentes (Europa, Asia, África) y una sección de continente (Oriente Medio). Veamos por qué.

En un discurso tiene tanta importancia lo que se enuncia como lo que intencionadamente se omite. En la National Security Strategy el Sujeto Deseante, o simplemente el Sujeto, parece ser a la vez, y de manera ambigua, “United States” (un país) y “the Occidental Hemisfery” (una región geográfica). Asegura la confusión el uso ambiguo del término “América”, aplicado a la vez para aludir al hemisferio, al continente y a Estados Unidos, como si fueran la misma cosa. Esta aparente confusión clarifica de una vez el mensaje y la pretendida categorización de quien lo emite: “United States” es a la vez “América” y por tanto, “The Occidental Hemisphery”. A lo largo del documento los términos son usados de manera erróneamente confusa y por tanto equivalente.

El plan de dominación continental de Estados Unidos es así enunciado de manera arbitraria y terminante. Todo un hemisferio no tiene, ni puede tener, otros propósitos, objetivos ni metas que los de Estados Unidos. Es la apoteosis semiótica del American Dream, el Sueño Americano: un hemisferio y un continente estadounidenses.

El objeto del deseo

¿Pero, quién es este Sujeto deseante, que quiere representar un hemisferio y tal vez al mundo? Un sujeto se define por lo que desea. Y en el presente caso, lo que se quiere es asegurar, modestamente, que “América permanezca siendo el más fuerte, rico, poderoso y exitoso país en las décadas por venir”. “América” en este caso no es un hemisferio, es un país. Los demás habitantes o entes políticos de esa mitad del mundo permanecen en la sombra: no son sujetos, semióticamente no existen.

estados unidos dominio geopolitico américa latina – NODALEn todo caso, el documento postula que el Objeto del Deseo y por tanto el Sujeto que desea requieren remodelación. En la sección I.1 se afirma que “tras el fin de la Guerra Fría, las élites de la política exterior de América se autoconvencieron de que la permanente dominación de América sobre el mundo entero estaba en los intereses de nuestro país. Pero los asuntos de otros países solo nos conciernen si su actividad amenaza directamente nuestros intereses”.

Vaya, qué alivio. De una activa “permanente dominación de América sobre el mundo” se retrocede a solo una respuesta reactiva contra cualquier actividad que “amenaza directamente nuestros intereses”. El más imperialista poema de Rudyard Kipling incita al inglés: “Asume la carga del hombre blanco”. Igual sacrificio habría significado para Estados Unidos casi un siglo de saqueo del mundo: “Nuestras élites calcularon mal la voluntad de América de soportar por siempre cargas en las cuales el pueblo de América no veía conexión con el interés nacional”.

Pobres. Solo “cargas” sin beneficio alguno. Por ejemplo, la de imprimir billetes sin respaldo desde 1944 y obligar al mundo a aceptarlos a cambio de bienes reales. Por ejemplo, la de destruir países para robar sus recursos naturales. Por ejemplo, la de ocupar el planeta con novecientas bases militares cuyos efectivos se pretenden inmunes a leyes y tribunales locales. En medio de este conmovedor sacrificio, una afirmación contundente como un estampido: América —o sea, Estados Unidos— declina el proyecto de dominación del mundo.

Enhorabuena. Ya era hora. Haberlo dicho antes. Nunca es tarde si la dicha es buena. Pero entonces, en términos del aparte II.2 del documento, ¿Qué queremos en el mundo y de él? La lista es larga. Larguísima. Veamos lo relativo a América: “Asegurar que el Hemisferio Occidental permanezca razonablemente estable y suficientemente bien gobernado como para prevenir y desalentar migraciones masivas hacia Estados Unidos (…) cuyos gobiernos cooperen con nosotros contra narcoterroristas, carteles y otras organizaciones criminales transnacionales (…) un Hemisferio libre de incursiones hostiles y de propiedades de activos claves foráneas, que mantenga cadenas de abastecimientos críticas, y queremos asegurar nuestro continuo acceso a locaciones claves (…) añadiremos y haremos cumplir un corolario Trump a la doctrina Monroe”.

En dos palabras, un Hemisferio con países sin soberanía ni autodeterminación, colonias sin el menor derecho con respecto a la metrópoli, reducidas a perseguir las organizaciones que Estados Unidos considere ilegales, con políticas migratorias, propiedades de activos, cadenas de abastecimiento y locaciones claves sujetas a los intereses estadounidenses.

Los mismos viejos objetivos imperiales de siempre, sin asumir sus cargas ni el Derecho. En el discurso hegemónico hay solo un actante: el Sujeto que desea. De allí a la piratería no hay más que un paso. Al asaltar el tanquero iraní ya lo han dado.

 

* Narrador venezolano, ensayista, dramaturgo, dibujante, explorador submarino, autor de más de 60 títulos. En 2002 recibió el Premio Nacional de Literatura, y en 2010 el Premio Alba Cultural en la mención Letras.