Los grandes desafíos de la CELAC

291

FRANKLIN GONZÁLEZ| La CELAC nace bajo el sabio principio dialéctico de la “unidad dentro de la diversidad” como muy bien lo dejaron sentado en la Declaración de Caracas las Jejas y Jefes de Estados y de Gobierno de los 33 Estados soberanos de América latina y el Caribe.

Nace, además, con la decisión de “promover y proyectar una voz concertada de América Latina y el Caribe en la discusión de los grandes temas y en el posicionamiento de la región ante acontecimientos relevantes en reuniones y conferencias internacionales de alcance global, así como en la interlocución con otras regiones y países”. En adelante, la CELAC tiene que enfrentarse a grandes desafíos y de sus resultados depende su futuro.

La “unidad dentro de la diversidad”

En la América Latina y el Caribe que transcurre en este comienzo del siglo XXI se caracteriza políticamente por su heterogeneidad.

En la región es fácilmente constatar la presencia de gobiernos política e ideológicamente de derecha o centro derecha, que responden abiertamente a los “poderes fácticos”, particularmente a los grupos empresariales, económicos o mediáticos, bien porque son sus representantes directos (casos de Ricardo Martinelli en Panamá o Sebastián Pinera en Chile), o porque sus políticas se dirigen precisamente a favorecer los intereses de esos poderes como son los casos de Juan Manuel Santos en Colombia, de Laura Chinchilla en Costa Rica, Porfirio Lobo en Honduras, Otto Pérez Molina en Guatemala o Felipe Calderón en México.

En materia de integración son partidarios del “regionalismo abierto” y de la negociación de tratados de libre comercio, como un mecanismo clave para impulsar una creciente colocación de sus productos en mercados distantes, que les pueden permitir mayor dinamismo interno y, eventualmente, mejores condiciones de vida para su gente.
De otro lado se encuentra gobiernos de centroizquierda: Dilma Rousseff de Brasil,  Mauricio Funes de El Salvador, Fernando Lugo de Paraguay, Ollanta Humala de Perú, José Mujica de Uruguay y Cristina Fernández de Argentina, cuyas posturas son profundamente pragmáticas al realizar al interno de sus países un juego muy particular y una simbiosis entre políticas de mercado en el campo macroeconómico y políticas intervencionista de Estado en el campo social al levantar y practicar programas de inclusión social hacia los sectores más pobres de sus naciones.

En el terreno de la política de integración Brasil y Argentina, por ejemplo, miran con reserva los tratados de libre comercio y muchos otros entendimientos comerciales que, junto a la ampliación de sus espacios externos, podrían disminuir el ejercicio de su soberanía. Tienen, además, al lado de los otros gobernantes de centroizquierda, posturas muy claras en la defensa de una institucionalidad propia de la región y enfrentan el hegemonismo e injerencismo decimonónico de Estados Unidos.

El gobierno de Leonel Fernández en República Dominicana política e ideológicamente algunos analistas como Latinobarómetro lo ubica en la centroderecha, mientras que el escritor Luis Britto García lo coloca al lado de los gobiernos progresistas de la región. En todo caso, este gobierno mantiene un acuerdo con Venezuela en el marco de Petrocaribe.

También en América Latina y el Caribe se encuentran los gobernantes de izquierda que apuestan por la propuesta del “socialismo del siglo XXI” (Evo Morales en Bolivia, Raúl Castro en Cuba, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y Hugo Chávez Frías en Venezuela) cuyas políticas son anti neoliberales y de identificación total con las demandas y necesidades de sus pueblos, en particular con los más desvalidos y enfrentados por ello precisamente a los “poderes fácticos”.

En el terreno de la integración regional son partidarios de enfrentar los tratados de libre comercio y defienden principios como la complementación y la solidaridad, más que la competitividad y productividad, dándole importancia a la Dimensión Social y levantan la propuesta de la Alianza para los pueblos de Nuestra América (ALBA).

En el caso de los gobernantes que se aglutina en torno a la Comunidad del Caribe (CARICOM) la predominancia desde el punto de vista ideológico y político es hacia la centroderecha, aunque en materia de integración son pragmáticos al participar casi todos del acuerdo energético de Petrocaribe con Venezuela y al mismo tiempo son abiertos a participar de otro tipo de acuerdo, en particular son receptores de recursos y cooperación provenientes del Sistema Interamericano (BID – OEA) y de la Unión Europea.

Divide y reinarás

El gran reto de todos los presidentes será precisamente ser consecuente con los acuerdos firmados, sobre todo porque los peligros acechan. Pensar que el camino está despejado y que los Jefes de Estados y de Gobiernos que firmaron en Caracas la creación de la CELAC, desde ahora actuarán libremente sin presión de Estados Unidos, es una ilusión de un tamaño tan inmenso que por lo mismo debe rechazarse bajo la óptica del más puro realismo.

Además, la experiencia sirve sobre todo para no cometer los mismos errores. Por esto debemos estar conteste de que denigrar y dividir son dos elementos profusamente utilizados por Estados Unidos, para impedir la Unión de nuestros pueblos a través de una integración que sea realmente efectiva tanto desde el punto de vista económico-comercial como en lo social, cultural, ambiental, energético y sobre todo en el campo político.

Estados Unidos, como lo muestra la historia, nunca ha querido saber nada de la integración de nuestras patrias, libre de sus influencias, para lo cual acude a cualquier artimaña, entre ellas incrementar los conflictos existentes para separar a los países en lugar de unirlos, para aislarlos en lugar de integrarlos.

Estados Unidos conoce perfectamente a sus aliados incondicionales, que los tiene y con mucho poder a lo interno de nuestras naciones y los usará para debilitar precisamente iniciativas de integración como la Comunidad de Estados Latinoamericano y Caribeño. La unión no es conveniente a sus intereses sino la «balcanización» de nuestros países.
Enfrentar con éxitos estos grandes desafíos es la prueba quizás más trascendente a la cual está sometida la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) desde el momento mismo de su nacimiento.
*Analista Internacional. Ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Ex Embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la República de Polonia y la República Oriental del Uruguay