La política del Banco Central de Paraguay no ayuda a desarrollar el país

548

LUIS ROJAS, ANÍBAL AMADO, IDILIO MÉNDEZ| El modelo económico vigente en el Paraguay adolece, entre otras tantas, de enfermedades graves tales como agroexportación a partir del monocultivo de soja, concentración y especulación extrema en torno a la propiedad de la tierra, triangulación del contrabando regional, incapacidad de generar empleos genuinos, raquitismo industrial, inequidad y bajísima presión tributaria, especulación financiera y libre remesa de los bancos al exterior.

La especulación financiera ha permitido a los bancos privados obtener el 53 por ciento de sus ganancias, más específicamente mediante el negocio cambiario y la compra al Banco Central de letras de regulación monetaria (LRM), gran parte con fondos provenientes de las instituciones públicas que depositan sus recursos financieros en los bancos privados. El restante 47 por ciento de las utilidades proviene de créditos a sectores de exportación, al comercio y consumo locales, a los servicios y a la industria. Las rentas brutas totales de los bancos que se generaron en 2011 fueron G. 1.381.952 millones, de los cuales G. 730.393 millones son fruto de la especulación financiera.

En una economía con control democrático, los bancos debieran ser los intermediarios para distribuir mejor el dinero a los efectos de contar con una economía sana y en pleno desarrollo, estimulando con créditos oportunos y accesibles a los distintos sectores de la economía real; vale decir, principalmente la producción primaria y manufacturera. Pero esta misión no debería dejarse al arbitrio de los bancos privados, sino al BCP como responsable de la política monetaria del país.

Sin embargo, nuestro país cuenta con un deficiente sistema financiero que permite a los bancos privados amasar más de la mitad de sus rentas a partir de la especulación cambiaria y del cómodo mecanismo de compra de letras de regulación monetaria (LRM) del Banco Central, que al fin y al cabo es costeado por todo el pueblo paraguayo.

El año pasado, los bancos obtuvieron una utilidad de G. 342.079 millones proveniente solamente del negocio cambiario. Al mismo tiempo, ganaron G. 388.314 millones con la compra de LRM del BCP, cobrando una tasa anual promedio de 8 % sobre un monto operado de G. 4.853.933 millones. Además, las utilidades provenientes de las operaciones con LRM del BCP están exentas del pago del impuesto a la renta, razón por la cual son ganancias netas. Este hecho hizo que los bancos abonaran en el 2011 un promedio de tan solo 8,3 % de Impuesto a la Renta y no del 10 % propio de este tributo. Los bancos tampoco pagan impuestos por remesar sus ganancias a sus casas matrices en el exterior o a los paraísos fiscales.

En tanto los bancos cobran 8 % de interés por la compra de las LRM del BCP, por el otro lado pagan solamente el 0,86 % en promedio general por los depósitos a los ahorristas, entre los cuales figuran en primer lugar las propias instituciones del Estado, que tienen más de 7 billones en cuenta corriente, depósitos a la vista y a plazos.

Por lo tanto, el Paraguay no cuenta con un sistema financiero orientado a promover el desarrollo productivo, sino que con uno que se mueve en función a las ganancias de los bancos que no prioriza la promoción de los sectores productivos, que tanta falta hace para generar fuentes de empleo, estimular el despegue industrial, con el fin de superar el atraso del país y la pobreza del 40 % de su población.

Definitivamente, el Estado con sus tres poderes debe garantizar la vigencia de un modelo económico progresista, con reglas claras y explícitas del sistema financiero para promover fundamentalmente el desarrollo productivo. Al mismo tiempo, el Estado debe ser el primero en cuidar que sus depósitos no sean utilizados para la especulación financiera, exigiendo a través del Banco Central el retorno de sus fondos sin pagar intereses, en caso que la banca privada no cumpla con la misión de orientar esos depósitos a créditos productivos.

El sistema financiero actual privilegia las ganancias fáciles de los banqueros e impide el despegue de los pequeños y medianos actores económicos por la escasez de créditos blandos. Esto debe corregirse cuanto antes si la prioridad de los actores políticos es el bien común de todos los habitantes del Paraguay.

* Presidente, Vicepresidente y Secretario Ejecutivo, respectivamente, de la Sociedad de Economía Política del Paraguay (SEPPY).