Lo que se viene en Argentina: suben dólar, inflación y recesión
Juan Guahán-Question latinoamérica
Estamos recorriendo los últimos escalones de este 2018. La realidad muestra a los argentinos una fea cara: la estanflación (inflación con recesión) está en uno de sus puntos más altos. Y, cuando se está terminando el año y comenzamos con las evaluaciones sobre lo ocurrido en el mismo, comienzan a vislumbrarse los problemas que nos esperan en los inicios del próximo.
Los datos de esta última parte del año marcan rumbos para el que sigue. Entre ellos están los que alimenta el gobierno, convencido que lo ayudarán para seguir alquilando el local frente a la Plaza de Mayo, pero también están los que le preocupan, porque encierran la perspectiva que, a partir del 10 de diciembre del 2019, tengan que transitar la fatigosa ruta de ser oposición con las incertidumbres y los riesgos judiciales que ella encierra.
Pero esas consideraciones serían incompletas si no tuvieran en cuenta las perspectivas para el próximo año y de qué modo se pueden plantear los ejes de una campaña electoral muy compleja, en medio de esta situación socioeconómica.
Los datos económicos, políticos y sociales del cierre del año
Un primer dato valioso, si el país cambiara de rumbo, pero muy dramático –visto desde el momento actual- gira en torno a la utilización de la capacidad instalada de las plantas fabriles.
El sector industrial muestra que su capacidad instalada está funcionando a menos del 65% de sus posibilidades, varios puntos por debajo de la capacidad existente un año atrás. Los sectores con mayor caída se observan en automotores (lo que se produjo fue con el 45,9% de su capacidad), los textiles, caucho, plástico y gráficos.
Respecto a 2017, solamente no cayeron la siderurgia (funcionando con el 83,9% de su capacidad instalada), petróleo e insumos para la construcción. El alto nivel de subutilización deja un buen margen para que, en el marco de otro modelo, y con pocas inversiones adicionales pueda crecer la producción industrial.
Para una rápida comprensión sobre la situación social podemos acudir a un dato impactante. Se trata del muy divulgado “Informe de Unicef”, sobre la situación de niñas/os y adolescentes (0 a 17 años). Allí se revela que la “pobreza monetaria”, es decir aquellos cuyos ingresos familiares no alcanzan para cubrir una canasta básica de bienes y servicio alimentarios, es del 42%.
Esa cifra sube al 48% si se cuentan aquellos que padecen problemas en uno o más de los siguientes indicadores: educación, protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura o hábitat seguro. Cuando consideramos el caso del conurbano bonaerense las cifras se elevan y la pobreza, en ese sector etario, asciende al 51,3%.
Para el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) las cifras de la pobreza alcanzan el récord del 33,6% (13,6 millones de pobres). Según datos oficiales, la inflación, que en noviembre midió 3,2% suma –en estos 11 meses- 43,9% y su estimado anual para este año ronda el 47%.
Estas rotundas manifestaciones de la recesión e inflación actuales van de la mano con el dato de una caída del consumo. Éste disminuyó, tomando el mes de noviembre y comparándolo con el mismo mes del año pasado, en un 10,1%.
De modo que Mauricio Macri cierra sus primeros tres años de gobierno batiendo tres récords: mayor inflación y pobreza, pero también masiva caída del consumo.
Seguridad y corrupción
El dato político más novedoso e importante de las últimas semanas gira en torno al tema de seguridad. Esta cuestión colocó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la abanderada de esa política y la transformó -en los días que corren- en una figura clave del gobierno.
El “Protocolo Bullrich” y la “Ley Antibarras del Fútbol” están a la orden del día, además de su debate parlamentario, en noticieros y mesas de debate de los diversos medios. Estos temas y las invalorables denuncias sobre violación, en particular la campaña planteada por un grupo de mujeres vinculadas al quehacer artístico, son el motivo central de la actividad periodística. Dejando afuera, lo más lejos posible, la realidad económico y social que atraviesa la mayoría del pueblo.
La actual política “de seguridad” responde a dos objetivos concurrentes: Disciplinar la sociedad para evitar que se desmadren los reclamos ante la aplicación de los actuales planes oficiales. Pero también es un ensayo con vistas a la próxima campaña electoral, dado que es un tema que tiene mucha aceptación en vastos sectores.
