¿Mayores ganancias a costa de la vida en la Tierra?: Parar a los irresponsables
Juan Guahán |
Esta última semana, un Informe puso en blanco sobre negro la realidad que el planeta tierra, la única casa que tenemos, está padeciendo. Lo produjo un organismo de las Naciones Unidas, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Es la síntesis de 14 mil artículos científicos que resumen lo que está pasando y el futuro que nos espera, si se insiste en las locuras destinadas a lograr mayores y más rápidas ganancias a costa de la vida en la tierra.
Antes de señalar las previsiones del Informe mencionado, con las distintas respuestas que se van esbozando, es conveniente considerar algunas características del origen y evolución de este fenómeno. Este aviso no deja lugar a dudas sobre la responsabilidad de la actividad humana, a través del desarrollo industrial, en el origen y despliegue de este problema.
Si bien los inicios del industrialismo tienen una mayor antigüedad, estos últimos dos siglos de su desarrollo han sido el factor determinante para que este fenómeno detonara.Por cierto que no han sido pocos los avances industriales que han influido de un modo provechoso en la vida cotidiana de la humanidad. Sin embargo el uso indiscriminado e ilimitado de los bienes comunes –también llamados recursos naturales- está en los orígenes de este proceso. No le queda atrás la exacerbada búsqueda de un mayor rendimiento del trabajo y esfuerzo humano.
Todo ello hizo crecer de un modo inimaginable la capacidad productiva. Los países y empresas que estuvieron al frente de ese proceder se enriquecieron rápidamente. De ese modo se construyó (para las naciones y sus poblaciones) la riqueza de unos –los menos- y el empobrecimiento de los otros, la mayoría.
Pero no fue este el único efecto. Hubo otro, que el paso del tiempo permitiría observar en toda su magnitud y peligro. Se trataba del hecho que se acelera esa extracción de bienes para atender a las conveniencias económicas de su transformación, para atender al promovido consumismo. Al mismo tiempo que crecía la explotación del trabajo. Todo ello, en aras de una más rápida circulación del capital, con su perspectiva de mayores ganancias.
Esa lógica traería aparejada una consecuencia: La tierra, que es un componente vivo, no alcanzaba a reproducir su desgaste con la misma velocidad que era destruida o consumida. La consecuencia es elemental y letal. No solo consumíamos sus frutos, sino que estábamos destruyendo el soporte, la propia tierra que nos daba la vida y perspectivas de futuro para las generaciones venideras.
Eso es lo que estos científicos nos están advirtiendo y nos indican algunas de las consecuencias de este mezquino proceder. La manifestación práctica de este fenómeno son las emisiones de gases que producen un efecto invernadero e impulsan el constante aumento de la temperatura. El uso creciente de energías originadas en combustibles fósiles es evaluado como una de las principales causas de este fenómeno.
A continuación se señalan algunos de los efectos del mismo, según surgen del Informe mencionado.
El cambio climático es generalizado, rápido y se intensifica
Según este Informe la continuidad en la emisión de esos gases podría elevar la temperatura hasta números de los cuales ya no se podría retroceder. Lo peor es que eso podría acontecer en poco más de una década.
Este es un problema real y prácticamente forma parte de nuestra vida cotidiana y afecta a todo el mundo, aunque su desarrollo tiene más perspectivas de desplegarse en los países con mayor desarrollo económico, la mayor parte de las áreas del occidente desarrollado y la actual China.
Otro aspecto que este Informe pretende despejar es la responsabilidad humana en el mismo. Un extenso debate recorrió el mundo. No faltaron las voces, interesadas o no, planteando que se trataba de “fenómenos naturales” ajenos al accionar humano. En esta síntesis se afirma, sin lugar a dudas, que el aspecto fundamental para la producción de estos fenómenos es la actividad de las personas.
Esta definición contiene la posibilidad opuesta. Si los humanos los provocaron habrá que ver qué hacen esos mismos humanos para ponerle fin y restablecer, antes que sea demasiado tarde, las condiciones para la continuidad de la vida en este planeta. Esta conclusión es –probablemente- la más importante del Informe publicado.
La temperatura y su aumento: una clave del futuro
En un Informe producido en el año 2013, por este mismo organismo de las Naciones Unidas, se consideraba como un punto límite una suba de 1,5° centígrados de la temperatura. A partir de allí el fenómeno se volvería irreversible.
En las reuniones sobre acuerdos climáticos, París 2015, fueron varios los países que demandaron –por su propia seguridad- un límite más bajo para la suba de temperatura. De todos modos ese umbral se estaría alcanzando en el 2040 y eso supone reducir las emisiones de carbono (CO2 – dióxido de carbono) a la mitad.
Pero si no se avanza en tales reducciones ese límite se alcanzaría en una década. Hay que tener presente que la temperatura de los últimos 5 años fue la más calurosa desde 1850 y que -desde la época preindustrial- la temperatura aumentó 1,1° grados Celsius. El Informe asegura que el cambio climático ya se está viviendo, con el aumento –en intensidad y frecuencias- de temperaturas, lluvias y sequías extremas.
Esa dramática tendencia es evitabe? ¡Claro que sí! Eso supone reducir las emisiones globales a la mitad -para el 2030- y dejarlas en cero para mediados del siglo. Hacerlo supone utilizar “energía limpia” y enterrar las emisiones restantes mediante la captura y almacenamiento de carbono o absorberlas con más árboles. Esta perspectiva da cuenta, entre otras cuestiones, del crimen que supone la deforestación que seguimos produciendo.
El mencionado Informe incorpora el rol negativo que tiene, para el incremento del calentamiento global, el metano (CH4) producido por petróleo y gas.
El incremento del nivel del mar que se avecina
Anteriores informes del IPCC recibieron críticas por evaluar de un modo extremadamente conservador las incidencias del cambio climático en el nivel del mar. Concretamente había ignorado sus efectos en el derretimiento de las capas de hielo en Groenlandia y la Antártida, en este sentido abundan los datos de los últimos años.
Con las observaciones sobre la evolución actual y las previsiones futuras estiman que los mares podrían subir unos 2 metros para fines de este siglo y hasta 5 metros para el 2150.
Los efectos de situaciones de este tipo serán devastadores. Más aún si tenemos en cuenta que gran parte de la población mundial habita en ciudades construidas en zonas costeras. Islas y zonas insulares serían las primeras perjudicadas por un fenómeno de este tipo, con millones y millones de personas afectadas. Algunas de estas situaciones, particularmente en el área del Pacífico, se podrían verificar en el curso de este siglo.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, calificó a este Informe -el más completo que se ha producido hasta la fecha- como una “alerta roja” para toda la humanidad. El mismo no es fatalista y reconoce que no estamos sentenciados. Pero sí demanda actuar. Es preciso hacerlo en una dirección distinta a la que venimos transitando en largas décadas.
En algún momento habrá que entender que una mayor riqueza y más rápida ganancia nos dejan sin futuro, que otro modelo económico social no solo es posible, sino que es imprescindible. Es posible que las mezquindades individuales y la búsqueda de mayor poder para las naciones atente contra el futuro pero la acción solidaria de la humanidad puede imponer modificaciones en las actitudes de unos y otros.
Los actuales dueños del mundo apuestan su futuro al espacio. Ya empezaron sus viajes. Suponen que podrán alcanzar su objetivo y seguir saqueando las riquezas de este planeta –en destrucción- con sirvientes que hagan las veces de capangas que controlen a los esclavos que sigan residiendo en la tierra. Es obvio que ésa no es la agenda y perspectivas de nuestros pueblos.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)