Militares de EEUU en Quito: Las presiones del 2010 y la dignidad del presidente Correa
KINTTO LUCAS| El presidente de Ecuador Rafael Correa denunció hace unos días la presencia extraña de cerca de 50 militares estadounidenses en el país. Sin duda es raro que, luego de cerrada la Base de Manta, haya tantos militares estadounidenses trabajando en Ecuador. Pero mucho más extraño es que, según se informa, estén asignados por la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés) bajo un supuesto programa para fortalecer la democracia en el país.
Recuerdo que en 2010, cuando era Vicecanciller de Ecuador, hubo varios intentos de que el país firmara un acuerdo con Estados Unidos para realizar actividades militares conjuntas de los dos países en la frontera con Colombia. Por ejemplo labores de inteligencia. A cambio daban unos millones de dólares. En ese tiempo era embajadora en Quito Heather Hodges.
Desde que asumí como Vicecanciller me opuse totalmente a firmar cualquier acuerdo de ese tipo que significaba intervención e intromisión estadounidense en Ecuador y en la región. En ese sentido trabajé y recibí presiones.
Paralelamente a la presión de la embajadora y de algún subalterno de su embajada, estaba la insistencia de algún funcionario de Cancillería y de alguno que otro de los ministerios vinculados al tema. Los delegados de la Embajada de Estados Unidos se movían en reuniones a distintos nivel y en varios ministerios presionando. Y en algunos casos se notaba ingenuidad, entreguismo o temor por la presión estadounidense.
Llegado septiembre de 2010 aumentaron las presiones desde la Embajada. Sus funcionarios decían que Estados Unidos estaba dispuesto a cambiar la redacción si era lo que molestaba. Una y otra vez traían redacciones distintas para que no se note la intención que escondía el acuerdo. Paralelamente hablaban con funcionarios de Cancillería, de los ministerios involucrados en el tema, y con alguno que otro militar y policía. Presionaban. Cierto día en mi despacho me reí bastante al ver la “sapada” de querer disfrazar las palabras, aunque sabía que todas las movidas de la embajada eran bien pensadas. No las subestimaba ni las subestimo.
Ante la presión e insistencia de varios lados, el 27 de septiembre de 2010 le escribí un informe al Presidente relatando lo que ocurría. Al otro día me llamó.
Fue claro y tajante. Primero me dio todo el apoyo y luego me dijo que él estaba en contra de ese tipo de acuerdos que iban contra la soberanía ecuatoriana. Y agregó que a él nadie le había consultado, porque les hubiese dicho que Ecuador no firma esos acuerdos.
Se decidió informar enseguida a Estados Unidos y a todos los que presionaban o insistían, que no se firmaría el acuerdo y se terminaban las conversaciones sobre el tema. Dos días después, el 30 de septiembre, se dio el intento de Golpe de Estado. Meses después se declaró persona no grata a la embajadora por entrometerse en asuntos internos del país.
Por lo tanto, con los antecedentes mencionados, extraña mucho que militares de Estados Unidos estén actuando en el país asignados por la USAID, bajo un supuesto programa para fortalecer la democracia. ¿O sea que militares estadounidenses vienen a darnos clases para fortalecer la democracia? ¿Cuál es la tarea concreta que cumplen esos militares? ¿Qué tipo de acuerdo permite eso? ¿Quién lo firmó?
El vocero de la Embajada dice que tienen los permisos correspondientes. Si hay algún acuerdo, debería investigarse quién lo firmo y cómo se firmó.
Comparto la preocupación del Presidente y creo que todos deberíamos apoyar su postura digna y soberana. La misma que tuvo en aquel septiembre de 2010.