Milei y la comezón del tercer año

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Aram Aharonian

Sin lugar a dudas, el resultado de las recientes elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires fue un cachetazo para Javier Milei y su gobierno ultraderechista.  Un cachetazo a su política de hambre y motosierra, en un contexto de escándalos de corrupción, como el “Karinagate”, luchas internas feroces; operaciones de inteligencia; censura al periodismo; derrotas legislativas; crisis económica cotidiana y una gestión que sólo piensa en controlar el dólar.

Hacía 20 años que el peronismo no ganaba comicios de medio término. La derrota libertaria en la provincia de Buenos Aires, gobernada por el peronista Axel Kicillof, no solo evidenció un rechazo al ajuste económico y a la corrupción al más alto nivel de gobierno, sino también una creciente incomodidad social frente a la provocación a la que es dado el libertario presidente Javier Milei como estrategia política.

Desafío a la gobernabilidad, revés electoral, derrota aplastante, son las definiciones de la misma prensa que avala a Milei, aun cuando el contundente resultado en contra recibido por La Libertad Avanza en las elecciones legislativas del domingo en la provincia de Buenos Aires generó un «cimbronazo» en la mirada de Wall Street sobre la Argentina.

El banco estadounidense Morgan Stanley publicó un duro informe en el que retira su «postura favorable» sobre el país y cierra su recomendación de «comprar» bonos argentinos ante la nueva incertidumbre generada tras los comicios.  El banco anunció el cambio de estrategia, emitido «apenas la semana pasada», como consecuencia directa de la dura derrota por más de 13 puntos de La Libertad Avanza. El duro revés electoral «incrementa la probabilidad de un escenario central negativo «, en el cual el mercado ahora pone «en duda la continuidad de las reformas» y crecen las dudas sobre el financiamiento externo.

El peronismo volvió a festejar

Considerada una «prueba política» para Milei, este proceso electoral fue visto como un test no solo para el oficialismo, sino también para las perspectivas del peronismo. Tras año y medio gobernando en minoría parlamentaria, la administración libertaria pierde efectividad, sus rivales políticos resurgen y crecen las denuncias por corrupción y la oposición de la ciudadanía.

El triunfo de Milei en 2023 se explica por la emergencia de una ultraderecha que no se sustenta en el nacionalismo ni en la seguridad, sino en la destrucción conceptual del Estado. Milei encarnó un outsider radical, teatral y excesivo, capaz de convertir el insulto y la provocación en espectáculo político. Milei no construyó un proyecto social ni ideológico en sentido clásico. Su figura fue un catalizador de malestar, una expresión de la época donde la rabia se convirtió en política.

La lógica del escándalo, la provocación y la sobrerrepresentación mediática fue clave para su triunfo. La visibilidad constante se convirtió en sustituto de proyecto. La teatralidad que sirvió para ganar elecciones no alcanza para gobernar. El ajuste económico radical, el retroceso legislativo tras vetos revertidos y la ausencia de resultados palpables en la vida cotidiana aceleraron la pérdida de atractivo. La promesa de dinamitar el Estado se enfrentó al hecho de tener que administrarlo, analiza el sociólogo chileno Alberto Mayol.

El propio Milei había transformado esta elección en una prueba de fuego para su proyecto. La nacionalizó con discursos encendidos en el conurbano bonaerense y la presentó como un paso imprescindible para consolidar sus políticas de austeridad y su lucha contra lo que denomina “la casta política”. El desgaste provocado por los recortes, la corrupción, la reducción de la obra pública y los despidos masivos en la administración golpearon con fuerza a la clase media y a los sectores más vulnerables.  Milei emergió aturdido y encerrado en sí mismo.

 La derrota dejó al descubierto una serie de errores estratégicos del oficialismo. La excesiva centralización del poder en la figura de Milei y en su hermana Karina debilitó la capacidad de construcción territorial.  Milei se dejó llevar por los análisis de la prensa hegemónica y sus encuestas, y sus redes libertarias.  Sobreestimó el respaldo popular a su ajuste económico y subestimó el impacto del malestar social. Apostó a la baja participación ciudadana, pero con sus ataques a granel logró movilizar más votantes críticos que oficialistas.

A Milei le faltan 92 días para siquiera llegar al comienzo de su tercer año, pero la enorme derrota que sufrió el domingo anticipa ahora otra cuenta: los 48 días que faltan para las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre. Y hasta entonces lo más probable es que haya más malas que buenas noticias tanto en el campo económico como en las denuncias de corrupción.

Se inicia entonces un camino sinuoso en el oficialismo sobre qué corregir y qué mantener para iniciar el fatídico síndrome del tercer año cuando la gran mayoría los gobiernos se quedan sin oxígeno, cuando las esperanzas que les dieron origen se esfuman ante el contraste de los resultados, cuando hasta por lo mismo que eran aplaudidos son criticados, opina el editor de Perfil, Jorge Fontevecchia.

El escándalo de las coimas en el más alto gobierno

Para Milei, los pronósticos para 2026 son muy sombríos, con la dificultad agregada que ahora sí tiene un candidato presidencial enfrente, con un Kicillof que triunfó dos veces: sobre Milei y sobre Cristina Kirchner, quien se había inclinado por favorecer a su hijo, Máximo Kirchner, líder de la agrupación La Cámpora.

