Maduro-Grenell: una reunión sorpresa que se trabajó en secreto

Marcos Salgado | 

Cuando comenzó a circular la noticia, en redacciones de Estados Unidos, muchos pensaron que era mentira, o una suerte de globo de ensayo. Pero no. A esa hora de la mañana del viernes, Richard Grenell, el enviado especial del de nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ya volaba rumbo al aeropuerto de Maiquetía en un avión militar. 

Cuando los medios en el norte comenzaron a especular sobre los temas de la reunión, fuentes de la Cancillería de Venezuela confirmaron a algunos periodistas en Caracas que efectivamente el encuentro se realizaría y que sería al más alto nivel. Pero también advirtieron que el presidente Nicolás Maduro quería una reunión de “agenda cero”, así definió la intención de barajar y dar de nuevo en la relación con EE.UU.

En paralelo, algunas figuras del nuevo gobierno estadounidense, como el secretario de Estado, Marco Rubio y el enviado especial del Departamento de Estado para América Latina Mauricio Claver-Carone, intentaban hacer control de daños, afirmando que la reunión solo buscaba agilizar la deportación de venezolanos y que, además, no implicaba un reconocimiento al gobierno de Nicolás Maduro, luego que la nueva administración de EE.UU., al igual que la anterior, afirmara que consideraba a Edmundo González como presidente electo.

Grenell junto al presidente Maduro, en el despacho uno de Miraflores, por primera vez en mucho tiempo, con una bandera de Estados Unidos. (Presidencia de Venezuela)

Pero una cosa son las palabras, y otra muy distinta, los hechos. Lo cierto es que parece evidente que Trump decidió llevar personalmente la relación con Venezuela, a través de su enviado especial, Grenell, con quien se reunió en la Casa Blanca el jueves por la noche, justo antes del viaje a Caracas. El encuentro habría sido trabajado durante los últimos días en bajísimo perfil por el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez. El mismo Grenell dijo el 20 de enero que estaba en contacto con funcionarios en Caracas, en un tuit donde aseguró: “la diplomacia ha vuelto”.

Rodriguez, junto al canciller, Yván Gil, recibieron a Grenell al pie del avión antes del mediodía del viernes. La desesperación de la oposición con sede en Miami se hizo palpable en un tuit del ex “presidente interino” Juan Guaidó, donde aseguraba que las fotos de la llegada de Grenell era lo único que tendrían porque se trataba de una visita “sin foto oficial”.

Para la hora en que Guaidó publicaba el tuit, ya había terminado la reunión en el despacho uno de Miraflores. Una señal más de lo desconectado y desinformado (por sus supuestos aliados) que está este sector de la oposición. Otros, en cambio, algo más cautos, como María Corina Machado y Edmundo González, se llamaron a silencio. Y así seguían hasta el cierre de esta nota, el domingo.

Primeros acuerdos

“¿Me quieren preguntar algo?”, dijo divertido el presidente Maduro a algunos periodistas, que los esperábamos a su arribo al acto de apertura del año judicial, en el Tribunal Supremo de Justicia, tras la reunión con Grenell. “¿Como estuvo la reunión?” preguntamos. A lo que el jefe de Estado respondió que ya hablaría de eso. Y lo hizo durante su discurso en el TSJ.

¿Me quieren preguntar algo? Maduro a periodistas tras la reunión con Grenell. (Xinhua)

Allí ratificó su idea de “agenda cero”, y explicó que esto es así porque no hay acuerdos previos que se hayan alcanzado con la administración Biden. Dijo que el encuentro se realizó en un ambiente de respeto y altura. “Nosotros practicamos la diplomacia de paz. A quien toque la puerta, siempre le abriremos“, dijo Maduro.

“No somos antiestadounidenses, somos antiimperialistas. Creemos en un mundo donde los pequeños valgan lo mismo que los grandes”, remarcó Maduro. También confirmó que en el encuentro se llegó a algunos “primeros acuerdos”, que no detalló.

Luego en un comunicado de la cancillería venezolana se aseguró que “se abordaron diversos temas de interés para ambos países: migración, impacto negativo de las sanciones económicas contra Venezuela, ciudadanos estadounidenses incursos en delitos en territorio nacional e integridad del sistema político venezolano. Se ratificó además la necesidad de darle un giro a las relaciones”.

