Narrativa de una toma
Maryclen Stelling|
La situación política en Venezuela ha tenido desde hace varios años un sustancial componente comunicativo. La información ha ido adquiriendo una importancia estructural en la crítica situación confrontacional del país. Gradualmente se ha ido fortaleciendo el uso político de los medios, impulsando, en consecuencia, un ejercicio periodístico bélico, con fuertes características propagandísticas, en detrimento de la propia función informativa. Expertos en crear ambientes propicios a la confrontación, gradualmente se va minando la capacidad crítica de las audiencias en relación a la producción interpretativa de los medios de información. Por su parte, las fuerzas políticas retroalimentan, apoyan y se someten a la interpretación dicotómica de la realidad.
Al tomar partido político, los medios entran a formar parte del ejercicio bélico que establece claros límites entre “nosotros” y “ellos”, justicia, legalidad y legitimidad de las propias acciones frente a las del otro, el enemigo estigmatizado. Fronteras indispensables en el periodismo bélico y en la construcción negativa del enemigo, que se nos ofrece envuelto en narrativas bélicas que fuerzan a la identificación simbólica con uno de los dos bandos. Producto de un perverso y pragmático pacto de confianza político-mediático, se nos brinda una simplificada imagen del otro, interpretación selectiva que reduce la compleja la realidad política del país.
Los medios se convierten entonces en las arenas centrales donde se lleva a cabo la confrontación multidimensional –política, económica, cultural, social- que las dos fuerzas políticas antagónicas procuran legitimar y validar. En ese sentido, ambos bandos reconocen el poder de medios y redes para movilizar, visibilizar, ocultar y legitimar causas, motivaciones políticas y estrategias.
La larga confrontación político-mediática entre Gobierno y oposición ha cobrado una nueva dimensión de cara al Referendo Revocatorio Presidencial. En esta etapa, además de trabajar en la movilización de sus “respectivos ejércitos”, ambas fuerzas están orientadas a la construcción de marcos interpretativos, en la gestión de representaciones simbólicas, significados y producción de sentido. Suerte de lucha por la legitimación o negación de ambas narrativas, en la que los medios adquieren un rol protagónico.
En lo inmediato la oposición procura centrar la confrontación político-mediática en la Gran Toma de Caracas el 1-S, organizada y decretada por la MUD.
En la narrativa oposicionista, la Toma de Caracas cobra un carácter de “gesta heroica” tan necesaria para una oposición, usualmente derrotada ante las urnas, hasta el 6-D. De acuerdo a sus líderes, la Toma, de carácter “no bélico”, persigue dos objetivos. Lograr una agrupación masiva de venezolanos para “demostrarle al mundo que el país quiere cambio”. En tanto vertiente política, es un proceso de organización. El segundo, exigirle al CNE que respete el cronograma electoral, realice el referendo revocatorio y las elecciones electorales este año 2016. Políticamente, pretende “una movilización masiva de un pueblo unido que demostrará que el referéndum está más vivo que nunca”.
La Gran Toma de Caracas, en la narrativa de la oposición, constituye un hecho histórico, excepcional, colectivo y organizado, suerte de antes y después en la historia reciente de la confrontación política. “Es clave para el país, nos estamos jugando el futuro”. El 1-S, da inicio a otra etapa, en la disputa por la significación: “una nueva agenda de lucha, en la que el “pueblo” protagónico pasa a constituir un elemento central discursivo y, gracias a “una movilización de unidad y coraje”, vuelve a la calle para “demostrarle al mundo que el país quiere cambio”. La Gran Toma “no es una marcha más”, no tiene agendas ocultas, no es paro, es movilización en todo el país. De “importante significación política”, será una lectura de lo que podría suceder en el mediano plazo, en relación a “si la situación en Venezuela podría cambiar o no”.
La metáfora del desastre constituye parte importante en la lucha de significados. La MUD no quiere que el país “sea víctima de un pavoroso incendio económico y social…no queremos más escombros…”Contundente, se afirma que la economía en 2017 dependerá de un cambio político. Convencidos de que son los conductores de la gesta heroica, la oposición está comprometida en impedir que “esto pase a una fase aún más dolorosa para el pueblo”.
En la creación de marcos de interpretación, la oposición describe al enemigo como “débiles, temerosos, incapaces y radicales ante una posible derrota”. Paralelamente, se construye un sistema de amenazas: “tienen miedo, no quieren mostrar su condición minoritaria”; “ni que el RR, ni que las elecciones regionales se realicen este 2016”; están intentando criminalizar la protesta, con la acción de los “colectivos violentos”. Se reta al Gobierno y se asegura que “no pueden trancar a todo el país”. Amenazantes, aseveran que “mientras más radicales se vuelvan, más rápido será el cambio y más rápida será la salida…”
La gesta heroica ya arrancó. Y de ello dan fe líderes, medios y redes abocados a construir una narrativa acorde al sistema de símbolos y significados erigido en torno al rol de la oposición en esta etapa. Dirigentes de la MUD guiarán la Gran toma de Caracas a la que “vendrán personas de toda Venezuela”, desde oriente y occidente, desde los Andes y los Llanos…Desde el estado Amazonas arranca la caminata de indígenas venezolanos hacia la capital. Convencidos de que la juventud no tiene por qué rendirse ante los pies de ningún gobierno, el Movimiento estudiantil se prepara y realiza “abreboca” en toda Venezuela. Persuadidos de que es necesario un cambio urgente de gobierno para poder salir de la crisis, gremios y sindicatos se aprestan a participar. Se realizan visitas “casa por casa” a las comunidades para organizarla. La posición invita a la comunidad internacional a la Gran toma de Caracas.
Alea jacta est.
*Socióloga, observadora y analista de medios.