“Luchas” se suma al debate sobre la Constituyente
Militantes de la Liga Unitaria Chavista Socialista LUCHAS, dieron a conocer su opinión sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que planteó el presidente Nicolás Maduro, con la esperanza de que miembros de otras organizaciones y personalidades revolucionarias, con quienes vienen compartiendo algunas orientaciones y posiciones, decidan adherir a la presente declaración
.Este es el texto del documento, firmado por el Equipo Nacional de Organización, conformado por Stalin Pérez Borges, Christian Pereira, Ismael Hernández, Jesús Vargas y Osmán Cañizales:
“Consideramos a esto un documento que ponemos a disposición para la discusión, a las distintas organizaciones políticas revolucionarias existentes y a la vanguardia que ha hecho posible transitar todo este proceso Bolivariano y Chavista. Para argumentar nuestra posición sobre nuestra participación a la convocatoria de esta ANC hemos considerado imprescindible, referenciar con elementos históricos , de donde viene esta disputa no resuelta “por ahora” y que, en este año 2017 ha tomado dimensiones peligrosas de violencia que parecen desbordarse cada vez más.
1. Orígenes de esta disputa.
Venezuela a comienzos del siglo XX era un país con un modo de producción agrícola, de carácter pre capitalista. El impulso de la explotación petrolera a partir de la década de los treinta de ese siglo posibilitó la incorporación del país al mundo capitalista. Pero los poderosos señores locales del dinero decidieron hacerlo por la puerta trasera. Siendo la explotación de la mano de obra asalariada para la producción de la tierra, el mecanismo originario de acumulación del capital, su evolución resulta fundamental para entender el surgimiento del capitalismo tardío, dependiente y parasitario en Venezuela y el surgimiento de la lumpen burguesía nacional. El surgimiento de la lumpen burguesía venezolana no es el resultado del desarrollo de un poderoso complejo productivo industrial, sino que se caracteriza por:
(a) una apropiación amañada de la renta petrolera, no para potenciar el surgimiento de una importante infraestructura productiva, sino para generar una maquinaria de importación de alimentos, bienes y servicios que le generara enormes ganancias, con las divisas provenientes de la comercialización del petróleo, sin arriesgar su propio capital y, liberándose de la peligrosa relación con los trabajadores en las fábricas. Las pocas industrias que se instalaron eran de ensamblaje o para capturar una porción importante de la renta petrolera, mediante las demandas de importación de insumos para la producción de sus mercancías;
(b) el desarrollo de una infraestructura bancario financiera que posibilitara esta dinámica;
(c) la formación de partidos policlasistas para la instauración del modelo de democracia representativa, que sirvieran para la mediación y evitar la conflictividad social, lo cual implicaba un nivel especial de articulación entre la clase política y la lumpen burguesía, cuyas fronteras muchas veces se confundían, mediante la creación de nexos familiares, económicos y de comunión de intereses;
(d) al surgir los partidos modernos venezolanos (AD, COPEI, URD, PCV) en el marco de la disputa mundial entre fascismo y stalinismo, impulsan la construcción de imaginarios de libertad, progresismo y cambio, mediados por oscilaciones entre una claudicante socialdemocracia ante el capital y, una perspectiva burocrática del socialismo revolucionario. Un discurso condicionado por la diatriba entre fascismo versus Stalinismo posibilitó la construcción de imaginarios autoritarios en la dinámica de los partidos modernos venezolanos desde sus orígenes.
La apropiación de la renta petrolera, para concentrar las ganancias capitalistas mediante la importación, hace que se produzcan cuatro grandes oleadas de abandono del campo, planteada en el marco de la oposición ciudad-campo como si lo rural fuera sinónimo de atraso y lo citadino de progreso. La primera fase ocurrió en los ensayos democráticos y sus intermedios dictatoriales (1936-1958), la segunda en el marco del combate a la guerra de guerrillas campesinas en la década de los sesenta y la tercera, en el marco del auge de los precios del petróleo de los años setenta. Una cuarta oleada, ya con una población campesina diezmada, se produce en las dos últimas décadas del siglo XX.
En todos estos periodos y procesos, prácticamente se destruye la capacidad de producción agropecuaria nacional y la llamada planta industrial no es otra cosa que una gigantesca maquinaria de captura de la renta petrolera, mediante el desarrollo de mecanismos de importación de insumos, partes y mercancías casi acabadas, que generan ganancias exorbitantes, que en algunos momentos logran disimular sus nefastas implicaciones en la relación capital-trabajo y la generación de esta plusvalía sui generis.
