MDeE25: Un manifiesto por la democratización de Europa

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Yanis VaroufakisTras su lanzamiento en Berlín el pasado 9 de febrero , el Movimiento para la Democratización de Europa, iniciado por el ex-ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis, se reunirá en Madrid los próximos 19, 20 y 21 de febrero en el Centro Cultural Matadero: “Contra la austeridad y por una Europa democrática, sostenible e igualitaria”. Este es su Manifiesto:

Un fantasma recorre Europa y obsesiona a las potencias europeas; una fuerza a la que siempre han temido y a la que han pretendido eludir, cooptar, corromper, confundir y en definitiva suprimir: la visión de la democracia.
El gobierno de los pueblos de Europa, el gobierno por el demos, es la pesadilla compartida por:
▪ La totalidad de los burócratas de Bruselas (y sus 6.000 lobbystas)
▪ El escuadrón de choque del cuerpo de inspectores de la Troika y el conjunto de “tecnócratas” no electos de otras instituciones internacionales y europeas.
▪ El poderoso Eurogrupo, cuyo poder no se fundamenta en ninguna ley o tratado.
▪ Los banqueros (a menudo en bancarrota), los gestores de fondos de inversión y las oligarquías resurgentes.
▪ Los partidos políticos que apelan de boquilla al liberalismo, la democracia, la libertad y la solidaridad, y que niegan la sustancia de los mismos cuando están en el gobierno.
▪ Los gobiernos que alimentan una cruel desigualdad imponiendo una austeridad contraproducente.
▪ Los magnates de los medios de comunicación, que han convertido la provocación del miedo en una forma de arte y en una magnífica fuente de poder y de beneficios.
▪ Las organizaciones empresariales confabuladas con los organismos públicos secretistas que utilizan este mismo miedo para fomentar el hermetismo y una cultura de la vigilancia pensada para doblegar a la opinión pública a su voluntad.

La Unión Europea fue un logro excepcional, y consiguió unir de forma pacífica a unos pueblos europeos que hablan diferentes lenguas y que están inmersos en diferentes culturas, demostrando que era posible crear un marco compartido de derechos humanos en un continente que, no mucho antes, estaba dominado por un chovinismo homicida, el racismo y la barbarie. La Unión Europea podía haber sido el proverbial Faro entre la Niebla y mostrar al mundo que la paz y la solidaridad podían ser arrebatadas de las fauces del conflicto y la intolerancia.
Por desgracia, una burocracia común y una moneda común dividen a Europa. Una confederación de funcionarios económicamente ingenuos y de “expertos” financieramente incompetentes está desacreditando a Europa y provocando una peligrosa reacción antieuropea. Unas naciones orgullosas se están volviendo unas contra otras. El nacionalismo, el extremismo y el racismo se están despertando de nuevo.
Las economías de la Eurozona están siendo llevadas una tras otra hacia el precipicio de la austeridad competitiva. El resultado es el estancamiento y la recesión en los países más débiles, una baja inversión en los países centrales, una desigualdad inenarrable, y una pérdida de la ilusión en todos ellos. Mientras, los estados miembros de la UE que no pertenecen a la Eurozona están alienados y buscan socios e inspiración en otros lugares.
Una “Europa” ineficiente, autoritaria e ilegítima se está fragmentando. Los europeos se debaten entre dos falsas opciones: replegarse en la burbuja de su nación-Estado o rendirse a la zona libre de democracia de Bruselas. Las consecuencias de este repliegue en la nación-Estado o de aferrarse a la UE existente serán terribles para Europa, para los europeos y para los europeístas. Tiene que haber otro camino. ¡Y lo hay! Es la Europa oficial la que se resiste con toda la fuerza y los procedimientos de su mentalidad de cártel. El antídoto al autoritarismo que corrompe a la Unión Europea y a sus instituciones es una OLEADA DE DEMOCRACIA.
Nuestro movimiento, DiEM-25, pretende propiciar esta oleada. La democratización de la UE tiene que empezar inmediatamente para que sea posible ir minando la resistencia institucionalizada, que tiene que ser vencida antes de que Europa vaya más allá del punto de no retorno.
Le damos una década, hasta el año 2025.
Si fracasamos, la UE se desmoronará a causa de su orgullo desmedido, se fragmentará y su caída provocará incalculables dificultades en todas partes, no solo en Europa. Y si Bruselas consigue impedir su democratización, necesitará ser derrotado como un enemigo de la dignidad humana, del futuro de Europa, de la prosperidad compartida y de la libertad política.