El cántico “Axel conducción” fue repetido varias veces, lo que indica claramente que el peronismo ya resolvió su candidato para el 2027. A pesar de los cánticos de la militancia que le pedían a Kicillof “ser el conductor”, la premura sigue siendo la sensación que más se respira el día después. El empoderamiento de las urnas le sirve al peronismo para “construir una alternativa” que hoy parece conducir el Gobernador.

El triunfo de las urnas cruzó las fronteras. El presidente de Brasil, Lula Da Silva, llamó a Kicillof y lo felicitó. El presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, también se comunicó. Funcionarios del gobierno de Chile hicieron lo mismo. Del KM 0 a la capital del peronismo: así será la caravana de Axel ...Ahora, todos miran la próxima contienda electoral, el domingo 26 de octubre. Los tres espacios del peronismo saben que allí se puede dar un batacazo más fuerte, pero para eso es necesaria la unidad.

La reacción de los mercados fue muy negativa: en medio de la escalada del dólar, el ministro de Economía, Luis Caputo, se reunió en Casa Rosada con el presidente Javier Milei tras la derrota electoral. En la reunión también estuvo presente el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Ilan Goldfajn, y el secretario de Finanzas, Pablo Quirno.  Aún no se habla (pero se teme) de una corrida cambiaria que haría trizas los planes del gobierno.

El gobierno aún tiene expectativas de una línea de financiamiento luego de que en abril se anunciara un préstamo por 10.000 millones de dólares para los próximos tres años que hasta ahora, no se concretó. En ese entonces, Goldfajn planteó: “El BID está comprometido a apoyar el programa económico de Argentina, trabajando estrechamente con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

No solo nos estamos coordinando con el Gobierno, estamos implementando juntos medidas claves para mantener y fortalecer el orden fiscal alcanzado por el Gobierno del presidente Milei, al tiempo que promovemos el desarrollo liderado por el sector privado”.  Esta frase significa que lo único que podemos considerar verdadero es lo que ocurre en la realidad. En otras palabras, no podemos basarnos en suposiciones

 ¿Nada cambia?

Luis Calputo: Todo seguirá igual…

Luis Caputo, jefe de la cartera económica, tampoco estuvo presente en el búnker de La Libertad Avanza para esperar los resultados de las elecciones bonaerenses. Una hora y 17 minutos después de conocerse la victoria de Fuerza Patria por el 47% de los votos, ratificó el rumbo económico en su cuenta de X: «Nada va a cambiar en lo económico. Ni en lo fiscal, ni en lo monetario, ni en lo cambiario. Un abrazo a todos».

La cotización del dólar saltaba a media jornada un 6%, el riesgo país escaló hasta los 1100 puntos básicos luego de una fuerte caída de los bonos soberanos de la deuda bajo ley Nueva York de hasta el 10%. Las acciones argentinas en Wall Street también se derrumbaban hasta el 20%.

Para Delphos Investment, «el principal riesgo para el gobierno pasa por lo macroeconómico. Una suba del dólar al techo de la banda podría interrumpir el proceso de desinflación, deteriorar el humor social y alimentar el voto castigo. En ese marco, bonos y acciones enfrentarán semanas de debilidahasta que haya mayor claridad sobre la coyuntura económico financiera. La duda es qué poder de fuego tiene el Gobierno para frenar una corrida cambiaria, cuando Argentina debe pagar 1.250 millones de dólares a organismo internacionales y 860 millones al FMI (en la primera semana de noviembre).

Hechos como el affaire de la criptomoneda $Libra, las palizas de los miércoles de las “fuerzas de seguridad» a los jubilados y el ajuste a los sectores precarizados, entre otras disfunciones cotidianas, generaron en el cuerpo social una especie de naturalización de la anormalidad. Pero los audios de Spagnuolo (funcionario y amigo del presidente) que dejaron a la intemperie el “choreo” (Milei dixit) a los discapacitados, funcionaron como el quiebre de ese maldito sortilegio.

Y su primer signo fue la socialización de la burla. ¿Acaso el humor popular se había convertido en un modo de resistencia? Ya se sabe que del ridículo nunca se regresa, señala Ricardo Ragendorfer en Tiempo Argentino.

Coincidiendo con las elecciones, el fin de semana la cantante Lali Espósito lanzó en el estadio de Vélez su nueva canción «Payaso» -inspirada en la figura del presidente-,  y el lunes la cotización del dólar se incrementaba  (sacrificaron unos 300 millones de dólares para llegar a las elecciones con el dólar por debajo de los 1.400 pesos) y las acciones y ADRs argentinos en Wall Street se derrumbaban hasta 24 por ciento.

«La única verdad es la realidad» fue una declaración filosófica de Aristóteles, que en la Argentina Juan Domingo Perón difundió como justificación para su justicialismo y la justicia social. Se le hace difícil asumirla a los medios hegemónicos de comunicación, que inflaron la figura de Milei, lucraron con él, y ahora reviven el fantasma del peronismo, suponiendo que con eso ahuyentan los votos contra la ultraderecha y su corrupción.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)