Las otras Catalunyes y Scotlands de la UE
Raúl Solís– Público.es
Las autoridades de Bruselas ya han avisado que un movimiento secesionista supone la salida de ese territorio de la UE. Pero si todas estas euroregiones acabasen siendo Estados miembro, la Unión tendría 50 socios con 60 lenguas oficiales, casi el triple de los idioma que ahora son considerados oficiales por las instituciones europeas.
A diferencia de los nacionalismos de la primera mitad del siglo XX, los actuales movimientos europeos son nacionalismos cívicos, democráticos y profundamente europeístas. La Alianza Libre Europea (EFA, por sus siglas en inglés), defiende el derecho a decidir y cuenta en el Parlamento Europeo con cinco miembros de partidos nacionalistas de País Vasco, Flandes, Escocia o Gales.
El nacionalismo flamenco, conservador y con una hegemonía cultural y política ganada tras su despegue económico a partir de la década de los 70, es (junto a los nacionalistas escoceses y catalanes) el que más cerca parece estar de conseguir su objetivo político. Una reforma constitucional en profundidad, que otorgó soberanía total en muchos ámbitos y que prohíbe el uso del francés en Flandes, no ha calmado las ansias secesionistas de la Nueva Alianza Flamenca, primera fuerza política en el Parlamento Federal de Bélgica.
En la fachada atlántica de los Países Bajos se halla Frisia, territorio con lengua propia y que goza de mayor autonomía del Ejecutivo de Ámsterdam que el resto de provincias holandesas. El Partido Nacionalista Frisón, con casi un 10% de apoyo electoral sostenido, gobierna alguna municipalidad frisona importante sin que sus demandas sean mayoritarias en la región.
En el Mar Báltico, entre Suecia y Finlandia, está el archipiélago de Aland, donde viven escasamente 12.000 personas con una autonomía de Finlandia casi total, a excepción del ejército. El idioma oficial es el sueco, no el finés, y la mayoría de la población ansía ser independiente de Helsinki o anexionarse a Suecia, Estado al que perteneció hasta la Primera Guerra Mundial.
Bajo soberanía danesa, se encuentran las Islas Feroés y el archipiélago de Groenlandia, dos territorios donde el conflicto secesionista está generalizado. El independentismo groenlandés ocupa el Ejecutivo de la mayor isla del mundo situada en América del Norte. En el Parlamento de las Islas Feroés también son mayoría las fuerzas independentistas.
El Partido de la Minoría Húngara, con un apoyo electoral del 9%, reclama la unión a Hungría de los territorios limítrofes con Eslovenia. En el austriaco Estado federado de Carintia, la minoría eslovena agrupa a 20.000 ciudadanos que son considerados una minoría nacional por Viena. Hace dos años, los eslovenos de Carintia lograron que el esloveno fuera lengua oficial en ciudades con más del 17% de población eslovena.
En Rumania, la Unión Democrática Magiar ocupa un papel similar al que juegan los nacionalistas vascos o catalanes en la dinámica política española. El 35% del PIB rumano lo aporta Transilvania, región donde vive la minoría húngara. Silesia es otra nacionalidad histórica que perteneció al Imperio Austrohúngaro hasta su desmembración en 1918.
La región austrohúngara de Silesia está divida entre los Estados de Polonia, República Checa y una pequeña parte en Eslovaquia. Solamente los silesianos polacos reclaman más autonomía y sus derechos nacionales. El Movimiento de la Autonomía de Silesia cuenta con un apoyo electoral cercano al 11%. En el noroeste de Italia, en los Alpes y limítrofe con Austria, Suiza y Alemania, se encuentra la euroregión de Tirol.
Tras la fragmentación del Imperio Austrohúngaro, Tirol del Sur cayó del lado italiano y Tirol del Norte y Este, del lado austriaco. Los tiroleses de Italia hablan italiano y alemán y tanto las escuelas como la administración pública están organizadas de acuerdo a la división lingüística. Los partidos políticos que conforman el Parlamento del Tirol italiano son favorables de la anexión a Austria en casi un 70%.
En las repúblicas bálticas la tensión la causa el conflicto lingüístico entre la minoría que habla ruso y quienes se comunican en letón, estonio o lituano. Se da la circunstancia de que en estas repúblicas exsoviéticas el derecho al voto va aparejado al dominio de la lengua oficial, lo que lleva a la minoría rusa a una situación de extrema vulnerabilidad denunciada por el Consejo de Europa.
También existen movimientos nacionalistas en la isla italiana de Cerdeña; en Córcega, única región francesa con un estatuto autónomo que no contempla, sin embargo, la cooficialidad del idioma corso junto al francés; en Bretaña y Normandía, ambas regiones con lengua y cultura propias no protegidas por París; o en los Estados alemanes de Baviera y Schleswig-Holstein.