Los seis ahora son cinco: Martinez Mottola salió de la embajada ¿y ahora qué sigue?

Álvaro Verzi Rangel 

Tras conocerse la noticia de que Fernando Martínez Mottola salió de la embajada de Argentina en Venezuela y que aceptó colaborar con las fiscalía venezolano en la investigación sobre los planes desestabilizadores de la oposición derechista, mucho hay que conocer de quien fuera ministro de Carlos Andrés Pérez (CAP) y uno de los asesores principales de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), el mayor bloque opositor.

Según versiones intervino en su decisión personal la embajada de Noruega, intermediando con el gobierno, y desde el gobierno se señaló que “está colaborando activamente con la Justicia”. No tenía relación política con Edmundo González Urrutia, candidato opositor en las últimas elecciones presidenciales.

Desde la Fiscalía explicaron que  “Martínez Mottola se puso a derecho y rindió declaración en sede fiscal en torno a los graves hechos violentos, conspirativos y desestabilizadores que se vienen organizando desde la mencionada sede diplomática durante los últimos meses”.

Mas allá del alcance de estas declaraciones en el expediente fiscal, la salida de Mottola viene a romper al menos parcialmente el discurso épico del “asedio” sobre la embajada y la pátina sufrida de sus ocupantes. Y fortalece la posición oficial del gobierno venezolano, que viene denunciando que la embajada se ha convertido en una suerte de cartel general de la conspiración.

Un Chicago Boy

A Martínez Mottola, no solo se le conoce por ser miembro de los llamados “Chicago Boys” en Venezuela, sino también por llevar la batuta en la privatización de la estatal telefónica Cantv, lo que lo convirtió en hombre de confianza de Carlos Andrés Pérez y de su ministro de Planificación Miguel Rodríguez (precursor del llamado “paquetazo en 1989).

Hace unos años, Martínez Mottola fue parte del equipo que elaboró el paquete de programas de Juan Guaidó, cuando con el apoyo de Estaos Unidos y la Organización de estados Americanos (OEA)  intentó instaurar el gobierno paralelo y posteriormente crear un plan de desestabilización en Venezuela, junto con María Corina Machado.

Asimismo, en los últimos meses se reveló con otra conexión conspirativa, desde la embajada de Argentina en Venezuela, se planificaron estrategias desestabilizadoras lideradas por figuras opositoras y respaldadas por sectores externos. Allí permanecen cinco personas mucho más cercanas a María Corina Machado que el propio Mottola: Claudia Macero, Pedro Urruchurtu, Magallí Meda, Humberto Villalobos y Omar González.

El 27 de marzo último los seis opositores se instalaron en la sede después de que la Fiscalía venezolana los acusara de varios delitos, como conspiración y traición a la patria.

El gobierno ultraderechista de Argentina dice que las autoridades venezolanas llevan a cabo un “asedio” contra el lugar —con cortes de energía y del suministro de agua, así como patrullajes de las fuerzas de seguridad— y exige que Venezuela extienda los salvoconductos que les permitan a los asilados salir del país.

Desde finales de julio, la Embajada quedó bajo resguardo de Brasil, luego de que Venezuela rompiera relaciones diplomáticas con Arg controvertidas elecciones presidenciales del 28 de julio, en las que el presidente Nicolás Maduro fue declarado ganador.

Argentina y Ecuador frustraron los salvoconductos

Fueron los gobiernos de ultraderecha de Argentina y Ecuador los que impidieron la salida de los seis integrantes de Vente Venezuela de la residencia de la embajada argentina en Caracas, cuando llevaban apenas algunos días asilados allí, para poder mantener un asedio mediático y dipolomático contra el gobierno venezolano.

El canciller de Colombia, Luis Murillo, aseguró que había participado personalmente en conversaciones para lograr los salvoconductos y explicó que Venezuela había pedido a cambio el salvoconducto para el ex vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, por entonces asilado en la embajada de México en Quito, e indicó que Caracas pedía también la libertad de “una persona cercana al gobierno de Venezuela”.

Las fuentes confirmaron que se trataba de la dirigente social argentina Milagro Sala, líder de la Organización Barrial Tupac Amaru, en la norteña provincia de Jujuy, presa desde 2016, por motivos meramente políticos.

En la conversaciones participaron diplomáticos brasileños y el propio Murillo, quien viajó a Ecuador para comunicar –a fines de marzo pasado- la oferta venezolana. Por esas horas, el canciller venezolano Yván Gil ya tenía firmados los salvoconductos, y solo esperaba que Argentina enviara un avión para recoger a los asilados.

Pero la respuesta del libertario mandatario argentino Javier Milei al pedido de Caracas sobre la liberación de Milagro Sala nunca llegó, y en Ecuador el gobierno de Daniel Noboa irrumpió en la embajada de México en Quito para secuestra a Glas, en una violación a los protocolos diplomáticos inédita en esta parte del mundo.

Un gendarme libertario

Con la negociación para los salvoconductos en punto muerto, llegó a Venezuela el gendarme argentino Nahuel Gallo. Fue detenido el 8 de diciembre en la frontera occidental con Colombia, cuando ingresó por tierra por uno de los pasos porosos de la activa zona limítrofe.

El gobierno de Venezuela, en voz del ministro de Interior, Diosdado Cabello, asegura que Gallo llegó a Venezuela con “una misión”: operativizar una maniobra de extracción de los asilados en la embajada argentina en Caracas, que se realizaría aprovechando la calma navideña.

El presidente argentino, el ultraderechista libertario Javier Milei, se reunió con familiares del gendarme y dijo que agotaría las vías diplomáticas para lograr la libertad del gendarme. Pero, aunque la primera regla de estos casos es la moderación, siguió cargando de adjetivos las menciones a Nicolás Maduro. Lo mismo hizo su minitro de Defensa, Luis Petri, y la ubicua ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, jefa en última instancia del gendarme.

Bullrich no ha logrado imponer su historia de que Gallo viajó por su cuenta y por un viaje personal. Lo cierto es que los permisos de viaje en Gendarmería se autorizan en varios niveles. Mientras tanto, algunos medios en Buenos Aires indican que Gallo recibió una carta de su familia en Catamarca, en una gestión que -dicen esos medios- protagonizó el ex embajador argentino en Caracas, Oscar Laborde, y el dirigente social Juan Grabois.