La paz y el futuro de la izquierda colombiana

IVÁN CEPEDA| El futuro de la izquierda, como el de toda la sociedad colombiana, depende de la construcción de la paz estable y duradera. Meta que se logrará si se emprende un conjunto de cambios tendientes a la democratización del sistema y de las relaciones políticas.

col paz xa colComo parte fundamental de ese proceso, todas las fuerzas sociales deberán reconocer su cuota de responsabilidad en lo ocurrido en las décadas de violencia. Desde esta perspectiva, las organizaciones de izquierda necesitan asumir sus errores con humildad y grandeza: la porción que les corresponde en la espiral de odio que ha movido las pasiones políticas, sus desaciertos en el análisis de la realidad del país al haber importado modelos sin contextualizarlos, su incapacidad de dialogar con determinados sectores sobre diversos tópicos, entre otras falencias.

Asimismo, un elemento insoslayable de esa democratización es el reconocimiento, por parte de quienes han gobernado el país, de su responsabilidad en la persecución contra la izquierda. Esto significa aceptar que el poder ha sido ejercido contra los opositores utilizando métodos que van desde la negación de la libertad de opinión hasta el genocidio como forma de eliminación sistemática de sus bases sociales y sus figuras dirigentes. Esas prácticas adquieren hoy un nuevo rostro a través de la “muerte política” que dictamina a su antojo el procurador. Por eso, no debe haber duda en que superar la arbitrariedad del poder es una condición indispensable para la reconciliación nacional.

En su proceso de desarrollo, las fuerzas de izquierda han venido conquistando capacidad de gobierno y de elaboración programática. Esto les permite, no solo criticar el modelo neoliberal de sociedad, sino proponer y, sobre todo, crear realidades sociales alternativas en los planos local y nacional, así como en las relaciones internacionales del país. Las fuerzas de izquierda han adquirido la posibilidad de ser gobierno y Estado. Esa situación no debe escandalizar a nadie, sino que debe ser asumida como parte del ejercicio normal de la política en una sociedad democrática.

Para que este sea el futuro cierto de la izquierda, las múltiples expresiones que conforman la riqueza de su diversidad deberán encontrar las fórmulas creativas para su convergencia. Tal desafío adquiere la dimensión de un imperativo histórico ante la oportunidad de inaugurar una nueva era para Colombia: la posguerra.

*Representante a la Cámara