Macroeconomia y microeconomía, claves para superar la crisis

MARIO SANOJA-IRAIDA VARGAS| Venezuela ha vivido durante un siglo bajo la dominación de una economía petrolera rentista que reforzó la imposición del sistema capitalista sobre él país, imprimiéndole características muy particulares al Estado, la cultura y la sociedad en general.

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Esta cultura petrolera, como la definió Rodolfo Quintero, remachó la dominación del imperialismo estadounidense, determinando incluso la adopción durante la IV República) de un modelo político bipartidista a imagen y semejanza de la supuesta “democracia” americana”.

Debido al rentismo petrolero, se generó una estructura de clases en la cual la clase trabajadora la cual no ha asumido un papel hegemónico, sino más bien con tendencia a formar especies de aristocracias obreras en las ramas emblemáticas de la economía estatal.

Estas razones, han dificultado que la clase obrera se constituyese en un autentico sujeto del cambio histórico. Por otra parte, el rentismo también generó la formación de una clase media numerosa, mayormente ignorante pero con poder económico, la cual se ha convertido en el sujeto histórico de la derecha contra-revolucionaria venezolana, de la conspiración imperialista, el terrorismo guarimbero y el sabotaje continuado sobre la infraestructura económica y social creada por la revolución bolivariana.

Hasta el inicio de la Revolución Bolivariana, la fase contemporánea capitalismo venezolano, parte integrante de capitalismo transnacional, estuvo signada dominantemente por la expansión y la profundización del supermonopolio, la concentración creciente del poder de acumulación y de extracción de ganancias y el reemplazo de las formas tradicionales del imperialismo por la forma que podemos denominar transnacionalización de la periferia, con crecimiento limitado y controlado de las fuerzas productivas capitalistas.

En estas condiciones, no es posible el establecimiento de una nueva praxis social sin la superación del antagonismo que sustenta el orden capitalista, la contraposición entre las formas sociales del trabajo y las formas privadas de la gestión de la producción y la apropiación del excedente creado en el proceso de valorización de la riqueza productiva.

La estrategia de supervivencia de esa forma de capitalismo ha implicado forzar a nuestro país a asumir parte del costo de la crisis del capitalismo mundial, obligándonos a transferir excedentes de forma acelerada hacia el centro capitalista.

Para contrarestar dicho proceso, el gobierno bolivariano ha creado diferentes mecanismos para el control del cambio de divisas. Por diversas razones esos mecanismos de control no han logrado el objetivo de impedir una mayor concentración del poder económico de la burguesía comercial. Por el contrario han subordinando cada vez más el país a los dictados del capitalismo financiero transnacional, desnacionalizando la economía y saboteando las aspiraciones de alcanzar un desarrollo socioeconómico soberano.

Venezuela siempre ha sido un país clave para sustentar el papel dependiente de Latinoamerica de la hegemonía norteamericana. Este proyecto es compartido completamente por la clase dominante venezolana, particularmente el sector mercantil parasitario y sus servidores políticos de la MUD.

La resolución de los males que acarrea el problema de la dependencia económica de la burguesía venezolana al imperialismo estadounidense, solo puede venir vía un cambio fundamental que alcance las bases de de la organización social venezolana y permita alcanzar un nuevo orden de justicia social y económica. Para ello es preciso mantener al pueblo movilizado permanentemente con la participación directa de los movimientos sociales convencidos de la necesidad de atacar desde sus raíces la crisis nacional, particularmente el rentismo y sus consecuencias: la baja productividad de la economía.rentismo petrolero

Para lograr tales fines es necesario favorecer el desarrollo de la pequeña y mediana industria, la cual contribuye en buena parte al aumento sostenido del empleo en el campo de la industria, la actividad agropecuaria y los servicios, estimulando así mismo la participación directa de los trabajadores en la gestión empresarial.