2. El inicio del quiebre
El modelo entra en crisis como resultado del impacto de la crisis mundial de los precios del petróleo de la década de los ochenta, la crisis de las deudas externas de los países dependientes y la desaceleración de la economía mundial, en ese mismo periodo. El llamado viernes negro venezolano hizo que la lumpen burguesía venezolana iniciara un rápido proceso de transferencia de las consecuencias de la crisis capitalista en este periodo sobre las espaldas de los trabajadores, la clase obrera y los grupos profesionales asalariados.
Una incontrolable inflación generada por el impacto de la devaluación del bolívar frente al dólar y su transferencia inmediata a las mercancías, productos, bienes y servicios importados por la lumpen burguesía, generó una brutal caída del poder adquisitivo del salario para la inmensa mayoría de la población. Fue una muestra evidente que la economía venezolana estaba atada al carro de la importación y que tan solo se producía en el país una pequeñísima franja de lo que requería la población.
El deterioro del nivel de vida fue tan acelerado que produjo un enorme malestar en la población venezolana que incubó la rebelión popular del 27 y 28 de febrero de 1989. Esta insurgencia popular destacaba de fondo, el agotamiento del modelo rentista-importador de la economía venezolana. Pero la lumpen burguesía venezolana no estaba interesada en invertir para poner a producir la tierra ni en la puesta en marcha de un parque industrial que atendiera las necesidades de la población. Por el contrario, se concentraron en la maniobra política para tratar de superar la tormenta y seguir con su modelo de ganancias de capitales a través de las importaciones.
3. El alzamiento militar y su visión sobre el modelo económico de Venezuela
En el año 1992 ocurren dos alzamientos castrenses que colocan a los militares como el nuevo incluido en la dinámica política, económica y social venezolana. Los planteamientos de Chávez y buena parte de los militares alzados, se concentró entre ese año y el 2004 en la posibilidad de desarrollar un capitalismo con rostro humano. En esa perspectiva, los militares insurgentes planteaban que la lumpen burguesía venezolana no tenía compromiso con el pueblo y, que era posible revertir esta situación con el surgimiento de una burguesía nacionalista. Ello no era ninguna novedad en términos políticos, pues el stalinismo lo había planteado desde la década de los treinta para frenar la revolución mundial y el maoísmo había hecho de esta premisa una verdad absoluta. Lo novedoso fue que lo plantearan los nuevos incluidos, los militares, y que ello construyera rápidamente hegemonía política en el imaginario popular. Es decir, en sus orígenes el movimiento Bolivariano Chavista, se plantea la destrucción de la vieja lumpen burguesía y la creación de las condiciones objetivas y subjetivas para que surja una nueva burguesía nacionalista, antiimperialista y progresista. Eso hace que distintos sectores y actores que aspiraban a acceder a la renta petrolera vieran en este movimiento una oportunidad.
Los trabajadores, los campesinos, los profesionales asalariados y los explotados y marginados en general, comenzaron a ver en el movimiento insurgente una posibilidad de cambiar su destino. Por ello, rápidamente y para sorpresa del stablismenth , se fueron sumando al movimiento dotándolo de un sentido de clase que no tenía hasta ese momento. Pero la propia Agenda Alternativa Bolivariana (1996) seguía planteando la tarea urgente de desarrollar un modelo capitalista humano. Esta dinámica inicio un proceso de disputa al interior del movimiento Bolivariano entre burgueses y aspirantes a neo burgueses y quienes vivíamos del trabajo. Tensión que tuvo una primera expresión insurreccional el 11, 12 y 13 de Abril de 2002. Pero esa no era la culminación, era el inicio de una abierta disputa por la renta petrolera por parte de clases sociales antagónicas y entre sectores de la burguesía.
La izquierda venezolana venía de cuatro derrotas sucesivas. La primera la guerra de guerrillas en los sesenta. La segunda, la combinación de formas de luchas legales, electorales y clandestinas en los setenta. La tercera, el fracaso de la combinación de múltiples tácticas que abrieron la posibilidad al triunfo electoral para la presidencia de la república de un obrero siderúrgico el cual muchos señalan que vendió su victoria, ante migajas de los poderosos. Cuarta la caída del llamado socialismo real.
Una izquierda electoral (MAS, PCV, MEP, etc) quienes en su mayoría, en los noventa, apoyaron electoralmente al candidato de la democracia cristiana y una izquierda radical en proceso de disolución de sus organizaciones (PRV-PST-OR,etc) encontró en el movimiento Bolivariano una tabla de salvación. Pero la izquierda moderada y radical estaba muy consciente que la apuesta inicial del movimiento Bolivariano era la destrucción de la vieja burguesía y la creación de las condiciones para el surgimiento de una burguesía nacionalista. Muchos se acercaron conscientemente, apostando por una agudización en este proceso de las contradicciones de clase que abriera puertas a una revolución socialista. Pero nadie se acercó engañado a este encuentro.
