Los blancos vuelven a gobernar Bolivia: marcha atrás con final abierto

(Xinhua/Javier Mamani)
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Marcos Salgado

La foto del nuevo presidente en el balcón del Palacio del Quemado habla por si sola. Allí no había piel color aymara, mucho menos mujeres de pollera. Volvieron los rubios a la presidencia de Bolivia.

En Bolivia comienza otro momento, no puede decirse que sea una nueva etapa. Lo que viene de ahora en más, luego de la toma de posesión del derechista Rodrigo Paz Pereira como presidente hasta 2030, es conocido por Bolivia y por toda América Latina: un gobierno al servicio de intereses económicos concentrados, para redistribuir el ingreso esquilmando a los trabajadores.

“Esta es la nueva Bolivia que se abre al mundo. Nunca más una Bolivia aislada, sometida a ideologías fracasadas”, arrancó Paz su discurso en el parlamento, con el beneplácito de algunos de los presentes, entre los que destacaba el ultraderechista argentino Javier Milei.

El presidente boliviano, Rodrigo Paz, durante el discurso en la Asamblea Legislativa Plurinacional. (Xinhua/Li Mengxin)

“Nos dejan un país quebrado. Un país cansado, dividido, endeudado moral y materialmente. Nos dejan la peor crisis de las últimas cuatro décadas”, agregó en otro tramo de su discurso inaugural, en el que prometió “capitalismo para todos”.

Rodrigo Paz (58) nació en Santiago de Compostela, España, en el exilio de su familia durante la dictadura de Hugo Banzer, con quien luego su padre, Jaime Paz Zamora, se alió para llegar a la presidencia entre 1989 y 1993. Durante su mandato el padre del ahora jefe de Estado boliviano dejó claro que nada quedaba del joven que coqueteaba con el marxismo mientras leía a Debray, Althusser, Weber y Mao.

Si la presidencia de Paz Zamora fue la típica aproximación neoliberal de los 80 para administrar la crisis en beneficio de la minorías, la de Paz Pereira estará todavía más a la derecha, a tono con los tiempos y los vientos que corren en parte de América Latina.

De arranque, restableció relaciones diplomáticas con Estados Unidos, canceladas en 2008 por Evo Morales. En línea con Washington, no invitó a la toma de posesión a los presidentes de Nicaragua, Cuba y Venezuela. En los actos en La Paz pegaron el faltazo el presidente de Brasil, Lula Da Silva, y de Colombia, Gustavo Petro.

El subsecretario de Estado estadounidense, Christopher Landau, en la plaza Murillo de La Paz. (Xinhua/Javier Mamani)

Sí estuvieron el nombrado Milei, y los derechistas Santiago Peña, de Paraguay, y Daniel Noboa, de Ecuador. También se vio caminando bajo la lluvia en Plaza Murillo a los progresistas Yamandú Orsi, de Uruguay, y Gabriel Boric, de Chile.

¿Gobierno paréntesis?

Esta misma semana fue absuelta y liberada la ex presidenta de facto Jeanine Añez, que había sido detenida y condenada por el golpe de Estado de 2019. Rehabilitada, estuvo en el acto oficial de la asunción de Paz Pereira. El de Añez fue un gobierno paréntesis dentro de la gestión del MAS. ¿Con Paz Pereira puede suceder lo mismo?

Así lo plantea el analista político y ex ministro de Evo Morales, Hugo Moldiz, en un artículo en el diario La Época. El se pregunta si “el proceso de cambio fue un paréntesis en la larga historia de dominación colonial y burguesa imperial en el país, o si el gobierno de Rodrigo Paz es simplemente, como lo fue el de Áñez, un paréntesis dentro del proceso de cambio”.

Es imposible saberlo. Pero el interrogante es lícito. Por ahora, está claro que Paz Pereira aseguró la victoria frente al ultraderechista Jorge “Tuto” Quiroga en el balotaje porque Evo no llamó a votar nulo como en la primera vuelta. Es evidente que las tan decepcionadas como amplias bases populares y progresistas de Bolivia acudieron en la segunda vuelta a asegurar la derrota de Quiroga.

(Xinhua/Li Mengxin)

¿Esto implica algún tipo de compromiso para el nuevo presidente? En principio, no parece. Pero ya desde los tiempos del papá, Paz Zamora, y mucho más en los gobiernos inmediatamente posteriores, quedó claro que en Bolivia es difícil, sino imposible, gobernar de espaldas a las mayorías organizadas, los mineros, los cocaleros, los campesinos.

Con justeza, el colectivo de la Revista Pequebú se preguntaba esta semana, ante el prometido “capitalismo para todos” del nuevo presidente, si todos los bolivianos quieren ser capitalistas. La respuesta es simple: no.

Paz Pereira no tendrá las cosas fáciles. Una de las grandes preguntas es si avanzará o no de frente y con virulencia en el desmontaje del Estado Plurinacional. En las ciudades, en la sierra, en el trópico y entre los campesinos del oriente boliviano no se respiran aires de cambio de época. Se trata, en todo caso, de nuevo, de una disputa con final abierto.