Los No Alineados y el siglo XXI
Fernando Ayala
El movimiento de países No Alineados tuvo sus orígenes en 1955, hace 70 años, en la conferencia de Bandung, Indonesia, donde alrededor de 30 líderes asiáticos y africanos se reunieron con el propósito de estimular la cooperación y el comercio entre los nuevos países independientes para terminar definitivamente con el colonialismo del que habían sido víctimas.
Asimismo, manifestaban su decisión de apoyar a los movimientos de liberación que buscaban la independencia y distanciarse de las dos principales potencias de la época: Estados Unidos y la Unión Soviética, que habían dado inicio a una lucha por la hegemonía a través de lo que fue la Guerra Fría. En la Declaración de Bandung se señala en uno de sus puntos que los firmantes deberían “abstenerse de participar en acuerdos de defensa colectiva”, es decir pactos militares, que favorecieran a alguna de los dos países.
Pocos años más tarde, en 1961, en Belgrado, entonces capital de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, nacía oficialmente el Movimiento de Países No Alineados (MPNA) con 28 estados miembros, donde temas como la autodeterminación de los pueblos, la independencia, un nuevo orden económico internacional, el término de la doctrina del apartheid sudafricano, la no participación en pactos militares o el desarme, entre otros, dieron fuerza y crecimiento al movimiento que, desde sus inicios su voz se hizo sentir a través del Grupo de los 77 (G-77), creado en 1964 y que hoy agrupa a 134 países, respaldando el llamado y cumplimiento de “nosotros los pueblos”, es decir la Carta de Naciones Unidas. De América Latina solo Cuba participó en esta primera reunión.
Siglo XX
Fue en la segunda mitad del siglo XX, en medio de la Guerra Fría, cuando el llamado Tercer Mundo se sumó masivamente al MPNA logrando una fuerte presencia en Naciones Unidas e instancias multilaterales. De 28 países participantes en Belgrado en 1961, pasaron a 47 en la reunión de El Cairo en 1964, a 54 en Lusaka en 1970, a 75 en Argel en 1973, en 1976 en Colombo contó con 86 países, La Habana en 1979 reunió a 96 miembros.
Previo a esta Cumbre, Fidel Castro quiso levantar la tesis de que los países socialistas eran los “aliados naturales” de los no alineados, lo que fue rebatido categóricamente por uno de los fundadores del movimiento, el presidente yugoslavo, Josip Broz Tito, quien se mantuvo firme en los principios fundadores como la no pertenencia a ningún bloque y lejos de cualquier forma de hegemonía política o económica. La Yugoslavia de los años 70 contaba con uno de los ejércitos más fuertes de Europa y había demostrado voluntad política para enfrentar las ambiciones soviéticas de ponerla bajo su órbita, lo que le otorgó legitimidad para convertirse en unos de los países líderes del movimiento.
A partir de la década de los 80, el MPNA comienza a decaer, tal como se demostró en las reuniones de Nueva Delhi y Harare en 1982 y 1989 respectivamente. El
MPNA creció en medio de guerras como las de Vietnam, el Medio Oriente entre Israel y los países árabes, la invasión soviética a Checoslovaquia y a Afganistán, las
luchas en África, la devastadora guerra entre Irán e Irak y muchos otros conflictos. Tuvo participación decisiva en Naciones Unidas en temas económicos, políticos, en la lucha contra el subdesarrollo en el Tercer Mundo y en apoyo al derecho a la autodeterminación de los países.
Entre sus logros se pueden destacar, entre otros, el voto mayoritario en la asamblea de Naciones Unidas de la resolución que catalogó al sionismo como una forma de
racismo equivalente al apartheid, o las otras varias referidas a la ocupación ilegal de Israel en Palestina. La década de los 90 vería la caída del Muro de Berlín, el
desaparecimiento de la Unión Soviética, del bloque socialista europeo y el término de la Guerra Fría.
El cambio del escenario global y fundamentalmente la desaparición del Pacto de Varsovia como alianza militar, hizo que el MPNA perdiera fuerza y presencia internacional, pese a que la OTAN continuó sumando países y alimentado una agresiva política para enfrentar el poder expansionista de Moscú que derivó, en los hechos, en una guerra de Rusia contra Ucrania-OTAN que aún se mantiene.