4. La Constitución de 1999
El proceso Constituyente de 1999 fue un proceso para sentar las bases jurídicas que expresaran la nueva correlación de fuerzas existente, reflejo de fenómenos políticos y sociales que ocurrían desde 1958 y además, para abrir cauces a una nueva forma de construir la nación. Es una Constitución pensada para un estado de justicia social que demandaba el emerger de una nueva burguesía nacionalista, interesada en desarrollar las fuerzas productivas nacionales y, no solo en arrebatar las divisas provenientes de la renta petrolera para su modelo importador. Es también un esfuerzo para construir jurídicamente, la aspiración que venía de décadas de lucha, de un modelo político de democracia participativa y protagónica que garantizara la ampliación de los derechos económicos y sociales de la inmensa mayoría de la población. Ese pacto social contó con el apoyo de las fuerzas políticas y sella la alianza cívico-militar para abrir cauces a otra Venezuela posible.
Las fuerzas de la oposición venezolana con sus principales actores del presente Capriles, Leopoldo López, Ramus Allup, María Corina Machado, etc se opusieron abiertamente al texto constitucional porque ellos eran representantes de la burguesía parasitaria, capturadora de dólares de la renta petrolera, quienes veían amenazada su poder. En el 99 llamaron a votar por el NO en el referéndum aprobatorio de la carta magna. Por ello lo primero que pretendieron hacer en el golpe de Estado que organizaron en el año 2002, fue derogar la Constitución de 1999. Resulta inadmisible que ellos, hoy en día, pretendan erigirse en sus defensores a no ser por el temor que el proceso constituyente de 2017 construya un nuevo pacto social en el cual los intereses y el modus vivendi y las representaciones de la vieja burguesía queden definitivamente borrados de la Carta Magna.
Insólito también resulta, que sectores de la izquierda radical que siempre cuestionaron el texto de la carta magna porque no rompía con el modelo capitalista, hoy planteen la defensa de su contenido y la imposibilidad de su reforma, oponiéndose al proceso constituyente de 2017. Sus argumentos señalan que existe el riesgo de la pérdida de derechos, expresando con ello conservadurismo y falta de confianza en las posibilidades revolucionarias del pueblo para generar una radicalización del proceso. Como lo señalara recientemente Atilio Borón, en Venezuela la lucha de clases entra a una fase definitoria y en esa perspectiva, esa izquierda se convierte en conservadora. Por supuesto que en toda acción política existen riesgos de contrarreformas, pero si ese es el lugar de enunciación en las luchas mejor sería entonces, no hacer política. Nosotros preferimos estar junto al pueblo constituyente y atrevernos a vivir sus riesgos y asumir su suerte, que es nuestra suerte como trabajadores.
5. Que pasó entre el 2005 y el 2013
La recuperación de la industria petrolera por parte del gobierno Bolivariano, concretó en termino de políticas públicas, el inicio de la destrucción de la vieja lumpen burguesía. El cerrar el acceso a las divisas propias de la renta petrolera a un sector importante de esa lumpen burguesía era un ataque que no habían sufrido desde los inicios de la explotación petrolera. Por ello reaccionaron violentamente e intentaron disolver el proceso Bolivariano mediante el golpe de estado del 2002. Lo que no contaban los apropiadores de la riqueza venezolana, la lumpen burguesía importadora, era que los trabajadores, los asalariados salieran a defender el gobierno Chavista. Este emerger popular, develó la profunda lucha de clases que atravesaba a la sociedad venezolana y tensionó al movimiento Bolivariano, ante la posibilidad que la rebeldía de Abril del 2002 abriera paso a una situación revolucionaria.
El protagonismo popular posibilitó que Chávez y una parte importante del Movimiento Bolivariano giraran a la izquierda, en un proceso de dos años que culminó en diciembre del 2004 con la declaración del carácter socialista de la revolución. Pero en política no existe espacio vacío; al no reactivarse la producción agropecuaria ni el parque industrial era necesario seguir importando más del 90% de los productos, mercancías, bienes y servicios que requería la población venezolana. Esto ocasionó que a la par que emergían nuevas formas asociativas protosocialistas como las comunas, los consejos comunales, las empresas de producción social o las empresas recuperadas por los trabajadores, un nuevo grupo de importadores se fuera convirtiendo en una neo burguesía. Así, desde el año 2006 se inician fuertes tensiones entre la vieja lumpen burguesía alejada del acceso a las divisas de la renta petrolera, la neo-burguesía parasitaria importadora y los trabajadores que abrazaron la idea socialista. La lucha de clases inicia una nueva etapa.
