Los Simpson y la captura del poder por la élite empresarial ecuatoriana
Jonathan Báez Valencia
En la temprana segunda temporada de los Simpson se presenta el cuarto capítulo titulado “Dos autos en cada cochera y tres ojos en cada pez”. Este se centra en cómo el Sr. Burns desea ocupar el puesto de gobernador. Y no, no es para transformar a Springfield en un lugar mejor, es para deshacerse de las regulaciones a su contaminante planta y, como única gran propuesta: que se recorten impuestos.
De esa manera, ya en 1990 cuando se emitió el capítulo, los Simpson nos advertían del peligro de que una élite empresarial depredadora ocupe un espacio de decisión pública, válido en la actualidad para la realidad ecuatoriana y su cercanía a elecciones.
El capítulo inicia con la aparición de un pez con tres ojos en las cercanías de la planta nuclear del Sr. Burns, inmediatamente la gobernadora da lugar a una investigación sobre las condiciones de dicha planta. El resultado son 342 violaciones, así se revela después de que el Sr. Burns trata de sobornar al inspector, sin éxito.
El costo de reparación de esas violaciones asciende aproximadamente a 56 millones de dólares. Un dinero que el Sr. Burns no está dispuesto a entregar. En su lugar decide lanzarse como candidato a gobernador después de una charla con Homero:
-B: Homero, van a tratar de cerrar la planta, dicen que contaminamos ¿Por qué el gobierno no nos deja en paz?
-H: Ah señor, le estaba diciendo a mi esposa que si yo fuera gobernador, haría las cosas de otra forma.
-B: Ni lo mencione Simpson ¿Sabe cuánto cuesta una campaña política? Más de lo que cualquiera puede gastar.
-H: Apuesto a que sí podría. No me malinterprete, solo quiero decir que usted podría permitirse aspirar a la gobernatura si quisiera (…) SI FUERA GOBERNADOR USTED PODRÍA DECIDIR LO QUE ES SEGURO Y LO QUE NO ¿A dónde vamos señor?
-B: A crear un mundo nuevo y mejor.
En este diálogo se puede apreciar que el Sr. Burns quiere crear un mundo mejor, pero para las personas ricas. De esa forma, hace uso del costo de oportunidad, prefiere lanzarse a la aventura política que, probablemente cueste más que las reparaciones de la planta, sin la certeza de si efectivamente ganará, pero esto es mejor que “subordinarse” a las regulaciones del Estado por el bien común contra la contaminación. Y el instrumento para impedirlo es que sea él quien decida.
Por lo tanto, la entrada no solo se produce por un objetivo individual de beneficio, también aparece como una interpelación de la regulación. En otras palabras, es la lógica de mercado en su más puro nivel: Quién tiene dinero toma las decisiones, aún si esto afecta a todos en detrimento de la mayoría. En efecto, se trata de una agenda corporativa. No obstante, este eje de campaña se viabiliza a través del recorte de impuestos.
El recorte de impuestos es la principal oferta de campaña: i) “Y digan que los impuestos son muy altos”; ii) “Si resulto electo bajaré los impuestos, aunque no les guste a esos burócratas de la capital”. Por supuesto que se refiere a recortar impuestos a las y los ricos, como él. Con la consecución de esta acción no solo que deja de pagar impuestos, al mismo tiempo, limita las capacidades estatales para hacer regulaciones y, por lo tanto, logra su gran objetivo como candidato: continuar, reproducir y perpetuar su posición de privilegio, a toda costa.
Desde luego, trata de matizar esta situación, cuando en realidad la evidencia muestra que recortar impuestos a los ricos no genera ni crecimiento económico ni empleo, lo que sí genera es un hiper enriquecimiento de estos, además de un ascenso de la desigualdad, como lo muestran Hope y Limberg (2022) en su último estudio.[1]
Y para esto acude también a su equipo de campaña, encabezado por un fantasma (jamás se menciona su nombre) que incluye en su equipo a “revelador de escándalos”, “asesino de reputaciones”, “calumniador” y “falsificador” para atacar a su contrincante. Elemento interesante a las puertas de la próxima elección que se avecina en el país y que merece un artículo propio: los consultores políticos y su incidencia en el ascenso de estas élites depredadoras.
Las consecuencias de la captura de la élite empresarial -o sus representantes en las Cámaras Empresariales- del poder han marcado las tragedias más fuertes en el Ecuador. El feriado bancario con nuestras familias destrozadas, los sucesos que marcaron el paro de octubre 2019,[2] así como los hechos acontecidos con la llegada del presidente Lasso. Ante esto, la academia juega un papel fundamental para mostrar estos hechos, misma que también suele ser utilizada para legitimar esos procesos de captura o de la lógica pura de mercado, como hace el Sr. Burns con la caricatura de Darwin.
Sin embargo, la evidencia empírica debe ser la que muestre el camino y esta demuestra que un bienestar común se logra con impuestos a la riqueza y con decisiones de política pública autónomas de la élite depredadora. Afortunadamente en los Simpson lo entendieron (en ese capítulo). De alguna manera Reino Unido con la salida de Johnson, que no se fue sin dejar un mandato a su sucesor: “Recorte impuestos y desregule”. Esperemos que Ecuador aprenda su lección.
Notas
[1] https://academic.oup.com/ser/article/20/2/539/6500315
[2] Captura empresarial del poder: preludio del Paro Nacional from Octubre y el derecho a la resistencia: revuelta popular y neoliberalismo autoritario en Ecuador on JSTOR
* Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Unidad de análisis y estudios de coyuntura de la Universidad Central del Ecuador. Colaborador del Centro latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)