Del Tercer Mundo al Sur Global
El término del bipolarismo en la década de los 90 y el dominio indiscutido de Estados Unidos, junto al proceso ininterrumpido de globalización, al fortalecimiento de
nuevos referentes políticos y económicos como la Unión Europea, la fuerza y presencia de la República Popular China, el despertar de India y la reciente expansión de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), creado en 2010, buscan mover el mundo en otra dirección.
Formalmente, hoy el MPNA suma alrededor de 120 países. Se han efectuado reuniones cumbres en Teherán el 2012, en Isla Margarita en Venezuela (2016), en Bakú en 2019 y la última cumbre en 2024 en Kampala, Uganda. En realidad, el MPNA ha pasado a ser irrelevante en el escenario internacional, quedando relegado como una expresión política que fue válida en el siglo XX. Los países del Tercer Mundo o en Vías de Desarrollo ahora son llamados “Sur Global”, y también se pretende
cambiar, por motivos geopolíticos, el término “Asia Pacífico” por “Indo Pacífico”.
Hay fuerzas políticas y económicas que buscan alinear a regiones ricas en recursos naturales y aislarlas de la competencia del mundo occidental, como ocurre con China. El esfuerzo intelectual de pretender revivir la política de no alineación cae en un vacío debido a que el siglo XXI enfrenta un mundo transformado que aceleradamente se encuentra con realidades como el cambio climático, la inteligencia artificial, la lucha por los datos, o más grave aún, la pérdida de legitimidad del escenario natural para actuar de los países en vías de desarrollo, como lo es Naciones Unidas, donde las resoluciones pasaron a ser letra muerta o caen en el vacío y continúan siendo ignoradas por los cinco grandes controladores del poder real centrado en el Consejo de Seguridad.
El desarrollo tecnológico cada vez más sofisticado y que requiere mayores recursos financieros y profesionales calificados, la dependencia del mercado global, los flujos de dinero, las ayudas económicas para enfrentar crisis, entre otros muchos factores, hacen absolutamente dependientes a la gran mayoría de los países del llamado “Sur Global”, donde las diferencias políticas, de intereses y de desarrollo económico se manifiestan con claridad.
A diferencia de la segunda mitad siglo XX donde se enfrentaban dos bloques militares, en el siglo XXI pocos países pueden pretender ser realmente no alineados y practicar una política autónoma, independiente frente a gigantes como Estados Unidos o China. Incluso entre los estados con poder nuclear hay diferencias grandes de desarrollo económico como puede ser Pakistán o la India.
Este último país, que suma un creciente desarrollo científico y tecnológico junto a una economía en ascenso, puede aspirar a un papel de no alineamiento real, siempre condicionado por los apoyos de aliados o los que tengan sus rivales. Otras potencias regionales como Irán, Turquía, Sudáfrica, Brasil o Indonesia poseen un aparato de defensa e industria militar fuerte, pero siguen siendo dependientes del mercado tecnológico en el área de la defensa, de los chips, concentrado en un puñado de países, así como de los flujos financieros.
En la gran mayoría de estados del llamado hoy “Sur Global”, imperan las divisiones políticas profundas, divergencia de intereses y asimetrías de desarrollo económico, dependencia tecnológica y militar por lo que carecen de fuerza propia para pararse en el escenario internacional de manera independiente y
autónoma. Cuando lo hacen -salvo situaciones excepcionales- son ignorados o hasta pueden ser castigados a la hora de los créditos o la cooperación.
Esa es la dura realidad que no puede ser ocultada con ejercicios académicos, ya que los países continúan girando en torno al poder y éste se legitima con la fuerza militar y económica, principalmente.
No es casualidad que la mayor potencia del planeta, los Estados Unidos, mantenga más de 600 bases militares alrededor del mundo y concentre la mayor industria y venta de armas con cifras que superan la imaginación. En definitiva, no hay espacio en el mundo de hoy para el no alineamiento salvo como una legítima
aspiración de los pueblos del mundo que continúan confiando en el principal instrumento creado para evitar las guerras, como lo es la Carta de Naciones Unidas.
* Embajador, economista de la Universidad de Zagreb, Croacia, y Máster en Ciencia Política de la Universidad Católica de Chile. Ex Subdirector de asuntos estratégicos de la Universidad de Chile y ex Subsecretario de Defensa.