Macri, el FMI y el Mundial: no viene como lo esperaban

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Juan Guahán-Question latinoamérica|

Antes que empezara este año 2018, el macrismo había dibujado los aspectos centrales de su estrategia. En ella, el Mundial de Fútbol –que se iniciará en Rusia la semana entrante- ocupaba un lugar central. Sería el punto de inflexión entre una primera parte del año, que evaluaban difícil y destinada a tomar las medidas más duras y el inicio de una segunda en la que volverían a recuperar terreno. No se les pasaba por la cabeza que en el segundo trimestre del año, solo un par de meses antes del Mundial, la economía estallaría y que deberían salir corriendo a buscar al FMI para que pare la corrida bancaria que el “mejor equipo de los últimos 50 años” no había sabido prever, contener, ni resolver.

Imaginaban que el debate por el aborto cubriría las expectativas de la mayoría de la juventud, del progresismo; suponían que las discusiones televisivas y las tapas de los diarios, ocupadas en ese tema, harían olvidar las penurias que traerían las medidas económicas previstas.

Nada de eso alcanzó. El temido desborde se produjo. Pero éste no se desató de la mano de los reclamos y movilizaciones populares. No, llegó de sus aliados del poder financiero internacional y de ciertos “desprejuiciados” funcionarios propios que vieron la oportunidad de hacer más rápidas y mayores diferencias. Las políticas erradas y los problemas se amontonaron. No solo no vinieron las lluvias de inversiones, sino que –paradójicamente- una inadvertida sequía de créditos financieros desbordó los cauces de su política económica y estallaron los problemas.

Los especuladores, que le habían dado sobrevida al sin sentido de la política económica aplicada, se aprovecharon de las ventajas que les ofrecía la “bicicleta financiera” alimentada por el gobierno y se llevaron –en unas pocas semanas- unos 11 mil millones de dólares que estaban metidos en la usura.

Ahora, cuando estamos en las vísperas del Mundial, se puede observar que no solo no ha pasado lo peor, sino que todo pinta que lo que viene es aún más complicado. El rumbo futuro no es diferente al actual, con la diferencia que el ajuste será más acelerado y profundo. Los funcionarios siguen corriendo detrás de la pelota, no anticipan una sola jugada. Los problemas los agarra por sorpresa; crecen los reclamos de todo tipo y esa imprevisión hizo que hasta la preparatoria para el Mundial nos metiera en un escándalo internacional.

Acuerdo con FMI, amenazas de paros y viaje de Macri a Canadá

El jueves pasado, Día del Periodista, fue la clave de la semana. Se anunció el acuerdo con el FMI. En el gobierno había euforia, los economistas eran mucho más prudentes. La oposición -como corresponde- se opuso. A los argentinos con memoria les trajo malos recuerdos y les recordaban a los más jóvenes que hasta los nietos de sus nietos fueron hipotecados por una eterna deuda externa.

¿Para qué sirven esos 50 mil millones del FMI? Fundamentalmente para asegurar a los acreedores que van a cobrar nuestras deudas, o los intereses de las mismas. Es decir que nos prestan para que nosotros les paguemos lo que dicen que les debemos, que ahora será mucho más y… sigue la calesita dando vueltas. El 20 de junio podremos disponer de 15 mil millones que se utilizarán para unos pagos y para mejorar las reservas del Banco Central. El interés a pagar será entre el 4 y 5%, que se puede incrementar según el momento del retiro y de los plazos de pago. El resto tiene una función precautoria, se podrá utilizar  o no.  

¿Cómo repercutirá esto en la vida diaria? Dado que hay que bajar el déficit de fiscal (la diferencia entre lo que entra y lo que se gasta), habrá menos obras públicas; menos dinero en salud, educación y viviendas; los consumidores de servicios públicos (agua, gas, electricidad) tendrán que pagar las reducciones de subsidios a las empresas que los prestan; habrá que reducir el personal del Estado; ajustar los haberes de algunas jubilaciones que tienen regímenes especiales y disminuir las transferencia a las provincias, que deberán asumir las obras públicas que estaban planificadas y no cubrirá el Estado Nacional. Existe el compromiso de no reducir los fondos de asistencia social.