En esas contradicciones entre capital y trabajo Chávez por lo general se colocaba al lado de los intereses de los trabajadores, pero a su vez asumiéndose como árbitro para evitar la confrontación directa entre las clases antagónicas. La izquierda radical siempre estuvo clara en esta dinámica, pero siempre apostó a una nueva correlación de fuerzas en la cual los sectores populares con Chávez y los Bolivarianos anticapitalistas le abrieran paso a una revolución socialista radical. No podemos entender, como ahora algunos pretenden descubrir las tensiones que ya eran evidentes desde el año 2002 y que cobraron especial dinamismo con el intento de corrida de dólares, el control cambiario del dólar y la congelación de precios de los productos mediante subsidios permanentes.
6. El gobierno de Maduro y las tensiones que se expresan de manera abierta
La realidad suele superar cualquier elucubración política. La enfermedad y posterior muerte de Chávez, así como la abrupta caída de los precios del petróleo, a niveles muy por debajo del mínimo ingreso necesario para mantener la situación de gobernabilidad iniciada en el 2006 abren un nuevo capítulo en la lucha de clases en Venezuela. El imperio norteamericano con sus gobiernos lacayos internacionales y la lumpen burguesía nacional, ven que ha llegado el momento de recuperar la renta petrolera para volver al modelo de capitalismo tardío, dependiente e importador que habían impulsado.
Pero una nueva burguesía surgida entre 2006 y 2013 no está dispuesta a dejarse arrebatar el control del 96% de los productos de consumo masivo que son importados. En el medio, un gobierno y un partido que había jugado a un nuevo policlasismo socialista que evitara la confrontación directa entre clases antagónicas. Los trabajadores impactados por una brutal inflación, pérdida del poder adquisitivo y sustitución del discurso socialista por una retórica de sobrevivencia en el poder, vacilan entre la pasividad y el apoyo irrestricto al gobierno de Maduro. Esta vacilación lleva a más de un millón de electores chavistas a abstenerse en diciembre de 2015, lo cual posibilita el triunfo de los sectores de la oposición al chavismo en la Asamblea Nacional.
La calle se reedita como el espacio de medición de fuerzas. Lo cierto es que cada uno de los sectores en disputa con un electorado que supera los cuatro millones de votos, a ambos se les posibilita movilizar 100 o 200 mil personas. La propaganda sobre la superioridad de uno u otro a partir de las movilizaciones no esconde que lo que está detrás es una agudización de la lucha de clases. Los sectores influenciados por la derecha apuestan por una vuelta al modelo pro capitalista previo al 98, una franja muy importante de los trabajadores influidos por el chavismo comienza a cansarse de la actual situación y plantean una radicalización sin romper con los aparatos burocráticos, mientras que la neo burguesía quiere que todo siga igual que nada cambie.
Los sectores políticos, de ambos campos, influenciados por uno u otro factor burgueses no logran dialogar, porque ambos quieren el 100 por ciento de la renta petrolera. Al no ponerse de acuerdo sobre como compartir “ganancias” de la renta petrolera agudizan la conflictividad, en una espiral de permanente tensión sin posibilidad de salida. La crisis política es expresión de las tensiones entre sectores burgueses que no se ponen de acuerdo respecto a cómo compartir la renta petrolera.
Pero en los partidos del Gran polo Patriótico y en la mayoría de cuadros intermedios, de bases y algunos de dirección esta disputa no los involucra, pero sí podrían verse afectados por su resolución que puede terminar siendo regresiva en cuanto a conquistas políticas, sociales y económicas; por ello comienzan a girar a la izquierda hacia un encuentro con la “lógica popular”.
El mayor riesgo para el stablismenth de esta imposibilidad de dialogo político, dado que los intereses económicos y las ambiciones están desbordadas, es que (a) emerja una solución autoritaria que pretenda erigirse por encima de ambos sectores burgueses en disputa, construyendo caminos de entendimiento forzado: En la medida que esa salida autoritaria lograra abrir paso a un consenso económico la solución política seria eminente y lo “autoritario” dejaría de tener razón de ser; (b) el surgimiento de una revolución social que construya un centro político radicalmente opuesto a lo conocido durante el siglo XX e inicios del siglo XXI en Venezuela.
7. ¿La Constituyente es una oportunidad para resolver el conflicto de clases?
Venezuela ha profundizado su crisis en este año 2017, la que ya no es sólo económica y política sino también social, moral, cultural y fundamentalmente de perspectiva como nación. Esta situación, consecuencia de esa larga disputa ya explicada con anterioridad, está en uno de sus picos de más violencia y de desentendimiento desde que hace casi 20 años irrumpió Hugo Chávez a la cabeza del movimiento que ha estado tratando de cambiar el modelo de estado capitalista conocido como la IV República.
En el presente estamos viviendo niveles de violencia diarios totalmente desaforados, lo cual de escalarse abre la posibilidad cierta a una situación de guerra civil como expresión de un desborde de las lucha de clases y el inicio de una situación revolucionaria, pero también abre posibilidades a la conformación de un gobierno autoritario que pretenda arbitrar la disputa inter burguesa, la intervención militar foránea para borrar el mal ejemplo del Chavismo en América Latina, el Caribe y el mundo, ó incluso al bloqueo económico con el congelamiento de las cuentas petroleras.