Hay otra cuestión que está en la agenda oficial del gobierno y que se le está complicando. Se trata de la corrupción. Ella fue el eje de las acusaciones sobre el gobierno anterior. Ahora son muchas las pruebas que van involucrando a la propia familia Macri en esas maniobras que dejaron de ser patrimonio exclusivo de los Kirchner, sus funcionarios y amigos.
En ese sentido, esta semana se produjeron dos hechos que colocan en el escenario de la corrupción a los Macri. Gianfranco, hermano del Presidente y Franco, su padre, han sido citados en la causa de los “Cuadernos de la Corrupción”. De ese modo, esa causa amenaza envolver también al macrismo, cuando éste esperaba recibir las mieles del triunfo con esa denuncia.
Pero eso no es todo. El tema del Correo Argentino no es la única cuestión en la que aparece el Grupo Macri como multimillonario deudor del Estado. Un Tribunal Fiscal ha dictaminado que la empresa Yacylec, de la que Mauricio formó parte hasta febrero 2016, debe al fisco una suma millonaria.
Si algo le faltaba a esta decadente situación política es ese maridaje de las principales familias del oficialismo y la oposición en maniobras poco santas. La responsabilidad de estos protagonistas no cae ante el cínico aprovechamiento –de esos hechos- que hacen los intereses económicos de los dueños del mundo para quedarse con los mercados que las empresas involucradas van dejando.
Lo que vendrá: alza del dólar, estanflación y la lucha contra la “inseguridad”
El 2019 está en las gateras. Aunque parezca mentira, en medio de una profunda crisis económicosocial, el Presidente está metido en una fuerte disputa en la búsqueda de su reelección. Pero para las elecciones de octubre aún faltan varios meses que habrá que recorrer.
Sabemos que las predicciones usualmente fallan, pero es importante penetrar en la tendencia de los acontecimientos que están ocurriendo para tratar de saber si la situación tiende a mejorar o aún no hemos tocado fondo. Para ello tendremos que mencionar dos aspectos sustanciales y profundamente vinculados: economía y política.
En esa relación el gobierno está optando por no hablar de economía y colocar el foco en los temas que lo acerquen al tema político, apoyándose en cuestiones como el de la “seguridad”. Por ahora, ese es el eje que quiere imponer el gobierno para mirar la realidad, apoyado en los grandes medios de prensa que lo sostienen. Convengamos que, en esta cuestión y hasta ahora, muy mal no le ha ido.
En lo estrictamente económico las perspectivas son bastante negras. Da la impresión que el primer trimestre del 2019 llegaremos al climax de la actual estanflación. Si bien la inflación puede reducirse, es muy probable que se continúe y profundice la actual recesión.
El gobierno está en una encerrona de difícil salida. Desde un rincón, son muchas las voces que le dicen que “sin ajuste, el camino a la hiperinflación y al default es inevitable”. Desde otro costado le advierten que el costo del programado “déficit cero” es una mayor contracción económica.
Pero más allá de este “problemita” tienen otras dificultades, que se expresarán en el primer trimestre del año venidero: Los vencimientos de la deuda externa suman 23 mil millones de dólares y los ingresos del Fondo Monrtario Internacional 17,2 miles de millones. No será fácil encontrar otros prestamistas para cubrir esa diferencia. ¡Ni hablar de lo que espera a la Argentina partir del 2020, sin el dinero del FMI!
En este marco aparecen muchos economistas, entre ellos algunos de gran prestigio internacional, que piensan que el default o cesación de pagos es inevitable que solo falta definir, el momento y sus características.
A este problema del sector externo hay que agregarle que el primer trimestre del año es el de menores ingresos de divisas. Si además se considera que en marzo toma plenitud la reiniciación de clases y se inicia el año electoral, el panorama se vuelve complicado en materia de dólares y también en la situación social y política.
Ante esas perspectivas, el gobierno hace desesperados esfuerzos por colocar en el debate otras cuestiones. Navegando en medio de estos problemas el gobierno quiere sortearlos, ignorándolos en el discurso oficial. Allí es cómo aparece el tema de la seguridad tomando la forma de una cuestión central y la fervorosa campaña que desarrollan los medios oficialistas para colocarlo en ese lugar.
Es que los primeros meses del año próximo serán decisivos y allí estaremos llegando al fondo del pozo. Claro está que siempre se puede caer más abajo.