¿Por qué Europa está perdiendo su integridad y su alma?
En las décadas de posguerra durante las cuales la UE fue inicialmente construida, las culturas nacionales fueron revitalizadas en un espíritu de internacionalismo, desaparición de fronteras, prosperidad compartida y elevados niveles de calidad que cohesionaron a los europeos. Pero el huevo de la serpiente estaba presente en el mismo corazón del proceso de integración.
Desde un punto de vista económico, la UE inició su camino como un cártel de la industria pesada (cooptando más tarde a los propietarios agrícolas) decidida a fijar precios y a redistribuir los beneficios oligopólicos mediante su burocracia en Bruselas. Este cártel, y sus administradores afincados en Bruselas, temían al demos y desdeñaban la idea del gobierno-por-el-pueblo.
Paciente y metódicamente, se puso en marcha un proceso de despolitización de la toma de decisiones, el resultado del cual fue un lento pero incesante avance hacia la difuminación del demos de la democracia y el encubrimiento de la toma de decisiones bajo el omnipresente manto de un fatalismo seudotecnocrático. Los políticos nacionales fueron espléndidamente recompensados por su aquiescencia a convertir la Comisión, el Consejo, el Ecofin, el Eurogrupo y el BCE en zonas libres de política. Todos los que se opusieron a este proceso de despolitización fueron tildados de “antieuropeos” y tratados como una disonancia discordante.
El engaño está en la base del intento obviamente político de la burocracia de la UE de acabar con la democracia pretendiendo que la toma de decisiones verticalmente es… apolítica. El tratamiento de las decisiones políticas como problemas técnicos oculta la priorización de unas “normas” cuyo verdadero objetivo es mantener a la mayoría de europeos alejados del poder real sobre el dinero y la economía. Pero estas normas, y la falta de responsabilidad democrática de quienes las perpetran y las imponen, son las que engendran las crisis económicas.
No tiene nada de sorprendente que las instituciones políticas y económicas de Europa hayan llevado a unas circunstancias económicas desastrosas y a unas dificultades evitables.
▪ Las normas tienen que estar al servicio de los europeos y no al revés.
▪ Las divisas tienen que ser instrumentos, no un fin en sí mismo.
▪ Un mercado único es consistente con la democracia solo si incluye mecanismos de defensa de los europeos más débiles y del entorno, mecanismos que tienen que ser democráticamente elegidos y gestionados.
▪ La democracia es esencial para mantener bajo control las endémicas tendencias autodestructivas del capitalismo.
En respuesta a la inevitable crisis de la economía social cartelizada de Europa, las instituciones de la UE causantes de la crisis han recurrido a un autoritarismo cada vez mayor. Cuanto más asfixian a la democracia menos legítima se vuelve su autoridad política y más necesitan recurrir al autoritarismo. De este modo los enemigos de la democracia ven renovado su poder al mismo tiempo que pierden legitimidad y restringen la esperanza y la prosperidad a unos pocos (que solo pueden disfrutar de ellas detrás de las verjas y las rejas necesarias para protegerlos del resto de la sociedad).
Este es el proceso invisible por el que la crisis de Europa está provocando el ensimismamiento de nuestras naciones, enfrentándolas unas a otras, extendiendo por doquier el patrioterismo y la xenofobia. La privatización de la ansiedad, el miedo al “otro”, la nacionalización de la ambición y la re-nacionalización de la política amenazan con una desintegración tóxica de los intereses comunes que no puede traer nada bueno. La lamentable reacción de Europa a la crisis humanitaria griega, a los refugiados sirios y a los ataques terroristas en París son ejemplos de lo que sucede cuando la solidaridad pierde su significado.
▪ El aplastamiento de la Primavera de Atenas y la imposición al gobierno griego democráticamente elegido de un programa de “reformas” económicas que estaba destinado a fracasar, hirió a Europa como un todo. Ningún estado miembro de la Unión Europea puede ser democrático y libre en la medida en que uno solo de sus miembros se vea forzado a acatar de antemano todo aquello que decidan un grupo no electo de burócratas.
▪ La escandalosa actitud de la mayoría de los estados miembros de la UE a involucrarse en la solución del problema de los refugiados que llegan a nuestras costas es un mero reflejo de la forma en que un modelo de gobernanza europea roto produce un deterioro ético y una parálisis política.
▪ La facilidad con que, después de los repugnantes ataques terroristas en París, los gobiernos europeos decidieron que la solución estaba en la erección de nuevas fronteras cuando la mayoría de los atacantes eran ciudadanos de la UE, es otra muestra del pánico moral causado por una Unión Europea incapaz de hacer que los europeos den respuestas comunes a problemas comunes.

