La tercera ola del Covid surfea en Europa sobre la dicotomía entre salud o dinero
Eduardo Camín|
De este capitalismo mundial integrado, mediático, comunicacional hasta el vértigo sorprenden muchos fenómenos si se los ve con cierta distancia, bajo este cielo de incertidumbres. Pero no nos llamemos a engaños: la dicotomía sigue siendo entre la salud o el dinero.
Recientemente el enviado especial de la Organización Mundial de la Salud (OMS), David Nabarr, acusó a los gobiernos europeos de no haber construido la “infraestructura necesaria después de haber controlado la primera ola” pandémica. Señaló que la liviandad con la que se actuó, derivó en la actual segunda ola que está causando pesares y apremios en este fin de año, y alertó que es el terreno fértil para una tercera ola en el comienzo del 2021.
El aumento en los casos de coronavirus a nivel mundial es un hecho significativo de que la referida complejidad de la crisis no podrá encubrir, y que los buenos alumnos de ayer, sufren hoy por el gran descalabro que significa la depresión económica en la cual nos encontramos.
Al igual que actúa el Covid-19 en nuestros organismos, son las diferentes patologías que arrastramos en la sociedad, las que aumentan y agravan la situación.
La pandemia expuso las grietas de una realidad destructiva. La presente es una crisis general del sistema capitalista neoliberal que se expresa como una severa depresión económica mundial, que a su vez significa una declinación de la estrategia de reestructuración y expansión neoliberal basada en la superexplotación del trabajo inmediato, la depredación ambiental y la financiarización de la economía mundial.
El análisis predominante de la crisis ocasionada por la pandemia de la Covid 19, contemporánea en las grandes agencias multinacionales o los organismos internacionales, sigue siendo parcial y en algunos casos orientado a preservar la dinámica del sistema capitalista y a rescatar a los grandes capitales centrales.
La visión dominante frente a la pandemia mantiene los criterios de la globalización como un fenómeno de alcance mundial inevitable, sin alternativas, y al cual hay que asumir como sea.
Se trata de una compleja crisis civilizatoria con cariz multidimensional que expone los límites de la valorización mundial del capital, por cuanto atenta – como ya lo había advertido Carlos Marx- en contra de los fundamentos de la riqueza, el ser humano y la naturaleza, y porque además pone en predicamento el sistema de vida en el planeta, es decir, el propio metabolismo social.
Lo que equivale a una crisis de la estrategia de reestructuración y expansión neoliberal que se presenta como crisis general del capitalismo mundial. Por eso sería necesario para ir más allá de la simple apariencia, adoptar una perspectiva histórica, alejada de las actuales soluciones.
El sistema, la crisis de equidad y las recetas poscapitalista
En épocas de crisis -¿acaso hay alguna que no lo sea?- el hombre tiende a crear puentes entre una realidad ingrata y hostil con un “algo ideal”.
En presencia de lo que aparece ser el comienzo de una nueva “gran crisis” económica, muchos expertos anuncian que está a punto de verificarse el fin del capitalismo tal cual lo conocemos y, por tanto, que se abre la oportunidad para que la “otra economía” se despliegue como la gran solución anhelada, basadas en las teorías del “capitalismo progresista” o “socialismo participativo”
Desde hace algún tiempo muchos autores examinan la crisis económica global desde una óptica alternativa y distante de las visiones que predominan entre los analistas económicos convencionales.
Muy a menudo hay quienes se esfuerzan en construir teorías basadas en “otra economía” –más justa, solidaria, no capitalista –, y tienden a observar la economía dominante como experimentando una crisis profunda, y esperan que de algún modo sobrevenga un colapso, una demolición, una paralización del mercado, por efecto de su propio peso, de sus contradicciones internas.
Algunos se imaginan el colapso del “sistema” como un edificio que se derrumba entero; y, en consecuencia, la construcción de la “otra economía”, que actúa, como una edificación completamente nueva que tal vez pueda aprovechar algunos escombros del edificio derrumbado, para ser reciclados e integrados al nuevo orden económico.
Más allá de que palabras como “derrumbe” o “colapso”, aplicadas a la economía son solamente metáforas, será necesario precisar algunos conceptos, para adquirir una perspectiva más realista respecto del futuro y en relación con las condiciones que pueden esperarse para acelerar la construcción de “otra economía”.
Esto es necesario particularmente hoy, cuando el mundo está inmerso en una gran crisis financiera económica y social que hace pensar a muchos que el momento del colapso se aproxima, estaría ya por acaecer o simplemente ya lo estamos viviendo.Pero tememos que la orientación y las soluciones de los dueños del capital, estén muy lejos de estas alternativas que suenan como muchas a las viejas tesis del “capitalismo con rostro humano”.
Pero el sistema acorrala la equidad y perpetúa un mercado que no se detiene, no deja de funcionar, no se derrumba, a menos que sobrevenga una catástrofe que destruya la vida social, por causas exógenas al mercado como tal, algo que muchos pretenden ver en esta pandemia.
Estas precisiones tal vez permitan corregir algunas confusiones teóricas bastante habituales entre quienes buscan construir “otra economía”, porque sigue abierta la interrogante clave respecto al sentido y la medida en que el mercado se altere en su funcionamiento, se trabe en sus dinámicas habituales, entre en crisis profunda, por su propio peso.
Y que en tales contextos pueda cambiar y hacer posible que se abran espacios a la expansión de esa “otra economía”, ¿sin cambiar el sistema?
Realidades y perspectivas
El Covid-19 ha generado gastos públicos como nunca antes y los déficits están aumentando en todo el mundo en miles de billones de dólares. Por lo tanto la deuda podría ser una de las características más destacadas del capitalismo actual, lo que llevaría a los responsables de la formulación de políticas, aceptar vivir con una enorme cargas de deudas o abordar una reforma completa del sistema. ¿Cuál será entonces la nueva estrategia en tiempos de pandemia?
Lo que nos ofrecen algunos economistas es más de lo mismo, seguir abriendo los mercados, ofrecer condiciones idóneas a la inversión extranjera y afrontar el reto de la competitividad, donde el Estado debe generar un clima favorable a los negocios, particularmente para las grandes corporaciones multinacionales, abaratar la fuerza de trabajo, transferir recursos públicos al sector privado.
Además de implementar una estrategia donde priman los intereses del capital, y no los de la población, seguir en la dicotomía de salvar dinero o vidas …. Eso sí surfeando entre las olas del virus, manteniendo la distancia social, y utilizando mascarillas y ahora comprando –y negociando- vacunas.
*Periodista uruguayo acreditado en la ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)