Según estos acuerdos, el Banco Central tendrá una mayor autonomía y no le podrá prestar plata al gobierno para regular el tipo de cambio. Habrá que ver qué pasa con el dólar. Obviamente habrá baja del consumo y el crecimiento estará rondando el cero. De la inflación se habla poco y nada. La de este año andará cerca del 30%. Funcionarios del gobierno plantean que la actual conviene medirla de junio (2018) a junio (2019) y que ésa andaría entre el 20 y el 21%, por eso al incremento del 15% originalmente previsto para este año le agregan ese 5%, de aumento, que ahora proponen. El oficialismo evalúa que, medida para todo el 2019, la inflación debería andar por el 17%.

Mientras tanto Mauricio Macri, en su carácter de Presidente del G 20 que se realizará en Buenos Aires antes de fin de año, está en Canadá participando de una reunión del G 7. Se trata de un grupo informal de países conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido. Esa investidura contribuye a explicar porqué el mundo financiero internacional trató de evitar un mayor deterioro del gobierno macrista en medio de la reciente crisis.

El debate por el aborto no alcanzó para tapar los problemas

El cálculo del gobierno sonaba bien. Llegar hasta el Mundial con la sociedad partida en un debate que atravesaba todas las corrientes políticas, estructura y organizaciones. Eso está pasando, pero la dinámica de los acontecimientos hizo que los problemas cotidianos se superpusieran con esa discusión y muchas veces aparecieran con peso propio y abarcando a gran parte de la sociedad.

Ahora ya está. Desfilaron por el Congreso unos 700 expositores y el miércoles 13, un día antes del inicio del Mundial, se votará en la Cámara de Diputados. Pero al oficialismo las cosas no le salieron del modo esperado. No solo que el debate de este tema no tapó los problemas económicos cotidianos, sino que además generó un quiebre al interior de sus votantes, mayoritariamente contrarios a la despenalización del aborto. Eso ocurrió -sobre todo- cuando, en esta última semana, un grupo importante de legisladores y funcionarios oficialistas se sacaron una foto apoyando la despenalización del aborto.

Son inciertos los resultados de la votación en la Cámara de Diputados. Entre los que cotidianamente patean los pasillos del histórico edificio del Congreso priman dos ideas centrales: Entre los que tienen una posición definida habría una leve ventaja para la no aprobación de la despenalización del aborto. Pero habría un 30% de legisladores que están dudando o no quieren hacer pública –hasta el momento de votar-  la dirección de su voto. A partir de esta situación crece la idea de “moderar” algunos aspectos de la norma originalmente propuesta para lograr su aprobación. Entre esos aspectos amortiguadores está la incorporación de la objeción de conciencia para que los médicos que la invoquen para no intervenir y también la situación de las menores entre 13 y 16 años, requiriendo alguna forma de conformidad familiar.

Por otro lado desde los sectores que iniciaron la Campaña Nacional por el derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito prima la idea de mantenerla la propuesta inicialmente formulada, sin ningún tipo de cambios.

El Vaticano molesto con la economía y también por el aborto

Que a Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, le importa –y mucho- todo lo que acontece en la Argentina es un dato absolutamente lógico y conocido. También es sabido, más allá de las formalidades protocolares, que Francisco tiene muchas diferencias con Mauricio Macri y las políticas que éste impulsa. En este sentido es notorio que la convocatoria de Macri para debatir sobre el aborto fue una especie de inesperado chuzaso que Bergoglio sintió.