¿Qué hacer? Nuestro horizonte

La democracia en toda Europa es un requisito esencial para una Unión Europea que funcione y que prospere. Nosotros creemos que a la Unión Europea se le está acabando el tiempo rápidamente. El cambio tiene que empezar inmediatamente y la nueva unión democrática tiene que ser una realidad antes del año 2025.La burocracia de la UE, que hoy manifiesta un desprecio profundo por la democracia, tiene que ser democratizada. De lo contrario, tendrá que desintegrarse.
Una idea simple y radical es la fuerza motivadora que está detrás del movimiento DiEM·25:
¿Democratizad a Europa! La democracia no es (no puede ser) un lujo al alcance de los acredores y prohibido a los deudores.
El realismo exige que trabajemos con el propósito de alcanzar unos hitos determinados en un período de tiempo razonable. Por esto el DiEM·25 se plantea su objetivo en cuatro fases: de inmediato, en seis meses, en dos años, y finalmente, pretende haber alcanzado una Europa funcional y plenamente democrática antes del año 2025.
Ahora bien, hoy mismo los europeos se están enfrentando a esta situación en todas partes. Desde Helsinki a Lisboa, desde Dublín a Creta, desde Leipzig a Belfast. Nos estamos uniendo para reescribir las normas que ponen en peligro la democracia y que hacen imposible una prosperidad paneuropea compartida. Democratizar las estructuras de poder europeas es la única forma de evitar la autodestrucción de la Unión Europea.
Si se nos pregunta qué queremos en la práctica y cuándo lo queremos, nuestra respuesta es:
En el muy corto plazo: Transparencia absoluta en la toma de decisiones.
Las reuniones del Consejo de la UE, del Ecofin, del FTT y del Eurogrupo han de ser transmitidas en directo.
Las actas de las reuniones del consejo de gobierno del Banco Central Europeo serán publicadas unas semanas después de que las reuniones hayan tenido lugar.
Todos los documentos relativos a las negociaciones de la TTIP (Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión) que afecten en cualquier sentido al futuro de los ciudadanos europeos serán colgados en la Web.
A corto plazo (en un plazo de doce meses). Abordar la crisis económica en curso utilizando las instituciones existentes y en el marco de los Tratados en vigor de la UE.
La crisis inmediata de Europa se despliega en cuatro frentes simultáneamente: el de la deuda pública, el de la banca, el de una inversión inadecuada y el de la pobreza creciente. Los cuatro frentes se dejan actualmente en manos de unos gobiernos nacionales que son impotentes para actuar sobre ellos. DiEM·25 presentará propuestas políticas detalladas para europeizar los cuatro frentes y para retornar al mismo tiempo el poder a los Parlamentos nacionales, a los concejos regionales, a los ayuntamientos y a las comunidades.
A medio plazo (en un plazo de dos años): Asamblea Constituyente
Los pueblos de Europa tienen el derecho y el deber de considerar el futuro de Europa. Para ello ha de convocarse una Asamblea de sus representantes. DiEM·25 promoverá una Asamblea Constituyente formada por representantes elegidos en listas transnacionales. Hoy que las universidades solicitan a Bruselas fondos para la investigación, es preciso que formen alianzas transnacionales. Asimismo, las elecciones para la Asamblea Constituyente requerirán listas que incluyan candidatos de al menos quince países europeos. La Asamblea Constitucional resultante tendrá el poder de decidir sobre la futura constitución democrática que sustituirá a todos los Tratados Europeos existentes.
A largo plazo (antes de 2025): Promulgación de las decisiones de la Asamblea Constitucional

¿Quién traerá el cambio?

