Las variantes peculiares del castellano: coger no es lo mismo en México que en España
Armando G. Tejeda – La Jornada|
El español, un idioma que comunica a más de 493 millones de personas y que es lengua oficial en 21 países, es tan rico como diverso en sus giros, sus acepciones, sus florituras y variantes. Esa riqueza provoca situaciones hilarantes, pues no se entiende en el mismo sentido la palabra coger en México o Argentina que en España, o cuando en el norte de México sugieren salir a comerse unas pollas, si esa expresión la usaran en Madrid o cualquier ciudad española no se entendería igual.
Con la intención de rememorar, desde el humor, situaciones chuscas o divertidas provocadas por esa variedad de significados, se presentó en la sede del Instituto Cervantes de Madrid el libro Lo uno y lo diverso, editado por Espasa y en el que 21 autores escriben sobre ello, entre ellos el mexicano Juan Villoro, la colombiana Laura Restrepo y el propio director del Cervantes, el poeta granadino Luis García Montero.
A pesar de la uniformidad que en ocasiones imponen las nuevas tecnologías y los medios audiovisuales, que también provocan una invasión descontrolada de importaciones innecesarias de otras lenguas, sobre todo el inglés, el idioma español se mantiene muy vivo con sus singularidades regionales. De hecho es probable que un mexicano sea incapaz de entender el caló de Bogotá o Buenos Aires o Madrid, así como un español se sienta perdido cuando un defeño o un veracruzano se emplean a fondo en las palabras y giros idiomáticos de la región.
Por ejemplo, la palabra polla en una buena parte de América Latina, incluido México, hace referencia en muchas ocasiones al bote acumulado de una apuesta. Es casual escuchar en las partidas de canasta o en las loterías de pueblo celebrar que alguien se sacó la polla o escuchar expresiones como la polla está grandísima.
En ciudades como Monterrey, salir a comer pollas significa ir a tomar cervezas. Esas mismas expresiones, en España, se entienden diferente, ya que hacen alusión al miembro viril masculino y que en la mayoría de los casos se emplea de manera informal. En España, comer pollas tiene más que ver con el Kamasutra que con el póquer. De igual manera con el vocablo coger, que en España se usa para todo, pero en México o Argentina su uso está casi limitado a expresiones sexuales.
Lo uno y lo diverso aborda con amenidad, en tono informal y hasta humorístico, la variedad del idioma español con 21 artículos de destacados escritores. Es una obra que bucea en la etimología, se ríe de las habituales situaciones embarazosas que crean las palabras de desigual significado y repasa la unidad de la lengua. García Montero, durante la presentación, explicó que sólo se mantiene la unidad respetando la pluralidad y la diversidad. Unidad no significa homologación, la diversidad es riqueza y nos ayuda a huir del fundamentalismo, lejos de las invitaciones al sectarismo, el odio o el racismo.
El propio García Montero recordó en su texto algunas anécdotas que contaba el escritor Francisco Ayala, un granadino exiliado en Argentina, como cuando dijo bicho muerto en Puerto Rico; la primera palabra se evita porque es sinónimo de pene. Eso tampoco lo sabía una pedagoga peruana que, cuando le preguntaron si estaba a gusto en la isla, contestó que lo único que le molestaba eran esos bichos tan grandes que no la dejaban dormir.
El libro, de 224 páginas, surge de una invitación del Cervantes a 21 autores de diferentes países hispanohablantes a abordar libremente algún aspecto lingüístico relacionado con la diversidad del idioma. Tras un prólogo del académico Fernando Álvarez de Miranda, escriben María Antonieta Andión, María Teresa Andruetto, Gioconda Belli, Gonzalo Celorio, Luis García Montero, Mempo Giardinelli, Álex Grijelmo, Carla Guelfenbein, Carlos Herrera, Fernando Iwasaki, Rolando Kattan, Sergio Ramírez, Laura Restrepo, Carme Riera, Nancy Rozo, Daniel Samper, Marta Sanz, Maia Sherwood, Pablo Simonetti, Juan José Téllez y Juan Villoro.
El novelista peruano afincado en España Fernando Iwasaki explicó durante la presentación que los hispanohablantes (5 por ciento de los 7 mil 800 millones de habitantes del mundo) nos entendemos mejor entre nosotros que, por ejemplo, los chinos (13 por ciento de la población mundial) o los alemanes y suizos que comparten idioma. Gracias a que el español es una lengua común que nos separa, proclive a la complicidad, que nos une de una manera especial.
Durante la presentación también participaron, a través de videos, otros cuatro grandes autores en español. El nicaragüense Sergio Ramirez explicó su contribución a esta aventura colectiva a través de la palabra cabanga; Gioconda Belli recordó la maravillosa selección de palabras autóctonas nicaragüenses que dieron la vuelta al mundo con la canción Son tus perjúmenes mujer, de Carlos Mejía Godoy; la colombiana Laura Restrepo dijo que juntamos tantos acentos como tonos de piel, y el mexicano Juan Villoro admitió que, pese a las diferencias entre el vocabulario de los distintos países, nos acabamos comprendiendo: el gran enigma de este idioma es que estamos condenados a entendernos.