Más allá de Vox, PP, PSOE y Unidas Podemos: España, una grande y libre

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Marcos Roitman Rosenmann

Habrá gobierno de coalición. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos se reconcilian. Era puerto de llegada para evitar la caída de Sánchez e Iglesias, cuestionados en sus organizaciones. El abrazo esconde debilidades. Presidente y vicepresidente. La sorpresa no lo es tanto.

No tenían otra salida, salvo pacto contra natura, PSOE, PP y Ciudadanos, impensable en esta coyuntura, aunque muchos no pierden las esperanzas. Para avalar el acuerdo, se apela a una urgencia: frenar el auge de la extrema derecha. Vox y sus 52 diputados. Resultado de imagen para iglesias y sanchez

Así, para garantizar políticas progresistas suscriben un acta de intenciones, cuyos enunciados genéricos conllevan a abrir diálogo con las fuerzas independentistas en Cataluña, ser más Europa, favorecer el empleo de calidad, articular una fiscalidad progresiva, luchar contra el cambio climático, favorecer a las pequeñas y medianas empresas, profundizar en las políticas de igualdad de género, revertir la despoblación de la España vaciada, mantener un equilibrio presupuestario y garantizar el acceso a los bienes culturales.

Curiosamente se apela al “régimen del 78”, como parteaguas, aquel que aborrece Unidas Podemos para sellar la firma y abrir la negociación.

Un peligro acecha a la convivencia en España. El recurso del país en riesgo, sea cual sea el peligro, se adueña trasversalmente del español medio, sin distinción de clase, género, nivel cultural u opción ideológica. Para unos es la extrema derecha; para los otros, el comunismo, el migrante ilegal. Arma de doble filo, los votantes de Vox ven peligrar la unidad de España y la convivencia. El PSOE y Unidas Podemos ven como la democracia se pone en entredicho.

Resultado de imagen para voxEspañol, español, soy español, entonan los cientos de votantes que se agolpan en la sede de Vox la noche del domingo 10 de noviembre. Incrédulos, y borrachos de éxito, afirman: el pueblo español ha resucitado. No más vergüenza, humillación, traiciones y miedo. Sus dirigentes, defienden los mismos principios que antes lo hacían en el Partido Popular.

El orgullo de sentirse español, la falta de autoridad, de orden, de ley. Laxos contra el independentismo débil, contra quienes manipulan la historia, aprobando la ley maldita de la memoria. España se rompe, mientras sus enemigos crecen. Sólo cabe luchar. Unidad contra el comunismo, unidad contra los separatistas, unidad contra los republicanos, unidad contra el feminismo, unidad contra los abortistas. Vox agita la bandera de la unidad.

Para demostrar sus razones, el ejemplo está en la exhumación del cadáver del dictador. Como el Cid, Franco gana batallas después de muerto. A hombros de familiares y acólitos, cubierto con la bandera preconstitucional, es un desatino. Para la derecha toda, Ciudadanos, Vox y Populares, supone una afrenta, una cobardía y un desagravio a la familia del caudillo. Vox despierta los sentimientos de una España de ley y orden, de paz y progreso, sin migrantes, transexuales, gay, feministas ni corruptos.

El traslado de los restos es prueba del envalentonamiento de los enemigos de España, arropados por una “derechita cobarde”, un Poder Judicial entregado y una Iglesia que los abandona. Es necesario recuperar el orgullo de sentirse español, de recuperar el pasado mancillado. Los traidores juegan en campo propio.

El Partido Popular les deja huérfanos de liderazgo. Ellos en cambio, van a los barrios populares, se movilizan, reivindican las tradiciones, el toreo, las monterías, los coros y danzas nacionales, las procesiones. Se solidarizan con los desempleados, alertan sobre los peligros de los migrantes ilegales, la inseguridad ciudadana, el consumo de drogas. El español, subrayan, se siente abandonado, ninguneado.

Vox recupera las esencias. Gana adeptos. En España no hay 3.5 millones de franquistas o neonazis, pero sí ciudadanos desorientados, presa fácil de una propuesta de ley y orden. Muchos dirigentes de Vox provienen del Partido Popular, han coqueteado en sus filas o son jóvenes cuya desafección política los convierte en carne de cañón del discurso chovinista, xenófobo y racista. Ellos toman el testigo, España les reclama.

Sin complejos, es necesario reconquistar y defender la bandera. Huestes de la España altiva, orgullosa. La unidad de España está en juego, se desangra. Los independentistas catalanes, las autonomías, la corrupción política, la disolución de la familia, la pérdida de autoridad, el desprecio a la Corona. Nada de lo español perdura. Vox gana, aflora como la nueva derecha, no la extrema derecha. En eso consiste su éxito.

Apela a los sentimientos profundos de una España grande y libre. Apelar al triunfo electoral de la extrema derecha en España tiene consecuencias. Acaba por desnaturalizar a la izquierda, que se entrega a la socialdemocracia, adscrita a los poderes económicos de la Troika y las políticas de seguridad de la OTAN, todo a cambio de sillones ministeriales que satisfagan las ansias de poder.