Nosotros, los pueblos de Europa, hemos decidido recuperar el control sobre nuestra Europa que ahora está en manos de unos “tecnócratas” irresponsables.
Constituimos el movimiento DiEM·25 con la intención de avanzar desde una Europa de “Nosotros, los gobiernos” y “Nosotros, los tecnócratas”, hasta una Europa de “Nosotros, los pueblos de Europa.”
Cuatro son nuestros principios:
▪ Ninguna nación europea será libre en tanto en cuanto la democracia en otra sea profanada.
▪ Ninguna nación europea podrá vivir en dignidad mientras a otra le sea denegada.
▪ Ninguna nación europea podrá aspirar a la prosperidad si otra se ve forzada a una insolvencia y a una depresión permanentes.
▪ La prosperidad requiere un crecimiento consistente con el desarrollo humano y el equilibrio ecológico.
Formamos parte de una magnífica tradición de conciudadanos europeos que han luchado durante siglos contra el concepto de que la democracia es un lujo y que los débiles han de sufrir porque es lo que se merecen.
Con el corazón y la mente imbuidos en estos compromisos, y determinados a cambiar las cosas, declaramos que:

Nuestra promesa

Nosotros, los abajo firmantes, hacemos un llamamiento a nuestros conciudadanos europeos para que se unan a nosotros de forma inmediata para crear el movimiento europeo que hemos llamado DiEM·25
▪ Para democratizar a la Unión Europea.
▪ Para acabar con la reducción de todas las relaciones políticas a relaciones de poder disfrazadas de decisiones meramente técnicas.
▪ Para someter a la burocracia de Bruselas a la voluntad de los pueblos soberanos de Europa.
▪ Para re-politizar las normas que regulan nuestro mercado único.
▪ Para devolver la soberanía a ayuntamientos y Parlamentos.
Consideramos obsoleto el modelo de los partidos nacionales que forman alianzas poco sólidas al nivel del Parlamento Europeo. Los demócratas europeos tienen que reunirse primero, establecer una agenda común, y encontrar luego la forma de conectarla con las comunidades locales y a nivel nacional.
Venimos de diferentes partes del continente y estamos unidos por diferentes culturas, lenguas, acentos, afiliaciones políticas de partido, ideologías, color de piel, creencias religiosas y concepciones de lo que es una buena sociedad.
Nuestro objetivo general de democratizar a la Unión Europea está entrelazado con la ambición de promover el autogobierno (económico, político y social) a nivel local, municipal, regional y nacional; de abrir los pasillos del poder a la ciudadanía; de confluir con los movimientos cívicos y sociales; y de emancipar a todos los niveles de gobierno del poder burocrático y corporativo.
Aspiramos a una Europa de la Razón, la Libertad, la Tolerancia y la Imaginación que será posible mediante una Transparencia integral, una Solidaridad real y una Democracia auténtica. Aspiramos a:
▪ Una Europa Democrática en la que la autoridad política nazca de los pueblos soberanos de Europa.
▪ Una Europa Unida cuyos ciudadanos tengan tanto en común entre las naciones como dentro de ellas.
▪ Una Europa Descentralizada que utilice el poder central para maximizar la democracia en el lugar de trabajo, en los pueblos, ciudades, regiones y estados.
▪ Una Europa Social que reconozca que la libertad necesita no solo ausencia de interferencias, sino también los bienes básicos que hacen que todos estén libres de la necesidad y de la explotación.
▪ Una Europa Pluralista de regiones, etnias, creencias, naciones, lenguas y culturas.
▪ Una Europa Transparente en la que todas las decisiones se tomen ante la atenta mirada de los ciudadanos.
▪ Una Europa Culta que aproveche la diversidad cultural y que celebre no solo su valiosísimo patrimonio, sino también el trabajo de artistas, músicos, escritores y poetas disidentes de toda Europa.
▪ Una Europa Realista que utilice de la mejor manera posible los medios de que dispone.
▪ Una Europa Productiva que dirija la inversión en aras de una prosperidad ecológica y compartida.
▪ Una Europa Tecnológica que ponga las nuevas tecnologías al servicio de la solidaridad.
▪ Una Europa consciente de su historia, que luche por un futuro mejor sin ocultar su pasado.
▪ Una Europa creativa que fomente la capacidad innovadora de la imaginación de sus ciudadanos.
▪ Una Europa Liberada en la que los europeos nazcan con el mínimo de roles estereotípicos, tengan las mismas oportunidades para desarrollar su potencial y sean libres de elegir a sus compañeros en la vida, el trabajo y la sociedad.