A él, justamente a él, primer Papa americano, proveniente de un país fuertemente católico –según todas las cifras oficiales- le cuestionaban una de las bases de la doctrina cristiana sobre la intangibilidad incondicional de la vida. Se sabe el celo que tiene la Iglesia Católica sobre este tipo de cuestiones. Sin embargo, una vez más la cultura de la vida moderna está obligando a repensar los valores con los cuales Iglesia va a lidiar con las cotidianeidades del mundo actual. En los debates previos, el interés de la salud pública primó sobre las cuestiones de tipo religioso.

Este tema de la despenalización del aborto es una de las claves acerca de la relación, de la mala relación (aunque sea un efecto y no causa), entre el Vaticano y el actual gobierno argentino.

Es por eso que -tal vez- no sea totalmente casual la reciente presencia del Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, en la Biblioteca del Sindicato de Camioneros. Allí fue recibido por Pablo Moyano, éste utilizó esa tribuna para anunciar un próximo paro contra los despidos, los tarifazos y las negociaciones con el FMI.

Después, el enviado papal destacó la importancia de la encíclica Laudato Si para la defensa del medio ambiente. Pero luego fue al grano de otro tema que está planteado en un reciente documento vaticano. Recordó que allí se dice que “la riqueza privada acumulada en los paraísos fiscales por algunas élites casi ha igualado la deuda pública de sus respectivo países”. Para que no queden dudas acerca de quién se refería agregó “Hay otros países, como la Argentina que no han ido para adelante porque toda la plata va afuera”. Otro mensaje papal para quien quiera escucharlo.

Argentina vs. Israel: Palstina ganó por goleada

El grupo pro-palestino que se manifestó durante un entrenamiento de la Selección argentina en Barcelona.El partido -llamado “amistoso”- entre el seleccionado argentino de Fútbol, que va a participar del Mundial en Rusia y el equipo israelí, que se iba a realizar en Jerusalén fue suspendido. Es sabido que el gobierno de Donald Trump violó los acuerdos internacionales y de la propia organización de las Naciones Unidas y trasladó la sede diplomática de su país a Jerusalén, ciudad que tiene un status especial por su relación con las tres grandes religiones monoteístas (judía, cristiana e islámica) y por ser reivindicada como su capital tanto por Israel como por los palestinos.

Para la selección argentina ese partido, previo al inicio del Mundial era tomado como una cábala, tal como ocurriera en 1986/1990/1994 y 1998. Para el gobierno israelí tenía otro contenido. Conmemoran el 70° aniversario de la fundación del Estado de Israel y la presencia del seleccionado argentino, con Lionel Messi a la cabeza era un simbolismo en el camino del reconocimiento internacional que buscan.

El  partido originalmente se iba a realizar en Haifa, luego lo mudaron a Jerusalén. Los directivos de la AFA, desconocedores de la compleja trama internacional que rodea a esa ciudad, aceptaron ese cambio de sede. Hubo reacciones en todo el mundo. Militantes palestinos recordaron que recientes movilizaciones, por el Retorno a sus tierras, dejaron un saldo de 130 personas asesinadas y miles de heridos. Entre los asesinados está un miembro de la selección de fútbol de ese país y otros dos jugadores locales. También hicieron saber que en el año 2014 fueron asesinados 7 miembros de la selección de fútbol palestino. En ese marco le pidieron a Messi que no fuera, porque –además- estaba previsto que hiciera un homenaje en el tradicional Muro de los Lamentos.

Los jugadores decidieron no ir a Israel, el centro-delantero Gonzalo “Pipa” Higuaín, lo hizo público diciendo “Lo correcto era no ir”. No cedieron a las presiones del propio Primer Ministro de Israel, en sus dos llamadas telefónicas a Macri. El partido se suspendió. La provocación israelí fue desarmada. Macri se quedó sin lo que le había pedido su amigo israelí y –para colmo- deberá masticar su bronca mirando por TV a los partidos del Mundial, ya que prohibió el viaje de sus funcionarios a Rusia.