En cada oportunidad que surgen fricciones entre las clases sociales que amenazan con romper el pacto social de 1999, la solución del movimiento Bolivariano con Chávez a la cabeza fue más democracia, ampliación de la participación popular o elecciones. Las tensiones tienen una larga expresión y en distintos momentos históricos, quizás las más relevantes se expresan alrededor de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente en 1999; la recuperación del control de PDVSA y el golpe de estado (2002); el sabotaje petrolero y el lock out empresarial a finales de 2002; el saboteo de la inversión en el sector productivo por parte de la patronal; los sabotajes eléctricos en distintos momentos; la guerra económica con la programación de desabastecimiento alimentario, protestas violentas (guarimbas, cortes de rutas y plantones).
Lamentablemente en muchas de estas oportunidades también hemos presenciado abusos de autoridad, criminalización de protestas y violaciones a derechos humanos que evidencian las tensiones propias de la lucha de clases al interior del propio movimiento bolivariano.
Un capítulo especial en la actual coyuntura, lo encontramos en el involucramientos de gobiernos de otros países, en los asuntos internos del nuestro, como viene ocurriendo con el llamado Decreto Obama que considera a Venezuela como un país “de una alta peligrosidad para la estabilidad de los EE UU” o la pretensión de Almargo quien desde la OEA pretende aplicarle la Carta Democrática de ese organismo a la Revolución Bolivariana y/o imponer una supuesta ayuda humanitaria al país. Las consecuencias de estos intentos de desestabilización patentados en el exterior han generado desbordamientos que han quedado en condiciones de impunidad, a pesar de las lamentables cifras de asesinados y de cuantiosas pérdidas materiales y económicas.
Esta violencia callejera financiada por la lumpen burguesía y por fuerzas extranjeras, la estamos padeciendo a diario, con el lamentable saldo de numerosos muertos. En LUCHAS exigimos el inmediato encarcelamiento y enjuiciamiento de los culpables de los asesinatos, sean quienes sean y no importa o que digan defender; para nosotros son hijos de trabajadores y asalariados que son manipulados o caen en la refriega y, para que esto no vuelva a ocurrir no puede haber tolerancia, impunidad u ocultamiento de la verdad procesal.
Las protestas violentas auspiciadas por los sectores de oposición tienen como único norte la ruptura del hilo constitucional mediante la salida por la fuerza del Presidente Maduro del gobierno. Ello lo disfrazan con supuestas aspiraciones democráticas pero lo que está detrás es su desesperación por volver a controlar las divisas provenientes de la renta petrolera. Por ello han ido oscilando en sus exigencias; al principio, planteando una inhabilitación y deslegitimación del presidente Maduro; luego demandando elecciones de gobernadores cuya convocatoria ha sido prorrogada como resultado de la crisis económica de abastecimiento, precios y productividad. Más adelante comenzaron a demandar elecciones generales y un proceso constituyente para borrar la constitución de 1999.
De protestas “pacificas”, algunas por legítimos derechos democráticos, pasaron inmediatamente a violentas expresiones con vandalismos, muertes y destrucción de infraestructuras. Todo ello lo manipulan para aparecer en los medios internacionales como demócratas acusando al gobierno de violador de del derecho a la protesta y como represor y hasta de asesino. Todo el tinglado mediático imperial ha sido puesto al servicio del derrocamiento del gobierno Bolivariano.
La violencia opositora se incrementó, con actos de pillaje y criminalidad, desde que se conoció la Resolución del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de limitar las atribuciones de la Asamblea Nacional, en permanente desacato y ante un prolongado conflicto de poderes.
La declaración y posición que tomó la Fiscal General de la República (FGR), Luisa Ortega Díaz, cuestionando las Resoluciones del TSJ, les cayó como anillo al dedo, reforzando la espiral de violencia a pesar que se le devolvían las plenas facultades a la AN.
En este marco, escalaron en las consignas acusando al gobierno del Presidente Maduro de haber dado un golpe de Estado, evidentemente en una línea de procurar el aislamiento y la condena internacional, ante una creciente influencia de la derecha en la región. Los gobiernos de varios países latinoamericanos y europeos, entre ellos: Colombia, EE UU, Brasil, Argentina, Paraguay, México, Canadá, España y otros más, presionan con beligerancia al gobierno del Presidente Maduro para un dialogo al cual se niega a sumarse la oposición. Esta articulación internacional no es nueva, en reiteradas oportunidades se ha intentado cercar a Venezuela en los escenarios mundiales. Recordemos la solidaridad automática de de los gobierno de derecha con las guarimbas del año 2014 conocidas como “La Salida”, violencia criminal encabezada por Leopoldo López, que pretendía acabar por vía de facto, con el recién instalado gobierno de Maduro.
