¿Los venezolanos somos perezosos?
Luis Britto García|
Según los que viven de nuestro trabajo, sí. Durante la Conquista, fray Tomás Ortiz llama a los indígenas “haraganes, ladrones, mentirosos”; Gonzalo Fernández de Oviedo jura que “muchos dellos, por su pasatiempo, se mataron con ponzoña por no trabajar, y otros se mataron por sus propias manos”.
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Hacia 1888, la francesa Jeny de Tallenay sostiene que “el indígena es inteligente, pero perezoso”, el jurista Núñez de Cáceres, que el indígena es “naturalmente perezoso”. Todavía en 1988 afirma Arturo Ochoa Benítez que “el venezolano no ha aprendido que el trabajo es un elemento necesario (…) El no haber aprendido a trabajar ni a valorar el trabajo lo ha conducido al facilismo”. Cría fama y échate a dormir.
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¿Es el trabajo camino a la riqueza? En 1990 y 1994, la Consultores 21 S.A. realiza sondeos sobre el tema “¿Es posible hacerse rico en Venezuela trabajando?”. Solo 38% opina que “los hombres que tienen riqueza en Venezuela la han logrado trabajando” (¿El 62% que no contesta afirmativamente cree lo contrario?). Un 53% opina que “nadie se hace rico con un trabajo honesto”. La mayoría no percibe relación entre trabajo, honestidad y riqueza, sino todo lo contrario.
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¿Para qué se trabaja? El año 2013, GIS XXI aplica una encuesta a 10.000 jóvenes y encuentra que 4.070 laboran, proporción notable a una edad propicia para el estudio y el esparcimiento. Se preguntó la razón para hacerlo; 42% contestaron que para mantener un grupo familiar, para cubrir gastos personales 30%, para incrementar el ingreso del grupo familiar 25%. El 77% lo hace para mantener la familia, en vez de esperar ser mantenidos por ella. No es conducta de egoístas, ni de flojos.
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En la Encuesta sobre el Gusto, realizada por GIS XXI el 2015, se preguntó: “¿Cuáles diría usted que son las características típicas de la forma de ser de los venezolanos que más los diferencian de otros países?”. Solo 10% eligió como rasgos distintivos “Somos más trabajadores, responsables”. Apenas 4% eligió “Somos más irresponsables, flojos, vagos”. Nadie sabe para quién trabaja: saberlo es la condición para un trabajo eficiente, satisfactorio, productivo. Hasta que las máquinas hagan todas las tareas mecánicas, aburridas, repetitivas, y solo quede el juego, o sea, el trabajo creativo.