Addendo

Una conspiración de idiotas

Rui Tavares| Llegué sin enseñar el pasaporte, o cualquier otro documento, ni una sola vez. Los euros no son muchos, pero aquí también funcionan. Tal vez el idiota sea yo. O tal vez las notícias del fin de Schengen, del euro y de la UE sean una pizca exageradas.

Pero no seré, por lo menos, el único idiota. Estoy aquí para participar en el lanzamiento del MDeE 25 (DiEM 25), un movimiento más que quiere luchar por una refundación democrática de la Unión Europea. Yanis Varoufakis, que tiene todas ls razones para que no le gusten las reuniones del eurogrupo y muy pocas para simpatizar con los eurócratas, es nuestro anfitrión y también llegó a la conclusión, después de muchas vicisitudes, de que el mejor camino para la izquierda europea consiste en quedarse dentro del euro y de la UE y hacerlo todo por reformarlos.

Hay más. Están por aquí varios camaradas de los Verdes europeos, pero ésos ya son sospechosos de “cosmopolitismo desenraizado” y, quién sabe qué horror, a veces hasta se les culpa de federalismo. Pero están también los camaradas de Die Linke, el partido más a la izquierda de la política alemana, que ha entendido también que la democracia europea es la forma de no tirar por la borda las conquistas de la postguerra.

Podríamos continuar. El líder más a la izquierda que han tenido los laboristas británicos en toda su historia, Jeremy Corbyn, anunció recientemente que hará campaña por el “Sí” en el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, pues “quedarse en la UE es la mejor manera de poder votar por una Europa verdaderamente social”. En España, Podemos y Pablo Iglesias abandonaron su euroescepticismo inicial, defienden la reforma del euro y se acercan cada vez más a la necesidad de democratizar la Unión. En Grecia, Tsipras llegó a la misma conclusión.

En medio de todo esto, inteligente justamente resulta esa izquierda, numerosa en Portugal, que prefiere la desintegración del euro (como Le Pen) y piensa que  no hay lugar para la democracia fuera del Estado nacional (como Orbán). Abundan las profecías sobre el fin de la UE, siempre doctas cuando no de cátedra: dentro de nada o de aquí a un rato cuando las primeras profecías fallan, o — cuando fallan las segundas — ya ha llegado el final y el euro o el proyecto europeo, “de facto”, ya se han acabado (de acuerdo con una teoría cualquiera que lo justifique).

Con tantas certezas, será tal vez una conspiración de idiotas venir a Berlín a defender que una democracia europea no va en contra de las democracias nacionales sino que es más bien la mejor forma de preservarlas sin poner en cuestión la paz y la prosperidad en el continente. Será tal vez una idiotez defender una UE en la que se elija a la Comisión Europea por vía parlamentaria, en la que los ciudadanos puedan dirigirse al Tribunal de Justicia de la UE cuando se violen sus derechos, en la que el Parlamento Europeo pueda promover legislación y en el que en el Consejo de la UE no seamos representados por diplomáticos sino por legisladores electos. Será tal vez idiota decirles a los jóvenes que ya han nacido en esta Europa que, si luchan por hacerla democrática, tendrán aquí futuro, y aquí darán futuro a muchos que lo buscan en este continente.

Pero sería bueno por lo menos que la izquierda portuguesa entendiese que, si los progresistas desistieran del proyecto europeo, estarían haciéndole el juego a las dos derechas: a la extrema derecha, que agradece la reproducción de su discurso, y a la derecha en el poder que agradece que se distinga por su ausencia la definición de las políticas europeas.

*Publicado en sinpermiso.info