Esta vez, el objetivo es hacer las protestas violentas “cubriéndose democráticamente” con la solicitud de elecciones de gobernadores; la elección de un nuevo CNE que ellos avalen; la libertad de los que ellos llaman, presos políticos, siendo el adalid de esos “presos políticos” el criminal convicto Leopoldo López, juzgado por su responsabilidad con los crímenes y daños causados en los actos insurreccionales que de forma pública convocó y dirigió en el año 2014.
La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) ha extremado mucho más las posiciones de la derecha, generándose incontrolablemente la violencia. En algunos estados del país, como en Carabobo se llegó al paroxismo: bandas armadas de delincuentes en distintas zonas de las principales ciudades de este estado, controlaron algunas urbanizaciones y barrios, impusieron saqueos a todo tipo de comercios, transporte de alimentos y hasta de viviendas residenciales, cobraron peajes para permitir el tránsito de ciudadanos y hasta asaltaron y asesinaron a humildes transeúntes que se desplazan por las calles.
Dirigentes de la MUD, entre ellos Julio Borges, presidente de la AN, llamó al pueblo a “rebelarse” y a protestar en contra de la Convocatoria la ANC que hizo el presidente Maduro. Calificó esa convocatoria como un autogolpe y una maniobra más de Maduro para ganar tiempo y perpetuarse en el poder. Sectores de la izquierda clase media y supuestamente radical, entre ellos un ex ministro de Chávez, quienes cada vez se sesgan más con odio en el análisis de la realidad que demostrando capacidad para la caracterización de la coyuntura propia de la lucha de clases. Han dicho “que esa convocatoria a una ANC, significaba una gran traición a Chávez porque la CRBV era su obra monumental”. Para ellos, “atreverse a cambiarla o modificar la CRBV, es proceder contra su legado”, olvidando que ellos apoyaron al propio Chávez cuando intentó modificar 69 artículos de la Constitución mediante la convocatoria a un referéndum, el cual perdió. La derecha expresada en la MUD en el pasado se opuso a la reforma de la Constitución porque temía una radicalización de su contenido que rompiera con la lógica del capital, por ello es entendible que hoy nuevamente se opongan. Lo que es inexplicable es la regresión de ese otro sector de izquierda que ahora con argumentos timoratos comparte la táctica de la MUD. Esto no es un elemento menor en el terreno de la lucha de clases.
Si de forma clara que Chávez hace 10 años consideraba ya, que la CRBV no era perfecta y, que para ese entonces, había que hacerle cambios para poder avanzar, queda en ridículos las posiciones de estos “chavistas críticos” y las declaraciones de la Fiscal General de la República al afirmar a la prensa internacional que “Nuestra Constitución es inmejorable”.
A la luz de los acontecimientos de violencia suscitados en estas últimas semanas, sobre todo en estados importante como Carabobo, da para pensar que pudiéramos estar a un paso de una tragedia como el “Bogotazo” de Colombia, que abra un largo período de violencia en nuestro país, como transcurrió en ese hermano país con el asesinato de Jorge Eliezer Gaitán.
Eso sería una herida muy grave para la sociedad venezolana y colocaría en el terreno de las fuerzas militares y violentas la resolución del conflicto de clases. Por ello, es urgente cerrarle el camino a cualquier intento de solución autoritaria, por arriba, de la lucha de clases en curso. En esa perspectiva valoramos la convocatoria a la ANC, y desde ese escenario en que se constituya la Constituyente enmarcar nuestras posiciones políticas en las contradicciones de esa lucha de clases.
La crítica fundamental que la derecha le hace a la convocatoria a un Proceso Constituyente en el año 2017 es que no es un acuerdo de partidos, sino un llamado al involucramiento de todos los ciudadanos. Nosotros señalamos que en las actuales circunstancias de profundización de la disputa de las divisas provenientes de la renta petrolera, los partidos políticos policlasistas de cualquier factor resultan incompetentes para llegar a un acuerdo y resolver el tema de la violencia callejera. Los factores burgueses en disputa, cada uno, por el 100% de la renta petrolera, no tienen posibilidades de mediar en el conflicto. Soluciones partidarias, de simple dialogo y acuerdo sin el protagonismo popular, de los trabajadores, amas de casa, estudiantes y profesionales asalariados resulta imposible porque el pueblo es un actor fundamental en la actual disputa. Por ello consideramos progresiva la Convocatoria a una Constituyente desde el poder popular como posibilidad no solo de una resolución contra la violencia desde las bases de la sociedad, sino también como un camino claro para la profundización revolucionaria y la radicalización socialista del proceso. Los cuestionamientos que al unísono hace la derecha y cierta izquierda radical, que la convocatoria al proceso constituyente es una estrategia gubernamental para prolongarse en el poder, nos parece accesoria y cosmética, porque lo sustantivo es el protagonismo popular en la determinación del rumbo en el uso y disfrute de la renta petrolera.