Cuando Maduro hablaba en el TSJ, Grenell publicada en redes una foto en el avión de regreso, junto a seis estadounidenses, alguno de ellos con el uniforme de los presos en Venezuela, liberados ese mismo día, en un evidente gesto de buena voluntad de los bolivarianos.

Las fotos del viernes: Grenell en Miraflores y en el avión con los seis liberados.

Así, cada lado se llevó la foto que quería. Lo que sigue de aquí en más en la relación Venezuela-Estados Unidos está por verse. El sábado, en la Casa Blanca, Trump hizo un balance en redes sociales: “Venezuela ha acordado recibir, de regreso en su país, a todos los venezolanos inmigrantes ilegales… Venezuela además ha acordado suministrar el transporte de regreso”, aseguró. ¿Se vienen vuelos de repatriación con aviones sancionados de Conviasa a los Estados Unidos? Sobre el tema aún no hay reacciones en Caracas, pero parece posible. 

Pero esas declaraciones encierran un dato no menor. Trump habla de “Venezuela” a secas, pero se refiere claramente al gobierno de Nicolás Maduro. El economista opositor Francisco Rodríguez dice con razón al respecto: “La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo que la visita no implicaba reconocimiento, pero las palabras de Trump pesan más. Se refiere al gobierno de Maduro como la entidad con la que EE.UU. negocia”.

Rodriguez asegura que “la declaración de Trump indica un giro hacia el reconocimiento de Maduro como autoridad de facto. Esto puede afectar el control de los activos venezolanos en EE.UU., que hasta ahora gestionaba la oposición”. Fue esa “gestión” agregamos nosotros, la que despojó a Venezuela de su principal activo en el exterior, la petrolera CITGO. “Desde 2019, tribunales de EE.UU. reconocieron a la oposición como administradora legítima de activos venezolanos, en línea con la política de reconocimiento de EE.UU.”, aventura Rodríguez.

Es el petróleo

Por último, pero no menos importante, hay que marcar de qué no se habló en el encuentro Maduro-Grenell. A juzgar por las declaraciones de lado y lado, la compra de petróleo de los Estados Unidos a Venezuela quedó en una especial de paraguas, algo por cierto muy común en negociaciones complejas. Mientras tanto, este primero de febrero se renovó automáticamente la licencia del Departamento del Tesoro para que Chevrón opere en Venezuela por sobre las “sanciones” vigentes.

La licencia se renueva mes a mes si no media otra medida al respecto y a fines del mes que viene debe ser ratificada (o no) formalmente para otro período de seis meses, como sucedió en octubre del año pasado, bajo la administración Biden. Chevron extrae entre 280.000 y 300.000 barriles diarios en Venezuela, según varias fuentes. 

Según la plataforma especializada Kpler, en diciembre último el volumen de exportación de Chevron alcanzó el máximo en los últimos seis años, y se duplicó respecto a igual mes de 2023. “Trump entiende que Estados Unidos necesita el petróleo venezolano”, titula un artículo en OilPrice.com el especialista estadounidense Cyril Widdershoven.

Explica que el petróleo proveniente de Venezuela va a la costa estadounidense en el Golfo de México, “una zona crucial para la supremacía energética de los Estados Unidos”, añade. “Si se interrumpieran los flujos de crudo venezolano hacia la región, refinerías como Chevron y Valero tendrían que recurrir a proveedores de menor calidad y menos fiables”, lo que considera “una perspectiva indeseable”.

Esta es apenas una de las voces que en EE.UU. advierten que más allá del enfrentamiento político están los negocios. Esto a contramano del reclamo de la oposición de ultraderecha venezolana, que presa en su impotencia a la hora de hacerse con el gobierno, reclama más sanciones y otro “ahorcamiento” sobre la economía venezolana, parafraseando al ex halcón de la cada vez más lejana primera administración Trump, John Bolton.

Una cosa parece clara después de la primera reunión oficial y protocolar de alto nivel entre Venezuela y Estados Unidos en años: la linea directa está establecida, y la maneja directamente un ladero de Trump. Marco Rubio y Claver-Carone, por ahora, parecen mirar todo por televisión. Otro tanto, claro -pero peor- cabe para la desconcertada oposición de ultraderecha venezolana. ¡Qué lejos parece el 10 de enero de este año, y la anunciada “juramentación” de Edmundo González!