La voluntad política del gobierno bolivariano de transferir buena parte del ingreso petrolero a la economía social siguiendo una lógica distinta a la del capitalismo neoliberal, se ha traducido en la creación de empresas de propiedad social, empresas familiares y cooperativas, empresas autogestionarias, microempresas y granjas zamoranas, así como en la recuperación de las fabricas quebradas por el neoliberalismo y su pase al control obrero.

La Revolución bolivariana ha hecho grandes esfuerzos para transformar el agro en una agroindustria poderosa, como parte de una perspectiva estratégica para que la economía rentista venezolana se transforme en una economía productiva.
La democratización de la transferencia social de recursos, ha resultado en el fomento de la pequeña propiedad privada.

Sin embargo, a falta de una política cultural integral que potencie la conciencia social propia de una revolución, dicha transferencia ha dado como resultado, en la mayoría de los casos, al crecimiento de la pequeña burguesía, formándose nuevos grupos, incluso a la sombra del proceso bolivariano, que ha fortalecido los valores culturales del consumismo, el individualismo y el egoísmo.

La hegemonía socialista venezolana del siglo XXl

La política de sembrar el petróleo para impulsar el sector productivo de la pequeña y mediana industria que ha funcionado predominantemente a través de la macroeconomía, no ha sido capaz, por sí sola, de desenganchar la sociedad venezolana del sistema capitalista imperialista. Para lograr la construcción de la hegemonía socialista, es imprescindible establecer nexos de comunicación con la microeconomía, con la finalidad de, como dice Marta Harnecker, construir desde abajo la sociedad comunal y el Estado Comunal Socialista.

Para lograr esa meta es necesario asegurar las condiciones materiales y culturales que permitan la reproducción de la sociedad comunal, con base a un programa de desarrollo comunal elaborado sobre la base de la planificación participativa directa, que promueva el autogobierno y la autogestión de la vida comunal con base a todas las misiones sociale. Algo parecido a lo que ocurre en estos momentos con el gobierno de calle en las barriadas y comunidades populares.

El programa de desarrollo de la sociedad comunal socialista debe fundamentarse en un plan de desarrollo comunal que vincule transversalmente el desarrollo de las comunas y consejos comunales con el esfuerzo combinado de todas las misiones sociales, tal como ha propuesto el Presidente Maduro. Un ejemplo de lo anterior, es la vinculación estrecha entre la Misión Barrio Nuevo, Barrio Tricolor que apunta hacia la transformación positiva del entorno territorial de las comunas y consejos comunales.
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La sociedad comunal socialista debería encaminarse a la construcción en su seno de empresas socialistas de producción social que conduzcan a la creación de un modelo productivo que sea expresión del poder y el control popular sobre la producción, garantía de la condición autosustentable de las comunas y consejo comunales.

El gobierno comunal

Cada comuna o sistema de comunas debería constituir un parlamento comunal, integrado por las voceras y voceros electos por los colectivos con representación de los consejos de trabajadores, de las mesas técnicas, el cual sería la instancia de toma de decisiones para desarrollar los planes de planificación comunal y supervisar las inversiones de los bancos comunales.

La tarea de educar debería ser también una finalidad prioritaria de las comunas y de los concejos comunales, que deben ser fieles vigilantes de la formación patriótica de los niños y niñas, única forma de contribuir a la reproducción ampliada de la sociedad socialista,

Las comunas o sistemas de comunas formarían parte del Consejo Nacional Presidencial de las Misiones, creada por el Presidente Maduro, órgano que presidiría la vinculación de aquellas con el poder ejecutivo nacional.

El sistema social comunal que sería el fundamento del futuro Estado Comunal Socialista, coexistiría temporalmente con el Estado burgués que ha sido ocupado por los cuadros revolucionarios bolivarianos, sirviendo de acicate para vencer la inercia de la tradición burocracratica heredada de la IV República.

El Estado comunal socialista debe promover cada vez más una constante comunicación con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para articular los proyectos productivos y de defensa integral de la Patria Bolivariana, a través de la programación participativa directa con la milicia y los demás cuerpos integrantes del ejército regular bolivariano.