Para los revolucionarios es muy progresivo que Maduro haya dicho que esta ANC sea: “profundamente obrera, Comunal, de la juventud, de los indígenas y de todo el Pueblo”! Para los propatronales y para los pontífices constitucionalistas del “chavismo crítico” eso es una herejía contra la CRBV y una burda maniobra de Maduro. Cuando se está en momentos cruciales de la lucha de clases, tanto los oportunistas como los sectarios, sólo ven maniobras en los retos y en las oportunidades.
Tampoco somos ilusos, para creer que por sí sola, la ANC será la varita mágica que permita acabar con la crisis existente. Esta Convocatoria a la ANC significa un desafío para que el movimiento social y los trabajadores, como sectores de vanguardia, puedan demostrar su capacidad de independencia de clase ante el capital, el estado, y sus instituciones. Tanto la oposición de derecha como la de la izquierda radical y/o chavismo crítico, se oponen a que sea sectorial, no tanto por concepciones constitucionales y democráticas, sino por cuestiones matemáticas dado que tienen poca influencia en los sindicatos, federaciones, comunas, consejos comunales y organizaciones indígenas. La derecha tienen algunos gremios profesionales y algunos centros estudiantiles, pero tienen temor que este acumulado no les resulte suficiente, es decir, las sumas no les da. Y, para ellos, si no tienes una ventaja de votos igual o mayor que cuando las elecciones de la AN, lo consideran una derrota anticipada para sus propósitos centrales: que se vaya ya Maduro, cambiar radicalmente la CRBV que hoy, como buenos hipócritas dicen defender y retomar el acceso a las divisas provenientes de la industria petrolera.
8. Es necesaria esta Convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente 2017
En medio de esta situación de imposibilidad de encuentro que resuelva sin conflictos violentos la situación y ante las crecientes tensiones desde abajo para una pronta solución radical, el Presidente Maduro toma la audaz iniciativa política de convocar a un proceso Constituyente. Este proceso constituyente no debemos verlo sólo como un desarrollo democrático, sino como un nuevo capítulo de la lucha de clases. En ese sentido la convocatoria del Presidente Maduro adquiere un carácter progresivo como posibilidad de resolución de la conflictividad no por el acuerdo entre facciones de la burguesía, sino desde el protagonismo popular y de los trabajadores. Esta convocatoria dispara las tensiones de la lucha de clases.
En ese marco, desde LUCHAS hemos decidido participar activa y abiertamente en el proceso constituyente. Ratificamos nuestro apoyo crítico al proceso Bolivariano y en ese sentido acompañaremos a los trabajadores, los campesinos, los estudiantes, las mujeres, los profesionales asalariados, a los explotados y los marginados en la perspectiva de que tengan una gran y legítima representación en este magno escenario parlamentario como lo debe ser esta constituyente y que sus diputados contribuyan en abrir paso a una radicalización socialista revolucionaria del proceso. Sin ningún tipo de dudas ni vacilaciones estamos al lado del Presidente Maduro tensionando desde los trabajadores para impulsar a la revolución socialista radical del proceso Bolivariano.
Las trabajadoras y los trabajadores deben ser la clase social primordial que junto a profesionales y revolucionarios capaces deben estar al frente de los organismos decisorios para llevar adelante los cambios y transformaciones necesarias. Sólo acciones y medidas revolucionarias puede enrumbarnos de verdad al socialismo. Como forma de gobierno debe imperar la más amplia discusión democrática para afrontar los problemas de la revolución. Sólo así, puede concretarse el legado de democracia participativa y protagónica que establece la CRBV.
La Comisión Preparatoria para la convocatoria para esta ANC entre otras cosas ha dicho que los objetivos de esta ANC serían: 1) Una Constituyente para la paz; 2) Construir un nuevo Sistema Económico post Petrolero; 3) Avanzar más en el Estado de Bienestar Social, dándoles rango constitucional a las misiones; 4) Potenciar el Funcionamiento del Sistema de Justicia y Protección del Pueblo para acabar con la impunidad; 5) Impulsar las nuevas Formas de la Democracia Participativa y Protagónica, dándole rasgo constitucional a las Comunas; 6)Política Exterior Soberana; 7) Identidad Cultural y una Nueva Venezolanidad; 8) Garantía de Futuro y 9) Preservar la Vida. Estos puntos nos da pié para transcender el capitalismo más allá que lo que hasta ahora se ha trascendido. Pero, no podemos esperar la instalación de la ANC para enfrentar los problemas que carcomen el sostén de las bases sociales del proceso.
