Los 100 golpes reconocidos
ELEAZAR DIAZ RANGEL | Apenas fue derrocado y muerto el presidente Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, dos días mas tarde, el presidente Nixon hizo enviar este mensaje: “El gobierno de Estados Unidos desea expresar su deseo de cooperar con la Junta Militar y respaldarla de cualquier modo que estime necesario.Hemos recibido con agrado el deseo de la Junta transmitido por el general Pinochet de estrechar los lazos entre Chile y Estados Unidos”.
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Sin embargo, tal fue la oleada mundial de condenatorias al golpe fascista y a las detenciones y asesinatos en masas en los primeros días, que la Casa Blanca creyó prudente esperar hasta el 24 para el reconocimiento formal. Kissinger lo explicaba a la embajada en Santiago: “Tenemos el firme convencimiento de que no faltan consideraciones nacionales e internacionales que hagan por demás recomendable este breve retraso por el interés del nuevo gobierno de Chile y el nuestro propio”.
Peter Kornbluch cuenta en “Pinochet: los archivos secretos” todas las acciones encubiertas, diplomáticas, militares y de ayuda económica de EEUU a Pinochet, extraídas de los 24 mil documentos desclasificados, reveladores de los esfuerzos de Washington por impedir que Allende asumiera el poder y posteriormente, apoyando la conspiración civil y militar para derrocarlo, y para consolidar el régimen fascista.
Bastaron dos semanas para el reconocimiento de una de las peores y más sangrientas dictaduras en América Latina. Esa política la aplicó durante todo el siglo XX con los numerosos gobiernos producto de golpe militares, la mayoría estimulados desde Washington.
El 18 de octubre de 1945 fue derrocado el gobierno constitucional del presidente Isaías Medina Angarita, por la alianza que encabezaban Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez. Parece que la embajada de EEUU fue sorprendida. El resultado de la reuniones de Betancourt con representantes de las petroleras, llevaron confianza a la Embajada, y el 30 de octubre reconocieron a la Junta Revolucionaria de Gobierno.
Poco después, el 24 de noviembre de 1948, las Fuerzas Armadas dieron un golpe al presidente constitucional Rómulo Gallegos, que había sido electo un año antes. En el seno de la Embajada se movían dos tendencias, las palomas con el embajador Walter Donnelly a la cabeza, y los halcones, con los agregados militares, lo que hizo demorar el reconocimiento hasta el 21 de enero. Casi dos meses, tiempo inusitado. Y cuando Pérez Jiménez desconoció las elecciones de 1952, igualmente fue reconocido.
Otros gobiernos derrocados, como el de Pérez Jiménez, fue inmediatamente reconocido, aunque hubo emisarios como el coronel Jules Dubois, de la SIP, quien se vino a Caracas a y acusó al presidente de la Junta, Wolfgang Larrazábal, como amigo de los comunistas.
Esa línea se mantuvo invariable cada vez que hubo golpes de estado y fueron derrocados más de 100 gobiernos constitucionales en países de América Latina, en muchos casos, repetimos, con golpes promovidos por el propio gobierno estadounidense. Eran inmediatamente reconocidos.
En el caso de Venezuela, y creo que en toda la región, es la única ocasión en que un gobierno electo, legítimo, no es reconocido por Washington. Por el contrario, estimulan acciones en el exterior dirigidos a desestabilizarlo, con el apoyo mediático internacional. Pero no sólo lo hacen fuera de nuestras fronteras, aquí en el país tienen quienes se guían por esa política de no reconocimiento e igualmente han favorecido la violencia, son factores de desabastecimiento y promueven todo tipo de acciones seudo legales para crear incertidumbre en el exterior y apoyar esa política del imperio.