9. Constituyente y Golpe de Timón
Estamos del lado de hacer las críticas a los errores tácticos y estratégicos que han llevado a esta crisis a las enormes magnitudes que ahora padecemos. Todavía esperamos por “El golpe de Timón” que Chávez antes de morir exigió, cuando en un efecto de balance hizo de sus períodos de gobierno. Hay que encarar ya, porque se hace tarde, el desabastecimiento de alimentos y medicinas, la pérdida vertiginosa del poder adquisitivo del salario. La guerra económica, por no atacarla a tiempo en lo coyuntural y estructural, se ha degenerado en este caos económico que sufrimos, en donde desde el más grande al más pequeño comerciante, bodeguero y bachaquero, ponen los precios que les da la gana a los productos sin que exista ningún control real de los precios.
De inmediato se debe decretar un Plan de Emergencia Económica, que saque de la postración el aparato productivo en donde está para garantizar los bienes de consumo y de servicio y en la recuperación del poder adquisitivo del salario. Eso es clave para frenar el descontento popular existente. Hay que denunciar los hechos de corrupción y exigir que los corruptos sean procesados y castigados; solicitar la destitución de los funcionarios públicos incapaces y corruptos. Está todavía en la memoria de muchos Compatriotas de querer saber quiénes fueron los supuestos empresarios qué utilizaron más de 20 mil millones de dólares preferenciales para importar y solo traían containers vacíos o llenos de desperdicios. Y, cómo es qué se hayan fugado en estos últimos cuatros años 160 millones de dólares?
Así también el pago de la deuda externa y las concesiones para la explotaciones de nuestras riquezas naturales, véase, el Arco Minero Minero del Orinoco, concesiones de explotaciones petroleras y gasíferos a empresas transnacionales y privadas, necesitan ser abordados cuando corresponda el punto Económico desde la ANC y deben ser punto de partida para una auditoria ciudadana de la deuda externa y el gasto público, de carácter permanente, y con rango constitucional..
Se necesitará, después de pasar esta etapa de propaganda por la ANC, elaborar desde los distintos sectores sociales programas económicos; sociales; ambientales; de derechos ciudadanos; de integraciones y de cooperaciones regionales; a la vez presentar propuestas inmediatas para garantizar la paz y convivencia, los cuales fundamenten los debates y las discusiones de la ANC. En estas dos últimas semanas ha renacido un fervor entre los trabajadores y otros movimientos sociales. Hemos sido testigos presenciales de decenas de asambleas de trabajadores y trabajadoras en diferentes estados y en distintos sectores, convocados por sindicatos y federaciones afiliados y relacionados a la central Bolivariana Socialista de los Trabajadores CBST. Ya se han conformado y se siguen instalando Comandos de Campaña por la Constituyente. Eventos en donde se ha manifestado un sorprendente entusiasmo para conformar estos Comandos y, hasta han expresado los asistentes a estas asambleas sus disposiciones para seguir debatiendo todo lo que haya por delante a debatir.
Hay que ir mucho más allá. Hay que extender el proceso Constituyente hasta las comunidades y en las diferentes bases sociales que tendrán representación en la ANC, con asambleas regulares y permanente entre sus diputados representantes y con esas bases de dónde salieron. Estos tienen que presentar cuentas y asumir las orientaciones que las bases en asambleas democráticas decidan. Esos diputados y las bases tienen que acompañar las luchas que los trabajadores y a los distintos sectores populares que estén dando peleas por sus derechos particulares. Sobre todo, hoy existe el riesgo que se desarrollen muchos conflictos. Centenares de trabajadores pueden perder sus puestos de trabajaos, si los patronos siguen el ejemplo que está tratando de imponer empresas como General Motors. Corporación que decidió “cesar sus operaciones en el país”, cuando es evidente que lo quieren es despedir a sus 2.700 trabajadores y pagarles las prestaciones sociales con el monto que ellos consideren es. Y a vuelta de uno o dos años volver arrancar sus operaciones con menos personal. Y, el descaro que la Corporación GM contribuyendo con la campaña mediática internacional, informó sus medios de prensa de que el gobierno venezolano expropió la empresa, lo que también corrobora que es una medida para aportar con el descontento que quieren imponer.
Debe imperar ahora, como nunca antes, la mayor solidaridad de clase y las mejores expresiones de conciencia revolucionaria. Sigamos la conseja que recomendó León Trotsky a varias organizaciones del mundo y en distintas circunstancias de las luchas de clases: “Hay que ayudar a las masas en el proceso de su lucha cotidiana a encontrar el puente entre sus reivindicaciones actuales y el Programa de la revolución socialista. Este puente consiste en un sistema de reivindicaciones transitorias que parten de las condiciones actuales y de la conciencia de amplias capas de la clase obrera”.